Estudios religiosos
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Estudios religiosos

  1. 224 páginas
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Estudios religiosos

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«Estudios religiosos» (1906 ) es un ensayo sobre filosofía religiosa de Alberto Nin Frías, con prólogo de Miguel de Unamuno y presentación de José Enrique Rodó, donde el autor analiza desde el punto de vista intelectual diferentes temas religiosos.-

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Información

Editorial
SAGA Egmont
Año
2021
ISBN
9788726642506

El Evangelio y la poesía moderna

“LA SAMARITANA„

Un drama basado en el Evangelio
POR
EDMOND ROSTAND
Et maintenant c’est la tra î cheur que je vois car mon é me a sentí, de son ombre surprise lourde, á flote de clarté, la fontaine promise! Jallis, source d’amour et monte en jet de foí et puis retombe en gouttes d’espoir chant en nous, chant, et suspend au lien d’une poussière infects une poudre d’eau vive auœ parois de man âme.
. . . . . . . . . . . . . . . . .
Mon Bien Aimé—je tai cherché depuis l’aurore sans te trouver—et je te trouves et c’est le soir mais quel bonheur!—íl ne fait pas-tout a fait noir mes yeux encore pourront te voir...
Edmond Rostand .—La Samaritaine.
Una emoción divina ha atravesado nuestros corazones. Al son del aura voz de Sarah y del suave ritmo de De Max, el Evangelio ha vivido. Rostand no escribió este admirable poema, lo soñó. Ha leído el más sugestivo de los libros, y sin esfuerzo, su espíritu ático ha tenido la visión de Palestina; sus más recónditas bellezas han surgido como las gotas cristalinas de un cántaro encantado. La emoción intensa sofoca el pensar, y de tanto sentir los escalofríos de admiración, de respeto, de espiritual belleza correr por las arterias, ardorosas, he quedado algún tiempo inactivo ante el papel que fija la impresión estética. Pero si la belleza embriaga, es cierto que sugiere, y es á las sugestiones á lo que voy á dirigirme para reproducir el grato sueño mesiánico que se llama La Samaritaine.
Abre su Evangelio Edmond Rostand con una escena que representa el pozo sagrado do otrora Jacob hallara á Raquel: á lo lejos se divisa un bosque y montes; es de noche y velan el sacro sitio las tres sombras de los profetas mayores. Estas tres visiones blancas recuerdan la majestad del drama griego. Esta escena constituye el prólogo de la obra. Las sombras huyen ante la aurora que nace bella para saludar á aquel que vendrá en nombre del Espíritu Universal á enseñar las leyes amorosas del perdón, de la regeneración y de la igualdad moral. Se suceden varios cuadros y finalmente llega la nota culminante. Entra la Sarah Bernhardt, envuelta su plástica figura en los undosos pliegues de una túnica, que es una obra de arte. Va en busca de agua, y entretanto, su alma frívola piensa en los ensueños de la sensualidad. Espera el amado, que será bello como el amanecer, fuerte y vigoroso. Repite en tono distraído lo que el corazón siente, y engolfada en su amor terrenal, no percibe la visión de lo alto, encarnada en Jesús. El está allí, sintiendo la amargura del desprecio. La Samaritana se va á retirar, cantando su canción amorosa, cuando el Profeta de los Profetas le pide de beber. La pecadora reconoce en él á un judío y rehusa complacerlo; su espíritu continúa entregado á la frivolidad. Jesús medita, le descubre su vida pecaminosa, y entonces, rendida, escucha la palabra de vida eterna. Este diálogo entre Jesús y la Samaritana es bellísimo, suave y sereno; toda la pieza está en él; es su leit-motif. Sarah pasó por una gama deliciosa de posturas plásticas á cual más admirable. Max personifica al Señor de una manera honda, que supone un estudio psicológico profundo.
¡Todo es admirable en este cuadro! Al ocultar el telón este ensueño evangélico, la Samaritana cae á los pies de aquel que reconoce como el Mesías, mientras lentamente recita las divinas palabras de su canción, que son más ó menos así: «Tú eres el Bien Amado que buscaba desde la aurora al alba, suelta sobre el cuello la dorada cabellera...»
La Samaritana ha sido tocada por el espíritu de Dios, y en el cuadro segundo se hace la mensajera del Bien Amado y de su doctrina; se transfigura y balbucea las profecías acerca de la venida del Mesías, revelando las máximas sublimes del Nazareno.
En esta escena la eximia actriz se portó á la altura de la época en que para ciertos críticos era sin duda la reina del teatro. La voz de oro, el gesto, las poses plásticas que envidiaría el buril de Rodin. Todo ello fué insuperable: es el desmentido más grande á la decadencia de Sarah. La juventud es perenne en ella: ha bebido ambrosía. Fué en ese momento, el más hondo de la pieza, cuando nos salimos con los ojos húmedos de emoción. ¡Qué halagador es el arrobamiento estético!
En el último cuadro se ve como la fe de la pecadora ha encendido el entusiasmo comunicativo, logrando la siga toda la población de Samaria. La procesión gloriosa sorprende la tranquilidad del Maestro y sus discípulos.
Es allí donde dice el Cristo su palabra redentora:«Es menester que os acostumbréis á que los últimos sean los primeros.»
La apoteosis sigue su curso mientras por la fe los ciegos consiguen ver, los mudos hablar, los sordos oir y los que no saben llorar, el llanto copioso.
Espectáculos como este revelan y dignifican la misión del arte, que debe ser una sugestión continua de lo grande, noble y sublime.

¿Ha existido Cristo?

El hombre que se dice amante de la ciencia debe ser el más respetuoso de todas las cosas, pues el objeto del conocimíento lógico y razonado no es otro que comprender y explicar. Ahora bien; todo lo existente tiene su causa, su razón de ser. Evolución es la primer palabra del credo científico, y la humildad es el mejor estado de ánimo para acometer los más elevados problemas que conciernen á la humanidad. Para ser historiador es necesario ser imparcial; para ser filósofo, tener amplitud de miras y serenidad de juicio. La fe es un elemento de todo juicio, la base de todo estudio. Al leer á Suetonio, creo en los rasgos de genio y figura que consigna de los Césares romanos. Sin cierta fe, vale decir sin algún respeto por ese personaje, sin cierta adquiescencia de mi parte á su veracidad, estoy en el derecho de negar cuanto narra sobre los fantásticos caprichos de los amos del mundo antiguo. Ese mismo argumento puede aplicarse á todos los historiadores, esa misma crítica puede dirigirse contra cualquier personaje histórico, pero hasta ahora se ha creído en las cosas más absurdas y monstruosas de príncipes abominables y se sigue creyendo con un aplomo cómico en todo ello; sin embargo, se llega á la vida, cada día más perfectamente posible, de un hombre santo, de un genio de nuestra humanidad, de un instructor, de un fundador del nuevo derecho y del nuevo orden social, y entonces toda la legión de espíritus científicos sólo piensa en apilar materiales para probar su no existencia. Significa ello que lo malo, lo criminal, por más sobrenatural que sea, debe permanecer incólume y en pie; lo bueno, lo excelso, lo sobrenatural, ha de destruirse. Cada día, repito, se hace más admisible la vida de Cristo con su actuación milagrosa. No pasa una hora del día sin que retroceda para el hombre el misterio del mundo. El Día del 24 del corriente transcribe un artículo de Cesare Lombroso, el indiscutido sabio italiano. Durante muchos años, para él las fuerzas suprasensibles fueron un mito. Fué el mayor detractor de los fenómenos producidos por los mediums. Hoy admite lo que otrora calificó de superchería. El modo de pensar de este hombre es de tenerse en cuenta. Como él ya creían Currie, Flammarión, Schiaparelli, Tam burini, Richet y otros hombres de ciencia. Estupendos en verdad son los fenómenos de las sesiones espiritistas, estupendos son los milagros de Cristo, pero tan reales y tan dignos de no ser negados. Todo llega al que sabe esperar. La obra milagrosa de Cristo será, con el tiempo, tan fácil de comprender como el mecanismo de un fonógrafo ó de una máquina de escribir. Es amando á la ciencia y sus métodos rigurosos como he llegado á esa conclusión. Mi fe no es ciega; se basa en el estudio y en el hondo respeto que tengo por el pasado. Para empaparse de toda la filosofía de la historia, para saturarse de todo el bello desarrollo de este pequeño planeta, donde la vida colectiva ha atravesado tantas vicisitudes, es menester eslabonar todos los fenómenos del mundo: los que nos son favorables como los que nos son adversos, los simpáticos como los aborrecibles, los buenos como los malos. Querer suprimir el autor del cristianismo es una insensatez histórica. Es uno de los ejes de la historia de Europa y América. ¿Cómo puede negarse una causa á ese efecto portentoso, lleno de luz y pleno de tinieblas, que inunda al mundo con su influencia? ¡Oh, no! La ciencia no puede inducir á tales faltas de lógica. La ciencia no juzga con sonrisas ni discute con orgullo; es humilde, sabe que lo que hoy es verdad, mañana, mejor ilustrado, podrá declararlo error; pero no por eso deja de constituir ese error un jalón en la ruta del progreso. La ciencia es el análisis, la fe es la síntesis; la primera conduce lógicamente á lo segundo, y yo aguardo esperando el advenimiento de esa conciliación que tiene y debe venir. En toda época, en todo país, hay hombres, hay cosas que tanto se acercan á la perfección, que son indiscutibles. Son como para el hombre su amada; para el esposo, su mujer; para el poeta, su ideal; para el discípulo, su maestro. Cristo y su vida es una de ellas.
Llevan de Palestina los viajeros una impresión de desolación y de desencanto. Todos los monumentos y los sitios donde se deslizó la vida de Jesús están llenos de manifestaciones de fanatismo y de superstición. Soldadesca turca vigila los santos lugares é impide las eternas querellas entre los monjes latinos y griegos. Todo es división, desolación y degradación en la tierra en que Cristo vivió para salvar la humanidad. Allí no está Jesús. Tampoco se le encuentra en muchas de las cosas y personas que toman su nombre en vano. El mundo moderno ofrece, bajo muchos aspectos, la imagen de Palestina, otrora un pais fértil, habitado por un gran pueblo.
Cuando se palpan esos ejemplos, es que el escéptico hace bien en dudar de la existencia de tan luminoso espíritu. Pero que no le busque allí; allí no está. El ha resucitado. Pierre Lotti invita á buscarle entre los muertos. Jesús se encuentra en espíritu, y no entre las huellas fabulosas de su pasaje por esta ó aquella Iglesia. La Tierra Santa no revelará, nunca muchas de las grandes y majestuosas instituciones que hacen de sus doctrinas un privilegio especial. La superstición, el engaño, la hipocresía, son sus grandes enemigos, á la vez que la más dura prueba á que está sometida la fe en el mundo.
Siempre que las Iglesias han abandonado á Cristo, el ritualismo sofocante y excesivo se ha infiltrado en ellas.
Cuando más medito en el destino humano, tanto más me confirmo en el testimonio que ofrece la Biblia de la existencia de Jesús. Dios se manifiesta en la historia. Castiga á los países y humilla á las naciones. Esta es la más alta enseñanza apuntada por el pueblo de Israel. Cristo profetizó el porvenir de su patria; aun hoy obran sus vaticinios. La historia consigna ese testimonio en favor de la «existencia del Maestro».
La vida de Cristo es un tema vasto; considéresele hombre ó superhombre, tiene para la civilización la misma importancia. Su biografía debe darse á conocer á la niñez y á la juventud en la escuela y en la Universidad. No concibo enseñanza moral separada de él, aun dentro del más estricto laicismo. Se estudia á Sócrates, á Platón. ¿Y por qué no á Cristo? ¿No le pertenece, descartada su actuación milagrosa, uno de los más puros sistemas de ética concebibles?
Abstracción hecha de su divinidad, de sus poderes sobrenaturales, siempre será la figura culminante de nuestro planeta, el personaje ético reinante de toda época. El comunismo, el socialismo, el propio anarquismo, hallan en su doctrina el mejor fermento de sus vindicaciones.
El estudio de los orígenes del cristianismo ocupó la vida entera de un espíritu tan intuítivo y artista como el de Renán; Strauss le dedicó no pocas vigilias; Harnack, el teólogo alemán, ha puesto en evidencia de una manera notable la esencia del cristianismo; en Inglaterra, Farrar ha escrito una elocuente vida de Jesús; Andrews, Geike, Havgood, Hakes y otros se han ocupado de la divina existencia; Hartmann, el célebre ocultista, retraza la vida de iniciación del Maestro. Shuré le clasifica entre los grandes iniciados. Luis Veuillot le hizo la apología católica. La lista completa de los historiadores de Jesús ocuparía un in folio de grandes dimensiones. De una ú otra manera, no ha existido grande hombre que no se haya ocupado de él. Entre los hombres de ciencia sobresalen Kepler, Pascal, Newton, Le Verrier y Pasteur; entre los estadistas, Gladstone y Guizot eran profundos cristianos. El libre pensamiento ha sugerido alguna vez que la fe va unida á la ignorancia, cuando no á la pobreza de espíritu. Nada más falso. Cuanto más se eleva el hombre sobre el ambiente y la mediocridad, tanto más admira la armonía del Universo, concluyendo por amar á su Autor. Entre los creyentes, como entre los incrédulos, hay sabios é ignorantes, buenos y malos; como en la bella parábola del Evangelio, el buen grano y el malo caen á menudo en la misma sementera.
No; cien mil veces no. Cristo ha existido. Puede que los Evangelios, escritos por hombres bien intencionados, pero imperfectos, no nos presenten de él la más acabada imagen; es posible que el hombre y las Iglesias, enceguecidos por sus apasionamientos humanos, lo desconceptúen; con todo, él es y será lo que es: el ser divino, el hombre perfecto y el sabio Maestro. Acaso una trabajosa crisis perturbe en la actualidad el desarrollo del cristianismo, quizá por el momento las ansias de la posesión terrestre y los apetitos desordenados de una sociedad ultramaterializada alejen de la mente humana la visión del reino interior de los cielos; pero ocurra lo que quiera, se cumplirán sus profecías, que suenan á una voz partida de lo infinito en viaje á los límites inimaginables del espacio.
_____________

Jesús y la historia

Los historiadores coetáneos de Jesús no registran su vida porque no se dieron cuenta de la trascendencia de su misión y el alcance de su doctrina. Nosotros mismos incurrimos en idéntico error sin darnos cuenta de ello. Atribuímos exagerada importancia á personas por el mero hecho de ocupar grandes puestos. Esas personas acaso ocuparán otro sitio en la mente del futuro historiador.
Por ejemplo: un escritor puede alcanzar por sus ideas una influencia considerable, y por ese medio, transformar el medio ambiente. Ese hombre quizá llevó una vida obscura y sin halagos mundanos; gobernantes y pueblos pasaban sin apercibirse de su existencia; sin embargo, llega la hora de la justicia, y es tenido en más cuenta que todos ellos.
El tiempo es el gran revelador.
Para ilustrar mejor este excelente argumento, transportémonos á la época gloriosa de Inglaterra: el reinado de Isabel.
Shakespeare fué su humilde súbdito: poca consideración merecía entonces este hoy gran ciudadano del mundo á la reyecía y nobleza de su época. A tal punto es esto cierto, que se ha dudado si él fué efectivamente el autor de los inmortales dramas. Se ha llegado hasta atribuir tan envidiable paternidad á lord Bacón, el filósofo de Novum Organum. Desde la época en que Shakespeare vivió desconocido, han transcurrido cuatro siglos, ínfimo parpadeo del eterno tiempo: hoy es considerado uno de los genios más portentosos; su nombre suena á divino; manda y gobierna á más corazones y cerebros que jamás gobernara la popular reina Bess, un tanto olvidada hoy.
El misterio rodea la existencia de los hombres más geniales. Aun se discute la existencia de Homero. En tanto permanecen La Ilíada y La Odisea como los más poéticos monumentos de la literatura universal.
Todavía no se sabe á ciencia cierta quién fué el autor de la Imitación de Jesucristo. Tres hombres, todos ellos eminentes, comparten el...

Índice

  1. Estudios religiosos
  2. Copyright
  3. CARTA-PROLOGO
  4. Sobre el espíritu filosófico del autor
  5. Du Dictionaire International des Écrivains du Monde Latín
  6. DATOS BIOGRÁFICOS DEL AUTOR
  7. ENSAYO sobre las obras que la Casa Sempere ha publicado acerca del cristianismo
  8. ESTUDIOS RELIGIOSOS
  9. El Evangelio y la poesía moderna
  10. LA VIDA DEL ESTUDIANTE y LA MORAL
  11. “LAUS VITÆ…
  12. A proposito diEstudios religiosos
  13. Notes