Los osos ya no comen salmón
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Los osos ya no comen salmón

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Los osos ya no comen salmón

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Índice
Citas

Información del libro

Este libro se ha escrito para hacerte pensar. Para que te des cuenta de que las cosas no son como nos las venden. Para que entiendas que si algo no funciona es que alguien se está haciendo rico o que el fracaso es sólo un cuento para no dormir. Este libro se ha escrito para sorprenderte. Para que descubras que los tesoros más preciados no están en las profundidades del océano, sino en la papelera de nuestra mente, entre todo aquello a lo que no damos valor. Este libro se ha escrito para que te unas a él. Para que seas tú quien escriba el capítulo que le falta.

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Información

Editorial
LID Editorial
Año
2010
ISBN
9788483564011
|03
parte
Qué, quién, cuándo, cómo y por qué
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Cuidado con los baobabs

01

Cuanto más costosa sea nuestra muerte, más valiosa será nuestra vida.
He aquí el secreto para sobrevivir en tiempos de recesión: si tu desaparición causa tales estragos que al verdugo no le queda otra alternativa que mantenerte con vida, te salvarás de la quema.
Eso es lo que está pasando ahora: las grandes empresas recibiendo salvavidas mientras las pequeñas naufragan sólo porque no hacen suficiente ruido al desplomarse.
Desgraciadamente, uno es grande cuando su desgracia es la de muchos.

Iniciativa

02

Conocer el valor de sus empleados en el menor tiempo posible es esencial para cualquier empresa.
Evidentemente, cuando una empresa contrata a alguien para realizar cierta labor desconoce ese valor. La prueba a la que ha sometido al elegido, el proceso de selección que ha utilizado para decantarse por esa persona en lugar de por otra, poco o nada dice de ella, de su capacidad, de su talento, de su valor.
La mejor manera de calibrar la valía de alguien es asignarle un objetivo y dejar que sea él quien ponga los medios para alcanzarlo. Solo así, sin instruirle ni mediatizarle, permitiéndole tomar sus propias decisiones, podremos conocer su auténtica naturaleza. Liberar y observar. Dejar hacer y evaluar.
El empleado valioso es el que tiene iniciativa, es dinámico e imaginativo, se adelanta a los acontecimientos, los impulsa.

Dinero

03

El dinero debería tener fecha de caducidad, como los flanes. Habría que hacer algo con él antes de cierto tiempo so pena de quedar inservible.
Todo el mundo lo usa, pero muy pocos saben para qué sirve. El dinero deberían entregarlo con manual de instrucciones.
El dinero es un arma, la más letal de todas. ¿Cómo es posible que se requiera licencia para conducir o para cazar o para construir y no se requiera para tener dinero?

¿Se puede ser dueño de una idea?

04

Siempre escucho a la gente decir que las ideas no son de nadie, que están en el aire.
Efectivamente, existe una regla universalmente admitida: las ideas son libres y no se puede ser dueño de ellas. Pero eso no significa que quien encuentra una idea no tenga la autoría de dicho hallazgo. En otras palabras, no se puede ser padre de una idea pero sí de su descubrimiento.
El Derecho español, en apariencia, no ampara a las ideas –a las ideas con trascendencia económica que quedan fuera del marco de la propiedad intelectual e industrial– y ese aparente desamparo deja en muy mala situación a los emprendedores que no tienen recursos para llevar a la práctica sus ideas y tienen que llamar a la puerta de otras personas.
Nos encontramos, pues, con una regulación que, al olvidarse de las ideas, discrimina y deja algunas ideas en un marco de fragilidad. Las ideas que los propios emprendedores puedan llevar adelante no estarán en peligro por el hecho de que la ley no las proteja, pero sí peligrarán las ideas que para ver la luz hayan de caer en manos ajenas.
No es admisible que unos emprendedores puedan recoger el fruto de su creatividad y otros no. El principio de igualdad de oportunidades es sagrado e innegociable.
En definitiva, si un emprendedor entra en contacto con quien dispone de los medios para llevar a cabo su idea, la ley no debería tolerar que éste se apropie de ella obteniendo el beneficio económico que de la misma resulta dejando fuera a quien hizo el feliz hallazgo.
Para remediar el agravio podemos recurrir a la doctrina del enriquecimiento sin causa, cuyos presupuestos concurren aquí uno por uno:
• El demandado es más rico y el demandante más pobre (se le ha negado el lucro que su idea le hubiera reportado).
• No hay causa que justifique el enriquecimiento/empobrecimiento.
• No hay otra manera de reparar el perjuicio.

Invertir

05

Hay dos maneras de invertir en un negocio:
Apostando. Nos gusta el proyecto y estamos dispuestos a correr el riesgo. Es como una partida de póquer. Sabemos cuáles son nuestras cartas y con quién estamos sentados a la mesa. Si el proyecto funciona, ganamos. Si no, perdemos. Sin más.
Implicándose. Nos involucramos todo lo posible al objeto de salvaguardar nuestra inversión, poniendo todos nuestros recursos y conocimientos al servicio del proyecto.
Cualquier otra fórmula de inversión no es más que dinero de segunda, dinero estúpido.
Lamentablemente, éste es el tipo de dinero que se mueve en España y tantos otros países de nuestro entorno, donde el capital riesgo es una especie de alienígena que algunos aseguran haber visto, pero al que la mayoría no da crédito. Desde luego, lo minimo que debería exigírsele al inversor de riesgo es que cambiara de nombre.
Cuando hice mi primera promoción inmobiliaria y el banco me dio la financiación para construir, le dije al director de la oficina: «¿En qué constructor habéis pensado?». Se quedó muy sorprendido y me dijo: «¿Es que no lo tienes previsto?». Mi respuesta fue todo lo elocuente que podía ser: «Si me prestas el 75% del dinero que hace falta para este negocio supongo que querrás tomar decisiones». Pero los bancos no tienen conocimientos de promoción inmobiliaria. Ni quieren tenerlos. Su única preocupación antes de prestarte el dinero son las garantías que aportas. Concedido el préstamo, su único desvelo será que se lo devuelvas. No se van a involucrar en el negocio, pero tampoco te van a dejar en paz. Si tienes problemas, ninguno será tan grave como el que te acarreará el banco.

Crisis significa cambio

06

Crisis significa cambio. Cambio brusco y radical, que genera inestabilidad precisamente por su brusquedad y su radicalidad.
Puede que genere vértigo, pero no debería porque donde hay vida hay crisis. Donde hay procesos de funcionamiento, pautas de conducta, sistemas, ideologías... Hay crisis. Las crisis están a la orden del día, afectan a todo y a todos.
Cuando un sistema lleva tiempo funcionando de cierta manera, se vuelve viejo (los años pasan para todos). En paralelo han ido surgiendo cosas nuevas que ansían ver la luz.
Pues bien, cuando lo viejo se resiste a reconocer su vejez y se niega a darle el relevo a lo nuevo, llega un momento en que ese cambio se hace necesario, se produce por si solo, inesperada y brutalmente. Eso es una crisis.
Supongamos que el sistema financiero mundial es un avión que surca los aires con 6.000 millones de pasajeros. Todo el mundo es feliz a bordo, todo son risas y alegría.
En un momento dado, el avión se topa con una tormenta pero los pasajeros están tan contentos que no le dan ninguna importancia. Al cabo de un tiempo las turbulencias arrecian y un pasajero se asusta. Piensa que va a ocurrir una desgracia y se encierra en el aseo. Los demás siguen a lo suyo, cantando y riendo como si nada. Pero la tormenta arrecia y otro pasajero pierde los nervios. De pronto todo se descontrola, los pasajeros enloquecen y empiezan gritar presa del pánico. En un abrir y cerrar de ojos la situación se vuelve insostenible y el piloto no tiene otra opción que hacer un aterrizaje de emergencia.
El sistema está en peligro cuando alguien no está conforme con él y dice basta. Si otros le imitan, el cambio está ahí y se llama crisis.
Así que, cuando algo persista a través del tiempo sin alterarse, preguntémonos si a alguien le preocupa que así sea y si ese alguien puede convencer a otros. De esa forma podremos predecir una crisis.
Cambiar no es bueno ni malo. Depende del cambio. Por lo tanto, estar en crisis no es bueno ni malo. Lo que sí es bueno es tener cultura de cambio y saber qué hacer para mantener la calma cuando el resto del pasaje entre en pánico.

Cultura de cambio

07

Decíamos antes que entrar en crisis es sufrir un cambio brusco. Y que esa brusquedad se podía haber evitado si hubiéramos visto las señales que la anunciaban y nosotros mismos hubiéramos tomado las riendas de ese proceso de cambio.
Ahora bien, ¿cambiar es bueno o es malo?
Como todo, depende del cambio. Desde luego, tenemos que partir de una cultura de cambio, lo que no significa que haya que estar siempre en permanente mudanza.
La idea de cambio está sobrevalorada. Hay infinidad de cosas que funcionan adecuadamente y que, justamente por eso, no deben alterarse por muy viejas que sean. Que algo sea viejo no significa que no sirva.
Hay que cambiar lo que no funciona, lo que no da resultado. Y hacerlo rotundamente. Pero con la misma rotundidad hay que conservar inalterado lo que sí funciona.

Necesidades y contribuciones

08

La vida está hecha de personas y las personas están hechas de necesidades y contribuciones.
Todo se reduce a dos preguntas:
1) ¿Qué necesidades tenemos?
2) ¿Qué necesidades podemos solucionar?
En cuanto a las necesidades que tenemos, lo primordial es entender que toda necesidad es necesidad de alguien. Si necesitamos trabajo, en realidad lo que necesitamos es una persona que nos dé trabajo. Si necesitamos dinero, en realidad lo que necesitamos es una persona que nos dé dinero.
No se trata de lo que necesitamos, sino de a quién necesitamos.
En cuanto a nuestra capacidad para solucionar necesidades, puede ser directa o indirecta.
La directa viene dada por nuestra propia formación y recursos. Se trata, en síntesis, de lo que sabemos hacer.
La indirecta viene dada por nuestros contactos. Cuantas más personas estén a nuestro alcance más necesidades podremos satisfac...

Índice

  1. Cover Page
  2. Title Page
  3. Copyright
  4. Índice
  5. Introducción
  6. Primera parte. Si quieres ganar dinero, no fundes una empresa
  7. Segunda parte. Las 21 reglas de los negocios
  8. Tercera parte. Qué, quién, cuándo, cómo y por qué
  9. Cuarta parte. ¿A qué esperas para fracasar?