Discursos VIII
  1. 512 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La lectura de estos discursos es una nueva oportunidad de dejarnos llevar por la poderosa palabra de Cicerón.Los discursos de Cicerón reunidos en este volumen ayudan a completar la obra y la imagen del gran orador romano y del complejo entramado histórico, legal, político y personal que le tocó vivir.La lectura de estos discursos es una nueva oportunidad de dejarnos llevar por la poderosa palabra de Cicerón.La figura de Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C) constituye, sin lugar a dudas, una de las más relevantes de cuantas nos haya legado la Antigüedad clásica. Nacido en el seno de una familia perteneciente a la nobleza de Arpino, recibió una formación completa en Grecia y Roma que, combinada con su inusual capacidad oratoria y un brillante dominio del lenguaje, le llevó a ser un político republicano prominente, el más destacado abogado de su tiempo, un reputado pensador y un escritor que es el paradigma de la perfección de la lengua latina. Marco Tulio Cicerón es el escritor romano de época clásica del que mayor cantidad de escritos se han podido leer en los veinte largos siglos que han seguido a su muerte.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Discursos VIII de Cicerón, Elena Cuadrado Ramos, Juan Lorenzo Lorenzo en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literature y Ancient & Classical Literary Collections. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424937706

CONTRA LUCIO CALPURNIO PISÓN

INTRODUCCIÓN

Lucio Calpurnio Pisón Cesonino, nació circa 101 y murió después del 43; nació en una familia que había dado a Roma dos cónsules, ya que es muy posible que su bisabuelo fuera el Pisón que llegó a ser cónsul en el 148 y su abuelo alcanzó el mismo rango en el 112 con Marco Livio Druso. El padre del Pisón a quien se dirige este discurso se había enriquecido supervisando la construcción de armamento durante las guerras sociales, nunca accedió a un cargo público de relevancia y sólo se le conoce por las referencias a él que hay en este discurso. Se casó con la hija de un tal Calvencio, un mercader adinerado natural de la Galia Cisalpina, que había venido de Piacenza y se había asentado en Roma (Cicerón en este discurso se refiere a él despectivamente y lo llama semiplacentino). El orador, al sembrar la duda desde el comienzo del discurso sobre el origen de la fortuna familiar, también genera desconfianza en el auditorio sobre el conjunto de sus allegados. Pisón se casa con la hija de un tal Rutilio Nudo que comandó la flota romana en el 73. Él se llama Lucio Calpurnio Pisón Cesonino y su hija, siguiendo la costumbre romana, recibe el nomen de su padre, Calpurnia, que llegó a ser la última esposa de César 1 . Tuvo un hijo, Lucio Pisón Frugi, que participó activamente en la vida pública de su momento y que murió a una edad muy avanzada.
No es cierto lo que Cicerón dice sobre que nunca se había oído la voz de Calpurnio en el foro, ni había hecho nada digno de alabanza en su vida pública ni privada; no es posible, pues necesariamente tuvo que haber seguido el cursus honorum (cuestor, edil y pretor). La primera mención que tenemos de Pisón es en el año 59 cuando fue acusado por Publio Clodio de haber saqueado la provincia que gobernaba como pretor; ese mismo año César se casó con su hija Calpurnia. En octubre del año 59 fue elegido cónsul para el 58 y, cuando terminó su mandato, gobernó Macedonia, como procónsul, del 57 al 55, momento en el que el senado decretó que fuera sustituido por Quinto Ancario y, cuando regresó a Roma, se quejó de los ataques que Cicerón le había lanzado en este discurso. En el año 50 fue censor y, en el 49, uno de los que apoyaron la propuesta de que Pompeyo y César licenciaran sus tropas e incluso se ofreció para mediar ante Julio César, su yerno, para evitar una guerra civil. Huyó de Roma cuando César asumió el poder y, después del asesinato de César, y a pesar de lo revuelto de la situación, propuso que se le tributara al dictador un funeral formal y censuró la arrogancia de los tiranicidas. En el 44 se enfrenta en el senado contra Marco Antonio y en el 43 él y Servio Sulpicio intentan actuar como mediadores entre Octavio y Antonio para evitar una guerra civil. Es decir, sus actuaciones son en favor de César y apoyando a Octavio, heredero de César y futuro emperador, frente a Antonio.
Pisón era un filohelenista que tenía importantes propiedades en la región de Campania, pues había comenzado allí su carrera política y Campania era una de las zonas más helenizadas de Italia, especialmente la bahía de Nápoles. Al parecer, Pisón fue el propietario de la Villa de los Papiros, una de las construcciones más ricas de Nápoles que albergaba una extensa biblioteca con selectos y numerosos papiros sobre epicureísmo, cuya compra y selección pudo ser guiada por el epicúreo Filodemo de Gádara, amigo de la familia y cliente de Pisón. ¿Es posible, entonces, que un gran amante de lo griego como era Pisón pudiera robar los tesoros y maltratar a los habitantes de Macedonia tal como sostiene Cicerón? Si bien es cierto que la mayoría de los gobernadores romanos se enriquecían en sus provincias (en especial a través de comisiones sobre los contratos de obras públicas y la recaudación de impuestos) y no hay ninguna razón para suponer que Pisón no se comportara de la forma habitual, es el propio Cicerón quien afirma que las cuentas de Pisón eran totalmente correctas. Parece que Pisón no obtuvo éxitos militares y perdió muchos de sus hombres por las guerrillas o por enfermedad, pero, por lo que nos dice Cicerón, recibió el título de imperator y sus lictores llevaban fasces con laurel. Esta situación debió producirse en los comienzos de su mandato, pues más tarde todo empeoró. Pisón nunca buscó un triunfo y volvió a Roma sin pompa, después de haber licenciado lo que quedaba del ejército. Cicerón le acusa de esto, pero el procedimiento parece correcto; recordemos que Pompeyo, cuando regresó de sus campañas por Oriente, también licenció su ejército para alivio de los senadores (y del propio Cicerón) que temían que un nuevo Sila marchara sobre Roma.
Es fácil entender que Pisón, como buen epicúreo que era, no anhelara la gloria militar, ya que el principio de Epicuro de que «el bien es equiparable al placer» no incluía la política o la guerra. De hecho, según la doctrina epicúrea, el sabio debe llevar una vida privada y eso es lo que resulta difícil de aceptar a la mayoría de los romanos de rango para quienes actuar y liderar la comunidad, tanto civil como militarmente, era un deber y un derecho. En este sentido, Pisón debió de ser un hombre interesante, pues quiso y logró equilibrar la actitud romana con la doctrina filosófica. Sus hijos fueron educados en el epicureísmo, así como sus nietos, a los que probablemente se dirigió Horacio en su Ars Poetica . El orador desprecia el epicureísmo y utiliza esta corriente para degradar a Pisón; sin embargo, el mejor amigo de Cicerón, Ático, era seguidor de esta corriente, como también lo eran Gayo Trebacio Testa, Gayo Casio Longino y otros buenos amigos del orador. Es posible que el disgusto que Cicerón sentía por esta corriente se debiera más al hecho de que Pisón fuera un seguidor de ella, que a los propios principios de la doctrina; en un momento del discurso, Cicerón recrimina a Pisón no haber comprendido bien estos principios y haber utilizado el epicureismo para cubrir y justificar sus más bajos instintos.
La mayor parte de lo que sabemos sobre Pisón es lo que Cicerón nos cuenta en sus discursos, en donde aparece descrito como un auténtico monstruo; si tenemos en cuenta que Pisón fue un enemigo personal y político del orador durante mucho tiempo, es posible que esta imagen de Pisón que Cicerón nos transmite esté bastante exagerada. A pesar de lo cual, sí podemos entrever en Pisón a un hombre de su tiempo (quizá pragmático en exceso), a un magistrado cruel y corrupto, tal y como eran otros muchos de sus contemporáneos, pero ni mejor ni peor que la mayoría de ellos. De todas formas, la opinión de Cicerón sobre Pisón cambia con el tiempo 2 .
Cuando en el 58 César se marchó a la Galia, no quiso dejar en Roma a un idealista y obcecado Cicerón que, con su oratoria, pudiera frustrar sus aspiraciones, y encargó a dos agentes que se deshicieran de él: uno de ellos fue el tribuno Publio Clodio, que tenía rencillas previas pendientes con el orador, y el otro fue Pisón, el cónsul del 58. Clodio se encargaría de promover el exilio de Cicerón y los cónsules Pisón y Gabinio no harían nada para impedirlo; como pago por sus servicios recibirían, al término de su consulado, las provincias de Macedonia y Siria. Cicerón fue, efectivamente, condenado al exilio. Pero tan pronto como Cicerón sale hacia su exilio, en Roma las cosas comienzan a verse bajo una luz diferente: el senado se da cuenta de que no puede permitirse el lujo de perder a su defensor; los caballeros reconocen su ingratitud para con un Cicerón que siempre se identificó con ellos, que a menudo les fue de gran utilidad y del que podrían seguir obteniendo ayuda; el pueblo, una vez superado el momento inicial de ira, empezó a echar de menos al gran orador y a recordar la deuda que hacia él tenían por haber preservado sus templos, sus casas y sus propiedades, y comienzan los trámites para conseguir el regreso del exilio de Cicerón.
El orador regresó a Roma en el 57 y, aunque su regreso estuvo lleno de gloria y de reconocimiento, muy pronto se dio cuenta de que las cosas no volverían a ser igual que antes, que su posición anterior era irrecuperable y que el reconocimiento político y social del que había disfrutado en los años previos a su destierro resultaba ahora imposible. Los discursos que pronuncia Cicerón a su vuelta tienen como objeto o bien la indemnización por daños y perjuicios o bien la venganza y el ataque contra quienes apoyaron su exilio. En el 56 se renueva el triunvirato de César, Pompeyo y Craso, y son ellos los dueños de Roma. Tras unos débiles intentos de lucha, Cicerón tiene que plegarse a la nueva situación de poder y esto explica su discurso defendiendo que se prorrogue el gobierno de César en la Galia y su apoyo a la concesión de la ciudadanía a un protegido de Pompeyo y César, Balbo. Quizás el único exceso que comete, en varios de los discursos de esta época, es el de atacar a los dos cónsules responsables de su exilio, Pisón y Gabinio. En teoría, debería atacar por igual a los dos cónsules, pero su ira, sus ataques más virulentos son contra Pisón al que dedica una invectiva concreta: este discurso.
Cuando Cicerón regresa del destierro acusa formalmente a Gabinio y a Pisón de extorsión en las provincias que tenían adjudicadas y solicita que los dos excónsules regresen de sus destinos y que sean sustituidos. En el 56 el senado decide que se designe un sucesor para el gobierno de Macedonia que estaba en manos de Pisón y en el 55 Pisón se ve obligado a renunciar a su provincia y dejarla en manos de Quinto Ancario. Pisón, al regresar a Roma en el 55, pronuncia un discurso ante el senado en el que, después de quejarse de los ataques de Cicerón y de justificar sus actuaciones en la provincia, ataca con dureza al orador echándole en cara su vanidad, su mala poesía y las razones de su destierro. Cicerón le responde con este discurso en el que reitera sus acusaciones y en el que pasa revista a las actuaciones de la vida pública y privada de Pisón, aunque no se atreve, finalmente, a llevarlo a juicio, quizá porque se trataba del suegro de César. Pisón le respondió con la distribución de un panfleto entre sus conocidos y así terminó este enfrentamiento.
Este discurso de Cicerón contra Pisón hay que entenderlo como la puntilla final de una serie de ataques previos del orador contra este personaje y que tomaron ahora una forma definitiva. En el discurso en defensa de Sestio, aparecen ya los primeros calificativos que Cicerón aplica a Pisón y que repite en este discurso 3 . En una de las cartas que dirige a su amigo Ático, el orador expone con claridad su voluntad firme de hacer daño a los que considera sus enemigos personales además de políticos 4 .
En la acción de gracias pronunciada por Cicerón ante el senado de Roma ...

Índice

  1. Portada
  2. Página de derechos de autor
  3. En Defensa De Gayo Cornelio
  4. Discurso Como Candidato En El Senado Contra Sus Adversarios Gayo Antonio Y Lucio Catilina
  5. En Defensa De Aulo Licinio Arquias
  6. Contra Publio Clodio Y Gayo Curión
  7. Sobre Las Provincias Consulares
  8. En Defensa De Lucio Cornelio Balbo
  9. Contra Lucio Calpurnio Pisón
  10. En Defensa De Gneo Plancio
  11. En Defensa De Marco Emilio Escauro
  12. Bibliografía
  13. Ìndice