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1. La emoción
Antes de seguir, vamos a establecer unos conceptos básicos que nos permitan entender de qué estamos hablando.
Sería difícil hablar de comunicación emocional sin entender qué es una emoción.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que se producen como forma de adaptación a ciertos estímulos del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante.
La emoción es de duración breve, pero cuando se repite de forma recurrente y perdura en el tiempo, puede llegar a convertirse en sentimiento, que ya puede ser conceptualizado y verbalizado.
Los diversos estados emocionales son causados por la liberación de neurotransmisores u hormonas que condicionan nuestro estado de ánimo.
Psicológicamente, las emociones alteran la atención, potencian ciertas conductas guía de respuestas del individuo e influyen de manera activa en la memoria.
Conductualmente, las emociones sirven para establecer nuestra posición con respecto a nuestro entorno, y nos impulsan hacia ciertas personas, objetos, acciones, ideas y nos alejan de otros.
Las emociones actúan también como depósito de influencias innatas y aprendidas. Poseen ciertas características invariables y otras que muestran cierta variación entre individuos, grupos y culturas.
Es decir, las emociones son reacciones químicas que condicionan nuestra percepción de las cosas e influyen en nuestra conducta y en nuestra memoria, todo ello con un sesgo genético y experiencial.
Pero lo que más nos afecta para analizar la comunicación emocional es saber cómo funcionan las emociones. Explica Luis Castellanos en La ciencia del lenguaje positivo que las emociones alertan al sistema cognitivo de que algo está pasando y debe ser atendido con preferencia. Digamos que estamos sometidos a múltiples estímulos externos —lo que oímos, lo que vemos, lo que tocamos, si llueve, si hace frío— e internos —si tengo dolor, si estoy cansado, si tengo un problema al que no dejo de darle vueltas—. Imaginemos ahora que aparece un tigre en la sala. En ese instante, el miedo prioriza los estímulos que vamos a procesar, haciendo que no prestemos atención a si llueve o hace frío, al problema que nos ronda la cabeza o a si nos duele algo. Es más, nuestro campo visual se reduce centrándose en la amenaza. Además, condiciona la entrega de recursos haciendo que la sangre baje a nuestras piernas preparándonos para la huida.
Exactamente lo mismo ocurre si nos interrumpe nuestro hijo haciendo una gracia que nos activa la alegría. Nos olvidaremos de todo para disfrutar el momento.
Ante una situación, una emoción prioriza los estímulos que procesamos y los recursos que entregamos para conseguir un fin.
Hay muchas emociones y muchas teorías que las agrupan en todo tipo de categorías. Personalmente, me gusta por su expresión visual la propuesta de Rafael Bisquerra junto a Eduard Punset y Palau Gea en universodeemociones.com.
Para nuestro análisis, propongo una simplificación en base a dos ejes: emociones positivas/emociones negativas y emociones pasivas/emociones activas.
Cuadro 1.1 Clasificación de las emociones
Este cuadro nos servirá cuando tengamos que describir la capacidad de provocar acción de nuestra estrategia emocional.
Los hechos son eventos que suceden, pero la percepción de los mismos es diferente para cada uno de nosotros. Nos han enseñado que son objetivos, y no es verdad. Hoy en día son casi irrelevantes porque lo que trasciende es la narrativa que hagamos de ellos. Que Amancio Ortega done 290 millones de euros a los hospitales es un hecho. Que sea considerado una limosna humillante por algunos es una percepción que forma una realidad.
Si piensas que solo con hechos puedes cambiar las emociones, te equivocas. Lo que determinará la eficacia de tu comunicación será la percepción de la audiencia de lo que tú hagas.
La percepción de los hechos produce emociones y, si esos hechos se repiten, acabarán generando un sentimiento. Las emociones primero y luego los sentimientos llevarán a una acción de respuesta que, a su vez, por repetición se convertirá en una conducta. Así, se retroalimentará el sentimiento.
En el mundo en el que vivimos, la fuerza de las emociones activas positivas es mucho mayor que la de las negativas. Creo que viene dado por el hecho de que de forma paulatina vamos perdiendo capacidad de sacrificio y reaccionamos mejor a la promesa de una recompensa que a la necesidad de afrontar las dificultades.
Si nos movemos en una sociedad que necesita tanto el refuerzo positivo, cuando comuniquemos emocionalmente, busquemos activar esas emociones positivas. En educación, cada vez se aplica más esta pauta y no entiendo cómo la judicatura no se lo plantea de la misma manera. Se trataría no solo de sancionar a los que hacen las cosas mal, sino de premiar a los que las hacen bien, como hace la DGT cuando te da un punto si conduces bien durante un año.
2. Sobreestimulación
Vivimos en un mundo sobresaturado de estímulos.
Reservar un simple viaje es un proceso que requiere tomar diez o veinte decisiones sobre el horario, el medio, el hotel, la planificación de reuniones, lo que llevas o no, lo que te pones… No digamos elegir el colegio de los niños donde, además de los cientos de factores, se suma la trascendencia de la decisión. Hasta comprando una lavadora acabas abrumado por la cantidad de factores que hay que tener en cuenta.
Si eso es complicado, imaginemos decidir sobre si nos conviene seguir o no en la Unión Europea. Hay tanta información, tantos enfoques y tan interpretativos que en realidad es muy difícil posicionarse.
En España tenemos un partido socialdemócrata al que se le criticó que lo último que hizo fue recortar los derechos para favorecer la economía y un partido conservador al que lo primero que se le criticó fue subir los impuestos.
Es que, además, ya nada es blanco o negro.
Pues en este punto es en el que la comunicación emocional se hace con los mandos.
Si estamos saturados de estímulos y las emociones limitan el número de estímulos que procesamos, blanco y en botella. No es que la comunicación emocional se apodere de nosotros, es que nosotros demandamos que nos inyecten una emoción para simplificar la toma de decisiones.
Seguro que te has visto en la situación de analizar un tema y has llegado a un punto de bloqueo en el que todo es tan complejo que ya no sabes si posicionarte de una forma o de otra. En ese momento de confusión, has decidido dejar de pensar y has tomado la decisión con «el estómago». Pues en «el estómago» es donde se manifiestan los instintos y las emociones y lo que veremos en el libro es cómo hay gente que no pierde el tiempo peleando en el complejo e indefinido mundo de las ideas sino que se dirige directa a la emoción, directa «al estómago» que es más eficaz.
En el caso de las conversaciones personales, sucede exactamente igual e incluso es más acentuado, porque cuando hay una implicación personal, las emociones son más fuertes y se ponen por delante.
3. Suspensión del juicio
Un aspecto que hay que dejar claro es que controlar las emociones no es bueno. A eso se le llama represión. Lo que hay que hacer es controlar el impacto que tienen en nuestra conducta siendo capaces de resolver los conflictos emocionales y estos se resuelven entendiendo el «para qué» tenemos esa emoción.
Si las emociones condicionan nuestro raciocinio y, además, son inevitables, lo que tenemos que hacer es tratar de abstraernos de su impacto en nuestra forma de procesar la información, tratando de analizar las cosas de la manera más fría posible.
Me contaba el gran periodista y comunicador Toni Garrido que un día Carlos Areces, uno de los humoristas que hacían La hora chanante, estaba viendo un vídeo de un youtuber. Estaba absorto y desconcertado. «No lo entiendo…», decía. Entonces se giró y reflexionó: «…pero claro, cuando hacíamos La hora chanante había mucha gente que no lo entendía y cuando mi madre veía La bola de cristal tampoco la entendía». En los tres casos, de lo que se trata no es de juzgar lo que vemos bajo nuestros patrones, sino de entender por qué le gusta tanto a la gente joven desde los suyos.
Tengo un hijo de 10 años que está enganchado a los youtubers y, cuando escuché aquel comentario, decidí poner en práctica la suspensión del juicio. Me di cuenta de que, cuando veo un vídeo de un youtuber, miro lo q...