Los pueblos indígenas y la cuestión nacional
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Los pueblos indígenas y la cuestión nacional

Valentin Sayhueque y la constitución del Estado en la Patagonia

  1. 237 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Los pueblos indígenas y la cuestión nacional

Valentin Sayhueque y la constitución del Estado en la Patagonia

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Índice
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Información del libro

Caviasca propone un debate indispensable. En Los pueblos indígenas y la cuestión nacional, afronta en clave polémica una tensión constitutiva en la conformación de Argentina como Nación. Las tradiciones nacionalista-liberal, nacionalista-revisionista no menos que las que se desarrollaron con base en el legado que suele denominarse de "izquierda", y aun indigenista, se ven aquí interpeladas por un abordaje que no solo incorpora las nuevas conquistas de la investigación académica sino que, además, las enlaza de manera virtuosa con la tradición nacional, popular y revolucionaria.Las fuentes aquí, también se revelan como un hallazgo y se leen de manera crítica y en contexto, como un modo indispensable de acercarnos a una mirada más certera y, entonces, más proyectiva. Porque el que tiene en sus manos no es solo un libro sobre nuestro pasado. Es un libro sobre nuestro futuro.

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Información

Año
2021
ISBN
9789874465498
Categoría
Sociología

Introducción

Nación sin pasado es un término en sí contradictorio. Lo que hace a una nación es el pasado, lo que justifica a una nación ante las otras es el pasado, y los historiadores son las personas que lo producen1
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La nación, o el Estado-nación, es la forma moderna de organización de las comunidades humanas más determinante en los últimos siglos. Sin embargo, más allá que el formato institucional es en apariencia similar en todos países, cada Estado-nación tuvo una génesis distinta. Tan distinta en algunos casos que hace a su mayor o menor éxito y estabilidad como “envase” de la población de la región geográfica en cuestión. Para nuestro país, la Argentina, el proceso particular de generación de la nacionalidad y las estructuras estatales que la organizan es relativamente reciente y cuenta con particularidades específicas. La definición del conjunto del territorio y la “identidad” de la población es un tema aún en consolidación (o su contrario). La Patagonia es un lugar muy rico para abordar esta cuestión por ser el último en incorporarse plenamente a la Argentina y por estar en discusión la naturaleza de su pasado y de su integración.
El objetivo de este ensayo es discutir la cuestión de los pueblos indígenas y su relación con el Estado nacional durante su formación en el siglo XIX. Nos centraremos en la región nor-patagónica. Definimos a priori que los pueblos indígenas “son parte” de esa construcción, no entes externos, ajenos u obstáculos para la misma. Los consideramos actores de las llamadas “guerras civiles” con sus intereses y como parte de los agrupamientos que, a lo largo del siglo, se enfrentaron en las luchas que se desarrollaron por definir las características que tendría la “nación argentina”: en lo social, en su estructura institucional, en su estructura económica, en su identidad, en su inserción en el mercado mundial y en su relación con los demás países. Los diferentes pueblos indígenas, como parte de ese espacio geopolítico que sería la Argentina, fueron actores en estas luchas y su presencia marcó durante décadas una de las cuestiones más importantes de nuestro país (aún vigente): ¿cómo y con quiénes explotar económicamente los territorios pampeanos y hacer efectiva la soberanía en los patagónicos?
Tomaremos como referencia principal la jefatura de Valentín Sayhueque “Gran cacique” del “País de las Manzanas” por ser el más importante actor indígena de la región en las décadas previas a la campaña de Roca. Utilizaremos las fuentes emanadas de la correspondencia, de los tratados que se realizaron entre las autoridades criollas y las indígenas, las memorias de viajeros, militares y enviados del gobierno argentino.
Para la zona encontramos como fuente inicial las relaciones de Gerónimo Luis de Cabrera, hacendado cordobés, y de Juan de Puelles y Aguirre, en su búsqueda de los Césares de 1620-1621. La dejada por el capitán Juan Fernández, descubridor del lago Nahuel Huapi, a través del Memorial de Don Diego Flores de León. Los testimonios de los jesuitas, asentados en el lago Nahuel Huapi desde mediados del siglo XVII hasta la desaparición de la misión durante el siglo siguiente en 1717, son de mayor valor ya que cuentan con una descripción de las costumbres, la lengua, las relaciones entre grupos indígenas y de sus formas de vida. Allí se cortan las referencias hasta que en 1780 comienza el poblamiento de la costa atlántica de la Patagonia (de la que solo sobrevivió Carmen de Patagones). De esta experiencia es el diario de Basilio Villarino el que nos trae referencias a los pueblos de la zona y su forma de vida y organización. A partir de estas fundaciones las fuentes coloniales comienzan a registrar los avatares de los asentamientos patagónicos, aunque las referencias a la zona cordillerana son pocos. Hasta la jefatura de Sayhueque las referencias al “País de las Manzanas” son indirectas, pero a partir de ella y en coincidencia con el periodo pos rosista, las fuentes van en aumento y son directas (sin ser tantas como las que se relacionan con los pueblos asentados en las cercanías de “la frontera”). Referiremos a las numerosas investigaciones de especialistas en la cuestión de las poblaciones indígenas del sur que han florecido, especialmente, desde la década de 1980. Estas últimas las tomaremos como orientación y base complementaria de recopilación de datos empíricos para replantear algunas de sus hipótesis y, a partir de sus trabajos, ver otros puntos de vista que aporten a la tesis que postulamos.2 Nuestra atención está puesta en cómo se construye una nación y un Estado en un territorio con tradiciones previas diversas, no homogéneas, débiles o recientes. O sea abordamos el tema específico en relación a los pueblos indígenas de nuestro país desde la perspectiva de la “cuestión nacional” argentina. Lo haremos para una parte de la extensa región ubicada al sur de la Ciudad de Buenos Aires, donde encontramos que las poblaciones aborígenes son formaciones sociales en condiciones de “debilidad” y “poca densidad”3 y en la que existía una presencia hispánica débil o nula.
Partimos de las categorías “formación económico-social” y “Estado-nación” dentro de la perspectiva del materialismo histórico. Asumimos, siguiendo a Eric Wolf,4 que en el contacto entre poblaciones agrícolas, sedentarias, urbanas y poblaciones nómades, seminómadas, cazadoras y/o pastoras se produce una tensión. Las poblaciones agrícola-ganaderas urbanas, con un desarrollo tecnológico, político y productivo mayor, se asientan y tienden a dominar las zonas más productivas de la tierra y/o centros clave en la comunicación. Son una atracción para las poblaciones pastoras que en general obtienen el grano y los productos artesanales por intercambio con los sedentarios, aunque periódicamente atacan buscando apropiarse de parte del excedente de los sedentarios. Los avatares de la articulación de una economía política de simbiosis versus otra de guerra es una de las preguntas iniciales de Wolf, y es muy pertinente a nuestro caso.

Estado y cuestión nacional

¿Cuáles serían lo criterios para definir una nación? Subjetivos: por asunción de los que deciden ser parte de ella, o por “valores” de los que un individuo es portador mas allá de donde se encuentre geográficamente (un judío debería ser israelí en cualquier lugar del mundo, es la tesis sionista actual para los judíos que no viven en Palestina, pero también es aplicable más moderadamente a la nacionalidad de descendientes de europeos en nuestro continente). U objetivos: lengua, territorio, tradición, juridicidad, mercado. Si bien podemos adscribir a una combinación, ya que una visión extrema puede dar lugar a expresiones ridículas de voluntarismo o rigideces que no dan cuenta de la realidad. Señala Eric Hobsbawn como contraejemplo por el ridículo que si “lo único que se necesita para ser, para crear o para volver a crear una nación es la voluntad de serlo: si un número suficiente de habitantes de la isla de Wight [pequeña isla del sur de Inglaterra] quisiera ser una nación ‘wigthtiana’, habría una”. Sin embargo criterios objetivos extremadamente rígidos, tienden a forzar la realidad de las sociedades humanas que de por sí son diversas y cambian con el tiempo. Para nuestro caso, la Nación Argentina: un territorio, una lengua, una religión, una juridicidad, una tradición, hasta una configuración étnica, ha sido atribuida en forma más o menos homogénea a todo el territorio. Sin dudas ha sido la ideología oficial desde la “Conquista del desierto” y dificulta la comprensión de la historia argentina y de los componentes de la nación. En realidad el ocultamiento de los diversos aportes que permanentemente fluyen en una nación es parte de una “dictadura” con la que una elite ejerce la hegemonía y homogeniza la nación a su imagen y semejanza, o la diversifica si le es útil con objetivos segregacionistas.
Según Hobsbawn
La “cuestión nacional”, como la llamaban los marxistas de antaño, se encuentra situada en el punto de intersección de la política, la tecnología y la transformación social. Las naciones existen no solo en función de determinada clase de estado territorial o de la aspiración a crearlo —en términos generales, el estado ciudadano de la Revolución francesa—, sino también en el contexto de determinada etapa del desarrollo tecnológico y económico.5
O sea, Hobsbawn delimita el tema “nacional” a nuestra época y a un estadio de desarrollo de las sociedades humanas, lo acota a la estructura del Estado-nación. Más adelante el historiador inglés afirma que “la ‘conciencia nacional’ se desarrolla desigualmente entre los agrupamientos sociales y las regiones de un país”. Desde esta perspectiva podemos pensar tiempos y formas distintas en que clases, regiones o (en este caso) tribus indígenas que se enfrentan al desafío de la cuestión nacional, reconstituyen la conciencia de sí mismas en la era de los Estados-nación, rechazan o se asumen parte, y son incorporadas a, o marginadas de, un colectivo nacional.
¿Existió una nacionalidad argentina en disputa con una o varias nacionalidades indígenas? Pueden existir naciones sin Estado, Estados-nación y Estados plurinacionales o con una nación dominante y otras en su interior; pueden existir pueblos cuya conciencia colectiva no es “nacional”, sino tribal o local. Creemos imposible hablar de una “conciencia nacional indígena” y aun de “naciones indígenas”, aunque sí es posible ver “pueblos indígenas” en un proceso de transformación dialécticamente relacionado con la formación del Estado criollo. Tampoco es posible hablar de una “nación Argentina”, sin embargo sí es posible y correcto ver que la elite criolla tenía uno (o varios) proyectos de nación y de Estado. Como también que vastas capas de las clases populares se imaginaban parte de algo, fueran las provincias, la nación o ambas. El modelo de Estado-nación con una lengua, una tradición, una cultura, una única forma de organización política, jurídica y militar, es el que se fue creando en nuestra región a partir de la independencia, es el modelo de las revoluciones burguesas, de la modernidad. Pero fue un proyecto en disputa con otros y, aún dentro de una cosmovisión “moderna”, convivieron proyectos distintos. Además, en su versión triunfante, su capacidad fue insuficiente para subordinar a todos los colectivos sociales que habitaban la amplia región que teóricamente le correspondía unificar, hasta la década de 1880.
Es interesante pensar la propuesta de Ernest Gellner6 sobre la “nación Ruritana” mediante la cual crea un “tipo ideal” para ejemplificar la génesis de un nacionalismo. Allí aparece un pueblo campesino asentado en una región de un Estado más grande, en realidad un “imperio” multiétnico.7 Pueblo...

Índice

  1. Sobre este libro
  2. Los pueblos indígenas y la cuestión nacional
  3. Introducción
  4. Bibliografía