Poesías completas
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Poesías completas

  1. 350 páginas
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Poesías completas

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Información del libro

Poesía completa es una colección que abarca toda la obra poética de Antonio Machado. Con su habitual estilo simbólico, reflexivo y libre de retórica, el poeta trata temas como el amor, la soledad y el dolor por el paso del tiempo.-

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2020
ISBN
9788726485424
Categoría
Literatura
Categoría
Poesía

CAMPOS DE CASTILLA (1907-1917)

XCVII

(RETRATO)
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto
claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Manara, ni un Bradomín he sido —ya
conocéis mi torpe aliño indumentario—, mas recibí la flecha
que me asignó Cupido, y amé cuanto ellas puedan tener de
hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso
brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en
el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas
rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética, ni soy un ave
de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los
grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho
solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico?
No sé.
Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto
oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien
habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo que me enseñó
el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo;
debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago el traje que me
cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el
lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la
nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero
de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar.

XCVIII

(A ORILLAS DEL DUERO)
Mediaba el mes de julio.
Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía, buscando los
recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente y dar algún
respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante y hacia
la mano diestra vencido y apoyado en un bastón, a guisa de
pastoril cayado, trepaba por los cerros que habitan las
rapaces aves de altura, hollando las hierbas montaraces de
fuerte olor —romero, tomillo, salvia, espliego—.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo cruzaba
solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, y una redonda
loma cual recamado escudo, y cárdenos alcores sobre la
parda tierra —harapos esparcidos de un viejo arnés de
guerra—, las serrezuelas calvas por donde tuerce el
Duero para formar la corva ballesta
de un arquero en torno a Soria.
—Soria es una barbacana, hacia Aragón, que tiene la torre
castellana—.
Veía el horizonte cerrado por colinas obscuras, coronadas de
robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado donde el merino
pace y el toro, arrodillado sobre la hierba, rumia;
las márgenes del río lucir sus verdes álamos al claro sol de
estío, y, silenciosamente, lejanos pasajeros, ¡tan diminutos!
—carros, jinetes y arrieros, cruzar el largo puente, y bajo las
arcadas de piedra ensombrecerse las aguas plateadas del
Duero.
El Duero cruza el corazón de roble de Iberia y de
Castilla.
¡Oh tierra triste y noble, la de los altos llanos
y yermos y roquedas, de campos sin arados, regatos ni
arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones que aun van,
abandonando el mortecino hogar, como tus largos ríos,
Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus
andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña?
¿La sangre derramada recuerda, cuando tuvo la fiebre de la
espada? Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó?
Sobre sus campos aun el fantasma yerra de un pueblo que
ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes, madrastra es
hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día, cuando Mio Cid
Rodrigo el de Vivar volvía, ufano de su nueva fortuna, y su
opulencia, a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos, pedía la
conquista de los inmensos ríos indiano...

Índice

  1. Cover
  2. Poesías completas
  3. Copyright
  4. SOLEDADES (1899-1907)
  5. DEL CAMINO
  6. CANCIONES
  7. HUMORISMOS, FANTASÍAS, APUNTES
  8. GALERÍAS
  9. VARIA
  10. CAMPOS DE CASTILLA (1907-1917)
  11. ELOGIOS
  12. NUEVAS CANCIONES (1917-1930)
  13. Sobre Poesías completas