El tamaño del infierno.
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El tamaño del infierno.

Un estudio sobre la criminalidad en la zona metropolitana de la ciudad de México

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El tamaño del infierno.

Un estudio sobre la criminalidad en la zona metropolitana de la ciudad de México

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Este libro examina la evolución de la criminalidad en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, la metrópoli real, fragmentada por las decisiones políticas. Muestra cómo existe un patrón delictivo urbano sistemático en toda la mancha urbana, que supera la división política. Estima el tamaño del mundo criminal en la gran ciudad y las respuestas de los distintos gobiernos y de la sociedad hacia estas formas de violencia. Evalúa a las políticas ejecutadas por los gobiernos locales contra la violencia, al ejercicio de la coerción estatal y a la búsqueda de una forma diferente de hacer justicia. Es el primer estudio que elabora una estimación completa del tamaño del mundo criminal en la metrópoli.

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Información

II. PARA ATRAPAR A UN DELINCUENTE: LA ORGANIZACIÓN Y EL COMPORTAMIENTO DE LA POLICÍA EN LA CIUDAD
INTRODUCCIÓN
Este capítulo presenta un modelo de la organización de la policía en la capital y una valoración de las policías de la Zona Metropolitana. Lo primero que necesitamos resolver en este capítulo es una paradoja. Acabamos de mostrar cómo los capitalinos hemos vivido en la zozobra durante más de una década. Tomamos medidas de protección personal, nos organizamos en la familia y en el barrio, presentamos quejas a las autoridades y esperamos a que respondan a nuestras demandas, pero percibimos que las cosas no mejoran. Esperamos que el trabajo policial ofrezca resultados y reduzca la criminalidad, pero nuestras creencias, prejuicios y experiencia nos dicen que la policía no resuelve el problema de la criminalidad, es más, sospechamos que es parte del problema. ¿Qué podemos esperar de una autoridad pública en quien no creemos? Sorprende que a pesar de los problemas cotidianos de inseguridad la población demande al gobierno servicios policiales que, de entrada, descalifica. ¿Cómo entender y cómo abordar este problema?
Frente a las continuas demandas de la población, las autoridades aplican la respuesta tradicional de poner a trabajar a la policía, al mismo tiempo que elaboran un discurso en donde afirman que están resolviendo el problema. Además, invierten recursos y elaboran leyes y políticas públicas. El trabajo de la policía no es la única medida contra la criminalidad; existen varias acciones públicas y privadas que reducen y previenen los delitos.
¿Qué hace la policía? ¿Para qué sirve? Después de leer la impresionante cifra de delitos en la ciudad, es urgente explicarnos el comportamiento policial y su incidencia en el problema. ¿Cómo podemos observar el comportamiento policial? ¿Cómo estimarlo, medirlo y mejorarlo? ¿Cuáles son los beneficios o los daños sociales que produce la actuación policial?, y ¿qué pasa cuando la violencia estatal, la ejercida por las policías, es la principal fuente de la violencia contra la población?
El impacto del trabajo policial debe medirse no sólo en las cifras de la delincuencia, porque ellas sólo nos permiten observar el trabajo del gobierno y no lo que pasa en el extendido territorio urbano que habitamos; debe medirse en la mejoría de nuestro bienestar, de nuestra seguridad física, personal; nuestra percepción de bienestar y en nuestra evaluación del régimen de justicia; así que el problema es ¿cómo medir el bienestar o malestar que produce este actor público?
Además, ¿acaso realmente creemos que una policía perfectamente eficiente resuelve nuestro problema?
Las respuestas a estas interrogantes han sido dirigidas a entender por qué la policía mexicana no combate el crimen, explicación que considero insuficiente. En este trabajo mostraré cómo la policía efectivamente combate los delitos, sin embargo, no logra combatirlos todos, por razones que exploraremos. La policía también realiza otra serie de actividades no dirigidas a combatir al crimen. Propongo replantear la pregunta: ¿qué hace la policía para combatir los delitos y qué otras actividades realiza que los reproduce? ¿Qué responsabilidad tiene la violencia policial en la creación de un Estado de derecho o en su destrucción? En este sentido me interesa conocer las distintas actividades, las interacciones cotidianas entre la policía y la población, sus patrones de ocurrencia; conocer la tipicidad y extensión de las conductas policiales dirigidas a perseguir a los delincuentes así como a imponer o preservar un orden (cualquiera que sea la definición de esto) y otras conductas consideradas arbitrarias o abusivas, que forman parte del repertorio de acciones de los agentes públicos, del Estado.
Las relaciones entre la población y la policía están compuestas por un amplio rango de contactos y propósitos sociales, cotidianos, de una búsqueda de información, de apoyo, protección, como también de evasión o hasta colusión de intereses. Es necesario eliminar preconcepciones y falsas tesis. Construir un perfil, un padrón de estas relaciones y de los contextos urbanos, espaciales, donde ocurren los encuentros entre población, policías y delincuentes.
Presentamos ahora una interpretación del trabajo policial. Estudiaremos qué hacen y cómo están organizadas las policías públicas en el D.F. Exploraremos cómo trabajan algunas policías de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. Este capítulo contiene un modelo que intenta explicar la conducta policial, su relación con el “combate” a la delincuencia, su función social y su papel dentro del régimen político.
En mis estudios previos sobre las actividades policiales he observado que estas corporaciones responden a tres problemas organizacionales que son: combatir el crimen, imponer un orden y establecer las condiciones de sobrevivencia de su organización. Después de un breve recorrido por las diversas teorías o modelos sobre acción policial, propondré un enfoque organizacional para explicar el comportamiento policial, tanto el de los individuos como a nivel corporativo. También hablaremos del papel social de la policía, de su inserción social, de sus efectos en el bienestar de los habitantes. De su vínculo con el acceso a la justicia y sus relaciones como parte del aparato del Estado.
La literatura sobre criminalidad en México ha abordado el trabajo de prevención y control del crimen desde muy diversas perspectivas sociales, antropológicas, históricas (v. supra).[1] Hay una enorme producción de trabajos sobre inseguridad y percepción. Otro acercamiento ha sido tratar de discernir los patrones de relación entre la policía y la población (Alvarado y Silva, 2011) que busca establecer qué factores explican sus relaciones, tipificar las prácticas policiales y exponer empíricamente las que consideramos adecuadas y aquellas que son persistentes de abuso, que no combaten el crimen, que, por el contrario, lo reproducen.
¿QUÉ HACE LA POLICÍA?
Las policías públicas realizan una variedad e infinidad de acciones. Formalmente acostumbramos dividir las tareas policiales en dos: las que se orientan a la prevención (pocas), y aquellas dedicadas al combate a la delincuencia; pero también efectúan una variedad de “servicios a la comunidad”; igualmente podemos agrupar sus funciones en formales y reales. Los policías tienen que dedicarse a tareas de atención ciudadana (ésta es la primera función cotidiana); son el primer contacto entre los pobladores y el Estado (o su gobierno); luego, como parte de la burocracia, de la organización del Estado, deben mantener y mejorar la organización de la que forman parte; son tareas internas necesarias de su trabajo. Pero cabe destacar que también integran la coalición política dentro del gobierno. Son un componente sine qua non de la organización de la violencia del Estado. Finalmente, está el asunto –imaginario y real– de que forman parte de bandas criminales, con toda la complejidad que esto implica. Y en una organización de 90 mil empleados en la capital y otros 40 mil más en la gran urbe (esto sin contar las fuerzas federales), el costo de hacerlo es considerable.
El trabajo policial enfrenta una particular incertidumbre frente a los principios y objetivos de la organización. La incertidumbre surge de la actividad de estos servidores públicos que al patrullar las calles, enfrentan una serie de actividades que a primera vista parecen impredecibles. Otra forma de incertidumbre surge de la organización del trabajo y la jerarquía interna que está vinculada con la jerarquía política. Procedo a describir el trabajo de la policía en siete conjuntos o grupos.
Una forma inicial de agrupar el trabajo es describir sus actividades de patrullaje cotidianas. En términos “descriptivos”, en su rutina diaria, los policías proporcionan información y orientación y protección a la población; atienden urgencias médicas, cuidan a lesionados en la vía pública, encuentran niños perdidos, trasladan enfermos a hospitales, atienden partos en algunas calles y custodian los restos humanos de las víctimas de accidentes, de delitos, de muertes naturales, de infortunados homicidios. Dan servicios a indigentes y controlan, vigilan y apoyan a vendedores ambulantes. Cuidan caravanas, peregrinaciones, marchas, plantones, acarreos, concentraciones, tomas de edificios o invasiones. Cuidan las lecherías en la madrugada, las escuelas en la mañana y los negocios durante el día. En esas horas pasan sus labores y toman sus alimentos en diversos changarros, puestos callejeros, en el módulo o en la patrulla. Efectúan todo tipo de rescates; atienden avisos falsos y denuncias anónimas. Incluso, investigan denuncias. Imponen infracciones, multas y sanciones y atienden diversas llamadas de apoyo para operativos. Enfrentan amenazas de bomba o actos terroristas. Están organizados para administrar, no mejorar, el tránsito en la ciudad. Desbloquean las calles y bloquean otras. Dan testimonio, “fe pública” de diversos actos. En 2003, el secretario de Seguridad informó sobre más de 40 mil acciones de este tipo. Éstas deben sumarse a las remisiones y detenciones y forman parte de las diversas tareas de seguridad pública. En 1998 el primer jefe de gobierno reportó que la policía desactivó sendas bombas de atentados (posiblemente guerrilleros, o tal vez terroristas). Hace un par de años estalló un petardo a pocas calles de la sede de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF), supuestamente dirigido contra jefes de la policía (La Jornada, 16 de febrero de 2008).
Otra forma típica de intervención de las policías son las redadas, llamadas por la policía “operativos”, que en algunos barrios de la ciudad han sido repudiadas; algunos de ellos han terminado en tragedias masivas en los años recientes, como el caso del operativo en el establecimiento New’s Divine, en 2008, en donde fallecieron nueve jóvenes y tres policías en una estampida. Esta tragedia ocurrió cuando todos y porque todos, policías, clientes y administradores, pensaban que hacían lo correcto, de forma tal que mientras unos empujaban las puertas hacia fuera otros las bloquearon desde afuera. Otros casos fueron los linchamientos de tres policías federales en Tláhuac en 2006, o las violaciones masivas de mujeres en cuarteles de la policía en esa demarcación en 1998 (La Jornada, 29 de julio de 1998), o la aprehensión y posterior ejecución años antes, en 1997, de pobladores, presuntos delincuentes, de la colonia Buenos Aires por un grupo especial de la policía, ordenada por sus mandos militares (La Jornada, 9 y 19 de septiembre de 1997). Uno de los barrios de la ciudad donde la policía acostumbra hacer operativos es Tepito. El resultado casi siempre es el mismo: una cada vez mayor cantidad de mercancía de calidad ínfima asegurada, algunos individuos capturados y pocos días después el comercio retoma su ritmo.
Hay otro tipo de operativos contemporáneos que han producido controversias hasta con la Comisión de Derechos Humanos del D.F. Uno de ellos es la revisión de mochilas en las escuelas públicas de la capital, el programa de la “mochila segura” que luego fue intitulado “escuela segura”. Otro es la revisión de pertenencias en detenciones en la calle o en transporte público. A lo largo de estos años se han desplegado numerosos operativos, como las detenciones para identificar personas, el de paraderos de transporte público; el patrullaje en las estaciones y en los vagones del metro; la revisión de taxis en múltiples puntos de la ciudad (“ORA II”, en coordinación con la PGJDF y la Dirección de Autotransporte, que tiene por justificación la persecución de robo a vehículos); luego, se han activado y desaparecido acciones como la revisión de rutas de...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADILLAS Y PÁGINA LEGAL
  3. DEDICATORIA
  4. ÍNDICE
  5. PRÓLOGO Y AGRADECIMIENTOS
  6. I. EL TAMAÑO DEL INFIERNO: UNA ESTIMACIÓN DE LA CRIMINALIDAD EN LA METRÓPOLI
  7. II. PARA ATRAPAR A UN DELINCUENTE: LA ORGANIZACIÓN Y EL COMPORTAMIENTO DE LA POLICÍA EN LA CIUDAD
  8. III. LA SEGURIDAD EN UNA DEMOCRACIA EMERGENTE. LA POLÍTICA DE SEGURIDAD PÚBLICA DURANTE LOS GOBIERNOS DEL PRD
  9. IV. INSEGURIDAD PÚBLICA, PARTICIPACIÓN CIUDADANA Y GOBERNANZA
  10. V. CONCLUSIONES
  11. BIBLIOGRAFÍA
  12. ANEXO
  13. COLOFÓN
  14. CONTRAPORTADA