Horst Pietschmann. Acomodos políticos, mentalidades y vías de cambio
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Horst Pietschmann. Acomodos políticos, mentalidades y vías de cambio

México en el marco de la monarquía hispana

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Horst Pietschmann. Acomodos políticos, mentalidades y vías de cambio

México en el marco de la monarquía hispana

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La presente antología reúne textos publicados durante más de cuatro décadas por uno de los más profundos y completos conocedores de la historia de México y del medio hispánico en general. Horst Pietschmann.

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Información

Año
2019
ISBN
9786076281529
Categoría
Historia
LOS PRINCIPIOS RECTORES DE ORGANIZACIÓN ESTATAL EN LAS INDIAS[1]
HISTORIOGRAFÍA, MÉTODOS Y CONCEPTOS
La historiografía sobre la organización estatal en la Hispanoamérica colonial tiene una larga trayectoria. Sin que se quiera aspirar a que la siguiente enumeración esté completa,[2] autores como Enrique Ruiz Guiñazú, Lillian Estelle Fisher, Rafael Altamira, Silvio Zavala, José M. Ots Capdequí, Alfonso García Gallo, José Miranda, Ricardo Zorraquín Becú, Juan Manzano Manzano, Jorge Ignacio Rubio Mané, Mario Góngora y Guillermo Lohmann Villena realizaron obras fundamentales sobre el tema hasta finales de la década de los cincuenta del siglo XX. Conviene recordar a estos clásicos del tema porque representan un enfoque importante sobre un problema que aun en la actualidad tiene sus cultivadores, aunque esta línea de investigación ha sido, en gran medida, sustituida por otras, con mucho más éxito en la actualidad. Aquellos clásicos, a pesar de haber trabajado sobre distintos niveles de la administración colonial, compartían, en cierta medida, una perspectiva y un enfoque metodológico común. La perspectiva era, con mayor o menor claridad, la del Imperio colonial español, es decir que la articulación de éste en los distintos niveles administrativos en América era observada desde la perspectiva metropolitana. El método empleado era en líneas generales el histórico-jurídico-institucional, que consistía en analizar la amplia legislación metropolitana —y sobre todo virreinal— con la intención de reconstruir lo que se creía era la realidad del Imperio americano. Teniendo como base esta bibliografía surgieron, durante los años sesenta, algunas obras generales que pretendían resumir la constitución interna del Imperio desde una perspectiva histórica más amplia, empleando frecuentemente conceptos y aproximaciones de interpretación procedentes de las ciencias sociales.[3]
Paralelamente, la Escuela de los Annales en Francia y la historiografía anglosajona empezaron a reorientar hacia los problemas económico-sociales regionales la investigación sobre la época colonial hispanoamericana. Ésta adquirió un fuerte enfoque cuantitativo, aunque manteniendo todavía mayoritariamente la perspectiva imperial, si bien las fuentes utilizadas provenían ahora en gran parte de los archivos nacionales, regionales y locales de los distintos países latinoamericanos.[4] Al mismo tiempo historiadores más jóvenes, que en mayor o menor medida estaban vinculados con la tradición anterior, se lanzaron a estudiar los fenómenos de la venta o del beneficio de los cargos administrativos en América, con lo cual se empezó a relacionar el tema del Estado con la sociedad. El tema del Estado se empezó a replantear de nuevo a principios de los años ochenta, aunque centrado ahora no tanto en lo institucional, sino más bien desde la perspectiva del engranaje entre los fenómenos económico-sociales y los institucionales, e insistiendo más en los aspectos políticos que resultaban de este complejo juego de relaciones.[5]
Entretanto, la mayoría de los estudios económico-sociales habían ido abandonando la perspectiva imperial y, tras haber detectado enormes variantes regionales en el desarrollo histórico del continente, se interesaban cada vez más por el significado político de éstas, interpretándolas como expresiones de la necesidad creciente del Imperio de unir regiones y centrarlas en torno a la metrópoli. Desde esta perspectiva, se planteaba la duda de hasta dónde las nuevas articulaciones políticas eran expresión de nuevas identidades históricas y de cómo éstas prefiguraban, en cierta manera, los Estados independientes que surgirían tras las guerras de emancipación en el Imperio español. Uno podía, asimismo, preguntarse hasta dónde el desarrollo de estas diferenciaciones regionales era parte de un proceso de formación estatal anterior a la constitución formal de los Estados independientes latinoamericanos.
Ésta es, más o menos, la situación actual del debate sobre dicha cuestión. Habría que añadir que, en estos últimos años, ha surgido un renovado interés por lo institucional al plantearse la teoría de que el montaje institucional imperial perduró más de lo que originalmente se pensaba en el proceso de emancipación latinoamericana y continuó influyendo en los conflictos internos de los Estados latinoamericanos en el siglo XIX.
Este desarrollo de la investigación ha padecido en cierta medida la falta de debates teóricos y verdaderos intentos de generalización. Nosotros, aparte de una incursión en la realidad económica novohispana de los pueblos de indios —en la que se estudió el sistema de los repartimientos comerciales realizados por los corregidores y los alcaldes mayores—, hemos meditado e investigado durante mucho tiempo sobre el problema del Estado en la Hispanoamérica colonial, manteniendo hasta cierto punto la aproximación institucional, aunque siempre tratando de analizar el significado y el impacto político de los organismos estatales. Así, en mi tesis de doctorado intenté utilizar aproximaciones de las ciencias sociales al tema, recurriendo a Max Weber, estudiando posteriormente la realidad más baja de la administración real en América y el proceso del beneficio de empleos entre los corregidores.[6]
Más tarde se intentó rechazar el proceso político de creación de estructuras estatales en el siglo XVI,[7] siempre atento al progreso de la investigación sobre la economía y la sociedad. A principios de los años ochenta propusimos como lazo entre el desarrollo autonómico de las sociedades coloniales, cada vez más evidente, y la maquinaria gubernativa metropolitana y sus normas legales —normas que traducen una política metropolitana inspirada en los modelos económicos y sociales europeos de cada época—, el fenómeno de la corrupción que, desde la formación de las sociedades coloniales en el primer tercio del siglo XVII, se convierte en sistemático. Desde este punto de vista, se entendía la corrupción como un mecanismo de negociaciones y arreglos entre la Corona y las sociedades coloniales, efectuadas por una burocracia real, cada vez más autonómica, y sin tener en cuenta la legislación existente, que en muchos casos prohibió expresamente los arreglos que se realizaban. Luego se introdujo, sin definición precisa, el concepto de “Estado colonial” que en cierto modo parecía responder a las realidades detectadas conforme progresaba la investigación, concepto que fue atacado más tarde, sin que este ataque haya producido el debate teórico que la gran cantidad de nuevos conocimientos en el fondo exigía.[8] Otros autores preferían continuar utilizando el concepto de “pacto colonial” frente a la dicotomía entre sociedad(es) colonial(es) y aparato burocrático imperial. Este pacto colonial se habría redefinido conforme a las exigencias de cada época hasta llegar a romperse de forma definitiva en vísperas de las guerras de Independencia a causa del reformismo borbónico.[9] Sin embargo, este concepto de “pacto colonial” resulta tan vago como el de “Estado colonial”, ya que sólo lo utiliza una parte de la sociedad conquistadora y, más tarde, criolla. La Corona, por su parte, no parece haberlo aceptado a no ser a principios de la expansión española en América y, más tarde, si acaso, en términos de un lazo de vasallaje —cada vez más alejado del significado original y concreto que éste tuvo en la Edad Media— entre el rey y sus súbditos americanos.
En todo caso, ambos conceptos, el de “Estado colonial” y el de “pacto colonial” nunca han sido objeto de un estudio a fondo basado en las realidades americanas de cada época. Además, ambos conceptos parecen demasiado estáticos como para responder o para poder adaptarse a la evolución de la realidad, en permanente cambio tanto en América como en la península durante los tres siglos del dominio de la Corona de Castilla —más tarde de España— en América. Finalmente, hay que comprobar que el concepto de Imperio español en América tampoco responde a las complejas realidades de los procesos históricos en ambos lados del Atlántico, ya que en él predomina la perspectiva metropolitana. A lo mucho podrían caracterizarse los procesos aludidos calificándolos de “auge” o “debilitamiento”, incluso hasta de “decadencia”, en términos similares, con lo cual se esconderían o se subvalorizarían los procesos de creación de nuevas entidades e identidades históricas en el suelo americano. Estas entidades —o identidades— cobran a lo largo de la época moderna tanta fuerza que logran primero un nivel considerable de autonomía y finalmente sobrepasan en importancia a las fuerzas de la metrópoli y de sus representantes en América al producirse la emancipación y constitución de Estados independientes.
Ya no hay duda de que, desde una perspectiva de historia de las estructuras, hay que buscar en la época colonial los antecedentes de la independencia y de la constitución efectiva de los Estados independientes latinoamericanos. De modo que los viejos debates latinoamericanos sobre causas y antecedentes de la emancipación en la época colonial, que ya desde los años treinta del siglo XX pretendían encontrar en cualquier rebelión un antecedente de la emancipación, y que fueron en gran parte rechazados por la historiografía no nacionalista, cobran ahora nuevo sentido a la luz de las estructuras económico-sociales que se están perfilando y cuyas transformaciones a lo largo de la época colonial se dibujan de manera cada vez más precisa.[10] Finalmente, la línea de investigación que se había ocupado de analizar la conciencia criolla destacó con bastante claridad el surgimiento de una identidad de este tipo, que en algunos casos se identifica vagamente como “americana” en general y en otros casos de modo más concreto, especialmente en las regiones donde dicha búsqueda de identidad podía recurrir de alguna manera al pasado de las grandes culturas indígenas prehispánicas, como en México y Perú. Y es más: frente al antiguo concepto formalista de que el criollo es un español nacido en América, surgió una definición que vinculaba más concretamente a lo criollo con las estructuras económicas y sociales, y que caracterizaba como criollos a las personas que tenían la base económica-social de su vida en una de las muchas regiones de América y que pertenecían, al mismo tiempo, al grupo de los oligarcas de su ámbito regional.[11]
¿Qué significa lo anterior para la historia del desarrollo estatal? A nuestro modo de ver, se impone ante todo una conclusión metodológica: el proceso histórico del Estado en Hispanoamérica debe enfocarse desde una perspectiva doble: la metropolitana y la propiamente hispanoamericana. La primera se caracteriza por un conjunto de transferencias a América de instituciones y contenidos político-mentales que se arraigan en este continente. Por otro lado, la perspectiva hispanoamericana se caracteriza por un escaso grado de institucionalización —como se tratará de desarrollar después— al principio, pero más que nada por el aporte que supone la creación de estructuras socioeconómicas, de identidades e idiosincrasias americanas y regionales. Durante bastante tiempo ambas esferas coexistieron con relativa separación o, quizá mejor, como una superposición de las estructuras imperiales sobre las americanas, regionales y locales. En el siglo XVII se produce una compenetración de ambas esferas con el acercamiento de la burocracia imperial a las realidades socioeconómicas americanas y con la mayor infiltración de la sociedad criolla en las estructuras burocráticas imperiales y la gestión de sus propios intereses mediante la misma burocracia imperial.
A partir de entonces se inicia un proceso que le permite a la sociedad criolla servirse de, al menos, una porción de la estructura burocrática imperial para sus propios intereses. Podría afirmarse que desde entonces las sociedades coloniales lograron...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
  3. ÍNDICE
  4. A MANERA DE PRESENTACIÓN. Josefina Zoraida Vázquez
  5. INTRODUCCIÓN. José Enrique Covarrubias
  6. PRIMERA PARTE. ESTADO
  7. LOS PRINCIPIOS RECTORES DE ORGANIZACIÓN ESTATAL EN LAS INDIAS
  8. CONSIDERACIONES EN TORNO AL PROBLEMA DEL ESTUDIO DEL DERECHO INDÍGENA COLONIAL
  9. SEGUNDA PARTE. LA ÉPOCA BORBÓNICA
  10. LAS SOCIEDADES ECONÓMICAS DE AMIGOS DEL PAÍS Y LA PROPAGACIÓN DE LAS CIENCIAS ÚTILES EN ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA DURANTE LA ÉPOCA DE LA ILUSTRACIÓN
  11. EL “PROYECTO ECONÓMICO” DE BERNARDO WARD. A PROPÓSITO DE LA ORIENTACIÓN DE LA POLÍTICA EXTERIOR DE LAS REFORMAS BORBÓNICAS
  12. NACIÓN E INDIVIDUO EN LOS DEBATES POLÍTICOS DE LA ÉPOCA PREINDEPENDIENTE EN EL IMPERIO ESPAÑOL (1767-1812)
  13. JUSTICIA, DISCURSO POLÍTICO Y REFORMISMO BORBÓNICO EN LA NUEVA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII
  14. TERCERA PARTE. CORTES Y ÉLITES
  15. LA CORTE VIRREINAL DE MÉXICO EN EL SIGLO XVII EN SUS DIMENSIONES JURÍDICO-INSTITUCIONALES, SOCIALES Y CULTURALES: APROXIMACIÓN AL ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN
  16. ACTORES LOCALES Y PODER. LA HERENCIA COLONIAL Y EL CASO DE MÉXICO
  17. CUARTA PARTE. CORRUPCIÓN
  18. BUROCRACIA Y CORRUPCIÓN EN LA HISPANOAMÉRICA COLONIAL: UNA APROXIMACIÓN TENTATIVA
  19. ESTADO COLONIAL Y MENTALIDAD SOCIAL: EL EJERCICIO DEL PODER, DISTINTOS SISTEMAS DE VALORES. SIGLO XVIII
  20. QUINTA PARTE. ADMINISTRACIÓN Y ECONOMÍA
  21. EL COMERCIO DE REPARTIMIENTOS DE LOS ALCALDES MAYORES Y CORREGIDORES EN LA REGIÓN DE PUEBLA-TLAXCALA EN EL SIGLO XVIII
  22. AGRICULTURA E INDUSTRIA RURAL INDÍGENA EN EL MÉXICO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII
  23. SEXTA PARTE. SOBRE ESPAÑA
  24. ESPAÑA EN LA ÉPOCA DE LOS BORBONES
  25. CARLOS III (1759-1788)
  26. PRIMACÍA MUNDIAL Y DERROTA DE ESPAÑA EN LOS SIGLOS XVI Y XVII
  27. SÉPTIMA PARTE. ESTUDIOS DE CASO
  28. FRANCISCO DE SAAVEDRA Y SANGROIS (1746-1819): EL INTENTO DE AUTOBIOGRAFÍA DE UN POLÍTICO ESPAÑOL, A CABALLO ENTRE LA REFORMA, LA REVOLUCIÓN Y LA REACCIÓN
  29. UN TESTIMONIO DEL IMPACTO DEL REFORMISMO BORBÓNICO EN NUEVA ESPAÑA: LA REPRESENTACIÓN DEL INTENDENTE DE PUEBLA DE LOS ÁNGELES DE 27 DE JUNIO DE 1792
  30. OCTAVA PARTE. DEBATE
  31. SOBRE LA REAL HACIENDA DE NUEVA ESPAÑA
  32. EL IMPACTO DE LA HISTORIOGRAFÍA EUROPEA EN MÉXICO DESDE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL: ALGUNAS TESIS PARA UN DEBATE
  33. CORRUPCIÓN EN LAS INDIAS ESPAÑOLAS: REVISIÓN DE UN DEBATE EN LA HISTORIOGRAFÍA SOBRE LA HISPANOAMÉRICA COLONIAL
  34. 500 AÑOS DE HISTORIA IBEROAMERICANA: VARIANTES EJEMPLARES DEL DESARROLLO HISTÓRICO. UN ENSAYO DE INTERPRETACIÓN
  35. COLOFÓN
  36. CONTRAPORTADA