Las decisiones sobre la asignación de los recursos sanitarios requieren que los médicos, gerentes y gestores sanitarios escojan entre los tratamientos y programas de salud disponibles. Se ha propuesto que el análisis coste-efectividad se puede fundamentar en los principios de la economía del bienestar (welfare economics), el análisis de decisiones y las técnicas de optimización (Gabner et al., 1996). El análisis coste-efectividad se fundamenta sin embargo en la premisa de que es posible desarrollar un procedimiento de selección legítimo utilizando los principios de coste de oportunidad y análisis marginal (Drummond y McGuire, 2001; Mitton y Donaldson, 2003). El análisis coste-efectividad permite resolver el problema de optimización que aparece cuando es necesario escoger entre diferentes opciones de tratamiento y programas de salud, determinando cómo se pueden maximizar las ganancias de salud (efectividad, años de vida ajustados para la calidad de vida) con los recursos disponibles (Garber et al., 1996; Gold et al., 1996).
El procedimiento de selección basado en el coste-efectividad se fundamenta en los siguientes principios: a) una unidad de ganancia de salud (efectividad) tiene el mismo valor con independencia de qué grupo de pacientes la gana; b) los tratamientos y programas de salud más coste-efectivos (menor razón coste-efectividad) deben tener una mayor prioridad que los tratamientos y programas de salud menos coste-efectivos, y c) el objetivo es maximizar las ganancias de salud con los recursos disponibles (Plans-Rubió, 2012). Las decisiones sobre la asignación de recursos se informan mediante el coste por unidad de efectividad y el coste por año de vida ganado ajustado para la calidad de vida (AVAC). Basándose en el coste-efectividad, los decisores sanitarios buscarán maximizar la efectividad y utilidad relacionadas con la salud para su población.
El análisis coste-efectividad permite medir la eficiencia de tratamientos en términos de coste por unidad de efectividad, indicando cuánto cuesta conseguir una unidad de efectividad, un año de vida ganado o un año de vida ganado ajustado para la calidad de vida (AVAC). Por esta razón, el análisis coste-efectividad es el método de evaluación más utilizado en el campo sanitario (Gold et al., 1996). Así, se puede determinar el coste-efectividad de medicamentos para tratar y controlar la hipertensión arterial, el coste-efectividad de tratamientos contra el cáncer, el coste-efectividad de tratamientos para reducir el colesterol y el coste-efectividad de estrategias de vacunación.
La evaluación del coste-efectividad de los medicamentos y programas de salud se desarrolla en cuatro fases principales: 1) identificación de los medicamentos y programas de salud que se van a evaluar, 2) evaluación de la efectividad, 3) evaluación de los costes, y 4) determinación del coste-efectividad. En las fases 2 y 3 se determinan los costes y efectos asociados con los medicamentos y programas de salud evaluados, y en la fase 4 se determina la eficiencia de los medicamentos y programas de salud.
Las decisiones sobre asignación de recursos basadas en el coste-efectividad permiten evitar los errores que pueden ocurrir cuando la selección se realiza según criterios subjetivos. Así, si se selecciona un tratamiento sin tener en cuenta el coste-efectividad, es muy posible que no se consiga el objetivo de la eficiencia en el sistema sanitario. En contraste, si la selección se realiza según el coste-efectividad, se podrán maximizar los resultados sanitarios con los recursos disponibles o reducir los costes para alcanzar un objetivo sanitario. Dado que los recursos del sistema sanitario son limitados, existe un coste de oportunidad cuando se decide utilizar un tratamiento o desarrollar un programa de salud en lugar de las alternativas disponibles. Por ejemplo, si es necesario escoger entre un programa de detección y tratamiento de la hipertensión y un programa de detección y tratamiento del cáncer de pulmón, el coste de oportunidad de escoger uno de ellos consiste en los beneficios que se dejan de ganar con el otro programa. Si se escoge el programa de detección y prevención de la hipertensión, el coste de oportunidad consiste en los cánceres que se dejan de detectar y tratar con el programa de detección y tratamiento del cáncer. Si un paciente está recibiendo un tratamiento para reducir el colesterol que no consigue alcanzar el objetivo terapéutico de reducción del colesterol, el coste de oportunidad consiste en los beneficios que se dejan de conseguir con un tratamiento más coste-efectivo para reducir el colesterol. Si se dispone de un medicamento más efectivo y menos costoso que el utilizado, el coste de oportunidad consiste en los beneficios sanitarios y la reducción de los costes de tratamiento que se consiguen con el tratamiento alternativo.
Si el coste por unidad de efectividad que se asocia con los medicamentos que se están utilizando es mayor que el coste por unidad de efectividad asociado con otros medicamentos disponibles, la asignación de recursos es ineficiente. En esta situación, se puede conseguir la optimización de recursos escogiendo los medicamentos más coste-efectivos. Esto es lo que permite detectar el análisis coste-efectividad. Al comparar los costes y efectos de los medicamentos disponibles, se puede conocer el coste de oportunidad de cada medicamento y escoger aquellos medicamentos cuyos beneficios superan a sus costes de oportunidad. Igualmente, si el coste por unidad de efectividad que se asocia con un programa de salud es mayor que el coste por unidad de efectividad asociado con otros programas de salud, se puede conseguir la optimización de recursos desarrollando los programas de salud más coste-efectivos.
Preguntas
1. ¿En cuál de los siguientes principios se fundamenta el análisis coste-efectividad?
a. La opinión de los decisores sanitarios.
b. Las necesidades de financiación del Estado.
c. La escasez de recursos sanitarios y la necesidad de escoger entre las opciones disponibles.
d. Los planes de salud.
2. Indique cual de las siguientes medidas para reducir los costes farmacéuticos no afecta a la demanda.
a. Guías de práctica clínica.
b. Precios de referencia.
c. Políticas de prescripción.
d. Educación sanitaria.
3. Indique qué afirmación es falsa en relación con el gasto farmacéutico en España.
a. El gasto farmacéutico público per cápita ha aumentado desde 160 € en 2000 a 268 € en 2009.
b. El precio medio de los medicamentos se ha reducido un 14,4% desde 2007.
c. En los últimos años, las principales medidas para reducir el gasto farmacéutico puestas en marcha por el Ministerio de Sanidad han consistido en los precios de referencia y restricciones a la financiación pública de medicamentos.
d. El gasto farmacéutico público aumentó desde 6.724 millones de € en 2000 hasta un máximo anual de 12.508 millones de € en 2005.
4. Indique qué afirmación es falsa en relación con el análisis coste-efectividad.