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GESTIÓN DISCURSIVA DE LA NORMALIZACIÓN MORAL EN CUENTOS TRADICIONALES
En este capítulo se presenta el análisis de la gestión discursiva de la normalización moral en los cuentos Blancanieves, Caperucita Roja, La bella durmiente del bosque y La Cenicienta, recopilados por los escritores alemanes Jacob Ludwig Karl Grimm y Wilhelm Karl Grimm. La necesidad de concebir la literatura como una construcción discursiva susceptible de ser analizada sistemáticamente, los aportes que realiza el análisis del discurso al estudio de la literatura y el interés por indagar la forma como se gestiona la normalización moral en los cuentos tradicionales justifican la relevancia de este estudio.
Las versiones de los hermanos Grimm fueron publicadas a comienzos del siglo XIX bajo el título Kinder und Hausmärchen (Cuentos de niños y del hogar); la obra –que ha contado con varias reediciones desde 1812– fue destinada a lectores adultos, aunque rápidamente encontró en los niños un público ávido de fantasía. El interés de los infantes por las obras y las exigencias de los lectores burgueses llevaron a que Jacob y Wilhelm atenuaran la extrema dureza de los relatos originales; sin embargo, para los Grimm las crueldades presentes en los textos no debían eliminarse debido a que eran inherentes a las tradiciones folclóricas de su país.
El auge del romanticismo del siglo XVIII –que pretendía virar la mirada al pasado para buscar allí modelos de idealismo– hizo que los Grimm –como folcloristas patrióticos– materializaran a través del soporte escrito algunos relatos orales, sobre todo aquellos que circulaban entre los habitantes de su región de origen, Kassel. Acerca del proceso de producción de las obras, Manuel Peña Muñoz (1994) afirma que los Grimm operaban como cazadores de cuentos, es decir, recorrían diferentes regiones en busca de historias que eran enunciadas oralmente por otros; estas narraciones o ventrilocuciones discursivas –nutridas a partir de los imaginarios populares– fueron transcriptas cuidadosamente por los hermanos para preservar la “frescura” de la lengua popular, aunque suprimieron palabras y expresiones vulgares o blasfemas, así como arcaísmos difíciles de entender.
La educación conservadora de Jacob y Wilhelm –influida por la moral y el credo calvinistas– afincó su interés por el estudio de la cultura alemana; de modo que sus investigaciones acerca de la literatura antigua y medieval los llevó a recopilar relatos considerados por ellos como manifestaciones puras de la cultura de su país, que exaltaron el nacionalismo en el marco de la tensión política y militar del siglo XIX entre Alemania y Francia. “Eran los años de reacción contra la invasión napoleónica y los alemanes confiaron todas sus fuerzas y su saber en ellos mismos para levantar el país con un ánimo de lucha y nacionalismo” (Peña, 1994: 93); en otros términos, estas producciones literarias pretendían que Alemania reafirmara su identidad nacional. Para los Grimm, el conocimiento sobre la poesía, la religión, el lenguaje, así como las virtudes heroicas del pueblo alemán –reforzados en sus relatos– permitían que los pobladores fueran conscientes de sus valores nacionales y de la necesidad de lucha por la supervivencia en momentos de crisis (Dégh, 1979).
Sin embargo, a través de los cuentos tradicionales no solo se pretendió que Alemania reafirmara su identidad nacional; también fueron empleados para reproducir un orden moral acorde con los ideales de formación y con las cosmovisiones de género de la época, que hacen parte de la historia, la visión de mundo y las tradiciones nacionales (Lagarde, 1996). De tal modo, la transmisión de valores morales, la enseñanza de códigos de conducta y la determinación de papeles de género están presentes en estas narraciones. Por tal razón, los cuentos apuntan a reproducir un ideal moral por medio de la enseñanza de un sistema axiológico tradicional.
En este capítulo se asume por “normalización moral” el dispositivo de poder disciplinario mediante el cual se fabrican sujetos aptos para la vida moral que la sociedad requiere. En términos de Michel Foucault (2002), el poder disciplinario se propone enderezar las conductas de los individuos a través de la recta disciplina; este encauzamiento d...