Terminaciones de análisis
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Terminaciones de análisis

Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller

  1. 170 páginas
  2. Spanish
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Terminaciones de análisis

Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller

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Reflexión sobre cómo podemos pensar esta repetición, ya no interpretando las resistencias de lo social contra el psicoanálisis, sino en relación con los analistas, con la comunidad analítica, y su implicación en ello.En este libro Jacques-Alain Miller muestra que el psicoanálisis está vinculado a la libertad de palabra y, a través de ella, a los derechos humanos. Hemos visto últimamente tres historias de tres mujeres: primero, la liberación de Rafah Nached (Siria) y, más recientemente, Mitra Kadivar (Irán) y Raja Ben Slama (Túnez). Esa serie de tres mujeres, y el hecho de que se trate de psicoanalistas, pone de manifiesto lo que Lacan había anticipado: la vinculación del psicoanálisis, no con la libertad, sino con las libertades. No se trata del concepto abstracto, metafísico de libertad, sino de lo que está en juego en la práctica, es decir, si se puede practicar el psicoanálisis, o no, con sus consecuencias. Es ahí donde podemos decir si creemos o no en la democracia.

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Información

Editorial
Gredos
Año
2018
ISBN
9788424938062
Categoría
Psicología
Categoría
Psicoanálisis

LA CONVERSACIÓN

1. HOMENAJE A HILARIO CID
MIQUEL BASSOLS: Bienvenidos a la XI Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano en España. Nuestra bienvenida, especialmente, a Jacques-Alain Miller, director del ICF, que un año más acude a nuestra cita en Barcelona.
En realidad, si este año tomo la palabra en primer lugar, de manera excepcional, antes de los coordinadores es porque esta Conversación llega para nosotros en un momento de duelo, el duelo por la muerte de nuestro querido colega y amigo Hilario Cid. Se han escrito y difundido ya por Internet estos días entrañables mensajes de varios de nosotros pero no queríamos iniciar esta Conversación sin dar un lugar especial a la evocación de nuestro duelo.
De hecho, hay cierta conjunción entre el tema de la Conversación, Terminaciones de análisis, y lo que muy bien podemos llamar las terminaciones de una vida. Deberíamos poder distinguir también aquí terminaciones de finales. Una terminación no es necesariamente un final. Probablemente podremos hablar de esta diferencia estos dos días. La vida del sujeto no termina necesariamente con su final. Gracias al lenguaje podemos, por ejemplo, hacer presente al sujeto más allá del final de su vida como un ser orgánico y dar así terminaciones distintas a lo que fue su sentido.
Nuestro homenaje a Hilario será aquí nuestro propio trabajo, nuestra Conversación, nuestra dedicación al caso por caso en una época donde la singularidad de ese sujeto peligra al quedar borrada por el cientificismo ambiente.
Para encontrar esa singularidad lean a Hilario Cid, léanlo en sus artículos e intervenciones que están diseminadas en la serie de publicaciones del Campo Freudiano y de la Escuela. Lean a Hilario para encontrar ese hueso de la experiencia analítica que él supo rodear siempre con un gay savoir, según la expresión de Lacan, con ese saber alegre de la gaya ciencia que lo caracterizaba y que ha sido evocado ya estos días.
Entre esos textos quiero recordar uno de los que configuró su testimonio como Analista de la Escuela, titulado «La curiosidad infantil», cuando se le pidió que hablara de lo más íntimo de sí mismo desde esa experiencia de AE y de su final de análisis.
La curiosidad infantil es un buen nombre para definir el deseo de saber de Hilario, una curiosidad que según parece le llevó a veces a recibir cierto rechazo del Otro, con una sentencia que él evocaba así: «Este niño ya no puede estar aquí, espiando a las mujeres». Les leo el final de ese texto memorable de Hilario:
«Podemos preguntarnos además si ese “no puede estar aquí”, o sea, si la sexuación masculina es compatible con la posición del analista. En otras palabras, ¿se puede ser hombre y psicoanalista al mismo tiempo? No es tan seguro. Lo real, núcleo del síntoma, es al mismo tiempo lo que produce el agujero que hace efectivo lo que a todas luces se evidencia en el ser hablante: que no existe un complemento de un sexo al otro, que no hay relación sexual». Y continuaba Hilario: «Ante esto podemos rendir nuestras armas, pero quizás podamos hacer de este fundamento de abismo nuestra causa. Eso es precisamente lo que me encontré al final de este procedimiento llamado el pase. Y también me encontré con un “sí, tú puedes estar aquí” entre los analistas, es decir, más allá de una posición fálica. “Tú puedes estar aquí, a pesar de que te gusten las mujeres"». Así terminaba escribiendo Hilario ese texto con su conocido rasgo de humor.
Pues sí, estimado Hilario, tú pudiste estar aquí, y de hecho lo seguirás estando; aunque muy a pesar nuestro deba ser de otra manera, marcada definitivamente por tu ausencia. Ante lo real de la muerte, también podemos llegar a veces a rendir nuestras armas, ya sea por un duelo imposible de realizar, o también, lo que es más atroz, con el puro y simple olvido. Al revés, digamos parafraseándote, que ante ese mismo real, podemos extraer también algo de lo que ha sido tu saber hacer como analista así como de tu lugar entre nosotros. Podemos hacer de tu lugar en el Campo Freudiano un lugar que se nos aparece también ahora como ese «fundamento de abismo», tal como escribiste en esa precisa y preciosa expresión, podemos hacer de ese lugar también nuestra causa. Y hoy en especial será una causa más para esta Conversación que vamos a empezar.
Así que ya saben, si una vez ya todos sentados ven una silla vacía, déjenla así, por favor, porque esa es la silla de Hilario. Gracias.
2. INTERRUPCIONES / TERMINACIONES
MARTA SERRA: Empezaremos con el caso que ha preparado José Manuel Álvarez. Todos ustedes han tenido la oportunidad de leer el caso, así que no voy a hacer un resumen sino que voy a subrayar, a extraer algunas cuestiones que me parecen centrales respecto al tema de nuestra conversación de hoy, «terminaciones de análisis», para lanzar la discusión.
Y quisiera hacerlo, para el caso de Nuria, en torno a los dos ejes que me parecen más globales, más generales. Por un lado, el eje de la transferencia; por otro lado, el eje de la elaboración simbólica que supone un trayecto, un trabajo analítico.
Empecemos, pues, con la transferencia en tanto motor de ese trabajo. ¿Cómo pensarla? ¿Cómo pensar la transferencia para alguien cuya vida gira fundamentalmente en relación a un Otro malo, que se constituyó ya en la primera infancia, y que desde entonces no ha dejado de tomar forma, en una amplia serie de personajes, que van desde un dios Eros, borracho, hasta casi cualquier persona con la que Nuria establezca una relación fuerte, ya sea en el ámbito del amor o del trabajo? ¿Cómo pensar la transferencia ahí? Subrayando, además, que en cierto modo, para Nuria, ese Otro malo es imprescindible, ya que cuando desaparece o se desdibuja, entonces es ella misma quien pasa a encarnarlo con la violencia que dedica a los otros o a sí misma. Y que puede nombrar como «mi parte mala», o «mi TLP» (trastorno límite de la personalidad).
Me resultaba difícil situar en el texto una demanda clara de Nuria, ni en los primeros encuentros con José Manuel ni después de las interrupciones. Encontraba, más bien, que era derivada por otros servicios, que era obligada por su madre a retomar contacto, que lo retomaba su abogado o que lo hacía ella misma pero respondiendo más o menos a una demanda, a una sugerencia del propio José Manuel.
Cuando un sujeto llega en estas condiciones, ¿es posible hacer surgir la transferencia? En todo caso, quizá sea por ese, en apariencia, «no esperar nada del analista», su prácticamente no tenerlo en cuenta, hasta el punto de decir que se autoanaliza, que Nuria puede irse, separarse bien o, al menos, no de forma violenta, lo que no le es para nada fácil en sus otras relaciones, y poder después volver. Y, sin embargo, eso solo es posible porque está el analista.
Volver. Tomemos ahora el segundo eje de la elaboración simbólica. Volver, ¿para hacer qué?
En el caso de Nuria creo que es justo que nos interroguemos sobre la posibilidad de elaboración simbólica de reescritura de su historia para un sujeto que más bien se caracteriza por una fuerte tendencia al pasaje al acto.
La oferta de José Manuel —«podemos hablar, puedes hablar»—, aunque busque el valor de oposición al imperativo materno —«¡cállate!»—, quizás no sea para Nuria sino otra declinación del mismo. Porque, además, no debemos olvidar que ese imperativo materno cooperaba con la violencia paterna para construir el callejón sin salida del goce en el que Nuria baña su vida.
¿Podemos esperar, José Manuel, que ella sea capaz de inventar o construir en sus encuentros contigo significantes que le permitan gozar sin pasar al acto? En dos ocasiones a lo largo de estos años, aunque no sabemos cuánto tiempo ha durado el trabajo, Nuria ha concluido que había una grave desregulación simbólica en su familia, que la ley había faltado, que era necesario introducirla de alguna manera. Y se ha erigido en protagonista de esa tarea. Pero ¿cómo lo ha hecho? La primera vez, ofreciéndose para redimir a todos pagando la pena de cárcel. La cárcel es un lugar donde parece haber encontrado sin embargo cierta regulación, cierta orientación. La segunda vez, desplazando la cuestión al ámbito laboral y denunciando a la empresa.
¿Podemos considerar que hay un cambio de posición del sujeto en juego en su manera de relacionarse con la ley? ¿Tiene la segunda vez que recurre a ella a través de los tribunales un cariz de acto simbólico en contraposición al pasaje al acto de la primera vez?
A mi entender, no. Más bien me parece una metonimia que no encuentra punto de capitón, y que puede volver a producirse. Sin embargo, hay un significante que me parece crucial y al que creo que merece la pena prestarle especial atención. Es el único adjetivo que el padre le dedicaba solo a ella, mucho más ambiguo en su sentido y en su significación que los que dirigía a sus hermanos: inútil. El insulto del padre para ella era inútil. ¿Es ese su nombre del sujeto?
Ciertamente, el término «inútil» como adjetivo para el goce sería redundante, ya que «inútil» es más bien la definición misma del goce. Y me pregunto si no es ese el nombre que ella verifica, que comprueba, que demuestra una y otra vez, cuando en cada intento de ser útil para sus amadas o para sus jefes acaba abocada a ser inútil. Te paso la palabra a ti ahora.
JOSÉ MANUEL ÁLVAREZ: Buenas tardes. Comenzaré entonces por el final, si me lo permites. Creo que hay que oponer los significantes que vienen del Otro a los que ella misma va produciendo a lo largo de este recorrido. Esta mujer viene al Centro donde la atiendo a mediados de 2003 y el arco temporal abarca hasta 2010. Pero, quitando las interrupciones, es aproximadamente un trabajo de unos cuatro años y medio. No obstante, creo que no se pueden excluir del todo las veces que ella no ha venido, porque el trabajo que ha ido desarrollando conmigo se ha ido poniendo a prueba durante las interrupciones. Y la prueba está en que, después de lo que pasaba durante las interrupciones, venía luego a intentar reconstruir todo lo que le había ocurrido.
El tiempo durante el cual ha estado viniendo y ha estado, voy a decirlo así, conectada con el Centro donde la atendemos, es cuando justamente toda la fenomenología más aparatológica, en el sentido de los pasajes al acto, de las agresiones, de las recaídas en el consumo, se han reducido de una manera notable. Aunque, evidentemente, en el caso quizás no se pueda leer del todo bien porque está muy comprimido.
Como decía, hay dos vertientes del caso: por un lado, los significantes que le vienen del Otro y, por otro, los significantes que la propia paciente, por decirlo de alguna manera, inventa, y con los cuales se autodenomina. Porque también se trata de un trabajo de nominación de ese goce, de ahí esta serie de significantes. Están los significantes del Otro familiar, que empiezan efectivamente por la inútil, por parte del padre; pero también la gorda, la enferma, la delincuente, y ya desde el punto de vista psiquiátrico, la TLP. Esos son los significantes que, como tú muy bien dices, siempre va a verificar en la realidad. Los pasajes al acto, las peleas que tenía con las novias, los problemas amorosos, venían a verificar cada uno de estos significantes y además venían a verificar también el fracaso de cada uno de ellos, y al mismo tiempo su constatación.
Yo he aislado dos significantes que en principio vienen de ella, que son la discriminada y la mala. El ser la mala, eso es algo que ella misma evoca para nominarse. Y ser discriminada es una deducción que ella realiza a partir de las vicisitudes que le van ocurriendo en los lugares donde ocupa un puesto de trabajo.
El problema del significante que tú evocas, la inútil, y de todos los significantes familiares, al menos desde mi punto de vista, es que están muy próximos a todo el tema del desecho, de alguien como objeto de desecho sexual. Porque esto tiene su origen en el momento mismo de los tres años. Está señalado en el texto, cuando el padre tiene que ir a buscarla al colegio y se queda a beber en el bar. No es únicamente «el Otro me deja plantado» sin que haya otro significante que venga a dar sentido a eso, sino que, al contrario, inmediatamente hay un significante que le da sentido a eso a partir del rapto por parte de este taxista y la violación o el abuso oral que este taxista comete en ella. Y la consiguiente culpa.
Entonces, yo estoy de acuerdo contigo en que, efectivamente, es un significante que introduce una cierta diferencia con «sois todas unas putas» del padre, el «maricón» del hermano, que por cierto es gay, y la «hermana puta», que por cierto ha tenido una actividad nocturna un poco extraña. Así que también estos hijos han ido cumpliendo la injuria paterna. Y este inútil es el que como tú muy bien dices ella va a verificar en cada una de las empresas. Ella quiere ser efectivamente la útil; tanto quiere serlo que, sobre todo con respecto al trabajo, cuanto más y más se empeña en ser la mejor trabajadora de las empresas en las que trabaja, más acaba verificando su propio fracaso en eso. Así que no sé hasta qué punto es un callejón igualmente cerrado.
Del lado de la discriminada y del lado de la mala, no sé hasta qué punto también se puede introducir algo que contrarreste el mismo peso que para ella tienen cada uno de estos dos significantes de manera masiva. Se ve más claro en el significante discriminada. Ella toma el significante discriminada como algo negativo, como algo que la rechaza, como algo que la excluye, que la deja plantada, que la expulsa. Pero discriminada es también la diferente. Ser «la diferente» podría ser una salida mucho menos atroz, pero este aspecto de ser la discriminada nunca lo tiene en cuenta...
Una cuestión que también quiero aclarar. Muchos de estos elementos estaban desde el principio pero solo surgieron de manera más nítida a partir de todas las veces que ella vino con estas catástrofes y fue añadiendo, incluso purificando y reduciendo, todo lo que al principio era el problema del amor, que es su demanda principal.
Tomo entonces la otra pregunta que me hacías sobre la demanda principal desde el primer momento. Ella venía efectivamente derivada desde una institución psiquiátrica. Pasa por el médico, pero no es obligatorio, una vez que se pasa por el médico, venir a ver al psicólogo. Sin embargo, viene a verme totalmente urgida por todo lo que le pasa alrededor de ser una enferma de amor, con todos los conflictos que tenía en las relaciones de pareja.
Durante dos años y pico ella está trabajando y no pasa nada. En el trabajo va bien, va ascendiendo en puestos, cada vez va adquiriendo más responsabilidad. Pero es que además trabaja en un lugar que se llama —y aquí de nuevo, los significantes vuelven a ser esenciales— OpenCor, «corazón abierto» en castellano.
Cada uno de los significantes de este caso están íntimamente enlazados con esta escena primordial de los tres años. En este caso OpenCor le permite durante estos dos años y medio dejar «abierta» (open) esta cuestión del «corazón», (cor, en catalán) y cua...

Índice

  1. Presentación
  2. LOS CASOS
  3. LA CONVERSACIÓN
  4. Notas