LIBROS I Y II INTRODUCCIÓN A LOS LIBROS I Y II
I. CONTENIDO
El esquema general de los dos primeros libros de la Geografía de Estrabón, los llamados «Prolegómenos», es bastante simple y no coincide con la división en dos libros, cuyo carácter convencional será subrayado infra . Cabe distinguir, fundamentalmente, tres partes: a) una primera introducción general, sobre las relaciones entre geografía y filosofía (I 1); b) la crítica pormenorizada de los geógrafos anteriores (I 2 II 4: Eratóstenes e Hiparco [I 2 II 1], Posidonio [II 2-3], Polibio [II 4]); c) la llamada «segunda introducción» (II 5). Aunque el detalle de cada epígrafe está explicitado en el índice al comienzo de cada libro, se esbozará aquí muy sucintamente el contenido de cada parte en sus líneas generales.
1. Geografía y filosofía (I 1, 1)
Se hace hincapié en el carácter filosófico de la geografía (I 1, 1) desde la adhesión incondicional al dogma de la omnisciencia homérica, ejemplificada en cuestiones como la continuidad del Océano y el carácter insular del orbe habitado, la localización de los etíopes, las mareas o el conocimiento del «mar Interior» (I 1, 3-11); la geografía implica multiplicidad de conocimientos, concretamente en matemáticas, física y astronomía (I 1, 12-15); la geografía regional es de gran utilidad tanto en el plano personal como para la vida pública (I 1, 16-19); se reitera que el conocimiento de todos los campos de la geografía es necesario (20) y que el hombre culto y con vocación política es el destinatario del tratado de Estrabón, comparado a una obra de coloso (kolossikòn érgon) en la que el todo interesa más que el detalle (21-23).
2. Crítica a los geógrafos anteriores (I 2: Eratóstenes y Homero; I 3 II 1: discusión de los tres libros [I: geografía física; II: geografía geométrica; III: cartografía] de Eratóstenes; II 2-3: discusión de la obra de Posidonio; II 4: discusión de la obra de Polibio).
I 2: Eratóstenes y la autoridad de Homero . — Tras subrayar la importancia de la ampliación del orbe habitado merced a la extensión del imperio de los romanos y de los partos y justificar que su crítica se limite exclusivamente a los geógrafos más destacados (1), se centra en la discusión de las teorías de Eratóstenes, básicamente sobre la base de las críticas de Hiparco y de su fe en el dogma estoico de la infabilidad de Homero (2-3). La defensa del nivel científico de Homero y de su objetivo de enseñar deleitando (4-5) da lugar a un excurso sobre el bien decir y sobre el origen de los géneros literarios (6-8). Que los logros de la geografía contemporánea se encontraban ya avant la lettre en Homero lo demuestran las exégesis pormenorizadas, llenas de alusiones críticas a Eratóstenes, de la andadura de Odiseo (11-20), de los vientos (20-21), del Nilo y Egipto (22-23), del istmo de Arabia y Etiopía (24-30), del periplo de Menelao (31-35), de los movimientos del Océano (36-37) y de la expedición de los Argonautas (38-40).
I 3: Eratóstenes y la geografía física . — Tras unas críticas globales (1-3) se parte de la existencia de fósiles en territorios no ribereños (4) para discutir la explicación por efecto de sequías de Janto y la teoría del vaciado de antiguos mares mediante creación de un estrecho y vertido de aguas en otro mar próximo, que Eratóstenes tomó de Estratón (5-6), y, en general, las teorías de Eratóstenes acerca de la retirada de los mares (7-9). La discusión de una serie de fenómenos físicos (10-15) da paso a la narración, muy al gusto estoico, de una lista de mirabilia sísmicos (16-20) y a una alusión a las migraciones humanas, entre ellas las griegas (21); finalmente se critica el escepticismo de Eratóstenes acerca de la existencia de los Hiperbóreos (22).
I 4: Eratóstenes y el orbe habitado . — Se pasa a discutir críticamente, aunque no sin reconocerles algunos aciertos, las teorías de Eratóstenes sobre la forma (1) y las dimensiones de la Tierra (2-6), así como su partición del mundo habitado (7); la existencia de límites puede tener cierta utilidad práctica (8), aunque la división entre griegos y bárbaros es convencional, como apuntó, también en la línea estoica, Eratóstenes (9).
II 1 : Eratóstenes y el mapa del orbe habitado . — Se expone y discute favorablemente frente a las críticas de Hiparco (1-21) el mapa del mundo habitado tal como lo propone Eratóstenes sobre la base de la localización del Taurus en el paralelo de Rodas. Se discute la división del mundo en esfrágides (22-40): en la parte sur, las dos primeras las ocupan India y Ariane (21), la tercera es indeterminable (22-27, 31), la cuarta incluiría Arabia, Egipto y Etiopía (32-36); las esfrágides de la parte norte, divididas por promontorios (el Peloponeso, la Península Itálica, la Ligística en Iberia), permanecen casi ignotas (40-41).
II 2-II 3: Posidonio . — Se expone y discute críticamente la división de Posidonio en cinco zonas y la de Polibio en seis (II 2 II 3, 3). Se elogia la idea de la continuidad del Océano, aunque se critica la credulidad de Posidonio ante la historia de Eudoxo y su pretensión de contornear por mar África (II 3, 4-5); se expone sus teorías sobre los cambios terrestres y movimientos de pueblos (6) y los pros y contras de la división por continentes y de las cifras que propone (7-8).
II 4: Polibio . — Se examinan en lo esencial las fuentes críticas respecto a la visión de los antiguos que Polibio declara haber estudiado (1-4): aprueba su escepticismo ante Píteas (1-2), no así el que manifiesta ante Dicearco (3) y sólo en parte el relativo a Eratóstenes (4). Se critica asimismo sus criterios para establecer las dimensiones de los continentes (5-7) y la división de Europa en función de promontorios (8).
3. «Segunda introducción » (II 5)
Sobre la base de las críticas precedentes se propone un replanteamiento (1), del que se concreta el objetivo (2: trazar el mapa del mundo habitado), ciencias auxiliares (2-4: física, astronomía, geometría) y presupuestos básicos (5: concepto y límites del orbe habitado; 6-9: forma y dimensiones; 10: preferencia por la representación ortogonal), así como las fuentes (11-12: viajes, erudición, primacía de las narraciones sobre la propia autopsia).
Se postula que el orbe habitado tiene forma de clámide y está situado en una mitad del Hemisferio Norte (13-15, con indicación de los territorios que engloba cada parte); el tipo de representación idónea es mediante paralelos y meridianos, si bien las fronteras naturales son también relevantes (16-17). Como programa previo a los libros de la descripción por regiones se hace un esbozo del mundo habitado (18-25) basado en la existencia de un Mar Exterior con cuatro golfos (los mares Caspio, Pérsico, Arábigo e Interior) y de tres continentes (Europa, Asia, Libia): especial atención merece el Mar Interior (19-24), del que se describen los mares de Sicilia (20), de Creta y Egeo (21), Ponto Euxino (22) y el lago Meótide (23) y la costa de Asia Menor (24); se describen asimismo las tierras que rodean el Mar Interior a partir de las Columnas (26-31: Europa, 32: Asia, 33: Libia). Se reasume la importancia del esquema de los clímata , en lo esencial a la manera de Hiparco (34-43) y se alude la utilidad del criterio de la proyección de sombras que defendió Posidonio (43).
II. UNIDAD Y CARÁCTER DE LOS «PROLEGÓMENOS »
Desde los copistas medievales hasta n...