Principios positivos de liderazgo para mujeres
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Principios positivos de liderazgo para mujeres

8 secretos para inspirar e impactar a quienes le rodean

  1. 112 páginas
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Principios positivos de liderazgo para mujeres

8 secretos para inspirar e impactar a quienes le rodean

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Información del libro

¿Qué hará usted con su oportunidad para liderar? Como mujer usted tiene la oportunidad de marcar una diferencia positiva en su familia, su comunidad e incluso su sociedad. Y nunca ha habido un momento más importante para liderar con amor e integridad. En este recurso dinámico, la exitosa escritora Karol Ladd ofrece consejos positivos y motivadores para las mujeres en el liderazgo y aquellas que necesitan ser líderes o quieren serlo. Karol destaca ocho prinicipios y actitudes de liderazgo basados en la Palabra de Dios que usted puede fomentar en su vida ahora, entre ellos: - Enfrentar los desafíos - COMO SE MUESTRA EN LA VIDA DE JOSE
- Correr riesgos calculados - EJEMPLIFICADO EN EL LIDERAZGO DE DEBORA
- Inspira r pasión a otros - COMO SE MOSTRO EN LA ACTITUD DE NEHEMIAS Donde sea que radique su oportunidad como líder, usted se verá inspirada a crecer en ese rol como alguien que influye a la manera de Dios, liderando y motivando a otros hacia el amor de Dios y la madurez en la fe.

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Información

Año
2015
ISBN
9781629982915
Categoría
Religión
Capítulo uno
Afrontar el reto
Convierta sus montañas en oportunidades de aprendizaje
Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
FILIPENSES 3:14
He aprendido que en cada circunstancia que me tropiezo, puedo escoger reaccionar de dos maneras: ¡puedo quejarme o puedo adorar!
NANCY LEIGH DEMOSS
Cuando yo estaba en la secundaria mi madre me llevó a una conferencia con Sir Edmund Hillary. Debo reconocer que en aquel momento no me emocionaba mucho escuchar a un anciano hablar de cómo había escalado una montaña. No fue sino hasta que comenzó a hablar que me di cuenta de que este hombre había logrado una proeza que se consideraba imposible. Él se había enfrentado a lo que parecía insuperable, se abrió paso en las limitaciones, y escaló hasta la cima del monte Everest. Antes de su exitosa expedición en 1953, varios grupos habían tratado infructuosamente de llegar a la cima. Incluso en su propia expedición todos los alpinistas menos dos, él y Tenzing Norgay, regresaron debido al agotamiento por la altitud.
A pesar de los obstáculos, el desánimo e incluso el abandono del grupo, Hillary perseveró. Su logro fue celebrado a nivel mundial y su influencia inspiró a muchos otros a tratar de alcanzar sus propios logros personales. Por extraño que parezca, Sir Edmund en un principio se ganaba la vida como colmenero en Nueva Zelanda. Comenzó a escalar montañas en su país, como pasatiempo. Poco a poco avanzó a escalar los Alpes y con el tiempo, el Himalaya. Las pequeñas montañas llevaron a montañas más grandes, y así lo preparaban para conquistar la montaña más alta, el Everest.
¿Cuáles son las montañas de su vida? Las montañas pueden ser de todos tipos y colores. Pueden ser una relación de trabajo difícil, o un hijo rebelde, o un proyecto abrumador que le quita el sueño en la noche. Algunas montañas pueden desarrollarse en nuestras vidas como problemas financieros o un matrimonio conflictivo o incluso al tratar de bajar de peso. En realidad hay montañas en nuestras vidas que no son expresamente negativas, algunas de nuestras montañas más grandes pudieran incluir cosas como comenzar un negocio nuevo o aprender una nueva habilidad o idioma.
Como mujeres, cada montaña que escalamos en la vida nos fortalece y nos prepara para enfrentar montañas más grandes en el futuro. Ya sea que escojamos la montaña o que la montaña nos escoja a nosotras, tenemos la opción de cómo vamos a lidiar con ella. Podemos ver las montañas de nuestra vida y quejarnos y refunfuñar, o podemos decidir comenzar a escalarlas y conquistarlas. El secreto para llegar a la cima de cualquier montaña está en nuestra actitud y habilidad para perseverar. Sir Edmund Hillary dijo: “No se trata de la montaña que conquistemos sino de nosotros mismos”. De colmenero a alguien que rompió un récord, Hillary conquistó miedos, desánimos y fracasos. No pasó todo de una vez sino que con cada experiencia él creció. Nosotras también podemos ver cada montaña de nuestras vidas como una oportunidad para crecer y convertirnos en mujeres más fuertes.
No más excusas
La historia de José en el Antiguo Testamento presenta el cuadro conmovedor de un joven que se vio en el fondo y no obstante, llegó a la cima. José pasó del ambiente seguro de su casa a convertirse en esclavo, para luego caer en la prisión; sin embargo, al final llegó a ser el segundo al mando en Egipto. No fue un camino fácil, pero él escaló sus montañas una y otra vez. No se dejó atrapar por la trampa de culpar a las personas o las circunstancias. No pasó tiempo contemplando los “y si . . . ” ni tampoco los errores de su vida. En cambio, siguió adelante y se puso a la altura de cada circunstancia en la que Dios le puso.
Piénselo, hubiera sido muy fácil para él buscar un montón de excusas. Sus hermanos lo habían vendido como esclavo, lo castigaron injustamente, lo olvidaron y lo abandonaron. Si alguien tenía motivos para darse por vencido y estar resentido, era José. Sin embargo, los líderes de verdad no malgastan el tiempo dando excusas por lo que no pueden hacer, no van a hacer o no pudieron hacer.
Considere un momento las excusas que andan dando vueltas en su cabeza ahora mismo y que le impiden escalar la montaña que tiene frente a usted. ¿Está usted esperando que alguien cambie? ¿Está culpando a alguien por su incapacidad de seguir adelante? ¿Está usando sus circunstancias como una excusa? Al considerar la historia de José, identifiquemos nuestras propias excusas y desbaratémoslas, no dejemos que se interpongan en el camino de lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas.
Tal vez usted conoce la historia de José. Uno de doce hermanos, muy amado por su padre Jacob. De hecho, como su hijo favorito (lo cual nunca es bueno en la familia), el papá le regaló un abrigo de honor, una túnica de muchos colores. Por supuesto, esto solo infundió más celos e ira en los corazones de sus hermanos. Cuando se dio la oportunidad, los hermanos echaron a José en una fosa y lo vendieron a traficantes de esclavos provenientes de Egipto. Aquí tenemos a un chico que una vez vivió en la comodidad de su casa, muy honrado por su padre y ahora se ve abandonado y obligado a ser esclavo debido a la crueldad de sus hermanos.
No sé usted pero yo hubiera comenzado a sentir pena de mí misma en ese instante. Me hubiera visto tentada a renunciar a toda esperanza; no obstante, José manejó está montaña un tanto diferente. Él no sucumbió a la tentación de sentir pena de sí mismo y revolcarse en el desánimo. En cambio, se paró firme, aceptó el desafío y llegó a la cima. Es como si hubiera dicho: “Esta es mi situación ahora, así que sacaré el mejor partido posible”. Lo vendieron a un egipcio llamado Potifar y allí él llegó a la cima de su primera montaña. La Biblia describe su ascenso de esta manera:
Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, éste se dio cuenta de que el Señor estaba con José y lo hacía prosperar en todo. José se ganó la confianza de Potifar, y éste lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan sólo se preocupaba por lo que tenía que comer.1
Dios derramó su favor sobre José y bendijo su trabajo, pero considere que José tenía que hacer el trabajo. No se quedó sentado perezosamente esperando que Dios lo hiciera todo por él. Él era responsable y digno de confianza, al punto de que Potifar lo puso a cargo de todo. Él no tenía familia ni amigos que le dieran ánimo y apoyo. No tenía relaciones ni favores de parte de los que tenían autoridad para que lo promovieran. Él tenía a Dios y Dios era su ayuda y su compañero. José hacía su trabajo con excelencia y demostró ser un siervo fiel, y Dios bendijo su trabajo.
Durante su tiempo en la casa de Potifar, aprendió responsabilidades administrativas, contabilidad, logística y adquirió habilidades para dirigir, entre otras lecciones valiosas. Él estaba a cargo tanto de la casa de Potifar como de sus bienes, lo cual resultó ser un buen campo de entrenamiento que lo prepararía para un día dirigir a Egipto. Era una montaña pequeña de preparación para la gran montaña de estar a cargo de todos los almacenes de Egipto; sin embargo, era una montaña en los confines de la esclavitud. Él no escogió esta montaña, pero con la ayuda de Dios pudo escalarla y sacar el mejor provecho de una situación difícil.
Tal vez usted se siente atascada en una situación que parece desesperada o en circunstancias que no parecen estar utilizando todos sus dones y talentos. Preste atención al entrenamiento que Dios le está dando justo donde se encuentra. No trate de apurarlo ni de adelantarse a lo que Él le está enseñando. Dios no malgasta ninguna experiencia en nuestras vidas. Lo que pudiera parecer un error pudiera simplemente ser la situación que Él quiere usar para prepararle para su próximo rol en el liderazgo. Vamos a adquirir el hábito de preguntarnos: “Dios, ¿qué quieres enseñarme aquí?”.
José no solo adquirió habilidades administrativas, sino que aprendió humildad y dependencia de Dios. También creció en integridad. Imagine que usted confía tanto en alguien que puede poner a cargo todo, completamente. ¿Hay alguien así en su vida? Seamos honestas, ese tipo de personas no abunda. José demostró ser fiel en las tareas pequeñas para que pudiera estar a cargo de las más grandes. Sí, él había escalado la amarga montaña de la esclavitud, venció la pérdida de su vida cómoda y de su familia, y se vio en el pináculo, la cima de aquel hogar.
Tristemente hay ocasiones en las que nos caemos de la cima de la montaña, a veces no por culpa nuestra. Caerse de la montaña no significa que es el final. Dios está allí para amortiguar la caída, cuidar de nosotros y volver a situarnos en el camino. José vivió una vida de integridad y honor pero no podemos decir lo mismo de la esposa de Potifar. Ella se sentía atraída por José y trató de seducirlo para que se acostara con ella. Él se negó diciendo: “Mire, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme con usted, que es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?”2
Observe que José reconoció que una acción semejante era pecar contra Dios. Él tenía un temor saludable de Dios, lo cual es el cimiento de la sabiduría. José no solo sabía quién era Dios sino que también quería caminar en obediencia a Él. Un líder piadoso tiene un sentido de la presencia de Dios y reconoce que a fin de cuentas le rinde cuentas a Él. José sabía que él respondía a un llamado superior. Una mujer con un sentido profundo de integridad hace lo correcto incluso cuando nadie la está mirando porque sabe que responde a Dios, no a las personas.
La esposa de Potifar se enojó con José y lo acusó de violación. Lo echaron a la cárcel por un delito que no cometió. ¡Bienvenido a tu próxima montaña, José! Él se vio en la base de la montaña de acusaciones injustas, malentendidos, deshonra, desánimos y encarcelamiento. A estas alturas hubiera sido fácil tirar la toalla, quedarse en el valle, llenarse de ira, odio y vengarse de todas las personas que en su vida le habían hecho daño. Si fuera una película de Hollywood, el personaje de José probablemente hubiera reaccionado con venganza, pero no el hombre de verdad. En cambio, lo vemos ponerse sus botas de alpinismo y comenzar a escalar su próxima montaña.
Lecciones que se aprenden fuera de nuestra zona de comodidad
Hace poco tuve la oportunidad de visitar las oficinas centrales y el seminario de Evangelio para Asia en la India. Las jóvenes del seminario viven una hermosa vida disciplinada y dedicada al Señor. En sus rostros vi un gozo real en el Señor al rendir sus vidas a su servicio. Algo que siempre recordaré son las cabañas de paja que sirven de aulas para los estudiantes. La razón por la que las clases se dan en esas cabañas es para ayudar a los estudiantes a experimentar la sensación que sentirían al ir a las zonas tribales fuera de la comodidad del seminario. Era un recordatorio visual del entorno que enfrentarán en el futuro.3
Al comparar esas cabañas de paja con las aulas cómodas que tenemos en las universidades aquí en los Estados Unidos, creo que yo escogería lo cómodo. ¿Acaso no es así como queremos que sea la vida? “Señor, ayúdame a crecer y ser una gran líder, pero ¿podrías hacerlo en un ambiente agradable, cómodo y feliz, sin ninguna incomodidad ni desafíos?”. Usted sabe tan bien como yo que algunas de las lecciones más importantes ocurren en las “cabañas de paja”. Una vez más, Dios preparó a José para una montaña más alta al llevarlo al aula de la incomodidad.
Es difícil imaginar cómo era una cárcel en el Egipto de 1800 a. C. Voy a suponer que la cárcel de José no era el más agradable de los ambientes, seguro carecía de las comodidades de la casa de Potifar o de la vida que en un tiempo José vivió con su padre. Sin embargo, en su aula-calabozo, Dios estaba con José, le enseñaba y preparaba para un liderazgo superior y para un servicio importante en un nivel más alto. Una vez más, él fue fiel en sus responsabilidades y trabajó con excelencia incluso en las tareas sencillas de la prisión. ¡Él fue fiel en lo poco! Dios le mostró su bondad y le dio éxito una vez más.
Eso es lo que leemos en Génesis:
Pero aun en la cárcel Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.4
¿Qué lecciones adquirió José aquí que no había aprendido en la casa de Potifar? Aquí en la prisión su fe se apuntaló al experimentar al Señor Dios que estaba con él y lo bendecía en medio de este tiempo oscuro. Él adquirió confianza en que, incluso en los valles oscuros, Dios siempre estaría presente y no lo dejaría. Es muy probable que José aprendiera humildad y compasión al alcanzar a otros prisioneros y llegar a ellos al atender sus necesidades. Desarrolló un corazón de siervo. Se volvió ingenioso con lo poco que tenía. Y sobre todo, aprendió paciencia y el valor de esperar en el tiempo del Señor.
Mientras estaba en la prisión, dos de sus compañeros tuvieron sueños desconcertantes. José les dijo: “¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? . . . ¿Por qué no me cuentan lo que soñaron?”.5 Observe su sencilla dependencia de Dios. El enfoque de José estaba en Dios, y él confiaba en lo que Dios podía hacer. Una vez que José interpretó los sueños, uno de los prisioneros fue liberado y enviado de regreso a su puesto con el faraón de Egipto. José le pidió al prisionero que lo recordara cuando regresara a su posición en la corte real, pero el prisionero liberado se olvidó. Qué oportunidad para José de depender de Dios y no de los hombres, y para esperar en el tiempo perfecto de Dios.
El plan de Dios es lo mejor
Con el ti...

Índice

  1. Portada
  2. Título de la Página
  3. Copyright Página
  4. Contenido
  5. Nunca subestime el poder de la influencia de una mujer
  6. Capítulo 1: Afrontar el reto
  7. Capítulo 2: Cambie su enfoque
  8. Capítulo 3: Avance con valentía
  9. Capítulo 4: Corra riesgos calculados
  10. Capítulo 5: Aprenda de sus errores
  11. Capítulo 6: Inspire pasión
  12. Capítulo 7: Escoja lo difícil
  13. Capítulo 8: Sepa dónde buscar ayuda
  14. Ocho pasos para un liderazgo eficaz
  15. Lecturas recomendadas para líderes
  16. Notas
  17. Sobre la autora