1
Principios básicos y actitudes del Coaching Dialógico
Abrimos estas páginas con la imagen de un árbol que nos acompañará a lo largo de todo el proceso, desde este primer capítulo hasta el cierre del libro, y no es una metáfora casual, sino muy representativa de nuestro modelo. Como coach, vas a necesitar raíces fuertes, capaces de guiarte con paso firme y de soportar el peso de cuanto se irá construyendo encima: esos son los principios básicos en los que arraiga nuestro modelo y que le dan estabilidad y solidez.
También precisarás un tronco fuerte, que sepa mantenerse firme a lo largo de los distintos envites del proceso y sin el cual el árbol no da fruto, porque solo a través de las actitudes del encuentro se puede construir una relación sólida con nuestro cliente, contenedor esencial de todo el proceso. Y una vez establecido el encuentro, para que el proceso de coaching florezca en todo su potencial, serán las competencias las que habrán de ponerse en juego.
Principios básicos, actitudes y competencias para cerrar el proceso e iniciar de nuevo el círculo de nuestro modelo. Veamos en este primer bloque cómo lograr unas raíces fuertes, un tronco firme.
Cuadro 1.1 El árbol de principios básicos, actitudes y competencias del coaching dialógico
1. Definición y principios básicos del Coaching Dialógico
El Modelo de Coaching Dialógico define el coaching como «un proceso de acompañamiento para impulsar el despliegue de las potencialidades de la persona, en orden a su plenitud, a través de la ampliación de la consciencia (desvelar), el incremento de la responsabilidad, el compromiso con la acción y la construcción de relaciones de encuentro con el entorno».
Sus principios básicos –las ideas que constituyen el fundamento conceptual de la práctica del coaching que hemos denominado dialógico– son los siguientes:
1. El cliente es un ser libre y buscador de sentido que se descubre a sí mismo y se desarrolla en relaciones de encuentro:
• Un ser libre y que, por tanto, se construye a sí mismo.
• Buscador de sentido, que necesita dotar de sentido a su vida, a sus acciones y a la realidad que le rodea.
• Que se constituye y desarrolla a través del encuentro consigo mismo, con los demás y con el mundo.
• Con todo el potencial necesario para alcanzar su plenitud, entendiendo por plenitud el despliegue máximo de sus capacidades y desarrollo de sus dimensiones a través de la realización de sus fines en coherencia con quien el cliente es.
2. El coaching es una forma específica de relación de encuentro entre coach y cliente:
• El coach promueve y vela por la relación de encuentro, a través de la cual se crea una alianza de trabajo co-creada entre coach y cliente; un campo de juego, de desarrollo y crecimiento para el cliente; un espacio seguro y libre de críticas y prejuicios donde todo puede ser dicho.
• El coach no es un especialista en los temas y retos del cliente; el saber se produce en el ámbito que se construye entre su cliente y él.
• El coach no tiene las soluciones para el cliente; la misión del coach consiste en proporcionar un espacio para que el cliente desarrolle sus propias soluciones.
• Lo que trae el cliente a cada sesión de coaching es esencial en el proceso de desvelar su plenitud.
• El coach desvela la demanda a veces no del todo consciente del cliente manteniendo siempre el foco en el cliente y no en el tema.
• El coach autogestiona sus opiniones y sentimientos, así como su afán de protagonismo.
• Si la relación de encuentro entre coach y cliente fructifica, produce los siguientes resultados que el coach ha de saber perseguir:
• La ampliación de la consciencia (desvelar).
• El incremento de la responsabilidad.
• El compromiso con la acción.
• El crecimiento y la creación de algo nuevo.
• El proceso de afirmación y unificación existencial.
3. El proceso de coaching desvela la plenitud del cliente al recorrer los ámbitos de exploración del Sentido, del Ser y del Camino:
• Sirve para impulsar todo lo posible el despliegue de las potencialidades de la persona en orden a su plenitud y a través del encuentro.
• El desvelamiento de la plenitud del cliente ocurre dentro de tres ámbitos de exploración: el ámbito del Sentido, del Ser y del Camino:
• El ámbito del Sentido es lo que unifica y orienta a la persona al desvelar su visión, su propósito y sus valores.
• El ámbito del Ser es el que desvela la realidad del cliente y la realidad que le rodea.
• El ámbito del Camino es el que desvela las mejores opciones, elecciones y acciones del cliente en el camino hacia su plenitud.
4. La mirada del coach abarca al cliente en sus relaciones y sistemas:
• La mirada dialógica del coach incluye al cliente, su relación con los otros, su relación con los sistemas y a los propios sistemas.
• El coach desvela la calidad de esos ámbitos y se enfoca en que estos sean verdaderas relaciones de encuentro al explorar el ámbito de las Relaciones y Sistemas del cliente.
Cuadro 1.2 El árbol de principios básicos, actitudes y competencias del coaching dialógico: principios básicos
2. Actitudes del coach dialógico
Por actitud se entiende la manifestación de un valor a través de una forma de actuar o una disposición ante la realidad. Esto es, como coach, ¿qué disposición, qué actitud has de llevar contigo al proceso de coaching? Las que aquí señalamos provienen de los valores necesarios para el encuentro. El coach debe entrenar, encarnar y promover estas actitudes en las sesiones de coaching. Estas actitudes hablan también del desarrollo de la persona conforme a su naturaleza y son, por tanto, no solo un objetivo del coach, sino una aspiración que todos hemos de perseguir a lo largo de nuestra vida; de este modo, al manifestarlas el coach, también las invoca en sus propios clientes. Todas estas actitudes han de ser interiorizadas por el coach y son entrenables. A continuación explicamos su sentido profundo y también la manera explícita de desarrollarlas y llevarlas a las sesiones de coaching a través de comportamientos concretos.
2.1. Asombro
Es la actitud del que se enfrenta a la realidad dejándose admirar por ella, desde la seguridad de su grandeza, del ofrecimiento de posibilidades ilimitadas que invitan a preguntar, a interesarse, a ser curioso, a indagar, a seguir buscando. Es la actitud del que se enfrenta a la realidad, la reconoce como misterio y se siente interpelado ante la inmensidad de lo que le queda por descubrir.
El asombro nos lleva de la sorpresa inicial ante el esplendor de lo real, a la pregunta interpelante, y finalmente a la respuesta experiencial que trata de dar sentido y dar con el sentido. Por eso es el origen de la pregunta y la puerta de acceso a las experiencias propiamente humanas.
Este asombro exige una pausa en el tiempo y cierta toma de distancia. Sin sorpresa, sin detener la mirada y la atención sobre una realidad concreta, resulta difícil que nos dejemos afectar por ella o que permitamos que nos revele algo nuevo, interpelante.
Asombro y admiración son actitudes naturales en el ser humano y que solo un mundo marcado por las prisas, por lo funcional y rutinario tiende a apagar. Nos asombran las realidades que surgen entre sombras, esas que no parecían estar ahí un segundo antes, esas de las que sabemos que algo se nos oculta, aun cuando se muestren ante nuestros ojos. Es la mirada de quien se enfrenta a la realidad sin los prejuicios o presuposiciones que la propia experiencia va calando en nosotros. La mirada del niño, la del asombro constante. Los niños se asombran, y el coach que se asombra observa con los ojos de niño: no da nada por sentado, se lo pregunta todo, imagina que todo guarda algo por descubrir y de lo que aprender.
El coach dialógico puede potenciar esta actitud de distintas formas. Puede:
• Desvelar y cuestionar sus propias creencias poniendo en cuestión todas esas cosas de las que cree estar seguro.
• Tomar conciencia de los juicios previos que tiene cuando se enfrenta a una realidad para poder suspenderlos y valorar las expectativas que había generado sobre ella.
• Entrar en contacto con su niño interior, con esa parte de sí mismo que le impulsa a preguntarse sobre la realidad porque encuentra en ella algo maravilloso, extraño y admirable. Ese niño interior que se asombra y curiosea, pero que no busca solo respuestas racionales, ...