Historia evangélica
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Historia evangélica

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La Historia evangélica de Juvenco es el primer poema épico cristiano: relata en hexámetros la vida de Jesucristo, sacada de los evangelios.Cayo Vetio Aquilino Juvenco, poeta hispano y presbítero del siglo IV d.C., es autor del primer poema épico cristiano, Historia evangélica, una adaptación en verso de la vida de Jesucristo sacada de los evangelios, compuesta en latín, en hexámetros y en cuatro libros. En el primero relata los hechos de Juan el Bautista, el nacimiento de Jesús y sus primeros años; en el segundo y el tercero, los milagros y las parábolas; en la cuarto, la pasión y la resurrección. La obra de Juvenco está fundada sobre todo en Mateo, pero para la infancia de Cristo se fija más en el evangelio de san Lucas. Para el resto también cuenta con los de san Marcos y san Juan, lo que convierte la Historia evangélica en la primera armonía de los evangelios del Occidente latino. Al tener que interpretar a veces el sentido de algunos pasajes, hace también obra de exegeta. Y es consciente de la importancia de su empresa, pues en el prefacio escribe: "Si tan larga fama merecieron los poemas que envuelven en mentiras las hazañas de los antepasados, es cierto que a mí me será concedido el honor inmortal de una alabanza eterna por los siglos, ya que mi canto tendrá por objeto, sin posible engaño, las hazañas vivificantes de Cristo, don de Dios a los pueblos".Como muchos otros escritores cristianos de los primeros siglos, Juvenco poseía una sólida formación clásica (en muchos pasajes se percibe a Virgilio, en algunos a Ovidio, Lucano, Lucrecio, Horacio y Estacio), y se sirvió de ésta para transmitir los contenidos de la nueva fe. Pero adapta esta cultura literaria a una sencillez que caracteriza toda la obra, y que responde al espíritu de los Evangelios.Juvenco fue muy leído en la Edad Media, en la que se le dio el título de "Virgilio cristiano". Los manuscritos de su obra principal se multiplicaron, como también las ediciones impresas a fines del siglos XV y XVI. Toda su fama se debe a la Historia evangélica. San Jerónimo menciona otras obras suyas, alguna sobre el tema de los sacramentos, que no han llegado hasta nosotros.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2016
ISBN
9788424932701
LIBRO IV
El tributo debido al César (vv. 1-13). Mt XXII 15-22; Mc XII 13-17; Lc XX 20-26.
Al punto la facción 247 , encolerizándose, se dispone a tentar con malignas palabras mediante engaño al que dice tales cosas: «Es cierto que tú has venido ahora como maestro verdadero y sigues las huellas del Señor sin temer a nadie. Así pues, di, ¿le está permitido a nuestro pueblo abolir [5] el tributo del César siempre apremiante de acuerdo con la ley 248 ?». Pero él, descubriendo los secretos de su cruel corazón, les dice: «¿Por qué, falsos, intentáis acorralarme ahora con palabras? La falsedad de vuestro espíritu muestra su [10] fruto. Fijaos en la moneda y en los bronces de cuño impreso, donde es fácil distinguir el rostro grabado del César. Pagadle ahora a él su tributo de acuerdo con su propia ley y tributémosle a Dios el honor propio de su ley».
Sobre preceptos de casamiento y resurrección de los muertos (vv. 14-37).Mt XXII 23-33; Mc XII 18-27; Lc XX 27-38.
Después los saduceos 249 lo acosan con sus gritos por uno y otro [15] lado: «Moisés, que estableció los preceptos de las leyes, ordena, si alguien por su muerte súbita deja atrás su matrimonio cuando aún no han nacido de su semen hijos comunes, que el compromiso de unión por otra vez está reservado al hermano de él, con el fin de que no desaparezca la [20] porción de linaje del muerto 250 . En nuestra tierra hubo siete individuos que eran hermanos; pero en primer lugar el mayor contrajo pronto el vínculo con una esposa, y sucumbió bajo un muy rápido aguijón de la muerte. Después otro hermano pereció sin descendientes en el mismo tálamo y todos los hermanos murieron sucesivamente y a todos los lloraron [25] los llantos de una sola esposa; después a ella misma la arrebató la crueldad de la gélida muerte. Así pues, si todos llegan al pie de los umbrales de la vida, ¿para ser devuelta al matrimonio de quién resucitará la mujer?». A ellos les dice Cristo: «Vuestro espíritu insensible, sometido al perverso error, se opone a las leyes y a los preceptos del Señor. [30] [Vuestro corrompido espíritu se aparta de las leyes y de las [30*] exigencias de Dios]. Pues la posterior renovación de la vida gozosa no conoce los tálamos ni los vanos encantos de la tierra, sino que el sublime poder los establecerá a su lado en el palacio del reino, semejantes a los ligeros servidores del Padre 251 . Y Dios no prefiere erigirse como Señor de aquellos [35] que por su inclinación han merecido recibir una muerte horrorosa, sino más bien de los que pueden alcanzar la luz de la vida».
Los dos mandamientos esenciales. Sobre la estirpe de Cristo (vv. 38-50). Mt XXII 34-46; Mc XII 28-37; Lc X 25-28; XX 41-44.
He aquí que otros le preguntan con insistencia cuáles son los preceptos más rigurosos de la ley. Él, infatigable, a nadie le negaba la [40] respuesta: «La entrega de vuestro corazón ame al sublime Señor del cielo; ésa es la exigencia más rigurosa de la ley. Semejante a ese precepto es éste otro: que un entrañable amor a la condición fraterna rija el interior del corazón justo; pues de estos dos mandamientos dependen [45] todos 252 . Pero a vosotros, ¿de quién os parece descendencia venidera Cristo, al que todos los profetas anuncian para los tiempos futuros?». Responden que aquél nace de la estirpe de David 253 . Prosigue Cristo: «¿Por qué está escrito que David por inspiración divina llama a aquél Señor y Dios, [50] cosas que no es razonable que el propio padre llame al hijo 254 ?».
Hipocresía de los escribas y fariseos. Apóstrofe a Jerusalén (vv. 51-85). Mt XXIII 1-14,27-29, 37-39; Lc XI 43-46.
Tales cosas habla el Salvador 255 ; todos quedaron estupefactos en silencio. Pero él, tras haber convocado a la multitud de creyentes, les dice: «Mirad a los soberbios escribas en su elevado asiento. Todo lo que éstos ensenan es legítimo abrazarlo con obediencia de corazón, pero despreciad las manchas [55] de la vida de ellos mismos. Pues ponen en vuestros hombros cargas insoportables que ellos mismos no quieren ni siquiera tocar con un dedo. Se enorgullecen con el puesto principal del triclinio en la cena, con la arrogante suntuosidad y con el vano aprecio de quienes los saludan y quieren [60] llevar el elevado nombre de maestro 256 . Pero yo no querría que vosotros ambicionarais la cima de un nombre muy alto; vosotros, en cambio, tenéis la potestad de un solo maestro concedida para la eternidad por la ley del cielo; ella misma os ha unido con un amor semejante al de los hermanos. Del mismo modo hay un solo Padre, que reina en la cumbre del [65] cielo. Si alguno entre vosotros levanta arrogantemente su cuello, caerá y se hundirá hasta el fondo en el cieno del abismo; pero el humilde ascenderá libre hasta el luminoso cielo 257 . Todos debemos llorar siempre por los escribas y [70] por el ciego engaño de la vida lamentable de la plebe farisea. Pues porque con justicia se os niega a vosotros 258 cerrado el camino, no permitís que nadie entre por las alturas de la luz y los arrastráis a todos a la participación del fuego cruel 259 . Os consideraré semejantes a sepulcros cubiertos de [75] esplendor, que tienen el exterior brillante y el interior abominable con sus cenizas 260 . Así vuestra palabra se recubre de una apariencia de vida justa y en las profundidades de vuestro espíritu se ocultan sentimientos despreciables.
¡Oh sólimos, sólimos, que habéis matado sin límite con la espada a los profetas enviados frecuentemente para vuestra salvación, cómo he querido proteger a vuestra estirpe y a [80] vuestro pueblo, como el ave está acostumbrada a dar calor bajo su cuerpo a sus dulces polluelos envolviéndolos alrededor con la protección de sus plumas! Pero para vosotros siempre son despreciables los dones celestes. Ahora ya se abandona esta morada a la que asolarán las ruinas y no os [85] está permitido más contemplar mi rostro».
Predicción de la ruina del Templo (vv. 86-96). Mt XXIV 1-3; Mc XIII 1-4; Lc XXI 5-7.
Sale del templo y con tales palabras enseñaba a sus discípulos que observaban sus muy altos muros 261 : «Este prodigio de obra os parece digno de extasiada contemplación; pero sabed por palabras verdaderas que pronto yacerá todo en el suelo esparcido por todas partes 262 ». Mientras decía [90] esto había llegado a la cima del monte de los Olivos 263 . Después que los discípulos lo vieron solo, le suplicaban que les aclarara el momento del tiempo futuro del que sus mismas promesas exigían que obtuviera el fin y en el que su [95] llegada haría desaparecer el orbe de la tierra. Cristo responde tales cosas a las palabras de quienes le preguntan:
La ruina de Jerusalén y el fin del mundo (vv. 97-196). Mt XXIV 4-51;Mc XIII 5-37; Lc XXI 8-36.
«Guardaos con cuidado del engaño, Para que vuestra credulidad no se precipite, embaucada por un nombre falso, en los lazos de los que andan descarriados. Se extenderán por todas las tierras los incendios [100] de las guerras; pero vosotros resistid con la fuerza poderosa del corazón, para que vuestro espíritu no se derrumbe perturbado por el estrépito sufrido, pues no impondrán pronto el fin los primeros combates, y los pueblos portarán estandartes contra los pueblos y los reyes contra los reyes, y las enfermedades no dejarán de corromper entonces [105] la región del aire ni las pestes de abatir cuerpos. Incluso la tierra, fija en el vacío con su peso compacto, temblará por diversidad de lugares a causa de un movimiento que la sacudirá. Estos pequeños impulsos permanecerán en sus inicios. Muchos de vosotros serán traicionados y entregados a la [110] muerte y es necesario que por mi nombre las naciones se arrojen sobre vosotros con torturas, fieros castigos y odios. Habrá en las tierras envidia, todo estará lleno de engaños y surgirán falsos profetas en perjuicio de los pueblos. Si en medio de esto alguno es capaz de conservar hasta el fin su [115] corazón protegido de delito, llegará a las alturas de la luz ceñido con las coronas eternas de la vida. El júbilo del reino de los cielos irá volando a todos los extremos de la tierra; toda la gente poseerá un testimonio de la palabra luminosa [120] de la bienaventurada salvación. Y entonces será el fin que haga desaparecer el transcurrir del tiempo 264 . Llegará ya entonces a la tierra el triste llanto que corresponde certísimamente a la palabra profética de Daniel 265 ; esto tan sólo podrá entenderlo el lector digno. Los judíos huirán lejos y tratarán de alcanzar los montes; y que nadie regrese a su casa [125] para llevar consigo algo con que se acompañe su huida: o un vestido o algo transportable. Ya hay que compadecerse con lágrimas de las madres con la carga de un embarazo y de las que con su dulce leche amamantan a sus desgraciados [130] hijos. Pedid ya con súplicas que sin embargo vuestra triste huida no acaezca en el frío del invierno y que la confusa agitación no perturbe con la precipitada carrera el festivo sábado; pues llegarán a todas las tierras calamidades muy horribles. Tal desgracia no la han conocido los siglos antes ni la conocerán los posteriores. Y si el Padre sublime no [135] quisiera por compasión acortar el tiempo y disminuir el número de días, ningún cuerpo sobreviviría después a la vida agitada. Pero por causa de los justos que han sido elegidos llegará la compasión. Surgirán en las tierras farsantes con el nombre de Cristo y falsos profetas y obrarán grandes maravillas [140], prodigios que tal vez embauquen a los justos que han sido elegidos. Mirad, las profecías os muestran los tiempos que os amenazan. Si alguno dice que Cristo va de un lado para otro en los desiertos o que está apartado lejos en el oculto interior de una morada, esté bien retirada de vosotros [145] la infundadísima credulidad. Pues así como el relámpago atraviesa rápidamente el cielo abierto y es fácil para todos verlo desde las regiones de Oriente hasta la parte occidental del cielo que se inclina a modo de círculo, así la luz de Cristo brillará en su rápida llegada. El sol ocultará sus esplendentes [150] rayos en oscuras sombras, la hermosura del resplandor de la luna perderá su curso y las estrellas de ígnea cabellera se precipitarán y abandonarán el cielo. Del mismo modo, toda la fuerza del cielo situado en lo alto emitirá conmovida señales con las que el Hijo del hombre, resplandezca en la cima del cielo 266 ; el llanto oprimirá con sus yugos a toda clase de pueblos cuando a través de los astros llegue poderoso [155] en su majestad el Hijo del hombre en nubes de color de fuego. Entonces la trompeta estridente con su terrible sonido reunirá de los cuatro extremos del mundo a los justos que han sido llamados. Pues la generación actual no desaparecerá del mundo hasta que el fin que viene a continuación [160] no concluya todo lo que le ha sido destinado. Además a esta tierra y al cielo se les hará desaparecer en fuegos, pero nunca mis palabras se extinguirán de acuerdo con un plan. Cuál sea aquel día no le está permitido a nadie saberlo si no es únicamente al Señor del mundo que hace girar los astros. Como en otro tiempo las enfurecidas olas cubrieron las tierras [165]y la impetuosidad del diluvio arrebató con su inesperada inundación a todos los que llevaban a cabo ocupaciones contrarias a su propia condición, así acaecerá súbitamente mi llegada agitando llamas en su descenso desde el cielo 267 ; y ella no los afligirá a todos de un mismo modo. Pues entonces, [170] cuando dos labradores hiendan sus fértiles yugadas con surcos hundiendo el arado, uno solo de los que estén arando será levantado tras haber sido cogido su cuerpo y el otro se dejará en el ancho campo Como desconocido. Más aún, los que se recuesten en la misma superficie de un lecho [175], soportarán con distinta suerte un juicio diferente 268 . Pues el que haya sido abandonado solo buscará a su compañero por los caminos. Por ello, estén vigilantes los siervos, porque la llegada del Señor, desconocida para ellos, sucederá en una hora inesperada. Si cualquier guardián de la casa [180] supiera el momento exacto de la llegada del ladrón, estaría vigilante y llevaría las armas a su encuentro a lo lejos para que nadie entrara en la mansión tras haberla quebrantado. Pero vosotros permaneced siempre con vuestros espíritus atentos, pues súbita e inesperadamente volverá aquí a vosotros el Hijo del hombre otorgando sus recompensas a los [185] justos. Será fiel aquel siervo al que el mismo venerable dueño de la casa, al marchar por largo tiempo, quiso confiárselo todo, la mansión y los esclavos: sabio y sumamente dichoso aquel al que el señor vea a su llegada cumpliendo sus órdenes. A aquel siervo lo rodeará de mayores honores. [190] Pero desdichado aquel que, entregándose a los bajos placeres, desprecia a su dueño que se retrasa y, atormentando a los esclavos con los azotes del látigo y mostrándose indulgente para con la perezosa embriaguez, acude a celebrar los banquetes de los lujuriosos; llegará el señor y al esclavo que [195] se...

Índice

  1. Anteportada
  2. Portada
  3. Página de derechos de autor
  4. INTRODUCCIÓN
  5. BIBLIOGRAFÍA
  6. PROEMIO
  7. PREFACIO
  8. LIBRO I
  9. LIBRO II
  10. LIBRO III
  11. LIBRO IV
  12. ÍNDICE