Las alas rotas
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Las alas rotas

  1. 105 páginas
  2. Spanish
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Las alas rotas

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Información del libro

Las alas rotas es una comedia teatral del autor Pedro Muñoz Seca. Como es habitual en el autor, la pieza se articula en torno a una serie de malentendidos y situaciones de enredo contados con afilado ingenio y de forma satírica en torno a las convenciones sociales de su época. En este caso, la historia se articula en torno a la salida de la cárcel de un peligroso criminal y su regreso entre sus seres queridos, pese a la vigilancia de una torpe pareja de guardias civiles. -

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2020
ISBN
9788726508086
Categoría
Literatura

ACTO TERCERO

La misma decoración del acto anterior. Es de noche.
(Al levantarse el telón están en escena BILLARDA, REBECA, CANDELARIA, AURELIA, SOLEDAD y MARIQUILLA. Rebeca, Candelaria y Billarda, sentados cerca del lateral derecha; los demas, agolpados al balcón, miran insistentemente hacia fuera. Sobre la bien amantelada mesa hay una botella, unos vasos, un frutero con frutas y unos platos sucios, restos de la cena.)
Cand. ¿Pero viene alguien?
Aure. Eso creíamos.
Cand Caramba, que no gana una para sustos.
Sole. También la nochecita se las trae, porque con esto del nublao está de un oscuro que mete miedo.
Mar. Pos eso tiene que favoresé también al asesino, ¿verdad?
Sole. Ya lo creo.
Mar. ¡Huy, tengo un miedo...!
Billa. ¡Bah...! Ganas de asustarse y ná más. Yo estoy aquí con Rebeca en que es una tontuna pensá que ese hombre va a vení a Villaleda. Dende anoche que se escapó ha tenio tiempo de sobra de cojé la frontera de Portugá y ponerse libre de cachos, que es lo que que a él debe importarle. De queré vení acá, hubiera venio anoche mismo, cuando se escapó, no a las veinticuatro horas y cuando tó er mundo está sobre aviso.
Rebe. Además, que entre ese hombre y yo no media ná; ni él tiene que buscarme a mí, ni yo a él.
Aure. El caso es que disen que cuando se escapó, en ves de tirá hacia la raya de Portugá, tiró pá este lao y creen que s’ha ocurtao ahí en las canteras, donde es tan fácil esconderse, pá vení luego aquí y vengarse de usté y de Germán.
Rebe. (Agriamente.) No tema usted por Germán.
Aure. ¿Eh?
Rebe. (Bajando un poco la voz.) Daniel no sabe que el hombre que me defendió aquel día, y pudo más que él y le entregó a los civiles, vive aquí con nosotros.
Aure. (Con gran acritud también.) Su intención habrá tenio usté al ocultárselo.
Rebe. (Conteniéndose.) Mi intención he tenio, si, señora. ¿Para qué hacer sufrir en balde a quien estaba preso y encelao...?
Aure. ¡Ah, vamos, confiesa usté...!
Rebe. Yo no confieso nada; pero no podía olvidar que Daniel se habia perdido por mí.
Aure. ¡Sabe Dios toas las perdisiones que tendrá usté sobre su consiensia...!
Rebe. ¿Y usté no tiene ninguna...? (Aurelia baja la cabeza ante la mirada escrutadora de Rebeca.)
Cand. ¡Vamos, vamos...! Tengamos la fiesta en paz.
Rebe. Por mí... (Vuelve a sentarse.)
Sole. (Escuchando por el balcón.) ¿Eh...?
Mar. ¿Viene arguien?
Sole . (Tras una breve pausa.) No, creí...
Cand. No veo la hora de que vuelvan Dimas y Germán.
Billa. Nopase usté cuidao por ellos, agüela. Germán se trompiesa con ese hombre y con er braso que le quea sano, lo hase cisco.
Cand. No, Billarda, ya eso se acabó. Germán no es ya lo que era ni lo volverá a sé. Son tres roturas, las dos del brazo y la de... esto de aqui del hombro, como se llame...
Billa. La canícula.
Cand. Eso.¡Pobresito mío! El cree que fué intensionao, pero a mí no me cabe eso en la cabeza; no pueo yo pensá que haiga gente tan mala en er mundo.
Mar. (En el balcón.) ¡Ay! ¡Ahora viene arguien...!
Sole. Sí, por la huerta.
Aure . ¿Son ellos...?
Mar. ( Asustadísima.) No, es uno solo... ¡Y viene como no queriendo hasé ruido...!
Cand. (Acercándose al balcón.) ¿Eh...?
Mar . ¡¡Y se ha parao debajo der morá...!!
Sole. (Dando un chillido.) ¡¡¡Ay!!!
Mar. (Idem.) ¡¡Ay...!!
Billa. (Acercándose también al balcóu.) ¡Chavó...!
Aure. ¡Se ha tirao al suelo al oí los gritos!
Sole. ¡Ay, madre mía de mi arma!
Mar . ¡Ay, que ya se levanta!
Billa. Callarse, que me paese que es Tinaja.
Aure. Si, Tinaja es.
Billa. Vaya un susto que l’habéis dao a Tinaja.
Cand. ¡M’alegro! Por andá sascandileando.,.
Billa. (Llamando por el balcón.) ¡Tinaja ..!
Tina. (Dentro.) Alá gulu, belé... gulú...
Billa. (Retirándose del balcón.) ¡Ojú...! Sin habla s’ha quedao.
Mar. (Por Soledad.) Claro, esta criatura con sus gritos...
Sole . ¿Yo ná má? Pos, hija, sí que tiene grasia...
Billa . Callarse, hombre, a vé qué trae éste.
Cand. ¡Qué va a traé, ni traé...! ¡Miéo!
(Por la primera puerta de la izquierda entra Tinaja. Viene tan nervioso y tan descompuesto, que no puede hablar. Se sienta ante la mesa del comedor, traga saliva un par de veces y se seca el sudor con una de las servilletas.)
Sole. ¿Que hay, Tinaja?
Mar. Oye, ¿se sabe argo nuevo?
Billa. ¿Qué te pasa, hombre?
Tina. (Temblorosísimo, echa vino en un vaso, derramando la mitad, y bebe con gran trabajo.) ¡Ay...!
Billa. Sosiégate, hombre...
Tina . No, si ya... (Vuelve a secarse el sudor en la servilleta.)Pero, es que... ¡Chavó...!
Cand. (¡Tío guarro!) (Quita de la mesa las servilletas y las pone en el aparador.)
Tina. Venía yo escamaillo, y al oí gritá... ¡Camará...! (Vuelve a servirse otro vaso de vino.)Vamos, que me pensé que estaba aquí er tío dando puñalás. (Bebe. Ríen Billarda, Mariquilla y Soledad.)
Cand. (No, más vino, no.) (Quita de l...

Índice

  1. Las alas rotas
  2. Copyright
  3. Other
  4. A los hermanos Otamendi
  5. REPARTO
  6. ACTO PRIMERO
  7. ACTO SEGUNDO
  8. ACTO TERCERO
  9. Obras de Pedro Muñoz Seca
  10. Sobre Las alas rotas