Se vive como se entrena
Lo que hoy día somos es, en gran medida, fruto de lo que hemos entrenado y, por tanto, vivimos según el entrenamiento que hacemos.
El deporte es una de las grandes metáforas para entender quiénes somos, para comprender que lo que conseguimos es fruto del trabajo inconcluso de toda la vida en la búsqueda de la maestría y en la persecución de la excelencia.
Entrenar no es adiestrar. El adiestramiento tiene mucho más que ver con ser amaestrado o domado como sujeto pasivo. El entrenamiento nos pone como protagonistas de la acción. Solo cuando decidimos entrenar es cuando los resultados aparecen. Sin entrenamiento es imposible.
La vida que llevamos y las cosas de las que disfrutamos son fruto de la persistencia y el esfuerzo sostenido en el tiempo que nos lleva a perseguir metas. Esto es el deporte y esto es la vida.
Vivimos como entrenamos y entrenamos como vivimos. Es una relación bidireccional. Los hábitos adquiridos son fruto de los entrenamientos que vamos acumulando a lo largo de los años. Quien para de entrenar se rinde y se resigna a un futuro que deja de estar en sus manos para estar en la de otros.
Si comparáramos nuestro desarrollo profesional con la vida de un deportista de elite aprenderíamos lo siguiente:
• Ama su deporte. Solo puedes ser un gran profesional si amas lo que haces, y nunca podrás competir en el mundo laboral al nivel de aquellos que aman lo que hacen si tú no eres uno de ellos.
• No conoce la palabra «abandonar». Un profesional necesita mejorar siempre para evitar el abandono. En el mismo momento en el que no busques la mejora, en el que no te retes a ir un poco más allá, empezarás a acomodarte.
• Tiene más días de entrenamiento que de éxitos. Un profesional necesita ser capaz de entender que la excelencia se consigue poniendo más la mirada en el camino que en la meta.
Un gran deportista lo es porque se rodea siempre de deportistas mejores que él. Solo así es posible indagar tus límites. Hacer un buen networking (red de contactos profesionales) no es relacionarte con mucha gente, sino más bien relacionarte con gente interesante con la que puedas ser mejor. Trabajar junto a personas mejores que tú te da la oportunidad no solo de aprender de lo que hacen, sino de cómo lo hacen, de cómo viven su trabajo y del reto que supone estar a su altura. No para vencerles, sino para superar tus expectativas.
Nuestra vida personal y profesional es el resultado de todo lo que, de manera consciente o inconsciente, hemos entrenado. Entrenar en invierno es duro, muy duro, pero el resultado en primavera es fantástico si decidiste entrenar, aunque no te apeteciera. Pues en la vida es igual. Y tú, ¿cómo entrenas?
No hay atajos
Quiero compartir contigo algunas leyes irrefutables y no escritas del deporte que nos sirven para llevarlas a cualquier ámbito profesional y personal. Leyes que son espacios de reflexión en los que el deporte sirve de metáfora de la vida cotidiana.
La primera ley del deporte nos habla de que no existen atajos para conseguir lo que te propones.
Existen infinidad de ejemplos, en cualquier competición deportiva, que avalan esta primera ley. Si quieres participar en una carrera de 10 kilómetros, esa es la distancia. Nadie la va a cambiar para ti. Es una variable fija. Lo que está en tu mano es la velocidad y la manera de recorrerla.
Existen muchos saboteadores que intentan ir en contra de esta ley. Personas que venden soluciones mágicas, rápidas, que no nos comprometan mucho tiempo y que aporten resultados inmediatos. Es una fórmula repetida a lo largo de la vida que aparece para sabotear esta ley. Se disfraza con envoltorios diferentes, pero siempre es lo mismo. ¿Cuántas modas pasajeras hemos vivido que han desaparecido tan rápido como llegaron?
La naturaleza demuestra hasta la saciedad que no existen atajos para que las cosas sucedan, pero los seres humanos nos dejamos embaucar una y mil veces fantaseando con que esto es posible.
«No hay atajos» es otra manera de explicar que cada cosa tiene su momento, que en muchas ocasiones el tiempo es también una variable fija. Para madurar y crecer profesionalmente necesitamos el sustrato necesario y un tiempo mínimo para que ese desarrollo ocurra de manera adecuada.
Al igual que en el deporte no es importante tener un campeón del mundo con 14 años sino cuando es sénior, en el mundo de la empresa sucede exactamente del mismo modo. Una carrera meteórica es muy posible que carezca de los pilares necesarios para que perdure en el tiempo. Ir más rápido no significa ir mejor; tan solo es más rápido.
Para recorrer de manera adecuada el camino es necesario que nuestros principios nos guíen y nos sirvan de faro. Y si no los respetamos y los priorizamos, será porque seguimos los principios de otros. Es posible que eso nos haga ir más rápido, pero nos hará caer también, antes o después.
Al vivir en unos entornos de tanto cambio y complejidad cada vez más se establece la creencia de que los profesionales necesitan estar formados lo antes posible. Es una carrera alocada hacia un futuro que es tan incierto que no nos paramos a indagar si lo que estamos aprendiendo ahora realmente nos servirá en el futuro. Ni siquiera nos detenemos a pensar cuáles son los aprendizajes que de verdad queremos incorporar a nuestra mochila. Y mientras tanto, nos dejamos cosas vitales por el camino.
Si subes de manera meteórica, no es bueno creérselo en exceso; y cuando caes, no es bueno machacarse en exceso. Pero lo que siempre hay que hacer es saludar a todos los que se cruzan en tu camino cuando subes, porque luego te los encontrarás cuando bajes.
El espíritu de ir siempre un poco más allá
¿Cuál ha sido el mejor aprendizaje que me ha dejado mi vida deportiva? Sin duda alguna la que hace referencia a la segunda ley del deporte: el espíritu de ir siempre un poco más allá.
El deporte de competición, sea al nivel que sea, pone delante de quien lo practica la oportunidad de entender que siempre podemos llegar un poco más lejos, un poco más alto, un poco mejor.
Todos tenemos límites, eso es indudable. Pensar lo contrario sería poco realista. La buena noticia es que si bien fisiológicamente parece que podemos saber dónde están, mentalmente esto resulta bastante más confuso hoy en día.
Y no saber con exactitud dónde están nuestros límites psicológicos nos ofrece la posibilidad de retarlos de manera permanente.
El deporte regala aprendizajes para toda la vida. Todos estos aprendizajes se pueden aprovechar a lo largo de la vida profesional y personal. Las empresas deberían hacer más caso a los aprendizajes que sus empleados y futuros candidatos han tenido mientras eran jóvenes.
Descubres que las oportunidades aparecen en gran medida gracias a los entrenamientos que has realizado en tu vida. Entrenar te permite estar preparado para competir de manera sana y ética para alcanzar lo que te propones. Entrenar te da la medida exacta de dónde puedes encontrar tus límites para retarlos y superarlos.
Un centímetro más, un segundo menos, otra canasta más, un nuevo intento. El entrenamiento es el alimento del espíritu, de la actitud y del estado de ánimo.
No hace falta tener una actitud optimista para enfrentar con éxito una situación complicada. Lo importante es entrenar para que esa actitud se genere. El entre...