El despertar y el exilio
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El despertar y el exilio

Enseñanzas psicoanalí­ticas sobre la adolescencia

  1. 288 páginas
  2. Spanish
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El despertar y el exilio

Enseñanzas psicoanalí­ticas sobre la adolescencia

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Sin aportar respuestas formateadas, este libro propone apoyarse en una implicación del psicoanalista, y junto al esclarecimiento de otras disciplinas, para no tratar la cuestión de los adolescentes desde fuera de la manera como cada uno cree encontrar una lengua.Cuando una sociedad está en crisis, las maneras de ser de los adolescentes aparecen a menudo como lo más avanzado de los cuestionamientos de esa sociedad. El adolescente puede convertirse en el lugar de referencia de una cuestión histórica: la del encuentro factual entre pasado y futuro, entre herencia y devenir. Hannah Arendt lo había ya señalado: en cada generación, la manera que tiene la sociedad de valorar el elemento de novedad se revela en la acogida que reserva a la adolescencia.La clínica psicoanalítica con los adolescentes demuestra que el movimiento inherente al fenómeno de la adolescencia no es más que sexual y pulsional. A su vez, interroga, a partir de la relación con la lengua común, cómo debe encontrar cada uno su lugar en un discurso que haga vínculo social.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2018
ISBN
9788424938208
Categoría
Psicología
Categoría
Psicoanálisis

ADDENDA 1

APREMIADO YO POR ENCONTRAR EL LUGAR

Y LA FÓRMULA

El título de esta conferencia1 era «El despertar y el exilio en el adolescente», y como subtítulo la frase de Arthur Rimbaud con la que termina su poesía «Vagabundos»: «apremiado yo por encontrar el lugar y la fórmula».2 En efecto, la adolescencia, lo sabemos desde Victor Hugo, es «la más delicada de las transiciones» en el corazón de la cual, para un sujeto, y por el hecho del reajuste de lo que Freud llamó la libido, o sea, el órgano que le hace vivir y desear, surge para él, de manera inédita, la revelación de su cuerpo.
A partir de la obra de teatro de Frank Wedekind, El despertar de la primavera, Freud y Lacan supieron hacer valer cómo el despertar de lo sexual empuja a ciertos adolescentes, en nombre de lo que Rimbaud llamaba «la verdadera vida»,3 a rechazar aquello que los sostenía hasta entonces. De manera lógica, algunos adolescentes rechazan, en efecto, los ideales del Otro, para inventar lo que Rimbaud nombraba el nuevo amor: «El amor está por reinventarse».4
Querido maestro,
Estamos en los meses del amor; tengo casi diecisiete años. La edad de las esperanzas y de las quimeras, como se dice —y he ahí donde me encuentro, un niño tocado por el dedo de la Musa—, perdón si es esto banal, el hecho de decir mis buenas creencias, mis experiencias, mis Sensaciones, todas estas cosas de los poetas —yo llamo esto primavera [...]».5 Así, cuando Rimbaud coge su pluma, aporta un testimonio inédito de lo que es la cuestión de la adolescencia, escribiendo que es la edad de las esperanzas, pero también de las quimeras.
CADA UNO SU QUIMERA
Intentemos explicar, gracias a Charles Baudelaire, esta quimera.
«Cada uno de ellos cargaba sobre sus espaldas una enorme quimera, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o el correaje de un infante romano. Pero la monstruosa bestia no era un peso inerte; por el contrario, envolvía y oprimía al hombre con sus músculos elásticos y poderosos. Enganchándose con sus dos vastas garras al pecho de su montura; su fabulosa cabeza sobresalía por encima de la frente del hombre, como uno de esos horribles cascos con los que los guerreros antiguos esperaban incrementar el terror del enemigo. Interrogué a uno de estos hombres y le pregunté dónde iban de aquel modo. Me respondió que ni él ni los demás sabían nada, pero que, evidentemente, iban a algún sitio, pues eran impelidos por una invencible necesidad de andar. Cosa cusiosa de observar: ninguno de los semblantes de los viajeros mostraba irritación contra la bestia colgada de su cuello y pegada a su espalda; hubiérase dicho que la consideraban como formando parte de sí mismos».6
Podemos ver cómo el poeta, tal y como lo dice Lacan con Freud, se anticipa al psicoanalista, pues «en su materia, el artista siempre le lleva la delantera, y no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino».7 La Quimera del poeta es una bella ilustración de lo que Lacan promovió como causa de goce, distinta de la causa verdad que es el inconsciente freudiano. Lacan reactualiza el concepto de libido de Freud haciendo de ella un órgano fuera-del-cuerpo, simbolizando la parte de goce que resta como extranjera en el cuerpo que se significantiza, en el cuerpo que habla, pero que, como lo dice Baudelaire, permanece allí aferrada como formando parte de él. Con el objetivo de hacernos entender mejor esta causa goce, Jacques-Alain Miller hizo referencia al hecho de que hay en el cuerpo humano una «sustancia», un funcionamiento, «algo que va» y que no es fugitivo como el deseo,8 lo que queda perfectamente ilustrado en el poema de Baudelaire a través de este hombre que es empujado por una invencible necesidad de caminar sin saber adónde va, igual que el adolescente se siente empujado a errar sin Otro fijo. Esta causa es, por tanto, sustancial, situada a distancia del colectivo y del ideal; está anudada al cuerpo de cada uno, a su singular quimera.
En la edad de la pubertad, el cuerpo se transforma y, ante la irrupción de lo desconocido, el discurso flaquea. Frente a este real, el sujeto no dispone de ninguna respuesta previamente preparada y debe inventar su respuesta singular en lo que respecta al Otro sexo.
Este momento de encuentro con lo que resulta ser la quimera de cada uno es el momento en que para todo sujeto se revela la cuestión de su singularidad, puesto que debe escoger un amor. Debe entrar en una lógica en que el amor que profesaba por sus padres va a declinarse. Momento de pasaje en que el ser humano debe operar una desconexión entre el ser que era como niño y el ser que va a devenir como hombre o mujer. Debe escoger un objeto de amor por fuera del círculo familiar, lo que implica a menudo la dimensión de un acto que modifica radicalmente la naturaleza del vínculo que había podido establecer con el Otro hasta ese momento, y también con su propio cuerpo.
En nuestra época, esta dimensión del acto toma seguramente con más fuerza la forma de una provocación lenguajera. En efecto, nos damos cuenta de que los adolescentes de hoy son cada vez más provocadores en su manera de hablar. Esta conjunción entre la cuestión del acto y la cuestión de la provocación lenguajera les empuja a una cierta dimensión de la prisa, pero también a una forma de puesta en escena de su vida que, algunas veces, puede conducir a cosas más o menos dramáticas.
Para ellos, se encuentra, en estos momentos, puesto en juego de manera vital la cuestión de la verdad de su ser, con la reivindicación de gozar de su vida y de su pensamiento como ellos lo entienden. Empujados por esta cosa que Freud nombró pulsión, es decir, un cierto real en nombre del cual se sienten más auténticos, estos adolescentes pueden llegar hasta a hacer un acto reivindicativo, a entrar en la prueba de un acto que implique la dimensión de una causalidad psíquica que se les escapa. Este acto que transforma sus vidas compromete su responsabilidad en el sentido en que tendrán que responder de su elección. Hay que saber que es esto lo que sirve justamente de salida a un cierto impasse en la relación con el Otro con el que estaban habituados. «El despertar de la primavera» conduce, entonces, a algunos al desasosiego. Éste es el objeto de la obra de Musil: Las tribulaciones del estudiante Törless.9 El adolescente debe tomar posición en la lengua, tomar posición en su vida para hacer escuchar lo que le exilia de la patria de la infancia.
«Tomar posición»10 es la expresión reveladora utilizada por una chica de la película L’Esquive, que reivindica con fuerza su estilo de vida lenguajera, cuando se le pregunta la razón de esta manera de hablar, inaudible para quien no conoce el código: «Pues bien, es para tomar posición».
En respuesta a lo que se despierta en ellos, algunos adolescentes confrontados a un imposible de decir entran en lógicas de cortocircuito del Otro y no apuestan con más fuerza por el Otro por el hecho de querer hablarle. La palabra del Otro se les aparece como difícil de manejar, demasiado lenta, demasiado pausada, demasiado castradora. Así, este cortocircuito del Otro puede parecerles una verdadera posición de supervivencia que, sin embargo, les conduce también a un cierto exilio, sentimiento muy importante en la adolescencia. Lacan precisa que no hay mejor término que Exilio para expresar la no relación sexual,11 es decir, el encuentro con la sexualidad que revela siempre un agujero en el saber,12 lugar de una cierta verdad, de la que Lacan dará la fórmula: «No hay relación sexual». Entre el hombre y la mujer, no hay, en efecto, relación instintiva como en los animales, pues todo esto está perturbado por la presencia del lenguaje.
Es entonces este momento de encuentro con la sexualidad, lugar de lo inefable que lo implica en el corazón de su ser, lo que sitúa bien los «sufrimientos modernos»13 del adolescente, modernos en el sentido en que encuentra allí algo nuevo.
LOS «SUFRIMIENTOS MODERNOS»
Arthur Rimbaud es quien mejor captó esta cuestión del exilio en el adolescente, encarnando este adolescente siempre moderno, siempre apremiado, del que Verlaine decía: «Es el hombre apresurado a los pies del viento».
Él no se tomaba su tiempo, vivía con una intensidad máxima y reaccionaba con la voluntad de llegar a lo desconocido mediante «el desarreglo de todos los sentidos».14 Fiel a sus impulsiones y a sus pensamientos, abrió el campo del culto a la personalidad y quemó su vida en el infierno del sol siempre apresurado, buscando hasta en Abyssinie la fórmula de su vida.
Su obra explica esta famosa prisa como una de las condiciones de la vida de algunos adolescentes que buscan estar siempre presentes para ellos mismos, para lo que les pasa, para las sensaciones y los pensamientos que habitan su ser.
Señalemos que así, anudando hábil y poéticamente el lenguaje con el goce, Rimbaud nos enseña que el ser humano puede querer gozar de su palabra y de su pensamiento, no siendo entonces el lenguaje más que lo que mata la cosa —tal como lo avanzaba Lacan al inicio de su enseñanza.
Con su célebre fórmula «Es falso decir: yo pienso: debería decirse se me piensa. Perdón por el juego de palabras. Yo es otro»,15 Rimbaud muestra a cielo abierto el hecho de que el sujeto puede estar sometido a pensamientos desprovistos de un yo pienso. Es lo que Lacan aclarará más tarde mostrando que el pensamiento está del lado del lugar del inconsciente —lugar de un cierto goce—, «se me piensa», representando el lugar de «la prueba de la sensación múltiple».
De este modo, Rimband se adelanta a Lacan: «¿Cómo es posible que todos nosotros no oigamos más que palabras de las que dependemos y que nos son, en cierto modo, impuestas?».16
Rimbaud encuentra entonces la salida por «un esfuerzo de poesía», y la de un viaje para alcanzar un lugar de reposo para sus pensamientos: «He tenido que viajar, distraer los encantamientos ensamblados en mi cerebro».17
El libro de Alain Borer, publicado con ocasión del centenario de Arthur Rimbaud, Œuvre-vie,18 que retoma todos los escritos desde su cronología, desde los primeros textos en lengua latina hasta las cartas que escribía cuando era traficante de armas, es aquí nuestra obra de referencia.
Se podría decir que, cuando Rimbaud habla de sus sufrimientos modernos, éstos conciernen a los sufrimientos particulares al tiempo de la adolescencia, ya que se deducen del tiempo de la contingencia de esto pulsional nuevo que surge. El adolescente será siempre moderno por tener que inscribir en la gramática del tiempo presente, y por tener que convertir en algo presente, esto que surge en él, lo que, siguiendo al poeta, puede provocar sufrimiento, incluso «sufrimiento raro».19
El adolescente Rimbaud incomoda todavía a los jóvenes de hoy, la prueba es el libro de Faïza Guène, Kiffe-kiffe demain,20 en el que ella da testimonio de la manera en...

Índice

  1. PREFACIO MODIFICAR EL USO DEL SUJETO
  2. INTRODUCCIÓN
  3. I. LA MÁS DELICADA DE LAS TRANSICIONES
  4. II. EL DESPERTAR Y EL EXILIO
  5. III. TRADUCCIONES E INVENCIONES
  6. ADDENDA 1. APREMIADO YO POR ENCONTRAR EL LUGAR Y LA FÓRMULA
  7. ADDENDA 2. HACER SUS CLASES EN LA ESCUELA
  8. ADDENDA 3. LA AUTORIDAD DE LA LENGUA O LA AUTORIDAD PUESTA EN TENSIÓN POR LA SUBVERSIÓN CREADORA
  9. ADDENDA 4
  10. BIBLIOGRAFÍA
  11. NOTAS