Pasqual Maragall. Pensamiento y acción
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Pasqual Maragall. Pensamiento y acción

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Pasqual Maragall i Mira ha tenido una presencia activa en la vida política de Barcelona, de Cataluña y de España durante más de cuarenta años. Esa irradiación lo ha proyectado como una de las figuras catalanas contemporáneas de relevancia internacional. Son bien conocidas algunas de sus actuaciones y manifestaciones públicas. Y, sin embargo, no contábamos aún con una valoración suficientemente completa que nos permitiera comprender mejor su figura en todas sus dimensiones.Con la voluntad de dar a conocer la riqueza del pensamiento y del proyecto de Maragall, se abordan en este libro una serie de ejes decisivos en su trayectoria: la acción política como herramienta de cambio social; la ciudad y el territorio como espacio de intervención pública; la visión de una Cataluña proyectada hacia España y Europa; las políticas de gobierno como producto de una obra de conjunto; y los Juegos Olímpicos de 1992 como parábola de una experiencia pública exitosa. Esta visión de la obra y las reflexiones de Maragall nos revela la vigencia de sus ideas e intuiciones y, sobre todo, la continuidad de sus preocupaciones principales, tanto en el escenario político más cercano como a escala global.

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Información

Editorial
RBA Libros
Año
2017
ISBN
9788490568866
Categoría
History

LA CIUDAD DE PASQUAL MARAGALL

ORIOL NEL·LO

1. EL PERSONAJE: UNA TRAYECTORIA INDISOCIABLEMENTE UNIDA A LA CIUDAD
Un sábado de agosto de 1979, Pasqual Maragall publicó en La Vanguardia el primer artículo de una serie titulada «Área metropolitana: una ocasión histórica». Maragall, que acababa de regresar de una estancia de investigación en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y ocupaba desde hacía unas semanas el cargo de teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, exponía así su visión de los retos a los que la ciudad había de enfrentarse:
Una de las mayores brutalidades cometidas en este país en las últimas décadas es la destrucción de la ciudad. El yerro —que resulta de una miríada de decisiones aisladas, como corresponde a los comportamientos de una clase social— es equiparable al ahogo cultural de Catalunya o al desarraigo de los emigrantes forzados y tiene consecuencias en la vida de cada día.
Cosas parecidas, es cierto, han ocurrido en otros países. La suburbialización de los ricos, consumada en EE.UU. e incipiente en Europa, ha escindido las ciudades en un centro proletarizado y un entorno más o menos confortable. Aquí, el centripetismo de los ricos, la retrasada motorización de los trabajadores y la ausencia de infraestructuras han mantenido la dicotomía de signo inverso [...]. La ciudad central se mantiene y el suburbio se degrada. Da lo mismo: la Ciudad no existe (Maragall, 1979e).
El diagnóstico, como se ve, no podía ser más taxativo: la crisis urbana, exacerbada en Cataluña durante el franquismo, era un fenómeno de alcance general. Un fenómeno que tenía como características principales la metropolitanización desregulada y la segregación creciente de los grupos sociales y, como consecuencia, la propia destrucción de la ciudad.
Quince años más tarde, próximo ya a dejar la alcaldía de Barcelona, al hacer balance de las transformaciones urbanas y de la experiencia de la organización de los Juegos Olímpicos, afirmaba:
Las ciudades son los contenedores donde la humanidad deposita sus problemas. Pero del gobierno de las ciudades también nacen las soluciones, gracias a su conocimiento del territorio, gracias a su proximidad a los ciudadanos [...]. Este es, probablemente, el legado más importante de Barcelona 92 y de toda una década de transformación urbana: haber contribuido a recuperar la confianza en nosotros mismos y en el hecho urbano como elemento de progreso, de generación de riqueza y de bienestar (Maragall, 1993h).
La labor de «reconstruir la Ciudad, con mayúscula», que, en 1979, le parecía que debería ser «tarea de dos o tres generaciones», había conocido, pues, a su parecer, un avance destacado en un plazo mucho más breve. La ciudad, el «hecho urbano», tan susceptible de ser definido como un compendio de problemas, se había visto así reivindicado.
Los dos momentos mencionados —los primeros compases de la democracia municipal y el día después de la transformación olímpica— señalan en realidad el inicio y el fin de un período central en la trayectoria de Pasqual Maragall. Una etapa vinculada al gobierno de Barcelona y a la transformación de la ciudad, de la que él mismo, como alcalde, llegó a ser en buena medida inspirador, impulsor y representante. Ahora bien, el interés de Maragall por la cuestión urbana no constituye un episodio fulgurante y pasajero de su biografía, como en el caso de tantos y tantos políticos que inician sus pasos en el ámbito local para ascender después a responsabilidades normalmente consideradas superiores. Al contrario: la trayectoria profesional, intelectual y política de Pasqual Maragall se halla inextricablemente ligada a la voluntad de comprender el funcionamiento de la ciudad y de contribuir a gobernar sus transformaciones. Así fue tanto durante los veinte años —decisivos— de formación universitaria y de trayectoria profesional (1959-1979), como durante su recorrido por el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona (19791997) y, finalmente, durante la etapa en que pasó de liderar la oposición en el Parlamento de Cataluña a presidir la Generalitat (1998-2006). En todo momento, la cuestión urbana ocupó un lugar central en sus intereses, sus posicionamientos y su ejecutoria pública.
Por ello, un ensayo sobre la relación de Maragall con la ciudad podría abarcar, de hecho, la mayor parte de los elementos que componen una peripecia intelectual y política particularmente intensa y significativa. Contamos con una extensa bibliografía sobre los hechos y la significación de la transformación de Barcelona bajo sus mandatos como alcalde, tema que ha llegado a ser, incluso, objeto de debate internacional. Por otra parte, disponemos también de diversos materiales sobre las políticas territoriales y urbanas desarrolladas por sus gobiernos en el período en que presidió la Generalitat de Cataluña. Menor atención ha recibido, en cambio, la evolución del pensamiento de Maragall a propósito de la ciudad. Se trata de una cuestión de notable interés, tanto por el valor intrínseco de su reflexión como para entender las bases de su actuación política. Abordar dicha cuestión —es decir, explorar los elementos principales del pensamiento de Pasqual Maragall en torno al hecho urbano— es el objetivo de este capítulo.
Vaya por delante que ese no resulta un propósito fácil de cumplir. Se trata de cubrir casi cuarenta años del pensamiento de un personaje que ha dejado un volumen muy considerable de documentos del más diverso formato: trabajos académicos, artículos especializados, contribuciones en prensa, entrevistas, discursos institucionales, libros programáticos, documentación administrativa, escritos autobiográficos. Se trata de una producción muy extensa en la que, como veremos, resulta posible discernir unas continuidades y unas líneas de fuerza, pero no constituye en modo alguno una construcción sistemática. Por si tal complejidad fuera poca, no contamos todavía con una biografía académica completa sobre la trayectoria de Maragall, y los estudios relativos a su figura, pese a algunas recientes aportaciones interesantes, resultan todavía fragmentarios e incipientes.
Dadas así las circunstancias, la estrategia aquí adoptada ha consistido en identificar una serie de textos de Maragall que consideramos particularmente significativos y en basarnos sobre todo en estas fuentes directas para seguir la evolución de su pensamiento. En cambio, hemos preferido prescindir —hasta donde nos ha sido posible— de las exégesis y las interpretaciones elaboradas por otros autores, entendiendo que el examen de estas nos llevaría a trascender los objetivos y el alcance pretendidos con este volumen. El ejercicio propuesto no está exento de peligros: espigando en una obra tan extensa y fragmentaria, se corre siempre el riesgo de poner en boca del protagonista no tanto lo que en verdad dice sino lo que queremos que diga. Para evitar, en la medida de lo posible, esta tentación, hemos optado por incluir citas de cierta extensión, a fin de que su voz pueda ser directamente escuchada. Asimismo, para paliar el riesgo de conferir un carácter estático y falsamente unitario a un pensamiento que evoluciona en el tiempo, hemos querido iniciar el trabajo con la descripción de los contextos cambiantes en que tal evolución tuvo lugar. Por último, en el momento de la glosa y el juicio, hemos tratado de conjugar, como mejor hemos sabido, «compromiso y mesura», tal como Bernard Crick aconsejaba a los biógrafos. Al lector corresponderá concluir si hemos errado por mucho.
2. LA FORMACIÓN DE LOS CONCEPTOS: UNA IDEA PRECISA PARA EL GOBIERNO DE LA CIUDAD
Al abordar el estudio del pensamiento de Pasqual Maragall en relación con la ciudad, hay que tener en cuenta un aspecto decisivo. Maragall no solo es un estudioso de la ciudad —«a very sophisticated urban economist», como lo definió Jack C. Fisher, director del Centro de Estudios Metropolitanos de Baltimore—. Maragall también es (y, muchas veces, de modo predominante) un militante de izquierda, un político y un cargo institucional. Así, el contexto en el que formula y explicita su pensamiento está casi siempre condicionado muy directamente por el entorno y por la necesidad de actuar en relación con ese entorno. Él mismo lo explica con meridiana claridad:
Yo me veo como el receptáculo de un alud de pasiones y de sublimaciones que hay que reconducir hacia lo factible; como una caja de resonancias de tantas voces a las que hay que encontrar un discurso equilibrado y tenso a la vez, temperado por la conciencia de aquello que es operativo y aquello que no lo es (Maragall, 1986a: XIV).
Así pues, la conformación de su pensamiento sobre la ciudad debe entenderse en relación con las demandas contingentes que esta e su evolución plantea. Por otro lado, su expresión está casi siempre condicionada por la voluntad política —estratégica y táctica— de hallar soluciones «factibles» a tales retos. Para decirlo con claridad: el pensamiento de Pasqual Maragall respecto a las cuestiones urbanas no puede ser entendido solamente como el resultado de un itinerario intelectual, sino, sobre todo, como el intento de un político dotado de una intuición y una capacidad de análisis notables de dar respuesta a los cambiantes desafíos que la evolución de la ciudad —Barcelona, en primera instancia— plantea.
Pues bien, el proceso de urbanización experimentó, precisamente durante los años de vida política activa de Maragall, las transformaciones más radicales y decisivas de la historia, tanto en Barcelona y Cataluña como en el conjunto del planeta. Así, a mediados de los años sesenta, cuando, recién licenciado, entró a trabajar como economista en el Gabinete de Programación del Ayuntamiento de Barcelona, la población urbana mundial sumaba mil millones de personas y representaba aproximadamente un tercio de la humanidad; cuando dejó la presidencia de la Generalitat de Cataluña, cuarenta años después, más de tres mil millones de personas vivían ya en ciudades y la población urbana superaba en número, por vez primera en la historia, a la población rural. En ese mismo período, la Barcelona metropolitana había doblado su población, pasando de 2,5 millones a cinco millones de habitantes. Maragall siguió con sumo (y a menudo apasionado) interés los avatares de estas transformaciones históricas y, como político, creyó necesario y posible darles respuesta. Por ello, a la hora de interpretar las concepciones maragallianas sobre la ciudad y su gobierno, hay que considerar previamente con la máxima atención en qué momento cada una de ellas fue formulada.
2.1. La ciudad de las carencias y las esperanzas (1959-1979)
A causa de una coincidencia que tal vez no lo sea tanto, las grandes etapas de la trayectoria intelectual y política de Maragall se corresponden aproximadamente con tres momentos decisivos de la evolución del proceso de urbanización en Cataluña. Así, el período de formación universitaria, de primeras militancias políticas y de práctica profesional coincidió con una fase de crecimiento urbano particularmente intenso. En efecto, como es sabido, entre 1959 y mediados de los sesenta, el área urbana barcelonesa conoció un incremento de población acelerado, fruto del desarrollo económico y de las migraciones masivas desde el resto de Cataluña y de España. El carácter concentrado del desarrollo urbano comportó, por un parte, que Barcelona llegase a su máximo poblacional histórico (1,75 millones de habitantes en 1975) y, por otra, que la aglomeración barcelonesa alcanzase una dimensión patentemente metropolitana. En un contexto de falta de garantías democráticas, de carencias infraestructurales y de debilidad del planeamiento urbanístico, este desarrollo acarreó la degradación de la ciudad existente, la formación de las periferias urbanas infradotadas y la consolidación de agudos déficits de servicios. Las interpelaciones que, desde el punto de vista urbano, planteaba ese período guardaban relación, pues (y sobre todo), con los déficits, la ausencia y las esperanzas: los déficits en materia de vivienda, urbanización, infraestructuras y equipamientos; la ausencia de instrumentos democráticos y eficientes para el gobierno de un área urbana de dimensión metropolitana; la esperanza de que el régimen franquista estuviese tocando a su fin, con las eventuales transformaciones políticas y sociales que ello posibilitaría.
Ese es el contexto en el que Pasqual Maragall cursó sus estudios en la Universidad de Barcelona. Ingresó en 1957, dos años antes del lanzamiento del Plan de Estabilización, al que tantas veces se ha apuntado como el impulso normativo clave que permitió el desarrollo económico y urbano acelerado. Estudió simultáneamente las carreras de derecho y económicas, contando con profesores como los historiadores Jaume Vicens Vives y Jordi Nadal, los economistas Fabià Estapé y Jacint Ros Hombravella, el filósofo Manuel Sacristán y los juristas Joan Reventós y José Antonio González Casanova. Al mismo tiempo, se integró en la militancia clandestina en movimientos de izquierda antifranquista. Durante ese período de formación universitaria, Maragall publicó sus primeros artículos (en la revista Promos), en los que trató temas diversos de actualidad cultural, económica y política, aunque no cuestiones urbanas. No obstante, dos estancias de prácticas realizadas durante sus estudios (la primera, en 1963, en Estrasburgo, para estudiar derecho europeo comparado, y la segunda, en 1964, en Roma, en la Asociación para el Desarrollo de la Industria en el Mezzogiorno) apuntaban ya cierta inclinación por los temas territoriales.
Pero el giro decisivo se produjo seguramente en 1965, obtenidas ya ambas licenciaturas, con su incorporación al Gabinete de Programación del Ayuntamiento de Barcelona, el think tank del consistorio ideado por el alcalde Josep Maria de Porcioles. En aquel departamento de estudios que, como el propio Maragall recordaría años después, «era considerado una especie de aristocracia municipal» (Maragall, 2008a: 81), desempeñó múltiples tareas y elaboró informes de estadística y economía urbana bajo la dirección del jurista Antonio Carceller y el arquitecto Xavier Subias Fages. Al mismo tiempo, comenzó a trabajar en otra de las principales células de reflexión y análisis económico existentes en aquel momento en Barcelona: el Servicio de Estudios del Banco Urquijo, dirigido por Ramon Trias Fargas. En ese período, el interés del economista y militante comienza a decantarse hacia las cuestiones urbanas. A ello también contribuyó la estancia en París, en el primer semestre de 1966, becado para estudiar planificación territorial, lo que, entre otras cosas, le permitió realizar prácticas en el Comisariado del Quinto Plan, bajo la dirección de Jacques Delors.
A pesar de esta progresiva decantación, el reflejo escrito de ese aprendizaje en cuestiones territoriales y urbanas no se concretaría plenamente hasta la estancia de Maragall en Nueva York, entre 1971 y 1973. Se trasladó allí con la familia, gracias a una beca Fulbright, para estudiar en la New School for Social Research. Como él mismo ha explicado, «el centro estaba marcado por la impronta de pensadores “marx...

Índice

  1. Pórtico
  2. Presentación
  3. La política es la gente
  4. La ciudad de Pasqual Maragall
  5. Políticas públicas y ciudadanía
  6. La "acción catalana" de Pasqual Maragall
  7. Coda: la tregua olímpica
  8. Referencias bibliográficas
  9. Notas