Alejandra. La toma de Ilión. El rapto de Helena.
  1. 310 páginas
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Este volumen incluye tres reelaboraciones egipcias, cultas y literarias, de los tradicionales y épicos hechos de la guerra de Troya, cuyo permanente atractivo queda una vez más demostrado.El presente volumen reúne tres piezas épicas, dos de ellas tardías, de cuando este género ya no pertenecía a la cultura viva y oral, sino a una ya antigua tradición literaria en que autores eruditos recreaban asuntos y temas de la epopeya como ejercicio retórico. El hilo conductor que las vincula es la referencia a la guerra de Troya, materia inagotable a lo largo de los siglos. Los tres autores de los poemas nacieron en Egipto.La primera de ellas, Alejandra, es obra del poeta y filólogo alejandrino Licofrón (siglo III a.C.). Largo monólogo entre épico y lírico, es una narración mitológica, repleta de simbolismos, enigmas y nombres propios enmascarados por alusiones eruditas. Se trata de un poema famoso en el que el esclavo encargado de vigilar a Alejandra (es decir, Casandra) informa de las profecías de ésta a su padre Príamo, rey de Troya: destrucción de la ciudad y crimen de Áyax, retorno y destino de los griegos... De Trifiodoro (siglo III o IV d.C.), poeta épico griego nacido en Egipto, conservamos sólo La toma de Ilión, breve poema de 691 versos, reelaboración del relato sobre la guerra de Troya. Por último, El rapto de Helena, de Coluto, poeta épico oriundo de Egipto, de principios del siglo VI d.C., es un epilio de 392 versos que atribuye el origen de la guerra de Troya a una querella surgida, en las bodas de Tetis y Peleo, entre las diosas Hera, Atenea y Afrodita, ligada a la seducción de Helena por Paris.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424931254
LICOFRÓN
ALEJANDRA
INTRODUCCIÓN
1.
Testimonios
Los testimonios sobre Licofrón son muy escasos: pueden hallarse, junto con sus también exiguos fragmentos trágicos, en la colección de B. Snell (Tragicorum Graecorum Fragmenta , I, Gotinga, 1971, págs. 273-278, núm. 100) y en lo recopilado por M. Gigante en las págs. 371-379 de la reimpresión de la traducción y comentario de E. Ciaceri a que varias veces nos referiremos. El más importante, dentro de su brevedad, es el correspondiente artículo del léxico Suda , que nos lo presenta como natural de Cálcide, ciudad de la isla de Eubea. Su padre fue Socles, pero también se le menciona como hijo adoptivo del historiador Lico de Regio 1 , autor, entre otras cosas, de historias de Libia y Sicilia que, sin duda, fueron útiles al futuro poeta. El léxico lo describe como gramático, es decir, filólogo, y como uno de los siete autores de tragedias que, hacia el año 285 2 , constituían en Alejandría la llamada Pléyade (tratada no sólo en los manuales corrientes, sino también, por ejemplo, en la obra de P. M. Fraser, Ptolemaic Alexandria , I, Oxford, 1972, págs. 619-621). Termina el Suda anotando que Licofrón escribió la Alejandra , a la que denomina «el poema oscuro» por antonomasia.
Juan Tzetzes, el autor del comentario paralelo a que tanto nos referiremos, en su tratado Sobre la comedia (I 19) agrega que Ptolemeo II Filadelfo, que reinó en Egipto entre el 285 y el 246, encargó a Licofrón la ordenación y edición de los manuscritos cómicos de la biblioteca alejandrina, así como al también autor trágico y epigramatista Alejandro el Etolo la de las tragedias. Si terminó esta labor, es de suponer que estuviera trabajando en Alejandría hasta bastante después del 280; y toda esta combinación de fechas indicaría un nacimiento no posterior al 310 3 . Otro pormenor verosímil es que nuestro poeta, autor, como veremos, de una dilatada obra teatral y crítica, no debió de morir muy joven. Ovidio (Ibis 531-532) dice, en versos muy repetidos: utque cothurnatum cecidisse Lycophrona narrant, / haereat in fibris fixa sagitta tuis , lo que significaría, si los antiguos no fueran tan aficionados a inventar finales extraños para las vidas de los escritores, la muerte causada por un dardo, aunque no precisamente (el adjetivo se limitaría a indicar obras compuestas para el teatro) que, de un modo novelesco, nuestro autor pereció actuando en un escenario, tal vez —podríamos fantasear inconteniblemente— a manos de algún miembro descontento del público (como lo hacen los escoliastas de Ovidio: el espectador estaba irritado porque el trágico presentaba en escena a personajes desnudos; o porque sus obras criticaban a los príncipes; o, sencillamente, porque Licofrón era enemigo suyo).
El propio Juan Tzetzes (Chil . VIII 204) vuelve a situarlo como coetáneo de Filadelfo, y Antígono de Caristo (en Dióg. Laerc., II 133) afirma que Licofrón fue amistosamente acogido por otro ciudadano de Eubea, el filósofo Menedemo de Eretria. Como sabemos que éste se trasladó en el 278 a la corte de Antígono II Gonatas, rey de Macedonia entre 283 y 239, un tal hecho indicaría relación con aquel país; pero además parece (cf., sin embargo, infra ) que Licofrón fue autor de la tragedia histórica Los Casandreos , relacionada con los azarosos sucesos que a lo largo de varios decenios se desarrollaron en Casandrea, ciudad fundada en 316 sobre el lugar de la antigua Potidea por Casandro, rey entre 305 y 297: retirada a Casandrea en 288 de Demetrio Poliorcetes, que había perdido el trono ante Pirro, y suicidio, con tal motivo, de su esposa Fila, hija de Antípatro; matanza allí, en 280, de los hijos pequeños de Arsínoe, hija de Ptolemeo I Soter y viuda de Lisímaco, por obra de Ptolemeo Cerauno, hermanastro de la propia reina con quien ésta acababa de casar, como consecuencia de lo cual ella abandonó a su marido, que había de morir en 279, y pasó a Egipto, donde contrajo nupcias incestuosas con su hermano Filadelfo; tiranía en la ciudad de Apolodoro entre 279 y 276; liberación gracias a Gonatas, posiblemente celebrado en la obra 4 .
En todo caso, volviendo a Menedemo (que, por lo demás, pudo tratar a Licofrón en Eubea), los frs. 2-4 Sn. corresponden a un drama satírico así llamado 5 en que no habría burla del filósofo, como asegura Ateneo (55 d ), sino elogio de él en tono humorístico (Sileno se queja a los Sátiros del coro de la sobriedad de los banquetes dados por Menedemo, en que son tan malos los alimentos como abundantes las discusiones filosóficas hasta el amanecer). Terminaremos con este tema mencionando los dos artículos publicados por Ch. Picard en 1950 y 1951 acerca de dos copas de plata del siglo III conservadas en París que presentan a los escritores Arato, Menedemo y Teócrito junto con sendas Musas y al lado de Licofrón con Casandra, lo cual situaría aún mejor a nuestro poeta en los inicios de dicho siglo.
2.
Obras de Licofrón
Volvemos a Juan Tzetzes, que, en su comentario, manifiesta extravagantemente que las tragedias que escribió son 46 o 64. El Suda cita veinte, entre ellas dos con el título común de Édipo , pero no Menedemo , y añade que Nauplio fue objeto de una revisión 6 . Los suplicantes, Los Casandreos, Los Maratonios, Los Pelópidas y Los aliados , con sus títulos en plural, indican que se trata de obras con coro; Los Casandreos, Los Maratonios, El huérfano y Los aliados parecen, de acuerdo con la moda del momento, versar sobre temas no mitológicos y la segunda de ellas pudiera ser tan histórica como la primera, de cuya existencia, por lo demás, dudamos como luego se verá; Elefenor, Heracles, Nauplio y Telégono tendrían argumentos extraídos de temas, según se puede comprobar en nuestro índice, predilectos de Licofrón; y, en fin, el único fragmento conservado textualmente aparte de los de Menedemo , el 5 Sn., de Los Pelópidas , contiene una banal reflexión, evidentemente tomada a Eurípides (...

Índice

  1. Anteportada
  2. Portada
  3. Página de derechos de autor
  4. LICOFRÓN ALEJANDRA
  5. TRIFIODORO LA TOMA DE ILIÓN
  6. COLUTO EL RAPTO DE HELENA
  7. Índice