Odas. Canto secular. Epodos
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Odas. Canto secular. Epodos

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Junto con Virgilio y con Ovidio, Horacio forma la tríada de los grandes poetas augústeos, que es también la los grandes poetas latinos de la Antigüedad. Horacio fue para la literatura europea medieval y moderna un modelo en la lírica, la sátira y la teoría poética.Quinto Horacio Flaco (65 a.C. – 8 a.C.) es uno de los más relevantes e influyentes autores de la Antigüedad. Hijo de liberto, estudió en Roma y en Atenas, donde entró en contacto con el epicureísmo. Su reflexiva poesía alcanza una extraordinaria perfección formal y plenitud que constituyen la esencia de lo clásico.Las Odas, consideradas la obra mayor de Horacio, están formadas por cuatro libros que contienen un total de 104 poemas, en los que se reflejan temas (el amor, la fortuna, la amistad, el ocio, la ética ciudadana, la vejez, etc.) y metros líricos griegos, pero que tratan también asuntos genuinamente romanos, como el Carpe diem o el Beatus ille. Sólo una personalidad tan poderosa como la de Horacio es capaz de efectuar una síntesis de la gran poesía anterior (Píndaro, Calímico, sermones y panegíricos griegos, Ennio, Virgilio) sin quedar ahogado y asimilarla en algo propio, que es no sólo el comienzo de la lírica romana, sino su punto culminante.El Canto secular es un himno para ser cantado en honor de los dioses, en especial a Apolo, que ensalza a Augusto y a su familia. Completan este volumen los Épodos, composiciones de juventud en las que el poeta dirige finas y humorísticas invectivas contra personajes y tipos de su entorno.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424937348

ODAS

INTRODUCCIÓN

El género y su tradición

Los cuatro libros de las Odas , más el Canto Secular , constituyen la obra lírica de Horacio. Esa denominación se aplicaba en la Grecia antigua a la poesía compuesta para ser cantada al son de la lira, como era la de los principales modelos que Horacio tuvo presentes al escribirlas. No parece haber sido exactamente el mismo el caso de sus Odas , que seguramente ya fueron concebidas como poesía, si no libresca , sí de libro , destinada primariamente a la lectura y a la recitación, aunque tengamos constancia de la ejecución musical de alguna de ellas 108 .
Horacio llamó Carmina a las que la época moderna, siguiendo una tradición que remonta a los comentaristas antiguos de su obra, ha preferido llamar Odas (Odes, Oden, Odi ...). En sus tiempos el nombre latino carmen se aplicaba a cualquier texto versificado; pero parece claro que en esta ocasión el poeta quiso recuperar para él su sentido etimológico de «canto» (de la raíz del verbo canere , «cantar»). Eso mismo significaba en griego el término ᾠδή, que, sin embargo, se aplicaba más bien al poema épico o al lírico coral, en tanto que se llamaba μέλος («melodía» o también, simplemente, «canto») al perteneciente a la lírica monódica, la de los modelos imitados por Horacio (de donde su otra denominación de «poesía mélica») 109 . En Epi . II 2, 59 s. Horacio habla de sus Carmina distinguiéndolos netamente del resto de su obra poética, los Epodos y las Sátiras y Epístolas 110 .
Según decíamos en nuestra Introducción general, Horacio escribió las Odas en la idea de recrear en latín un viejo género poético griego admirado por la posteridad, pero poco conocido y apenas cultivado en Roma 111 , al igual que años antes había hecho con los yambos de Arquíloco en los Epodos . Esta vez los exemplaria Graeca (Art. Poét .. 268) que tenía ante sus ojos eran los de la monodia o mélica eolia, poesía lírica compuesta para ser interpretada por un solo cantor. Ese género había alcanzado su cumbre en la isla de Lesbos, situada frente a la costa N.O. del Asia Menor, en torno al año 600 a.C. De ahí que, al término de los tres primeros libros de la colección, el poeta proclamara con orgullo que él había sido «el primero en llevar el canto eolio a las cadencias itálicas» (Od . III 30, 13 s.) 112 .
La mélica, pues, era en Grecia una de las ramas de la lírica; como decimos, poesía destinada al canto, más que esa «poesía del yo» que, según una definición que, al parecer, deriva de Goethe 113 , es la lírica en la moderna preceptiva literaria 114 . Dentro de la lírica griega se distingue tradicionalmente entre la coral —la de Alcmán, Estesícoro, Píndaro, Simónides, Baquílides y los coros de los trágicos áticos, de los siglos VII al v a.C.—, y la monódica, concebida para un solo intérprete y representada sobre todo por Safo y Alceo, los poetas lesbios que vivieron en el tránsito del s. VII al VI a.C. Se habla además de una lírica mixta , en cuya ejecución se alternaban un solista y un coro 115 .
Toda esa lírica literaria griega tenía raíces muy antiguas, que todavía pueden vislumbrarse por los restos conservados de una lírica popular que llegó a convivir con ella. Sus géneros, como los demás géneros literarios griegos, no eran un producto de las clasificaciones de los eruditos posteriores, sino fenómenos arraigados en unas circunstancias históricas, geográficas y culturales bien definidas. Eran, por así decirlo, señas de identidad tradicionales de las diversas etnias de la Hélade. Así, la lírica coral se había desarrollado, a partir de ritos ancestrales, en los que era cantada y seguramente danzada, dentro de las solemnidades cívico-religiosas propias del mundo cultural y dialectal dorio, y especialmente en las de la Esparta de los s. VII-VI a.C., «que todavía no era la ciudad militarista y xenófoba de fechas posteriores» 116 . Por su parte, la lírica monódica floreció en un ámbito más bien privado: el de las fiestas y simposios en que se reunían para comer, beber, hablar y cantar los nobles de la isla de Lesbos.
Ni una ni otra rama de la lírica griega nacieron, pues, con sus primeros representantes conocidos; en particular, la mélica eolia no fue una creación de Safo ni de Alceo, ni siquiera del que la tradición antigua tenía por fundador de la escuela de cantautores lesbios, Terpandro, cuya actividad se sitúa en la primera mitad del s. VII y de cuya obra nada conservamos. Los orígenes del género remontaban a mucho más atrás; tanto que sus esquemas métricos, a la luz de los estudios comparativos, tal vez provienen de época indoeuropea. Recordemos a este respecto que la métrica de la monodia eolia difiere sustancialmente de la empleada en la mayoría de la poesía griega: como luego veremos con el debido detalle, sus versos no están formados por la repetición de pies o metros, ni tienen un número variable de sílabas 117 ; antes bien, son versos isosilábicos (de un número de sílabas prefijado por el esquema elegido), como el de no pocas rítmicas modernas, y además están sujetos en ciertas posiciones a una rígida distribución de las largas y las breves. También es característica de la mélica eolia la organización del poema en estrofas de dos a cuatro versos, que podían ser parcial o totalmente iguales entre sí. El esquema estrófico se mantenía uniforme a lo largo de la composición, lo que da a entender que toda ella se cantaba con una misma o parecida música. Los fragmentos conservados de Safo y de Alceo permiten hacerse una idea de la letra y del ritmo de los cantos eolios, pero nada nos ha llegado de sus melodías.
El espectro temático de la lírica monódica griega era tan amplio como la propia vida: aunque sin la solemnidad propia de la coral, cantaba en sus himnos a los dioses y a los héroes; además, en composiciones de subgéneros diversos, las vivencias amorosas propias o ajenas, los goces de la amistad, del banquete y de la bebida; las celebraciones familiares y sociales, como las bodas (en los epitalamios ); los azares de la política, de la milicia, de los viajes y del destierro y, en fin, muchos otros grandes y elementales asuntos de la existencia humana: juventud y belleza, pobreza y prosperidad, vejez, decadencia y muerte... 118
Volviendo a Horacio, conviene aclarar un par de ideas al respecto de lo que en su tiempo suponía la imitación de los modelos griegos, ya tradicional por entonces y que él recomendaba encarecidamente (A. P . 268 s.) En primer lugar, ha de tenerse presente que los escritores romanos no consideraban como un desdoro el seguir manifiestamente las huellas de tales modelos. Al contrario, y dando por sentado que ellos habían alcanzado la máxima perfección posible en sus respectivos géneros, estimaban como un verdadero tour de force el aportar a las letras patrias recreaciones de sus obras que, sin caer en la copia servil o en la mera traducción, dejaran clara su propia descendencia de tan ilustres precedentes. Así, por poner un ejemplo notorio, no cabe duda de que Virgilio alentaba la esperanza de llegar a ser el Homero romano . Naturalmente, el mérito era mayor si se trataba de un autor o de un género griego poco conocido en Roma; pero tampoco era pequeño el de quien, por así decirlo, pusiera al día la ...

Índice

  1. Anteportada
  2. Portada
  3. INTRODUCCIÓN GENERAL
  4. ODAS
  5. CANTO SECULAR
  6. EPODOS
  7. ÍNDICE