La sombra de Ellis
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La sombra de Ellis

  1. 78 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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La sombra de Ellis

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Información del libro

Los poemas de La sombra de Ellis recogen, en condensadas imágenes poéticas, las voces de migrantes que renacen para dar su versión de lo ocurrido. Muchos de ellos fallecieron a medio camino; otros, en el sitio de llegada. Y muy pocos sobreviven o se reafirman a través del ejercicio del arte o la política.Los relatos se destacan por un compromiso ético que indaga el sentido de la condición humana y la responsabilidad que esta implica.

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Información

Año
2021
ISBN
9789585010581
Edición
1
Categoría
Filología
La sombra de Ellis
Beatriz Restrepo Restrepo
Poesía
Editorial Universidad de Antioquia®
Presentación
Bajo la sombra de la poesía
Hay libros, como El canto de las moscas de María Mercedes Carranza, que nos dan una lección dolorosa de geografía. Descubrimos una gran cantidad de nombres bellos, en bellísimos y cortos poemas; de territorios colombianos, llenos de violencia y de muerte.
A ese tipo de libros pertenece La sombra de Ellis de Beatriz Restrepo. También son poemas muy cortos, ahora en prosa, que narran situaciones de desarraigo, de destierro, de migración, de muerte bajo tierra, de nomadismo. Es un canto doloroso, en parte, a una realidad de nuestro tiempo y que involucra a todos los países y a todos los territorios. Aquí vienen nombres de todo el mundo. Ciudades pequeñas y grandes, puertos, pueblos. Unos conocidos, otros no. El hambre, la guerra y la muerte obligan a las grandes migraciones. Unos llegan, otros mueren en el intento.
Pero en La sombra de Ellis también hay aves, peces, hormigas, flores, mariposas. Más migraciones. Hay alusiones indirectas, silencios, nombres de hombres y de mujeres que mucho tienen que ver con esos destierros, con esas violencias, con esas huidas, con esos viajes. Hay nombres de artistas, porque, como pocos, ellos saben de exilios, de dolor y de soledad. Y de júbilo, por supuesto.
Y todo está bajo la sombra de Ellis. Bajo la sombra de la isla de Ellis. Bajo el símbolo perenne de la isla de Ellis. De la libertad y de la muerte. Una y la misma. Bellos y extraños poemas, como bello y extraño es el fin de todo.
Luis Germán Sierra J.
Encajes de espuma
Álamo
Decían en Irlanda que la sombra del álamo era su alma. Que el verde de sus hojas era el más verde de todos los verdes. Que sus semillas venían de Lombardía. Todo eso decían y mucho más.
Alepo
“¿Cómo fue para ti, niño?”, le preguntan rostros desconocidos. “Bien, normal”, responde. “Pero hay un poco de hambre”. “Bien”, y ya los ojos sin mirada, la cara transparente y las manos que no alcanzan a cubrir tanto desamparo. “Pero sentí lo que hicieron con todos, a cada uno”. La cabeza inclinada, lágrimas que no se asoman. Y manos deshechas que tampoco escucharon ese idioma extraño.
Argel
Soñé un hombre en el torbellino de una ola entre dos países. De un lado, el rostro inasible de su padre, un colono francés anónimo. Del otro, la presencia árabe de su madre. Soñé un niño en la cresta de su destino. En su hogar el mutismo de su madre, la ausencia del padre. En la escuela, las palabras. Soñé un hombre, soñé un niño y sus gestos eran míos y sus recuerdos también: infancia de juegos en el mar, arena deshecha por agua que se retira, olor a sol sobre paredes blancas.
Augusta
Los guardacostas cuidaríamos esa delgada línea de encajes de espuma que separa la tierra del mar. A ella, y a las gentes de los mares. ¿A cuáles gentes?, me pregunto después de escuchar mi voz: “No se ahoguen en este mar, no hay tierra pa’ tanto muerto”. Y el capitán que debe advertirles. Advertirles ¿qué? ¡La barcaza está en llamas! Y esa capa negra que llega hasta nosotros es la piel de quienes nos miraban en plena noche.
Bach
A Zhu Xiao-Mei
Regreso a China décadas después y Shanghái, mi ciudad y la de mi madre, me es ajena. Ni una traza de mi antigua casa, la calle, el paisaje. Nuevamente extranjera en mi país. Otra forma del exilio. En las manos llevaba mi lugar sobre la tierra: Bach. Cada sonido de cada nota que interpreto me salva del olvido de mí misma.
Belén
El balón de tallos entreverados se despegó de la gramilla. Brotaron las primeras raíces para agarrarse a la tierra y cruzar la portería. Palestina clasificó a la Copa de Asia, al tiempo que florecían las rosas blancas de Jericó. Éramos el Estado que celebraba la victoria sobre sí mismo: permanecimos unidos. Y la victoria sobre los demás Estados: fuimos uno más. El jugador de Belén que marcó el gol nos permitió caminar, en ese instante de nuestra historia, por los aires.
Calais
Vamos a pie, bajo mar y cielo. Paso a paso: nace el canal en Francia, nacemos nosotros en Inglaterra. El mar sobre nuestras cabezas, anémonas verdeazules sobre nuestro cabello azul, verde. Pero no hay tal paso a paso. Quietos, en tiendas de lona, nos duele la piel y todo lo que soñamos: mar, cielo, danza de pájaros marinos.
Delft
A Jan Vermeer
¿De dónde viene la luz que ilumina el rostro de La joven de la perla? De los hilos orientales y del regocijo del gusano de seda entre las hojas frescas de la morera.
Estocolmo
Tan pronto llegué, cogí un puñado de tierra y agradecí a los amigos que mitigaron los dos años que duró la travesía. Mientras pensaba en ellos abrí la mano y esa tierra bl...

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