Biblioteca histórica. Libros XVIII-XX
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En las páginas de estos tres libros predominan los relatos de batallas y asedios, con concisas descripciones de contingentes militares y maquinaria de guerra y las historias de traiciones e intrigas palaciegas. Diodoro introduce algunas pertinentes digresiones sobre la geografía y las costumbres de los distintos pueblos implicados en las guerras de los diádocos; todo ello, explicado con un estilo claro y sencillo, propio de una obra que pretendía ser una enciclopedia de historia universal.En estos libros, Diodoro de Sicilia trata los conflictivos años en los que los sucesores de Alejandro Magno, tras la inesperada muerte de éste en Babilonia (323 a.C.), se disputaron el poder supremo, llegando su relato hasta poco antes de la batalla definitiva en Ipso (301 a.C.) que dio lugar a la disolución irrevocable del imperio alejandrino. Pero también nuestro autor dedica muchos capítulos al increíble destino de Agatocles de Siracusa, el hijo de un simple alfarero que llegó a dominar Sicilia y liderar una temeraria campaña contra Cartago, y también proporciona algunas noticias sobre la expansión romana en Italia y la Segunda Guerra Samnita.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424937737
LIBRO XIX

SINOPSIS

1. Acerca de las mañas de las que se sirvió Agatocles para convertirse en tirano de Siracusa.
2. De cómo los exiliados de Crotona murieron en su totalidad en una campaña militar contra su propia patria.
3. El retorno de Olimpia y del hijo de Alejandro al reino.
4. Prisión y muerte de los reyes Filipo y Eurídice.
5. De cómo Eumenes, yendo en compañía los argiráspidas, se dirigió a las satrapías superiores y reunió a todos los sátrapas y sus ejércitos en Persia.
6. De cómo Átalo y Polemón fueron capturados y murieron junto a aquellos que formaron parte del complot contra la guardia.
7. De cómo Antígono, mientras perseguía a Eumenes, fue derrotado junto al río Coprates.
8. De cómo se puso en marcha hacia Media y en el camino perdió a muchos de sus soldados.
9. La lucha de Antígono contra Eumenes y los sátrapas en la Paretacene.
10. Retirada de Antígono con su ejército para los cuarteles de invierno en Media.
11. Invasión de Macedonia por parte de Casandro y asedio de Olimpia en Pidna.
12. De cómo Eumenes atacó a Antígono cuando iba atravesando el desierto.
13. La marcha de Antígono por el desierto contra sus enemigos y el ataque contra los elefantes en los cuarteles de invierno.
14. De cómo tras la batalla Antígono se hizo dueño de todo el ejército que se le había opuesto.
15. De cómo aniquiló a Eumenes y al resto de los sátrapas que se le habían declarado sus enemigos.
16. De la inundación que asoló Rodas y de las subsiguientes desgracias que acaecieron a los rodios.
17. De la muerte de Pitón por Antígono y de la ejecución de los que le habían opuesto resistencia en Media.
18. De la captura de Olimpia y la muerte de esta a manos de Casandro.
19. De cómo Casandro se casó con Tesalónica, la hija de Filipo, el hijo de Amintas, y fundó una ciudad con su mismo nombre en Palene.
20. De cómo Poliperconte, al enterarse de la suerte de los reyes, huyó a Etolia.
21. De cómo Casandro repobló la ciudad de Tebas, que había sido destruida por Alejandro.
22. Acerca de lo que le había ocurrido a la ciudad de Tebas en el pasado y cuántas veces la ciudad ha sido destruida.
23. De lo que le sucedió a Casandro en el Peloponeso.
24. Marcha de Antígono y su ejército por mar y de la huida de Seleuco al Egipto de Ptolomeo.
25. Alianza de Ptolomeo, Seleuco y Casandro, además de Lisímaco para hacerle la guerra a Antígono.
26. De cómo Antígono construyó muchas naves y envió generales a Grecia y al Helesponto.
27. De cómo se alió con Alejandro, el hijo de Poliperconte, y asedió Tiro y cómo Alejandro se pasó al bando de Casandro.
28. De cómo Policleto, el almirante de Ptolomeo, venció a los generales de Antígono tanto por tierra como por mar.
29. Acerca de la campaña de Agatocles a Mesenia y de la paz firmada con la intercesión de los cartagineses.
30. La revuelta de Nuceria contra los romanos.
31. Las operaciones de los generales de Antígono y Casandro en Grecia.
32. Campaña de Casandro en Etolia y la región cercana al Adriático.
33. La captura en Caria por parte del ejército enviado por Casandro; de cómo los exiliados siracusanos, después de persuadir al pueblo de Agrigento a que luchasen contra Agatocles, buscaron en Lacedemonia un general, Acrotato.
34. De cómo Acrotato aceptó ser general y gobernó como un tirano; y cómo los acragantinos firmaron la paz con el dinasta Agatocles.
35. Operaciones romanas contra los yápiges.
36. La revuelta de los de Callantia contra Lisímaco y qué pasó a aquellos que fueron enviados en su ayuda por Antígono.
37. De cómo Filipo, al que Casandro había enviado como general a Etolia, venció al mismo tiempo a los pueblos de Etolia y Epiro.
38. De cómo los romanos vencieron a los samnitas en batalla, y poco después a los campanos que se habían sublevado.
39. De cómo Antígono envió a Ptolomeo como general con un ejército para liberar a los griegos y sobre sus operaciones en Grecia.
40. La batalla entre Demetrio y Ptolomeo y la victoria de este último.
41. La deserción de Telesforo, general de Antígono.
42. Las operaciones de Casandro en el Epiro y en el Adriático.
43. De cómo Seleuco recibió una pequeña fuerza de Ptolomeo, obtuvo el control de Babilonia y recuperó la satrapía que antes había poseído.
44. De cómo Antígono tomó Celesiria sin batalla, y cómo envió un ejército a Arabia.
45. Acerca de las costumbres de las tribus árabes.
46. Acerca del llamado mar Muerto.
47. De cómo Antígono envió a su hijo Demetrio con el ejército a Babilonia.
48. Sobre las operaciones de romanos y samnitas.
49. De cómo Agatocles engañó a los mesinos y se hizo dueño de su ciudad.
50. De cómo mató a los de Mesina, a los tauromenios y a los centoripianos que se le opusieron.
51. De cómo Agatocles venció a Dinócrates y a los exilados en Galeria.
52. La muerte de Roxana y del rey Alejandro.
53. Las operaciones de los romanos en Italia.
54. Sobre el naufragio que sufrieron los cartagineses.
55. De cómo los cartagineses vencieron a Agatocles en una batalla en Hímera y lo sitiaron en Siracusa.

LIBRO XIX

Un antiguo dicho sostiene que no es cualquier persona, sino [1] los que destacan por sus cualidades extraordinarias los que acaban con las democracias. Por esa razón, algunas ciudades, al sospechar de algunos de sus prominentes políticos, reprimieron la exhibición de su poder. En efecto, parece que solo media un [2] paso entre la permanencia en el poder y la reducción de su patria a la esclavitud, y les resulta difícil evitar la tentación de la monarquía a los que aspiran a alzarse con el poder absoluto. Es [3] natural que alberguen ambiciones aquellos que con aires de grandeza arden en deseos de gobernar. Así, los atenienses, por esta causa, a sus más destacados ciudadanos los condenaron al exilio, instituyendo lo que entre ellos se denomina ostracismo1. Y esto lo hicieron no para que con ello recibieran un castigo por los crímenes cometidos, sino para que los que fueran lo suficientemente poderosos para saltarse la ley no perjudicaran a su [4] patria. Así, en efecto, como si de un oráculo se tratara, se recordaban las palabras de Solón, en las que preveía la tiranía de Pisístrato con el siguiente poema:
La ciudad se arruina por sus grandes hombres y a la tiranía sucumbe el pueblo, esclavo en su ignorancia2.
[5] Más que en ningún otro sitio, esta tendencia hacia el poder absoluto prevaleció en Sicilia, incluso hasta que los romanos dominaron esta isla. Las ciudades, engañadas por manejos demagógicos, llegaron al punto de hacer fuertes a los débiles, hasta que estos se convirtieron en dueños y señores de los que habían [6] engañado. El tirano más extraordinario en Siracusa fue precisamente Agatocles, pues, aun siendo de origen humilde, no solo hundió a los siracusanos en una terrible desgracia, sino a [7] toda Sicilia y Libia3. Aunque al principio, obligado por una vida sin rumbo, pobre y sin recursos, se había dedicado a la alfarería, llegó a ejercer su poder con tal crueldad que esclavizó a la más grande y hermosa de todas las islas, y por un cierto tiempo dominó la mayor parte del Libia y una buena parte de Italia, [8] y sembró de dolor y muerte las ciudades de Sicilia. Sin duda, ninguno de los anteriores tiranos había llegado hasta tal punto en el ejercicio de su crueldad para con sus súbditos, porque a los hombres particulares los solía castigar acabando con toda su familia y saldaba sus cuentas con las ciudades ejecutando a los jóvenes; y por unos pocos que hubieran delinquido, obligaba a una gran mayoría, aunque no hubieran cometido ningún crimen, a compartir la misma desgracia; incluso llegaba a condenar a muerte a ciudades enteras4.
Sin embargo, dado que este libro trata de otros asuntos aparte [9] de la tiranía de Agatocles, haremos unos preliminares acerca de los sucesos que continúan a los ya narrados, empezando por los sucesos internos que anteceden cronológicamente en nuestro escrito. En los dieciocho libros anteriores hemos tratado los [10] sucesos ocurridos desde la más remota antigüedad en las diversas regiones del mundo conocido en la medida en que hemos podido, hasta justamente el año anterior a la tiranía de Agatocles, es decir, el año 866 después de la caída de Troya. En el presente libro, en el que comenzaremos con la historia de este dinasta, trataremos de lo que sucedió hasta la batalla de Hímera en la que Agatocles se enfrentó con los cartagineses, en un período de unos siete años.
En el arcontado en Atenas de Demógenes, Lucio Plotio y [2] Manio Fulvio fueron elegidos cónsules5. En ese año Agatocles se convirtió en el tirano de Siracusa. Para que quede más claro el orden de los acontecimientos, vamos a proceder a dar unos breves apuntes acerca de los antecedentes vitales de este dictador.
Carcino de Reggio6, tras ser expulsado de su patria, se instalό [2] en Terma7, en Sicilia, una ciudad que había sido fundada por los cartagineses. Se amancebó con una nativa a la que dejó embarazada [3] y empezó a tener frecuentes pesadillas. Encontrándose, por ello, angustiado por la gestación del niño, encargó a unos cartagineses que habían sido enviados al oráculo de Delfos que preguntaran al dios8 acerca del niño que iba a nacer. Estos llevaron a cabo el recado de manera escrupulosa y recibieron en respuesta un oráculo que les decía que el niño que iba a nacer acarrearía las más terribles desgracias para los cartagineses [4] y para toda Sicilia. Al enterarse de aquello, aterrorizado expuso a su hijo en un lugar público9 y encargó a unos hombres que lo vigilaran hasta que se hubiera muerto. Pero pasaron unos cuantos días, el niño aún no estaba muerto y los que estaban de [5] guardia estaban ya holgazaneando. En ese momento la madre acudió de noche, a escondidas, y se llevó al niño, pero no lo metió en su propia casa, temerosa de su marido, sino a la de su hermano Heráclidas y le pusieron el nombre de Agatocles, el [6] mismo que había tenido el padre de ella. Criado en la casa del hermano, el niño creció hasta convertirse en un joven bien parecido, de una imponente y sana figura que destacaba entre los de su misma edad. Con tal solo siete años, Carcino, que había sido invitado por Heráclidas a la casa de este para realizar un sacrificio, al ver al joven mientras jugaba con los chicos de su edad, se quedó admirado de su gallardía y su fuerza. Entonces, la mujer comentó que el niño al que habían expuesto habría sido de la misma edad, si se le hubiera criado, y Carcino dijo que se arrepentía de lo que había hecho y se puso a llorar sin freno. Entonces la mujer, al observar la reacción de su marido, [7] pensó que estaba en sintonía con lo que ella había hecho y le reveló toda la verdad. Él acogió sus palabras con regocijo y abrazó a su hijo, pero por miedo a los cartagineses se mudó para siempre a Siracusa con toda la familia10. Como era pobre, le enseñó a Agatocles el oficio de alfarero desde su más tierna infancia.
En ese momento, Timoleón de Corinto acababa de vencer [8] en la batalla de Cremiso11 a los cartagineses y concedió la ciudadanía a todos los siracusanos que así lo desearan. Carcino y Agatocles fueron así inscritos como ciudadanos. Carcino murió poco después. La madre colocó una imagen en piedra de su hijo [9] en cierto recinto sagrado. En esa imagen se posó un enjambre de abejas que construyeron su panal en los flancos. Cuando comunicó este prodigio a los consagrados a este oficio, todos profetizaron que el hijo llegaría a lo más alto cuando estuviera en la flor de la vida, y esta profecía se cumplió.
Damas, uno de los notables de la ciudad, se enamoró en Siracusa [3] del joven Agatocles y como financiaba esplendorosamente todos sus caprichos, fue el responsable de que amasara una inmensa fortuna12; y cuando Damas fue elegido estratego en una campaña contra Agrigento13, ya que uno de los capitanes [2] había muerto, llamó a Agatocles para que ocupara su lugar. Incluso antes de la campaña militar, se había convertido en alguien respetable por el tamaño de su armadura, ya que, en las revistas de tropa, estaba acostumbrado a llevar una panoplia de tal envergadura que nadie más era capaz de usarlo por el peso de las armas. Y esa fama se vio incrementada cuando fue nombrado capitán, pues era un temerario amante del riesgo, arrojado en las batallas, atrevido y presto a arengar a sus hombres. Así pues, cuando Damas murió de una enfermedad y le dejó toda su fortuna a su viuda, Agatocles la tomó por esposa y se convirtió en uno de los más ricos de la ciudad.
[3] Después de esto, los siracusanos enviaron una poderosa armada en ayuda de los crotoniatas que estaban asediados por los brucios14, de la que era general junto con otros Antandro15, el hermano de Agatocles, pero ostentaban el cargo de comandantes supremos Heráclidas y Sóstrato, hombres que habían pasado toda su vida entre conspiraciones, asesinatos y otros impíos crímenes sobre los cuales trata detalladamente el libro anterior a [4] este16. Iba Agatocles con ellos en el ejército, puesto en el cargo de capitán por aclamación popular; y en un primer momento había sido distinguido por su valor en la lucha contra los bárbaros, pero Sóstrato le había arrebatado esa honra por envidia. Por esta [5] razón estaba do...

Índice

  1. Anteportada
  2. Portada
  3. Página de derechos de autor
  4. Introducción
  5. Bibliografía
  6. Libro XVIII
  7. Libro XIX
  8. Libro XX
  9. Índice General