Libre estética
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Libre estética

  1. 248 páginas
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Información del libro

"Libre estética" (1920) es un ensayo de filosofía artística de José María Vargas Vila, donde el autor expresa su admiración por la belleza y plantea la posibilidad de un arte que solo busque alcanzar la belleza. Algunos de los artículos que componen esta obra son "El arte", "El genio en el arte", "La hora del arte", "La originalidad en el arte", etc.-

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2021
ISBN
9788726680485

El Arte de la Palabra

La Oratoria puede ser un Arte, pero la Elocuencia no;
la Elocuencia es un don; el más alto don que la Madre Naturaleza puede conceder a los escasos hombres, dignos de llevar este pedazo de Sol, sobre la Tierra;
el alma de la Belleza, hecha toda de Profundidad y de Armonía, y puesta como un lucero en los labios y en la pluma de aquellos que se llaman los Genios; he ahí la Elocuencia;
la prodigiosa fuente de las misericordias secretas, cayendo sobre el mundo ávido y suplicante de las almas, para vivificarlas con su luz;
¿no oís su fragor a través de los siglos muertos, llenándolos de la viva realidad de sus rumores, tal una catarata en la montaña violando los silencios de la Noche?
toda el Alma del Misterio, que viene de la Divinidad, y va hacia la Divinidad, reside en la Elocuencia;
ella es, el grito del Abismo y la voz de lo Infinito, que anima los mundos muertos, yacentes sin vibración, en el fondo de las almas;
los cielos de donde baja ese huracán flameante sobre el alma de los predestinados, se abren rara vez en un siglo, para el alumbramiento formidable, y se cierran después, en una como nueva virginidad, que nada viola;
las sombras del tiempo, que devoran todo lo que es perecedero, no han podido devorar el grito de la Elocuencia, que a través de las edades vive, dando la Vida con sus ritmos grandiosos, a todas las cosas muertas, que toca con el disco de sus alas;
esa respiración de lo Eterno, pasando por la boca de un solo hombre, para plegar y desplegar las olas tenebrosas del Pensamiento Humano, todo en sombras, y del Humano Corazón, todo en lágrimas, es la única constatación de aquella visibilidad de lo Invisible, que la conmovedora ceguedad humana, inhábil para explicarse el emergimiento impensado de la luz, clasifica con el confuso nombre de Milagro;
si algo sobrenatural hay en la Vida, obscura y devoradora, es la Elocuencia;
¿dónde sus fuentes magnánimas y luminosas están?
¿de cuáles cimas ocultas tras la movible tela del tiempo visionario, desciende hasta la Tierra, ese río maravilloso lleno de un Sagrado Misterio?
toda la obscuridad del Dolor, y toda la luminosidad de la Esperanza, vienen mezcladas en sus ondas tormentosas y divinas;
¿en qué estriba este mecanismo de la Armonía, articulada e inarticulada, que con sus Emblemas Invisibles, pliega toda la Obra del Pensamiento Humano, bajo los estandartes victoriosos de sus conquistas sin soldados?
de las entrañas de la Eternidad, sale ese río soberbio y luminoso, cada una de cuyas olas es un mundo de Belleza, y vuelve a la Eternidad, después de haber fecundado esa Selva del Prodigio que es el alma de un Genio, y haber hecho florecer en ella, todas las rosas tenebrosas y fúlgidas de la Dialéctica, hechas sonoras por el viento musical que baja de las celestes cimas de la Inspiración, donde rugen sin intermitencia los huracanes líricos del Verbo, salidos de los labios del Abismo, que dijo el Fiat Lux, sobre el corazón informe de los mundos por nacer...
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El lamentable Rebaño Humano, desterrado, desamparado, y miserable sobre la Tierra, no ha sido traído siempre a la Verdad, a la Libertad, a la Dignidad, sino por un gran clamor de Elocuencia, llenando las vastas soledades del Mundo Moral, huérfanas hasta entonces de la magnificencia de su Palabra;
el rayo de Damasco, fué el grito de la Elocuencia de lo Eterno, brotando por los labios de los cielos, entreabiertos para este grito de la Revelación;
la enorme y hosca figura de Moisés, alzando el esplendor de su cándida barba fluvial sobre las soledades hebreas, como una Vía Láctea de la Esperanza, donde durmieran todas las constelaciones de los ensueños de un Pueblo, ¿no os parece la primera aparición de la Elocuencia, sobre los médanos aún incultos de la Palabra Humana?
en la leyenda del Mar Rojo, abriendo el caudal enorme de sus aguas, como el desplegamiento de dos inmensas alas de rubí, para dejar pasar al Pueblo Prófugo, ¿no veis el Alma de la Elocuencia, prendiendo su primera estrella, sobre los fantásticos cielos del Milagro?
la Fe, no había bajado aún sobre la Tierra;
la Fe, no era una virtud semita;
esa palabra esclava, no aparece prisionera en las filacterias del Deuteronomio;
el Tetragrámaton de Moisés, no la contaba entre sus símbolos;
en los esplendores remotos de ese horizonte fabuloso-histórico, que se extiende desde las zarzas del Horeb, hasta la cima del Gólgota, ¿qué escucháis?... el río desbordante y profundo de la Elocuencia, bajando atronador sobre las soledades vírgenes del Alma Humana;
¿quién gesticula allá, sobre aquella cima, como entrado en la nube y petrificado en la montaña, dialogando con el cuervo misericordioso que le porta la pitanza?
es la Elocuencia del Desierto; es Elías;
¿quién es aquella lepra-poema, ora meditativa y hosca, ora tierna y confiada, que llora y canta, en aquel estercolero lleno de sol implacable, desnuda como un feto y devorada por los gusanos sus hermanos?
es Job, el de Idumea; la Elocuencia de la Ruina y de la Peste;
¿habéis oído en algún otro lugar del mundo, en alguna otra zona de la Historia, el Dolor, el Humano Dolor, gemir en más alto grado de Elocuencia, que en los labios de ese hombre-larva, hecho el Patriarca de los insectos y de los miasmas, sobre las soledades calcinadas?
nada iguala al ruido de esa mosca leprosa, revoloteando por entre los signos del Zodíaco;
¿qué trueno es ese que hace enrojecer en flavescencias de incendio todas las nubes de los cielos, y doblarse como las espigas de un trigal, todos los cedros del Líbano?
¿de dónde baja esa flagelación furiosa de todos los elementos, esa palabra de las trombas y de los huracanes, que hace curvarse como cañas las altas torres de Babilonia, y los palacios de Nínive, en el miraje profético de sus visiones?
esa lluvia de fuego y de cenizas, que sepulta los jardines de Tiro, y arrasa las colinas de Sión, es la voz de Isaías; la Elocuencia de la Soledad, talando con el mismo soplo, la selva del Orgullo, donde se anidan las larvas hechas Tiranos, y el zarzal de la bajeza, donde se refugian los insectos más viles de la tierra: los pueblos hechos esclavos;
¿escucháis el gruñido de aquel cerdo lírico, revolcándose en la plaza pública, sobre el vientre desnudo de una prostituta, y harto de sus propios excrementos?
es Ezequiel: toda la orquestación de la Violencia Divina, brota por esos labios asquerosos y musicales, donde lo inmundo y la armonía, duermen en un epitalamio de luz; ese Hombre tiene por trípode un buey, un león, y una águila; la fuerza, las garras, y las alas;
ningunos ojos vieron más lejos que sus ojos, en los horizontes tenebrosos de la Visión;
él, vió los carros atronadores del Apocalipsis, antes que Juan, el virgen soñador de Patmos, los hubiera visto;
él, precedió y sobrepasó a todos los visionarios, y su Elocuencia, fué la Elocuencia del Terror, poniendo espanto en el débil corazón de los hombres, hechos a la caricia corruptora de la Iniquidad;
después de ese rugido, la gran Elocuencia disminuye, casi podría decirse que calla, hasta reaparecer allá, en los valles de Galilea, no ya como el río tumultuoso y obscuro que había arrastrado todo el limo del Apostrofe y de la Imprecación, en las selvas tormentosas del Viejo Testamento, sino como ese arroyuelo quejumbroso y rumoroso, que sonó cual un balido de oveja en los labios de Jesús;
el Viejo Testamento, fué una selva de leones;
el Nuevo Testamento, es ya un aprisco de pécoras;
allí, ya no hay rugidos;
la grande Inspiración está agotada;
aquel florilegio de ictiófagos, en su candidez lacustre y primitiva, carece de toda grandeza;
excepción hecha de los gritos de mercader de Pablo el Apóstata, ninguna sonoridad vibra, en ese libro salvaje de áfonos rudimentarios;
los grandes Profetas, es decir, los grandes Poetas de la lírica hebraica, quedan más allá del Gólgota, hacia los arenales de Caldea, cerca a las ruinas de Babilonia, en las riberas del Kebar;
la Poesía Hebraica, quedó colgada como una arpa sin dueño, en la última encina de Basán.
*
Adondequiera que miréis del lado del Esplendor, encontraréis una cima: la Elocuencia;
en todas las horas decisivas de la Humanidad, el mundo ha sido salvado por la Elocuencia; aunque no haya sido nunca seducido por ella;
digo por la Elocuencia, y no digo por la Oratoria, porque ésta, es una forma de expresión de aquélla, pero no es su alma ni su esencia;
no se puede ser un grande Orador, sin ser elocuente;
y, se puede ser un río, y aun un abismo de Elocuencia, sin ser un Orador;
a veces en un gesto, hay mayor elocuencia que en un discurso...
el gran público, no ha amado siempre la Elocuencia, pero ha amado siempre la Oratoria;
entre Esquilo, y Esquino, prefiere a este último;
sus oídos, aman más la armonía arrodillada de las metáforas, con las cuales el retórico venal saluda a Filipo, que el sagrado estremecimiento de horror, que se escapa de los cielos tenebrosos de la Tragedia esquílea;
la hosca mudez del Dante, lo amedrenta, y atraviesa sin amarla, la Selva Obscura llena de los gritos líricos del Genio;
el grito de las águilas espanta;
una águila, no es nunca musical;
tal vez, el pentagrama de las águilas, está en el Silencio;
el Gesto, tiene elocuencias a las cuales la Palabra no ha llegado jamás;
el Arte, puede ignorar la Elocuencia y amar la Belleza, como en la Venus de Guido;
puede unir la Belleza de las formas, a la Elocuencia del Gesto, como en la Victoria de Samotracia;
puede poner en rostro...

Índice

  1. Libre estética
  2. Copyright
  3. PREFACIO
  4. El Arte
  5. El Genio en el Arte
  6. La Hora del Arte
  7. La Originalidad en el Arte
  8. La Obra de Arte
  9. El Alma de las cosas en el Arte
  10. La Vida en el Arte
  11. Lo Sublime en el Arte
  12. La Belleza en el Arte
  13. La Ética en el Arte
  14. La Novela en el Arte
  15. El Teatro en el Arte
  16. Del Verso en el Arte
  17. El Libelo en el Arte
  18. El Pensamiento en el Arte
  19. El Arte de la Palabra
  20. Sobre Libre estética