De la caza. De la pesca. Lapidario órfico.
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Este volumen incluye dos poemas didácticos y prácticos, sobre la caza y la pesca, que satisfarán a los interesados en las artes predatorias en la Antigüedad, y otro de índole médico-mistérica, el Lapidario órfico, sobre el poder sanador de ciertas piedras.Tanto la Cinegética (De la caza, poema de 2.144 versos) como la Haliéutica (De la pesca, de unos 3.500) son poemas doctos, compuestos entre la segunda mitad del siglo II y la primera del III. Se duda de que ambos textos (dedicados a los emperadores Caracalla y Marco Aurelio, respectivamente) sean del mismo autor, aunque desde antiguo ambos poemas van unidos y por convención suelen atribuirse a Opiano, poeta griego natural de Cilicia, en el Asia Menor, de alta posición social y amplios conocimientos.Ambas obras ilustran en versos homéricos a sus contemporáneos y futuros lectores acerca de las artes predatorias, mezclando noticias de la vida de los peces y de animales diversos con otras sobre instrumentos y artimañas para la pesca y la caza. Ya existía desde la época clásica una larga tradición en esta materia, si bien en prosa, como el tratado de Jenofonte Sobre la caza o Cinegética, aunque también existían algunas obras en verso: en esta misma colección hay un volumen de Poesía latina pastoril, de caza y pesca. En cuanto a la zoología, Opiano pudo inspirarse sobre todo en Aristóteles y discípulos suyos; en cuanto a la caza, además de la referida obra de Jenofonte, en las Cinegéticas de Gratio, Arriano y Nemesiano, así como en el Tratado de agricultura de Paladio (en esta misma colección). El saber propio práctico y el conocimiento de toda esta tradición permitieron a los autores componer unas obras didácticas de sumo interés todavía hoy, aparte de por su gracia literaria, por lo riguroso de sus aspectos científicos y utilitarios.La estructura y contenidos de ambos libros son ricos y varios: a) Cinegética o De la caza (en cuatro libros): 1) Cualidades físicas, equipo y armas del cazador; la caza en las distintas estaciones; caballos; perros;2) Toros, bisontes, ciervos, antílope, gacela, ovejas y cabras salvajes, órix, elefantes, rinoceronte, panteras, gatos y lirones, ardillas, erizos, monos, ratas ciegas;3) león, panteras, linces, osos, onagro, caballos salvajes, lobo y hiena, tigre, jabalí, puercoespín, zorra, jirafa, avestruz, liebre;4) caza de león, chacal y leopardo, panteras, oso, liebre, gacela, zorra; Haliéutica o De la pesca (en cinco libros): razas y costumbres de varios peces, apareamiento de peces, anguilas, tortugas y pulpos, murenas, delfines, los moluscos, el atún...; rape, sepia, camarón, pez buey, cangrejo y ostra, etc.Completa el volumen el poema didáctico anónimo Lapidario órfico, un texto sobre las virtudes mágico-terapéuticas de las piedras, vinculado al culto mistérico del orfismo (la creencia sobre los poderes mágicos de ciertas piedras es de una gran antigüedad y se basa en la idea de que absorben parte del poder mágico y creador que emana de la madre tierra).

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424931735
DE LA PESCA
LIBRO I
Proemio
Las tribus del mar, y las esparcidas tropas de peces de todas clases, y la raza nadadora de Anfitrite, voy a mostrar, oh Antonino, excelso soberano de la tierra; y todas las que habitan en las olas, y dónde mora cada una, [5] sus apareamientos en las aguas y sus nacimientos, la vida de los peces, sus odios, sus amores, sus ardides, y las astutas trampas del sagaz arte del pescador, cuantas los hombres han ideado contra los ocultos peces.
Hombres semidivinos navegan sobre el misterioso mar con osado corazón, y han contemplado las no vistas profundidades, [10] y con sus artes han trazado el mapa del mar.
Comparación de la caza, la pesca, y la captura de aves
Pues el cazador ve al jabalí criado en la montaña, y al oso, y a la hora de su enfrentamiento le vigila abiertamente para dispararle de lejos o matarlo de cerca. Ambos, bestia [15] y hombre, luchan con seguridad sobre tierra firme, y los sabuesos van con los cazadores como guías para indicar la presa, y dirigen a sus amos a la misma guarida, y los siguen de cerca como ayudantes.
[20] A ellos no les arredra tanto el invierno, ni les afecta tanto el calor del verano, porque los cazadores tienen muchos refugios, sombrías espesuras, y riscos, y cuevas en la roca techada por sí misma; muchos ríos de plata que discurren entre las colinas, remedio de la sed y perennes dispensadores de baños; y junto a los arroyos de verde [25] orla hay bajas hierbas, suave lecho para dormir un sueño tranquilo después de la faena, y sazonada comida de frutos silvestres del bosque que crecen abundantes en las montañas.
El deleite es compañero de la caza, más que el sudor. [30] Y los que disponen funestos artificios contra las aves tienen presa fácil y visible. Porque ellos roban algunas del nido furtivamente cuando duermen. A otras las atraen con las cañas impregnadas de liga; otras caen en las bien trenzadas redes, cuando buscan un lecho y encuentran un funesto descanso.
[35] Mas, para los sufridos pescadores, las batallas son inciertas e inestable como un sueño es la esperanza que alienta en sus corazones. Porque no llevan a cabo su labor sobre la tierra firme, sino que siempre están en contacto [40] con el agua fría y salvajemente enfurecida que incluso produce espanto contemplar desde la tierra y probarla únicamente con los ojos.
En frágiles barcas van ellos errantes, esclavos de las tempestades, con sus mentes siempre atentas a las hinchadas olas; constantemente observan las oscuras nubes, y [45] siempre tiemblan ante el ennegrecido sendero del mar. No poseen ningún refugio de los furiosos vientos, ni defensa contra las lluvias, ni protección contra el calor del verano. Más aún, ellos tiemblan de horror ante los espantos terribles de ver del fiero mar, los monstruos marinos 1 que salen a su encuentro, cuando atraviesan los recónditos lugares del profundo.
No hay sabuesos que guíen a los pescadores en el marino [50] sendero, porque las huellas de las tribus nadadoras son invisibles. Y ellos no ven dónde se les presentará el pez y caerá dentro del radio de captura. Pues los peces no circulan por un solo camino. La fuerza de los pescadores se asienta en endebles cabellos y curvados anzuelos [55] de bronce, cañas y redes.
En verdad tú no estarías privado de gozo si quisieras recrearte, pues dulce es la caza regia.
Hombres jóvenes conducen un barco bien remachado, bien construido y extraordinariamente ligero, con remos [60] presurosos, batiendo la espalda del mar; y en la popa el más diestro como piloto guía la nave, sin pausa y con rumbo firme, a un ancho espacio de mar y de suave oleaje.
Allí se crían 2 infinitas tribus de peces convidados, a los que tus siervos alimentan constantemente cebándolos [65] de abundante comida, coro de pesca muy bien dispuesto para ti, afortunado, y para tu glorioso hijo, el rebaño de tu captura.
En efecto, al instante, tú lanzas de tu mano al mar el bien trenzado sedal, y rápidamente el pez encuentra y atrapa el anzuelo de bronce, y en seguida es sacado afuera ― no contra su voluntad― por el rey; y tu corazón se [70] alegra ¡oh señor de la tierra!, porque inmensa delicia es para la vista y la mente ver al pez cautivo palpitante y contorsionándose.
Pero ruego que me seas propicio, tú que eres rey en los senderos del mar, Crónida 3 , señor de extensos dominios, [75] abrazador de la tierra, y tú mismo, ¡oh mar!, y los dioses que habitáis en el resonante ponto; aconsejadme para decir vuestros rebaños y tribus nutridas por el mar, y tú ¡oh venerable diosa! guíalo todo y haz gratos estos regalos de tu canción a nuestro soberano señor y a su hijo.
Profundidad del mar
[80] Pues, en verdad, infinitas y confusas son las tribus que se mueven y nadan en los abismos del mar; y nadie podría nombrarlas exactamente; porque nadie ha alcanzado el límite del mar; sólo en trescientas brazas, aproximadamente, los hombres conocen y han explorado las profundidades; [85] pero hay muchas cosas ocultas, puesto que el mar es infinito y de inconmensurable profundidad, y de estos secretos ningún mortal podría hablar; porque pequeños son el entendimiento y el poder de los hombres.
Yo creo que la salada mar no alimenta menor número de rebaños ni menos tribus que la tierra, madre fecunda; [90] pero si es dudoso en cuanto a la descendencia de ambas si una excede a la otra, los dioses lo saben con certeza, y nosotros debemos medir con nuestras mentes humanas.
Razas y costumbres de varios peces
Los peces se distinguen por sus razas, sus costumbres, y el sendero que recorren en el mar, y no todos los peces tienen iguales lugares de pasto. Porque algunos habitan junto [95] a las bajas riberas, y se alimentan de arena o cualquier cosa que se cría en la arena; los hipocampos 4 , los rápidos peces cuco 5 ; el rojizo erythînos 6 , el cítharos 7 y los salmonetes 8 , y la débil oblada 9 , los bancos de jurel 10 , el [100] lenguado 11 y el platýouros 12 , las débiles tenias 13 , y la herrera 14 de variado color, y la caballa 15 , y las carpas 16 , y todos los que aman las costas.
Otros comen en el barro y en las zonas pantanosas del mar: las rayas 17 , y las monstruosas tribus de bueyes 18 , y la terrible pastinaca 19 , y el bien llamado torpedo 20 , y el rodaballo 21 y el callarías 22 y los salmonetes, y el oníscos 23 , [105] los jureles 24 y el scépanos 25 , y todos los que se alimentan en el fango.
Y sobre la herbosa orilla, bajo las verdes plantas, se alimentan la chucla 26 , y los peces cabra, y el abichón 27 , y el caramel 28 y los blenios 29 y el spáros 30 y las dos clases [110] de bogas 31 y todos aquellos a los que resulta grato habitar cerca de las hierbas.
Los múgiles 32 ― kestreús y képhalos ― la más virtuosa raza del salado mar, y las lubinas 33 y los audaces amias 34 , y la chrémes 35 , y las pelámides 36 , y los congrios 37 , y al que llaman ólisthos 38 , siempre habitan en el mar en la vecindad de ríos o lagos, donde el agua dulce pierde la [115] sal y donde se reúne mucho barro aluvial arrastrado desde la tierra por los remolinos. Allí se alimentan de agradable comida y engordan con la sabrosa sal.
La lubina tampoco se aleja de los ríos, sino que desde el mar nada a la desembocadura; en cambio las anguilas 39 [120] vienen de los ríos y se acercan a las riberas bajas del mar.
Y las rocas rodeadas de mar son de varias clases: algunas son húmedas y llenas de algas, y sobre ellas crece abundante musgo. Alrededor de éstas se alimentan las percas 40 , [125] y las doncellas 41 , y el chánnos 42 , y con ellos las salpas 43 de veteado dorso, y las tiernas cíclae, y el phycís 44 , al cual los pescadores han dado el nombre de un hombre afeminado.
Hay otras rocas bajas y abruptas cerca del arenoso mar; en ellas habitan el círris 45 y la sýaina 46 , y los basilíscos 47 , [130] y con ellos el mýlos 48 y las rosadas tribus de salmonetes.
Otras, cuyos húmedos rostros verdean con hierbas, tienen como inquilinos al sargo 49 y al verrugato 50 , y a la doris 51 , y al coracînos 52 , así llamado por su color negruzco, y al escaro 53 , el único que entre todos los muchos peces emite una húmeda nota 54 , y el único que arroja su [135] comida hacia atrás dentro de su boca, y después la mastica en una segunda fase, y la regurgita, igual que hacen las ovejas y las cabras.
Y las rocas que están llenas de almejas y lapas 55 , y en las cuales hay habitaciones y moradas para que entren [140] los peces, ― en ellas permanecen los phágros 56 y los osados phágros salvajes, y el cércouros 57 y las glotonas, agresivas murenas 58 , y los jureles 59 , y la raza de los meros 60 que tardan en morir, los cuales continúan vivos más tiempo que todas las demás criaturas de la tierra, y saltan incluso todavía cuando son cortados con un cuchillo.
[145] Otros permanecen en las profundidades bajo el mar, en sus cobijos, la oveja de mar 61 , el h patos 62 y el prépon 63 . Estos son fuertes y corpulentos, pero se desplazan lentamente en su camino. Por eso nunca dejan su propia hendidura de roca, sino que acechan cerca de su escondrijo o cualquiera que pudiera aproximarse, y...

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  4. OPIANO: DE LA CAZA * DE LA PESCA
  5. DE LA CAZA
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