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- 820 páginas
- Spanish
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eBook - ePub
Poesías II
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Información del libro
El segundo tomo de la colección completa de poesía de Juan Melendez Valdés, recogida en 1820. Se puede contemplar la propia biografía del autor leyendo sus poemas. En este tomo, es posible ver la producción poética del autor en todo su esplendor. La poesía romántica y rococó se mantiene en este tomo, aunque también se añaden algunas elegías morales más profundas. -
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Información
Categoría
LittératureCategoría
PoésieOdas filosóficas y sagradas
Est quodam prodire.
Horacio, Epístola I, Lib. I, ver. 32.
- I -
El invierno es el tiempo de la meditación
Salud, lúgubres días; horrorosos
aquilones, salud. El triste invierno, en ceñudo semblante
y entre velos nublosos,
ya el mundo rinde a su áspero gobierno 5
con mano asoladora; el sol radiante
del hielo penetrante
huye, que embarga con su punta aguda
a mis nervios la acción, mientras la tierra
yerta enmudece, y déjala desnuda 10
del cierzo alado la implacable guerra.
Falsos deseos, júbilos mentidos,
lejos, lejos de mí; cansada el alma
de ansiaros días tantos
entre dolor perdidos, 15
halló al cabo feliz su dulce calma.
A la penada queja y largos llantos
los olvidados cantos
suceden, y la mente, que no vía
sino sueños fantásticos, ahincada 20
corre a ti, oh celestial filosofía,
y en el retiro y soledad se agrada.
¡Ah!, ¡cómo en paz, ya rotas las cadenas,
de mi estancia solícito contemplo
los míseros mortales 25
y sus gozos y penas!
Quién trepa insano de la gloria al templo,
quién guarda en su tesoro eternos males;
con ansias infernales,
quién ve a su hermano y su felice suerte, 30
y entre pérfidos brazos le acaricia,
o en el lazo fatal cae de la muerte
que en doble faz le tiende la malicia.
Pocos, sí, pocos, oh virtud gloriosa,
siguen la áspera senda que a la cumbre 35
de tu alto templo guía.
Siempre la faz llorosa
y el alma en congojosa pesadumbre,
ciegos hollar con mísera porfía
queremos la ancha vía 40
del engaño falaz; allí anhelamos
hallar el almo bien a que nacemos;
y al ver que espinas solas abrazarnos,
en inútiles quejas nos perdemos.
El tiempo, en tanto, en vuelo arrebatado 45
sobre nuestras cabezas precipita
los años, y de nieve
su cabello dorado
cubre implacable, y el vigor marchita
con que a brillar mi día la flor breve 50
de juventud se atreve.
La muerte en pos, la muerte en su ominoso,
fúnebre manto, la vejez helada
envuelve, y al sepulcro pavoroso
se despeña con ella despiadada. 55
Así el hombre infeliz, que en loco anhelo
rey de la tierra se creyó, fenece;
en un fugaz instante,
el que el inmenso cielo
cruzó en alas de fuego desperece 60
cual relámpago súbito, brillante,
que al triste caminante
deslumbra a un tiempo y en tinieblas deja.
Un día, un hora, un punto que ha alentado,
del raudal de la vida ya se aleja 65
y corre hacia la nada arrebatado.
¡Mas qué mucho, si en torno de esta nada
todos los seres giran! Todos nacen
para morir; un día
de existencia prestada 70
duran, y a otros ya lugar les hacen.
Sigue al sol rubio la tiniebla fría;
en pos la lozanía
de genial primavera el inflamado
julio, asolando sus divinas flores; 75
y al rico octubre de uvas coronado,
tus vientos, oh diciembre, bramadores,
que despeñados con rabiosa saña,
en silbo horrible derrocar intentan
de su asiento inmutable 80
la enriscada montaña,
y entre sus robles su furor ostentan.
Gime el desnudo bosque al implacable
choque; y vuelve es...
Índice
- Poesías II
- Copyright
- Elegías
- Silvas
- Églogas
- Odas
- Epístolas
- Odas filosóficas y sagradas
- Poesía épica
- Elegías morales
- Discursos
- Apéndice
- La paloma de Filis
- Galatea o la ilusión del canto
- Letrillas
- Idilios
- Endechas
- Romances
- Sonetos
- Elegías
- Silvas
- Églogas
- Odas
- Traducciones de Horacio
- Epístolas
- Odas filosóficas y sagradas
- Poesía épica
- Composiciones varias
- Sobre Poesías II