Economía y política.
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México y América Latina en la contemporaneidad

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México y América Latina en la contemporaneidad

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Serie de antologías que busca ofrecer una muestra reducida pero representativa de los principales trabajos de algunos de los colegas de El Colegio dedicados, preferentemente, a los estudios sobre la Independencia o la Revolución. Los trabajos reimpresos en estas antologías en ocasiones fueron seleccionados por otros especialistas y en otras por ellos mismos. A los setenta años de su fundación El Colegio de México se siente orgulloso de su tradición y renueva su compromiso con el desarrollo de la historiografía mexicana.

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Información

Año
2011
ISBN
9786074625059
Categoría
History
Categoría
Mexican History
LA AGRICULTURA FAMILIAR EN AMÉRICA LATINA
INTRODUCCIÓN[1]
EL PRESENTE ESTUDIO se centra en la agricultura familiar y cuestiona su imagen tradicional fundada en la tipología de las formas agropecuarias, que toma en cuenta esencialmente la dualidad o bimodalidad de agricultura familiar-agricultura empresarial y no da la debida importancia a la complementariedad existente en el mundo rural entre la actividad agrícola y la no agrícola.
El análisis se basa en la comparación de los censos agropecuarios elaborados en la década de los noventa del siglo anterior con los primeros años de éste, además de tomar en consideración los múltiples trabajos relativos al tema, con el fin de construir una categoría de agricultura familiar que dé la debida importancia a los actores sociales, a la familia de agricultores y a la dotación y distribución, o adjudicación de sus activos materiales o tangibles, e inmateriales o intangibles disponibles.
Analizaré los problemas acerca de si la agricultura familiar es una categoría con la misma racionalidad que las otras formas de agricultura. Ello significa interrogarse sobre la posibilidad de elaborar una caracterización de la agricultura familiar a partir de activos tangibles e intangibles a disposición de los miembros del núcleo familiar, sobre las decisiones que adoptan las familias para definir sus estrategias productivas y sobre el vínculo permanente de las unidades productivas con el mercado y los servicios públicos y privados.
CARACTERIZACIONES DE LA AGRICULTURA FAMILIAR
La categoría de agricultura familiar ha sido objeto de múltiples definiciones que sólo confunden el concepto. Su caracterización principal deriva esencialmente del sistema de la tipología. La tipología es un sistema lógico que busca mostrar el conjunto —en este caso la agricultura— mediante una repartición del universo —en este caso el universo rural— entre diferentes formas de agricultura y actividades. Lo logra a partir de la identificación de un grupo de personas, familias o unidades productivas al cual no se le atribuye ningún valor o valor cero (por ejemplo, los agricultores sin tierras) y luego procede a organizar los grupos subsecuentes con elementos comunes (por ejemplo, la tenencia de la tierra), según un número natural mayor de cero.
La aproximación tipológica es empleada en todos los estudios realizados por el Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola (CIDA). Este organismo se creó en la Conferencia Interamericana de Punta del Este de 1959 con el fin de impulsar programas de reforma agraria; de este comité nace la primera caracterización de agricultura familiar (Barraclough y Collarte, 1971).
El CIDA escogió el sistema de tipología porque le ofrecía la posibilidad “de reducir al mínimo la dificultad de diferenciar la tenencia de la tierra para estudiar las relaciones entre tenencia de la tierra y desarrollo” y, en especial, abordar “un análisis más detallado de la organización y de las relaciones de la tenencia dentro de las fincas individuales, y el marco institucional de los derechos de propiedad, gobierno, mercados, crédito, etcétera”. Se introdujo así “un concepto de tamaño basado en la extensión indispensable para proporcionar empleo remunerado a una familia campesina típica, utilizando los recursos técnicos con que se cuenta en la región y de acuerdo con los valores culturales locales” (Barraclough y Collarte, 1972:13-14).
Como puede observarse, el valor cero de la tipología es el predio de tamaño subfamiliar, o sea la unidad productiva cuyas tierras son insuficientes para satisfacer las necesidades mínimas de una familia. La forma de agricultura siguiente es la familiar, definida como la unidad productiva “cuyas tierras son suficientes para proporcionar sustento a una familia (con una fuerza laboral equivalente a un número de dos a cuatro hombres), un nivel de vida satisfactorio, mediante el trabajo de sus miembros y la aplicación de la técnica predominante en la región”. La tipología identifica en seguida la agricultura “multifamiliar de tamaño medio”, que conjuga la mano de obra familiar con la contratada, y la agricultura “multifamiliar de gran tamaño”, que emplea más de 12 hombres y que requiere, por tanto, una “división del trabajo y el establecimiento de una jerarquía administrativa (Barraclough y Collarte, 1972:14-15).
El uso de esta tipología en los informes nacionales conduce a que la tenencia de la tierra ocupe una posición central. Por tenencia de la tierra se entiende “un sistema de relaciones sociales y económicas, factor crucial para perpetuar el círculo de la pobreza rural y de la baja productividad” porque “el control sobre la tierra determina en gran parte la distribución de la riqueza en las zonas agrícolas atrasadas técnicamente”. El resultado es que “las relaciones de tenencia de la tierra tienden a coincidir con las relaciones de poder”. Estas últimas son el producto de las “modalidades tradicionales de la tenencia de la tierra” como de la concentración de la tierra en pocas manos. Sin embargo, esta estructura de dominación se puede modificar mediante la reforma agraria que cambia y transforma las relaciones de poder en el agro dando vida a un nuevo sistema de tenencia que puede ser cooperativo, comunal, corporativo, aunque “el sistema de tenencia modelo que los reformistas proponen con mayor frecuencia es la propiedad familiar operada por el propietario” (Barraclough y Collarte, 1972:41-50 y 105-106).
La tipología de un mundo rural que va desde la agricultura “subfamiliar” a la multifamiliar de gran tamaño” fue sólo parcialmente afectada por la difusión —en las décadas de los setenta y ochenta— de una nueva categoría, la de “economía campesina”. La tipología por predios y dicha categoría se adoptaron por la sociología en la medida que facilitaron la identificación de la agricultura campesina con la agricultura familiar, sin ser sinónimos predios y economía campesina, desde un punto de vista objetivo.
La economía campesina es una “forma sui generis de organización de la producción, es el sector de la actividad agropecuaria nacional donde el proceso productivo es desarrollado por unidades de tipo familiar con el objeto de asegurar, ciclo a ciclo, la reproducción de sus condiciones de vida y trabajo”. La economía campesina en cuanto agricultura familiar es simultáneamente una unidad de producción y de consumo, unidad que logra con la intensidad del trabajo y participa parcialmente en el mercado (Schejtman, 1975).
La identificación de la economía campesina con la agricultura familiar no favoreció una mejor comprensión de la lógica productiva familiar y su capacidad de vincularse con la economía real y financiera. Por el contrario, aumentó el nominalismo de la tipología, pues terminó por multiplicar las virtuales formas de la agricultura. Se construyó incluso una subtipología reservada a la economía campesina que pretende distinguir otras cuatro formas: infrasubsistencia, subsistencia, estacionaria y excedentaria. El resultado fue que de las cuatro formas de agricultura iniciales, se pasó a ocho (CEPAL, 1982).
Los defensores del concepto de economía campesina recurrieron nuevamente a la sociología para argumentar que la categoría permite analizar una forma de organización social que se articula y conecta con la capitalista en cuanto intercambian bienes y servicios. Con la articulación terminaron por enmendar la forma de agricultura caracterizada por el CIDA, “multifamiliar de gran tamaño”, para bautizarla “agricultura empresarial” y atribuirle una racionalidad diferente de la campesina, la de tipo capitalista.
Quienes sostienen la economía campesina citan a Chayanov, Shanin y Tepicht. Sin embargo, no retoman la idea de Tepicht relativa a la participación de la economía campesina en el ámbito nacional al retomar a Carlos Marx, Tepicht (1973) considera que la economía campesina no es sui generis, dotada de una propia racionalidad, sino que está inmersa dentro del capitalismo y de su mercado. Allí es donde crece y se desarrolla con sus propios principios organizativos. Esta posición es sostenida por Alain de Janvry para la realidad latinoamericana, pues argumenta que en el sector campesino tanto los semiproletarios como los agricultores familiares se encuentran profundamente integrados en la economía capitalista mediante salarios y venta de productos (De Janvry, 1981:239-242).
Sin necesidad de referirse a la articulación entre lógicas de producción, persiste la idea acerca de la existencia de formas diferentes de racionalidad entre la agricultura familiar y la empresarial. Se sostiene que el agro se caracteriza por una “estructura bimodal”, es decir, se verifica la “coexistencia de una agricultura empresarial y una campesina”, considerada esta última como sinónimo de economía familiar. Quienes hablan de estructura bimodal en el agro pretenden diferenciar las estrategias de la agricultura familiar de la empresarial con el fin de “ejecutar políticas o programas diferenciales según el tipo de productor” (Schejtman, 1998).
El examen de los cambios que acontecen en la tipología de los productores rurales me permite llegar a la conclusión de que la aproximación conceptual de la tipología es inadecuada porque desdibuja la agricultura familiar rindiéndola ambigua. Tal ambigüedad impide toda elaboración teórica sustentada en la información empírica existente y distorsiona aún más su empleo —si no es que vuelve inviables las políticas públicas que se diseñan con base en esa tipología.
La ambigüedad del concepto de agricultura familiar se ve favorecida porque se considera este tipo de agricultura como una novedad, sin pensar que puede tener una historia más que secular. En efecto, la agricultura familiar nace y se consolida con los grandes cambios que ocurren en el subcontinente (América Latina) entre 1850 y 1970. Las revoluciones liberales y el orden liberal de los siglos XIX y XX, primero, y los gobiemos nacional-populistas del segundo tercio del siglo XX, subsecuentes, desarticulan la propiedad agraria de la Iglesia, legalizan la apropiación de tierras públicas o baldíos por agricultores sin tierra, favorecen los procesos de colonización agrícola en regiones fronterizas, y finalmente las reformas agrarias desarticulan la unidad productiva al fragmentar la gran propiedad (Carmagnani, 2004; Llambi, 1989).
Uno de los primeros en poner en evidencia el factor dinámico que representa la agricultura familiar es el autor del estudio del CIDA sobre Brasil. Ernest Feder argumenta que los niveles de pobreza rura...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
  3. ÍNDICE
  4. PRESENTACIÓN
  5. IBEROAMÉRICA Y LAS REVOLUCIONES ATLÁNTICAS
  6. ÉLITES POLÍTICAS, SISTEMAS DE PODER Y GOBERNABILIDAD EN AMÉRICA LATINA
  7. LAS FORMAS DEL FEDERALISMO MEXICANO
  8. DEL TERRITORIO A LA REGIÓN. LÍNEAS DE UN PROCESO EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
  9. FINANZAS Y ESTADO EN MÉXICO
  10. EL LIBERALISMO, LOS IMPUESTOS INTERNOS Y EL ESTADO FEDERAL MEXICANO, 1857-1911
  11. FEDERACIÓN Y ESTADOS: ESPACIOS POLÍTICOS Y RELACIONES DE PODER EN MÉXICO (SIGLO XIX)
  12. LOS VECTORES DE LA CULTURA ECONÓMICA LIBERAL EN MÉXICO
  13. LAS FINANZAS DE TRES ESTADOS LIBERALES: ARGENTINA, CHILE Y MÉXICO, 1860-1910
  14. INSTITUCIONES FINANCIERAS NACIONALES E INTERNACIONALES DEL ORDEN LIBERAL MEXICANO, 1868-1911
  15. LA AGRICULTURA FAMILIAR EN AMÉRICA LATINA
  16. COLOFÓN
  17. CONTRAPORTADA