Remedios naturales para el colesterol
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Remedios naturales para el colesterol

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Remedios naturales para el colesterol

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El colesterol es una grasa indispensable para gozar de buena salud. Sin embargo, los estudios confirman que existe una relación directa entre una alta tasa de colesterol en la sangre y varias enfermedades cardiovasculares.Este libro es un manual práctico que explica todo lo que necesita saber del colesterol: sus funciones en el organismo, qué es el colesterol «malo» y qué es el colesterol «bueno», y cómo disminuir el nivel de colesterol en la sangre cuando es demasiado elevado. Ofrece las pautas para seguir una alimentación sana y baja en colesterol e incluye dietas para mantener el colesterol en los niveles adecuados. Incluye, además, una lista exhaustiva de los alimentos a evitar y una relación de los suplementos nutricionales más eficaces para regularlo.

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Información

Editorial
Integral
Año
2015
ISBN
9788415541530
El impacto de la dieta sobre nuestro colesterol
Algunos de los componentes nutricionales de nuestras dietas se relacionan con nuestros niveles de colesterol. Contra lo que podría parecer, los distintos tipos de grasas ejercen una mayor influencia que la propia ingesta del colesterol dietético.
LAS GRASAS DE LOS ALIMENTOS
Las grasas, cuya denominación técnica es la de triglicéridos (o, más específicamente, triacilglicéridos) son el resultado de la unión de tres ácidos grasos con una molécula de glicerol. Los primeros son los componentes fundamentales de las grasas. Existen diversas formas de clasificarlos pero, a efectos de este manual, la que más nos interesa es aquella que los divide en:
•Ácidos grasos saturados (AGS). No contienen dobles enlaces en su estructura. Sus principales representantes en la dieta son los ácidos láurico, mirístico, palmítico y esteárico.
•Ácidos grasos monoinsaturados (AGMI). Poseen un doble enlace en su estructura. Con diferencia, el principal ácido monoinsaturado de nuestra alimentación es el ácido oleico.
•Ácidos grasos poliinsaturados (AGPI). Presentan dos o más dobles enlaces en su estructura. En este grupo se incluyen los dos ácidos grasos esenciales, el ácido linoleico y el alfa-linolénico, pertenecientes a dos familias diferentes, las llamadas n-6 y omega 3, respectivamente. Entre los AGPI también merecen mencionarse el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), miembros también de la familia omega 3.
Así pues, una aparentemente pequeña modificación de su estructura, la presencia de dobles enlaces, resulta de una importancia trascendental, no sólo por lo que al colesterol se refiere, sino también por cuestiones de gran interés nutricional, como su esencialidad.
ACLARACIONES SOBRE LA CALIDAD DE LAS GRASAS EN LOS DIFERENTES ALIMENTOS
Un aspecto fundamental de la calidad de las grasas alimentarias son sus distintas proporciones de ácidos grasos saturados e insaturados. Y en este aspecto, a nivel popular, existen algunos malentendidos graves. Así, por ejemplo, decimos que las carnes y productos lácteos contienen grasas saturadas, pero estos alimentos también contienen grasas insaturadas. Lo correcto es decir que en estos alimentos predominan las grasas saturadas, lo cual es particularmente evidente en los productos lácteos.
A la inversa, se dice que las grasas vegetales son grasas insaturadas, mientras que, por ejemplo, el aceite de oliva contiene alrededor de un 14% de grasas saturadas. Además, en algunos alimentos vegetales, como el coco y los aceites de palma y palmiste, las grasas saturadas son mayoritarias.
GRASAS SATURADAS Y COLESTEROL
En los años cincuenta comenzó el interés por la relación entre los ácidos grasos de la dieta y los niveles de colesterol. Dos pioneros en estos estudios fueron el norteamericano Ancel Keys y el español Francisco Grande Covián. Con sus estudios demostraron que, al compararlos con los glúcidos, los ácidos grasos saturados aumentaban los niveles de colesterol, los poliinsaturados los reducían y los monoinsaturados tenían un efecto neutro.
Un estudio clásico en las relaciones entre el consumo de grasa y los niveles de colesterol es el llamado estudio de los «Siete Países» dirigido por A. Keys, en el cual participaron personas de Finlandia, Italia, Grecia, Japón, Holanda, Estados Unidos y la antigua Yugoslavia. En el mismo se puso de manifiesto que los factores dietéticos eran responsables de las diferencias en la mortalidad coronaria observadas en los diferentes países participantes, y se comprobó que las poblaciones del área mediterránea tenían, junto a Japón, una mortalidad coronaria menor.
Más concretamente, este estudio demostró que el consumo de grasa total y grasa saturada se relacionaba directamente tanto con las cifras medias de colesterol de las distintas poblaciones estudiadas, como con su mortalidad por enfermedad coronaria. En el estudio se identificó, además, la existencia en los países occidentales de dos perfiles alimentarios distintos: el de los países mediterráneos, y el del norte y centro de Europa, por ejemplo Finlandia y Holanda. Estos últimos, con un consumo mayor de leche y carne (es decir, de grasas saturadas) presentaban tasas mucho más elevadas de enfermedad coronaria que los países mediterráneos.
Los conocimientos derivados del estudio de los «Siete Países» se han consolidado con los resultados similares de otros estudios y, en la actualidad, se considera claramente demostrado que los ácidos grasos saturados aumentan el colesterol total y el col-LDL. Hoy se admite que el consumo de grasas saturadas es el factor dietético más directamente relacionado con los niveles elevados de colesterol, el desarrollo de la aterosclerosis y la mortalidad coronaria en diferentes países. Las grasas saturadas son las que predominan en los alimentos lácteos y cárnicos, aunque el pescado constituye una excepción entre los alimentos de origen animal.
El consumo de grasas saturadas es el factor dietético más directamente relacionado con los niveles elevados de colesterol
Pero también entre las grasas saturadas cabe un lugar para las diferencias. No todos los ácidos grasos saturados parecen ejercer la misma influencia en el aumento de los niveles de colesterol, y parece que son los ácidos láurico, mirístico y palmítico los que provocan un mayor efecto en este sentido.
¿QUÉ TIPO DE GRASAS ES MÁS SALUDABLE?
Tradicionalmente sujetos a poca atención, en la actualidad los ácidos grasos se consideran monoinsaturados, y muy en particular el ácido oleico, como el tipo de grasa ideal.
El ácido oleico es el principal ácido graso presente en el modelo alimentario cardiosaludable conocido como alimentación mediterránea. Ello se debe, fundamentalmente, al hecho de que representa alrededor del 70% de los ácidos grasos del aceite de oliva, la grasa mediterránea por excelencia.
Hoy se sabe que la sustitución de grasa saturada por ácidos grasos monoinsaturados disminuye las concentraciones de colesterol total y de col-LDL, mientras que las de col-HDL no se modifican, y existe, por otro lado, controversia acerca de su eventual capacidad de aumentar el col-HDL, tal y como se ha observado en algunos estudios en los que se sustituyeron ácidos grasos poliinsaturados por monoinsaturados (véase la tabla de la siguiente).
RELACIÓN ENTRE LOS ÁCIDOS GRASOS DE LA DIETA Y LOS NIVELES DE COLESTEROL
En 1953, Keys estableció la hipótesis de que el tipo y la cantidad de grasa era un factor determinante de las concentraciones plasmáticas de colesterol. Hoy se considera que un nivel elevado de las mismas (de 200 mg/dl) es un factor de riesgo primario de aterosclerosis.
CT:
Colesterol total.
Col-HDL:
Colesterol ligado a las lipoproteínas de alta densidad. Es el llamado colesterol «bueno».
Col-LDL:
Colesterol ligado a las lipoproteínas de baja densidad. Es el llamado colesterol «malo».
Con todo, en la actualidad no está claro si los efectos favorables sobre el perfil lipídico de los AGMI se deben al ácido oleico per se o si son el resultado de la reducción del aporte de grasa saturada.
En definitiva, los AGMI serían tan eficaces como los AGPI en la reducción de los niveles de col-LDL, y además los primeros podrían aumentar las concentraciones de col-HDL. Pero, entonces, si las grasas poliinsaturadas son beneficiosas frente a las saturadas en lo que a niveles de colesterol se refiere, ¿por qué se limita su consumo a un porcentaje igual o incluso inferior al de aquéllas? La explicación radica, en primer lugar, en que las dietas ricas en ácidos grasos poliinsaturados disminuyen los niveles de colesterol y también las LDL pero, a diferencia de lo que ocurre con los ácidos grasos monoinsaturados, también reducen las HDL. Dado que existen múltiples pruebas de que las HDL contribuyen a impedir el desarrollo de la aterosclerosis, las dietas óptimas para reducir los niveles de colesterol deberían aumentar, o al menos no disminuir, los niveles de HDL.
Además, dichas dietas aumentan la susceptibilidad de las LDL a la oxidación, una modificación que, como se verá más adelante, es particularmente negativa. Las dietas ricas en ácido linoleico (ácido graso poliinsaturado) producen unas LDL más susceptibles a la modificación oxidativa que las dietas ricas en ácido oleico.
LAS DOS FAMILIAS DE AGPI
Al hablar de los AGPI es obligado recordar que existen dos familias. La llamada omega-6 o n-6, a la que pertenecen el ácido linoleico y el araquidónico, y la llamada omega-3 o omega 3 a la que pertenecen los ácidos alfa-linolénico, EPA y DHA.
El interés por estos dos últimos surgió de la observación de la baja mortalidad cardiovascular que presentaba la población esquimal, gran consumidora de animales y grasas de origen marino, ricas en estos ácidos grasos. Sin embargo, no es, evidentemente, la única diferencia nutricional entre ésta y otras poblaciones que presentan mayores problemas cardiovasculares; así, por ejemplo, cuando se compara la dieta de los esquimales de Groenlandia con la de la población de Dinamarca, se observa que los primeros consumen casi cinco veces más de AGPI omega 3, pero también casi el doble de AGMI y su consumo en AGS es claramente inferior al de los daneses.
En la actualidad, se acepta que los AGPI omega 3 reducen los valores de triglicéridos, pero su efecto sobre el col-LDL y el col-HDL es discutido. Al margen de la modificación del perfil lipídico, entre los mecanismos del presunto efecto protector de los AGPI omega 3 se ha indicado también la inhibición de la agregación de las plaquetas, y la reducción de la viscosidad de la sangre y de la presión arterial.
Por último, hay que añadir que la alimentación mediterránea ofrece otro aval que la confirma como modelo alimentario: cuenta con más de dos mil años de antigüedad, con lo cual ha superado la prueba del tiempo.
El impacto de la elección de un tipo u otro de grasa en los alimentos es tal que incluso afecta a las cantidades de grasa que pueden recomendarse con la dieta. Keys demostró en el estudio de los «Siete Países» que, en relación con la incidencia de la cardiopatía isquémica o enfermedad coronaria, importa más el tipo de grasa consumido que la cantidad total...

Índice

  1. Portada
  2. Página de derechos de autor
  3. Contenido
  4. Introducción
  5. ¿Qué funciones desempeña el colesterol?
  6. Necesidades de colesterol dietético
  7. Los niveles de colesterol y la salud del corazón
  8. Riesgo de enfermedades vasculares
  9. El colesterol y los alimentos
  10. El impacto de la dieta sobre nuestro colesterol
  11. Dieta para prevenir la aterosclerosis
  12. Bibliografía recomendada