Informe bajo llave
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Informe bajo llave

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"Se escribe la novela como si fuera un borrador que una paciente le deja a su siquiatra antes de desaparecer. Al ser la transcripción de un diario/informe, Informe bajo llave se lee como un texto dentro de otro texto. La escritora Lynch es autora del relato pero es, a la vez, lectora de un relato en un segundo grado y se convierte así en un eje-espejo que se encuentra entre la narradora y los narratarios, para transgredir las formas clásicas de narración. Además, la narradora, Adela, es a la vez una escritora, alter-ego de la propia Marta Lynch. Estos recursos narrativos sirven para dar sentido a la novela, con el propósito de suspender toda noción de incredulidad. Gracias a estas estrategias, se describe una situación fragmentada que corresponde al caos mental de Adela, y a la vez, muestra la violencia de los años de dictadura. Este texto ha tenido varios tipos de lectores: el siquiatra, Marta Lynch y ahora nosotros, los lectores. Adela se dirige a todos nosotros para que compartamos con ella su historia: "El sueño más apetecible de cualquier escritor es convertir a su lector en cómplice." El lector se convierte en testigo directo de su historia."

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Información

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legales
  4. Marta Lynch y la escritura de la violencia
  5. A Alberto Girri A Enrique Pezzoni Marta
  6. Tiendo mis manos hacia las cosas como una niña abandonada. Susana March Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. Federico García Lorca
  7. El 31 de diciembre de 1978 lo pasé en la casa de la doctora Simayo que vivía entonces en Río de Janeiro, más exactamente en los Altos de Ipanema. Fue una buena fiesta. A las doce bajamos a la playa pa...
  8. En alguna forma tengo que empezar. Hace mucho tiempo que esta historia se ha convertido en un monstruo que me engulle. He deglutido un monstruo que me hace saltar los ojos, que me encorva la nariz, qu...
  9. Estaba sentado en una butaca dura, como trepado entre los brazos de ella; pero fue mucho después –y sólo habían transcurrido diez minutos– cuando advertí que lo encontré agazapado. Me habían hecho sub...
  10. ¿Cómo se logra cierta conformidad con la vida? Todo era más fácil ya aunque extraño para quien me lee y ajeno a mi sensatez. El cielo tenía un color firme y agradable. Buenos Aires me caía bien. Las l...
  11. NECESITABA
  12. Al día siguiente alguien me avisó que un automóvil pasaría por mí alrededor de las cuatro de la tarde. Corrían historias terroríficas: un secuestrado había estado una semana en el baúl de un coche; cu...
  13. Los cuadernos de Malte Laurids Brigge
  14. Querido doctor:
  15. Me duele la cabeza, el olor a pintura fresca de mi habitación ha tapizado mis mucosas y siento náuseas a la vez que una pereza especial, una inactividad parcial que me permite deambular por la calle, ...
  16. Entonces vamos por la parte en que Vargas desaparece y en la que no puedo acomodarme al desorden que su ausencia provoca en mi naturaleza ansiosa. Recuerdo la belleza de los sueños como si todo lo bue...
  17. Reapareció en el otoño y se mostró tan adorable y natural como si nos hubiéramos separado la víspera. Había pasado el verano anunciado para nuestra ya casi legendaria fusión. Pero mi cuerpo lo atraía....
  18. ¿Siguió nuestra entrevista el ritmo y hasta el orden que le indican mis palabras? ¿O la memoria es también infiel? ¿O es poco válido todo cuanto este informe indica despistándolo a fin de que se extra...
  19. El hotel era tan grande que estuve a punto de volverme atrás. Yo no podía pagar ni aquella habitación ni los conserjes en traje de saco oscuro y pantalón de fantasía ni el bar de paredes de caoba cuya...
  20. ¿Qué vida me esperó en el aeropuerto tristón de Buenos Aires, entre los escombros de las eternas obras siempre superadas por el tiempo? Largas filas de turistas, la melancolía de una desierta llanura ...
  21. Dos semanas después de la tragicomedia que me hizo sentir final, recibí un llamado del esbirro-piadoso. Llamó una mañana inesperadamente y muy temprano: Vargas quería verme hacia el fin de esa semana....
  22. Se acercaba fin de año. Las calles, el sol, el calor de diciembre apremiaban a los porteños esforzados y sobrevivientes.
  23. En la víspera del 24 me llamó temprano.
  24. No supe nada de él en la primera parte del verano. La vida era un ritmo débil como el pulso de los moribundos. Está presente mi cuerpo meciéndose agradablemente dentro del mar, mi cuerpo al sol. Del r...
  25. Todo lo demás fue de rigor. Encontré a los gorilas esperando, a Galíndez y Aguerre, sonriéndome, la alfombra un poco más gastada. Vargas me recibió. Demasiadas ceremonias después de hacerme esperar la...
  26. soggiorno
  27. El miércoles siguiente de llamar al coto sagrado surgió un desconocido; me advirtió que Vargas deseaba comunicarse conmigo. Por tercera vez se me reiteró el aviso de la consabida cita a la hora del al...
  28. En ese tiempo comenzó a asaltarme el terror de una muerte horrible. O estrellada junto al avión en el que viajaba o bajo los escombros de un incendio o atada de pies y manos al suero, a la aguja presu...
  29. Los teléfonos color naranja ocupados o con el cartel de no funciona se agitan cerca de la puerta que comunica con el bar. Fui a beber café y me costó pedirlo, reclamar la cuenta, bailar palabras para ...
  30. Si se estrella este aparato, no habrá angustia posterior. Si de algo estoy segura es de la paz; pero hace un par de años la paz es el problema de los otros. Nunca el mío, empecinada en volar sin miedo...
  31. –Pienso si sería consciente –digo a Claudio.
  32. A esa altura yo sabía bien que no había rastros de la tal Mujer. Lo sabía en la misma forma fría y lúcida –rezago de lo que había sido– en que sentía el desmoronamiento de mi voluntad toda vez que una...
  33. Vargas no llamó durante el resto del día. Hice girar el disco del teléfono diez veces marcando los distintos números. Todo estaba ocupado, endiablado, interrumpido. El silencio me instilaba en el oído...
  34. Fui a Córdoba para dar una de esas absurdas conferencias que atraían a medio centenar de caras madurísimas y a algunos jóvenes como manchones, distribuidos en la apacible reunión. Pero mientras cumplí...
  35. Doctor: estos apuntes no son fáciles. Nadie ha de decir que redactar un informe como éste sea tarea fácil para el desdichado amanuense, el oscuro calientasillas, el mediocre escribiente sin otros hori...
  36. Ignoro cómo pasé los tres días siguientes, el viernes, el sábado y la mayor parte del domingo. El silencio y la ausencia de Vargas fueron absolutos y entre tanto, medí como pude el tiempo que me separ...
  37. Primera noche.
  38. Lo sé. Era absurdo sentirme limpia y colmada después de aquella ceremonia unilateral en la que yo había sido una tímida iniciada. Era una falta de lógica haber creído que algún mecanismo se ajustaba b...
  39. Durante las horas que me separaban del almuerzo junté una buena dosis de agresión exasperada que me hizo sentir enferma y que –por extraña paradoja– no desequilibraba mi mente sino que, por el contrar...
  40. Segunda noche: víspera de Navidad. Oh sí: era de esos hombres amaestrados en una convivencia que admitía fechas, cumpleaños, celebraciones; que aceptaba pequeños regalos. Los aceptaba, aunque nunca su...
  41. Una mañana en mi taller noté que la torpeza de mi mano derecha iba en aumento. Ya casi no podía escribir y los pocos textos que lograba eran tan deshilvanados que el acto de leerlos me producía pavor....
  42. Tercera noche: también milagrosamente cumplió con lo prometido y apareció el día señalado para su regreso. Me había citado en la casa de paredes marrones –la de chocolate, sabe– y todo fue como vertig...
  43. Aunque usted no quiera creerme, no volví a verlo en veinte días. Aunque usted intensifique su mirada de mordaz expectativa, aunque redoble mi dosis diaria de pastillas adorables, repetiré lo mismo. No...
  44. Retomemos la historia en el punto exacto en que la dejamos dos meses antes, cuando yo vi su sexo bambolearse bajo la camisa, en la penumbra clausurada de la habitación. Éramos dos amantes mentales, ex...
  45. Después de aquel verano, vi languidecer el interés de Vargas como quien está en un teatro, solo, mientras se van apagando las luces poco a poco en la platea. Perdió la costumbre de llamarme a las hora...
  46. Ahora me detengo: lector, doctor, todo se me confunde porque éstas no son memorias fáciles de escribir. Lo dije ya. Estudie y recorte mis reiteraciones. No existe síndrome posible sin la reiteración y...
  47. Entró en la variante despreocupada y cruel de hablarme de sus aventuras como si bromeara. Yo sentía que Vargas se había enamorado vagamente, más o menos como lo hacía siempre. Que ahora la instancia e...
  48. Una vez que regresé a Buenos Aires pude llamar por teléfono a Vargas con la espontaneidad que me permitían aquellas cuarenta y ocho horas pasadas en Montevideo que, lejos de él, se me antojaban una vi...
  49. También yo estaba saturada de insensatez, implicada en el crimen de la corrupción: un baile de gala en el que hubiera entrado a poco de haber sido invitada. Las casas para mí, las estancias para mí, l...
  50. No soy rica, doctor. Entre todos los detalles que usted no ha de haber consignado en mi biografía es que no soy rica. Quienes escribimos en un país latinoamericano, en un país inexistente, etéreo y fa...
  51. Recibí el nombramiento y me hice cargo del trabajo con tal celeridad que apenas pude ocuparme de lo mal que me sentía siempre. Estaba más tranquila; según las horas del día, puedo decir que estaba cal...
  52. Adela G. desapareció el 7 de agosto de 1980. Marcos Marsé trató inútilmente de dar con su paradero y requirió en todos los sitios donde creyó oportuno algún rastro de su ex mujer. Tampoco su siquiatra...