CALWAN-ARANG
Había [una vez] un rey de Daha. Durante su mandato había tranquilidad; había paz durante su gobierno. Maharâjâ Erlanggha era su nombre. Era muy prudente.
[En ese mismo tiempo] había una viuda que vivía en [un pueblo llamado] Girah. Calwan-arang era su nombre. Tenía una hija llamada Ratna Manggalî. Era muy bonita. Pasó mucho tiempo y ningún hombre le había pedido la mano. Ni la gente de Girah, ni la gente de Daha, ni la que vivía en la orilla [de esa región] se atrevía a pedir la mano de la hija de esa viuda que la gente llamaba Ratna Manggalî de Girah, debido a que toda la población sabía que ella hacía cosas malvadas en Girah. La gente se alejaba y no [se atrevía] a pedir la mano de Manggalî.
Un día la viuda dijo:
—Ay, ¿por qué nadie quiere venir a pedir la mano [de Ratna Manggalî]? Ella es bonita, pero ¿por qué nadie se atrevió a preguntarla? Esto me molesta. Voy a leer mi libro. Una vez que tome ese libro, voy a ver a Su Majestad Çri Bhagawatî y le voy a pedir una bendición, quiero que muera toda la gente de esta región.
Después de haber tomado aquel libro, fue al cementerio acompañada por sus discípulos, [para] pedir una bendición a Su Majestad Bhatarî Bhagawatî. Los nombres de esos discípulos eran: Wökçirsa, Mahisawadana, Lêndê, Guyang, Larung [y] Gandi. Ellos acompañaron a la viuda de Girah [al cementerio], y [cuando llegaron] al cementerio, ellos se pusieron a bailar. [Un poco después] Su Majestad Bhatarî Durggâ llegó con sus ejércitos. La que llamaba Calwan-arang hizo una reverencia a Su Majestad Bhatarî Bhagawatî, y la diosa le dijo:
—Ah, eres tú Calwan-arang, ¿cuál es tu propósito al venir a verme, acompañada por todos tus discípulos haciendo una reverencia?
La viuda [volvió a] hacer una reverencia [y dijo]:
—Su Majestad, su hija quiere pedir una bendición [un poder] para matar a la gente de toda la región, así es mi propósito.
La diosa respondió:
—Te doy el permiso [de hacerlo], pero no lo hagas hasta al centro, [para que] el gran rey no se enoje conmigo.
La viuda estuvo de acuerdo, luego se despidió, [y] nuevamente hizo una reverencia a la Diosa Bhagawatî. [Después] Calwan-arang bailó wawala acompañada por sus discípulos durante la medianoche, y cuando tocaron kamanak-kangsi todos bailaron juntos. Después de haber terminado el baile, se regresaron a Girah. [Durante el camino] hasta que llegaron a su casa se reían a carcajadas.
Tiempo después, una enfermedad surgió en toda la región y provocó la muerte de mucha gente. Uno por uno murió. Calwan-arang no decía que fue ella [quien provocó esa enfermedad].
En otro lugar, estaba el rey de Daha. Se encontraba [sentado] en una silla alta. Era Çri Maharâjâ Erlanggha. [En ese momento] el primer ministro le estaba informando que mucha [gente] había muerto [por] una enfermedad de fiebre. Una vez que alguien hubiera adquirido [esa enfermedad], en el siguiente día moriría. [La gente decía que] la viuda de Girah, que se llamaba Calwan-arang, hacía reverencia y bailaba wawala junto con sus discípulos. Mucha gente vio [eso]. Después de que el primer ministro habló, todos llegaron, hicieron una reverencia y apoyaron lo que dijo el primer ministro. [Entonces] el rey habló [a un soldado]:
—Ay, mi soldado, hiere y mata a Calwan-arang con tu propia mano, [pero] no vayas solo, pide que te acompañe [otro] soldado.
Ese soldado [dijo]:
—Su servidor pide permiso para matar a la viuda de Girah.
[Después de] pedir permiso, ese soldado hizo una reverencia a los pies del rey, y [luego] se retiró. Se fue sin vehículo. Fue a Girah. [Cuando llegó a Girah] se dirigió a la casa de Calwan-arang. [En ese momento] todos se encontraban dormidos, nadie estaba despierto. Pronto ese soldado desenvainó su kris y tomó el cabello de la viuda para cortarle [la cabeza]. [Sin embargo, de repente] su mano se congeló. [Mientras tanto], Calwan-arang se despertó y se sorprendió. [De inmediato], salió fuego ardiente de sus ojos, nariz, boca y orejas, [y] quemaron a ese soldado. [Así que], murió uno de esos dos soldados. El otro soldado se alejó rápidamente de su compañero [ya muerto]. Corría. Se dirigió al palacio. Durante el camino se quedó en silencio. [Cuando llegó, de inmediato] informó [al rey] sobre la muerte [de su compañero]:
—Mi Señor, [la misión] fue fracasada. Uno de los desgraciados soldados de Su Majestad, Çri Parameswara, murió por los ojos de la viuda de Girah. Salió fuego ardiente de su estómago y quemó al soldado de Su Alteza Bhatara.
El rey respondió:
—Me da tristeza [recibir] esa noticia.
Pronto el rey se retiró de su lugar. No decía más palabras.
[Mientras tanto] la viuda de Girah se encontraba furiosa por la llegada de aquel soldado, servidor del rey. Calwan-arang habló y ordenó a sus discípulos que la acompañaran al cementerio. Entonces, tomó su libro. Después de haberlo tomado, acompañada por todos sus discípulos, ella fue a la orilla del cementerio, un lugar fresco por el kepuh, pero oscuro. Las ramas [de ese árbol] estaban muy bajas y tocaban la tierra por lo que se hicieron planas. La viuda de Girah se sentaba frente de todos sus discípulos.
[Luego] Lêndê habló:
—Ay, Maestra Viuda, ¿por qué Usted se queda pensativa por la tristeza del jefe de esta tierra? Si es así, sería mejor que tengamos un buen comportamiento y pedimos al maharsi como guía para ir al paraíso.
Larung interrumpió:
—¿Acaso Usted se queda pensativa por la tristeza del rey? Entonces, adelantemos la acción hacia el centro.
Todos se pusieron de acuerdo con lo que dijo Larung, entonces Calwan-arang dijo:
—Tienes la razón, Larung. Toquen sus kamanak-kangsi, ahora vamos a bailar, permítanme ver cómo hace cada uno de ustedes. Ahora sí lo hacemos, todos bailen.
En ese mismo momento Guyang empezó a bailar. Sus brazos apretaban su pecho. Él gritaba [y] sus respiraciones estaban entrecortadas, [pero aún] estaba completa su ropa. Sus ojos comenzaron a moverse, de un lado a otro. Larung [también] bailó. Sus movimientos parecían como tigre que quería saltar [sobre su presa]. Sus ojos eran rojos. [Después] se desnudó totalmente. Sus cabellos brincaban rápidamente hacia delante.
Gandi [también] se puso a bailar. Él brincaba. Sus cabellos brincaban rápidamente [de un lado] a otro. Sus ojos eran rojos, parecían como janitri. Lêndê brincaba de puntillas. ...