Estado y sociedad en América Latina

Acercamientos relacionales

Viviane Brachet-Márquez, Mónica Uribe Gómez

• Editorial: El Colegio de México
• Año: 2016
• ISBN:
  9786076281918
• Categoría: Politica e relazioni internazionali
• Categoría: Politica

Los trabajos reunidos en este volumen buscan romper con las clásicas formas de conceptuar al Estado y a la sociedad como entes universalmente identificables sin importar tiempos ni lugares, y como tales intangibles aun cuando interactúan. Para tal fin, se expone ampliamente lo que significa el análisis relacional y se analizan las relaciones Estado-sociedad registradas en distintos ámbitos y países de América Latina.

VI. LA FORMACIÓN DEL ESTADO Y DE LA SOCIEDAD EN AMÉRICA LATINA: UN ACERCAMIENTO RELACIONAL

Viviane Brachet-Márquez

El estudio de los estados europeos premodernos precedió el de los Estados latinoamericanos por varios decenios.[1] En Europa, pensar en el Estado puede rastrearse hasta Hegel (1820) y Gierke (1996 [1881]), y autores como Elias (1999 [1989], 1989 [1939]) y Abrams (1982) hicieron aportaciones iniciales considerables sobre cómo estudiar el proceso de formación de los Estados.[2] No obstante, se reconocen como pioneros en el estudio teóricamente articulado y empíricamente sistematizado de los Estados europeos a Perry Anderson, con Lineages of the Absolutist State (1974a), y Passages from Antiquity to Feudalism (1974b), a Charles Tilly y coautores, con The Formation of National States in Western Europe (1975), a Philip Corrigan y Richard Sayer con The Great Arch (1985), y a John Brewer con The Sinews of Power: War, Money and the English State (1989), todas estas obras consideradas parteaguas.

Desde principios de los noventa, los estudios de la formación de los Estados europeos eran un campo establecido (principalmente con Tilly, 1975, 1986, 1990; Zolberg, 1980; Goldstone, 1991; Lachman, 1989, y Aminzade, 1993), y unos cuantos estudios de Estados no europeos (Bensel, 1991; Igekami, 1995, 2008; Moazami, 2013). En cambio, el estudio del Estado fue inicialmente poco difundido en América Latina, debido, inicialmente, al mayor atractivo para sus estudiosos del marxismo estructural, y luego de la teoría de la dependencia. Las excepciones a estas tendencias fueron Guillermo O’Donnell (1976, 1980, 1984) y Oscar Oszlak (1973, 1978, 1981, 1982, 1984), ambos cofundadores del Centro de Estudio de Estado y de la Sociedad (CEDES) en Buenos Aires, que publicaron obras fundamentales sobre el tema a pesar de la amenaza constante del régimen militar bajo el cual debieron producir dichas obras.

Desde el regreso de un clima político generalmente más clemente, los latinoamericanistas han acumulado una abundante cosecha multidisciplinaria de estudios de caso y comparativos del Estado. Entre éstos, se encuentran estudios que reconstruyen las secuencias de eventos significativos que marcaron las trayectorias de Estados particulares (Gootenberg, 1989; Taracena y Piel, 1995; Halperin Donghi, 1995; Chiaramonte, 1997, 2005; Garavaglia, 2003; Torres Rivas, 2006, 2010; Woodward, 1995) que comparan las similitudes y diferencias entre casos en aspectos particulares de la formación del Estado (Halperin Donghi, 1997; Centeno, 1997, 2002a, 2002b; Gudmonson, 1995, 2002; Yashar, 1997; Williams, 1994; López Alves, 2000; Mallon, 1995); anclan sus análisis en especificidades de regímenes políticos (Stepan, 1978; Mahoney, 2001; Paige, 1997; López Alves, 2000); se enfocan en las dinámicas capitalistas de la formación del Estado (Arnaud, 1981; O’Donnell, 1972, 1981, 1982, 1984; Oszlak, 1981, 1978; Torres-Rivas, 2010, 2011; González-Izás, 2014b); centran los procesos de formación del Estado en el territorio (Piel, 1995; Nugent, 2001; Radcliffe, 2001; Stepputat, 2001; González-Izás, 2014a); estudian a los grupos subalternos como agentes en la formación cotidiana del Estado (Joseph y Nugent, 1994; Mallon, 1995, 2005; Guardino, 1996, 2003; Walker, 1999; Coronil, 1997; Agudo Sanchíz y Estrada Saavedra, 2011, 2014), y diagnostican las (in)capacidades consideradas típicas del desempeño estatal en América Latina (Centeno, 2002a, 2002b, 2012; Kurtz, 2013, y Soifer, 2015).

No obstante importantes diferencias entre ellos, estos acercamientos generalmente definen al Estado como el centro desde el cual se generan e implementan las reglas que son impuestas a la sociedad, mismo que evoluciona con el tiempo hacia una estadidad moderna interrelacionada con la sociedad, más separada de ésta. A diferencia de los Estados nord-Atlánticos, los Estados latinoamericanos son a menudo retratados en esta perspectiva general como débiles e ineficientes, diagnóstico que es esencialmente correcto en términos de los archivos históricos. Pero esto en nada nos informa sobre cómo los principios dinámicos que impulsaron la formación de los Estados en América Latina pueden haber (o no) generado las fuerzas y las debilidades que contemplamos desde una perspectiva del siglo XXI centrada en los países centrales del norte. Este trabajo, que forma parte de un amplio estudio comparativo de la formación del Estado y de la sociedad en América Latina,[3] apuesta que la explicación de estas diferencias se encontrará en las dinámicas relacionales que han propulsado los Estados de América Latina y sus respectivas sociedades durante los doscientos y tantos años transcurridos desde el principio de las guerras de independencia.

En este trabajo construyo, sobre la base de la extremadamente rica producción académica histórica y social científica sobre la formación del Estado en América Latina acumulada en las últimas décadas, una serie de lógicas relacionales de formación mutua entre Estado y sociedad compartidas entre varios casos, y que por tanto sirven de base para una comparación entre ellas. Desde esta visión, los Estados no son representados por un conjunto de rasgos estructurales fijos, sino por su modus operandi históricamente construido y cambiante en su relación con la sociedad y otros Estados, mismo que define y redefine sus límites territoriales, cómo y cuánto extraen las élites del trabajo de las clases subalternas, el establecimiento de reglas (o no) que generan pautas estables de gobierno, etc. Siguiendo esta línea, la trayectoria histórica de los Estados latinoamericanos se reinterpreta como la alternancia entre, por un lado, periodos de pautas relacionales estables durante las cuales los actores en el Estado y en la sociedad reproducen reiterativamente el statu quo, y, por otro, los puntos de ruptura cuando dichas pautas se desmoronan, y son sustituidas por lógicas relacionales alternativas. Éstas, a su vez, se estabilizan durante un periodo determinado, hasta que el siguiente punto de ruptura las interrumpe.

En el primer apartado del trabajo, planteo los elementos teóricos —relacionalidad, agencia y dominación/extracción— en los cuales construyo esta propuesta teórica. El segundo apartado ilustra dicho esquema teórico con ejemplos de pautas trans-accionales Estado-sociedad extraídas de la historia de varios países de América Latina.

ELEMENTOS PARA UNA VISIÓN RELACIONAL DE LA FORMACIÓN DEL ESTADO Y DE LA SOCIEDAD

En este apartado, conceptúo la formación del Estado como un proceso relacional de largo plazo que vincula el Estado a la sociedad mediante trans-acciones mutuamente constitutivas.[4] Propongo que este proceso está impulsado por agentes, en el Estado tanto como en la sociedad, socializados por representaciones culturalmente conformadas y conformantes de las metas que persiguen por medio de las trans-acciones en las que se involucran. Seguido, propongo que las trans-acciones que operan entre Estado y sociedad son fundamentalmente conformadas por los procesos de dominación y extracción que dividen el poder y los recursos desigualmente. Por último, argumento, sobre la base de estas propuestas, que la Formación del Estado y de la Sociedad en América Latina (FESAL) puede analizarse como un conjunto de pautas trans-accionales de temporalidad variable compuestas de acciones y reacciones de Estado a sociedad que representan distintas lógicas de relacionalidad.

Del Estado a FESAL. Desde la perspectiva relacional, la formación del Estado puede verse como un proceso que se desarrolla en el tiempo y el espacio, en el cual los actores[5] —en el Estado como en la sociedad— se vinculan unos con otros mediante trans-acciones mutuamente constitutivas y transformadoras (Gierke, 1996; Bhaskar, 1989; Emirbayer, 1997; Tilly, 1997). Desde esta perspectiva, la vida cotidiana se ve como impulsada por la dinámica de varios procesos traslapados, entre-cruzados y mutuamente dependientes de contienda y cooperación que oponen y asocian los actores estatales y societales en cuestiones y actividades múltiples.

Las pautas trans-accionales no deben entenderse como regularidades empíricas que meramente señalan las formas en que las personas y los grupos se relacionan en actividades unos con otros y con el Estado. Dichas pautas también incorporan conjuntos específicos de reglas prácticas o formales sobre la base de las cuales se van construyendo trans-acciones, mismas que son el resultado de trans-acciones pasadas. Las reglas en cuestión son las que distribuyen desigualmente el poder y los recursos, y son respaldadas por el poder coercitivo acumulado de distintos grupos e instituciones en la sociedad y en el Estado. En los albores de la independencia, tanto el poder político como el militar estaban territorialmente dispersos, de manera que las reglas distributivas que estructuraban las relaciones entre élites y población subalterna se construían e imponían localmente. Los Estados, en este entorno, eran poco más que arenas en las cuales competían las élites regionales para incrementar el rango de su poder y financiar sus aventuras militares. Pero a partir de finales del siglo XIX, el poder político tendió a fincarse mayormente en los Estados centrales, transformando éstos en agentes clave de puesta en vigor de las reglas relacionales de desigualdad. Pero lejos de acumularse indefinidamente en el tiempo, éstas eran periódicamente transformadas como consecuencia de las coyunturas críticas durante las cuales se quebrantaban, junto con el tipo de dominación y las élites estatales asociadas a ésta. Finalmente, los Estados latinoamericanos empezaron a perder su centralidad hacia finales del siglo XX como consecuencia de la crisis de la deuda que empezó con el llamado efecto Tequila, cuando México se declaró, en 1982, en la imposibilidad de pagar su deuda acumulada. A partir de entonces, las ...

Índice

• PORTADA
• PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
• ÍNDICE
• AGRADECIMIENTOS
• INTRODUCCIÓN: ESTADO Y SOCIEDAD EN CLAVE RELACIONAL. Viviane Brachet-Márquez y Mónica Uribe Gómez
• I. RESISTENCIA Y REPRESIÓN: LA VIOLENCIA POLÍTICA EN OAXACA. Marco Estrada Saavedra
• II. CONTIENDAS, TRANS-ACCIONES Y DECISIONES: POLÍTICAS DE SALUD EN MÉXICO Y COLOMBIA. Mónica Uribe Gómez
• III. CONTIENDA POLÍTICA Y PACTO DE DOMINACIÓN: EL PARTIDO DOS TRABALHADORES Y EL CAMBIO POLÍTICO EN BRASIL. Tania Rodríguez Mora
• IV. LA DIMENSIÓN COTIDIANA DE FORMACIÓN DEL ESTADO EN EL PACÍFICO COLOMBIANO. Marta Domínguez
• V. TERRITORIO, FORMACIÓN DEL ESTADO Y SOBERANÍAS FRAGMENTADAS EN GUATEMALA. Matilde González-Izás
• VI. LA FORMACIÓN DEL ESTADO Y DE LA SOCIEDAD EN AMÉRICA LATINA: UN ACERCAMIENTO RELACIONAL. Viviane Brachet-Márquez
• VII. REPRESENTANTES DEL ESTADO: LA FORMACIÓN HISTÓRICA DE LAS CLASES MEDIAS EN COLOMBIA, 1958-1965. Ricardo López
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