Existen ciertas tareas que solo los ejecutivos medios saben llevar a cabo, mucho mejor que cualquier otro empleado de su organización. Son las llamadas “piedras de toque”, que son siete en total. Con su realización, los ejecutivos medios alcanzan su finalidad última como directivos en la empresa.
Muchos de estos ejecutivos se encuentran ante escollos insalvables que frenan su progreso, ya que las empresas se organizan según una estructura piramidal que va estrechándose conforme se sube hacia el vértice final. Como resultado, se llega a una situación en que es excesivo el número de infatigables ejecutivos, inteligentes y tenaces, que compiten por los escasos puestos disponibles en la cima. En vista de esta competencia, las ventajas de tener una finalidad recobran toda su trascendencia. Las capacidades y técnicas representadas por “las piedras de toque” ayudan a los ejecutivos medios a reforzar el sentimiento de finalidad en lo relativo a sus acciones.
1ª piedra de toque: los procesos. Cualquier organización participa diariamente en miles de procesos, cada uno de los cuales contribuye en mayor o menor medida a su misión general. Todas las actividades de una empresa, tales como concepción, diseño, producción, embalaje, envío o entrega de un producto, implican decenas de procesos. Algunos de ellos son muy complejos: cuando un cliente configura su ordenador portátil en la página web de Dell, y confirma su pedido, activa un complicado proceso de coordinación entre la compañía y sus diferentes proveedores, que tiene como objetivo final el montaje del producto solicitado.
Dado que los procesos son la empresa, una de las mejores maneras para un ejecutivo medio de añadir valor a su organización es conocer en profundidad aquellos en los que está directamente implicado. Esto significa saber distinguir cada fase de los mismos, quién los lleva a cabo, de qué modo y por qué; cuáles de ellos podrían acortarse o hasta suprimirse; conocer las conexiones que enlazan cada una de las fases de un proceso y cómo un error en una de ellas afectaría a las demás.
En la década de los años 70 del siglo XIX, un treintañero llamado John D. Rockefeller era ya uno de los hombres de negocios más prósperos y ricos del mundo. Un día que inspeccionaba una de las plantas de Standard Oil, se le informó de que la máquina que soldaba las latas de queroseno para la exportación daba 40 golpes de soldadura por lata. Rockefeller sugirió a sus empleados intentar hacerlo con 38. Esta cantidad se reveló insuficiente, pero se descubrió que 39 golpes resultaba el número preciso para soldar adecuadamente las latas. Esta pequeña modificación ahorró 2.500 dólares de los de entonces en tan sólo el primer año. Posteriormente, y conforme el negocio de Rockefeller iba creciendo, estos ahorros se multiplicaron y la anécdota quedó como ilustración de lo que un minúsculo cambio puede significar para los procesos de producción.
2ª piedra de toque: las personas. El papel del ejecutivo medio en una organización se asemeja al que cumple la neurona en el cerebro humano: ambos transmiten la información formando nudos con sus semejantes. Para ello, las neuronas utilizan el flujo de los impulsos eléctricos y los ejecutivos, distintas formas de comunicación, como los e-mails, cartas, memorias, informes, reuniones, etc.
Estos ejecutivos son “tejedores de redes”, que conocen al personal de la compañía, sus habilidades y las posibilidades de vincularlos en red de una manera productiva. Su papel consiste en saber quién posee determinados conocimientos, cómo y en qué momento explotarlos, cómo protegerlos y transmitirlos a los nuevos empleados. Asimismo, son personas con el dinamismo suficiente como para resolver en cuestión de minutos contratiempos que a otros pudieran llevarles días. Esto significa tener un conocimiento cumplido de qué es posible re...