La caja de cartón
eBook - ePub

La caja de cartón

  1. 32 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La caja de cartón

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Dentro del paquete entregado a Susan Cushing de Croydon, se atestigua una severa mutilación. Símbolos de demencia, partes humanas cercenadas y una carta con un sombrío contexto darán razones suficientes para que Susan acuda a la policía de Scotland Yard. El inspector Lestrade de Scotland Yard, confundido y anonadado por este caso, requerirá ayuda profesional para encontrar la verdad de este macabro incidente.Sherlock Holmes y el Dr. Watson tendrán que deducir la verdad de los hechos, descubrir la identidad del asesino, sus razones y la identidad de sus víctimas para poder dar respuesta a este trágico incidente. -

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a La caja de cartón de Arthur Conan Doyle en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Literatura de crímenes y misterio. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2019
ISBN
9788726297317
Al elegir unos cuantos casos típicos que ilustren las notables facultades mentales de mi amigo Sherlock Holmes, he procurado, en la medida de lo posible, que ofrecieran el mínimo de sensacionalismo, y a la vez una amplia muestra de su talento. Sin embargo, es imposible, lamentablemente, separar por completo lo sensacional de lo criminal, y el cronista se ve en el dilema de tener que sacrificar detalles que resultan esenciales en su exposición, dando de ese modo una impresión falsa del problema, o verse obligado a utilizar materiales que la casualidad, y no su elección, le ha proporcionado. Tras este breve prefacio pasaré a exponer mis notas acerca de lo que constituyó una cadena de acontecimientos extraños y particularmente terribles.
Era un día de agosto y hacía un calor abrasador. Baker Street parecía un horno y el relumbre de la luz del sol al incidir sobre los ladrillos amarillos de la casa del otro lado de la calle lastimaba la vista. Costaba trabajo creer que aquellos fuesen los mismos muros que se erguían tan lóbregos por entre las nieblas del invierno.
Habíamos bajado a medias las persianas y Holmes se había acurrucado encima del sofá, leyendo una y otra vez una carta que había recibido en el correo de la mañana.
En cuanto a mí, los años de servicio en la India me habían habituado a soportar el calor mejor que el frío, y que el termómetro pasara de treinta grados no me suponía dificultad alguna. El periódico de la mañana no ofrecía ninguna noticia interesante. El Parlamento había interrumpido sus sesiones. Se habían ido todos de la ciudad y yo añoraba los claros del New Forest o los guijarros de Southsea. Mi reducida cuenta bancaria me había obligado a posponer las vacaciones, y en cuanto a mi acompañante, ni el campo ni el mar le atraían lo más mínimo. Le encantaba permanecer en el mismo centro donde pululaban cinco millones de personas, extendiendo sus filamentos y pasando por entre ellas, receptivo al más pequeño rumor o sospecha de algún delito sin esclarecer. El aprecio de la naturaleza no se encontraba entre sus muchas dotes, y sólo cambiaba de parecer cuando, en lugar de centrarse en un malhechor de la capital, trataba de localizar a algún hermano suyo de provincias.
Viendo que Holmes estaba demasiado abstraído para conversar, yo había echado a un lado el insulso periódico y, reclinándome en el sillón, me sumí en profundas meditaciones. De pronto la voz de mi acompañante interrumpió el curso de mis pensamientos:
–Lleva usted razón, Watson. Parece una forma absurda de dirimir una disputa.
–¡De lo más absurda!– exclamé, y de pronto, comprendiendo que Holmes se había hecho eco del pensamiento más íntimo de mi alma, me incorporé del sillón y le miré perplejo.
–¿Cómo es eso, Holmes? –grité–. Supera todo cuanto pudiera haber imaginado.
Él se rió de buena gana al observar mi perplejidad.
–Recuerde usted –me dijo– que hace algún tiempo, cuando le leí el pasaje de uno de los relatos de Poe en el que un minucioso razonador sigue los pensamientos no expresados de su compañero, usted se sintió inclinado a tratar el asunto como un mero tour de force del autor. Al advertirle que yo solía hacer eso constantemente, usted se mostró incrédulo.
–¡Oh, no!
–Tal vez no llegara a expresarlo en palabras, mi querido Watson, pero lo hizo sin duda con las cejas. De modo que cuando le vi tirar el periódico al suelo y ponerse a pensar, me alegré mucho de tener la oportunidad de leerle el pensamiento, y finalmente de poder interrumpirlo, demostrando así mi compenetración con usted.
Aquello no me convenció del todo.
–En el ejemplo que usted me leyó –le dije– el razonador extrajo sus conclusiones basándose en la actuación del hombre al que observaba. Si mal no recuerdo, aquel hombre tropezó con un montón de piedras, miró hacia arriba a las estrellas, etcétera. Yo, en cambio, he estado sentado en mi sillón tranquilamente, por tanto ¿qué pistas he podido darle?
–Es usted injusto consigo mismo. Las facciones le han sido dadas al hombre para poder expresar sus emociones, y las suyas cumplen ese cometido fielmente.
–¿Quiere usted decir que leyó en mis facciones el curso de mis pensamientos?
–En sus facciones y sobre todo en sus ojos. ¿Es posible que no pueda usted recordar cómo comenzaron sus ensueños?
–No, no puedo.
–Entonces se lo diré yo. Después de tirar al suelo el periódico, acto que atrajo mi atención hacia usted, estuvo sentado durante medio minuto con expresión ausente. Luego sus ojos se clavaron en el retrato, recientemente enmarcado, del general Gordon y por la alteración de su rostro comprendí que había vuelto a sumirse en sus pensamientos. Más eso no le condujo muy lejos. Sus ojos contemplaron fugazmente el retrato sin marco de Henry Ward Beecher, que estaba encima de sus libros. Entonces miró usted hacia arriba a la pared, y era obvio desde luego lo que eso significaba. Usted pensaba que si el retrato estuviera enmarcado cubriría exactamente ese espacio desnudo de pared, y haría juego con el retrato de Gordon que allí estaba.
–¡Me ha comprendido usted a las mil maravillas!– exclamé yo.
–Hasta ahí era poco probable que me perdiera. Pero ahora sus pensamientos volvieron a Beecher, y usted le miró con severidad como si estudiara el semblante del personaje. Entonces dejó usted de entornar los ojos, aunque sin dejar de mirar, y su rostro se quedó pensativo. Estaba usted recordando los incidentes que jalonaron la carrera de Beecher. Me daba perfecta cuenta de ...

Índice

  1. cubrir
  2. La caja de cartón
  3. TitlePage
  4. Advertencia de Luarna Ediciones
  5. Chapter
  6. Om La caja de cartón