Ver mejor sin Gafas
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  1. 128 páginas
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Índice
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Información del libro

La gimnasia ocular y los métodos naturales para mejorar y curar la vista. Masajes, dietas y ejercicios eficaces para reducir miopía, presbicia, hipermetropía, astigmatismo, etc.

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Información

Año
2019
ISBN
9781644616017

EJERCICIOS PRÁCTICOS PARA MEJORAR LA VISTA

Consideraciones previas

Si como afirma el doctor Bates, nuestros problemas visuales son el fruto de malos hábitos, pueden corregirse mediante diversos ejercicios que estimulen los órganos dañados o atrofiados. Los resultados de su método, elaborado y comprobado en el transcurso de muchos años de carrera profesional, confirman su hipótesis. Los problemas oculares disminuyen hasta desaparecer.
Todos los ejercicios principales aparecen explicados en función del objetivo que tienen y el error que pretenden corregir.
Hay que tener en cuenta que el efecto sólo puede comprobarse al cabo del tiempo. Un mal hábito cotidiano, constante, aplicado durante años, no se cambia después de cinco minutos de ejercicio. Es inútil esperar una rápida curación, casi milagrosa, porque nos llevaremos un chasco. Para modificar un uso que ya se ha estabilizado es preciso practicar durante mucho tiempo.
Los problemas visuales desaparecerán cuando nuestros ojos hayan vuelto a comportarse de forma natural y espontánea.
Los primeros atisbos de visión normal pueden aparecer incluso después de practicar los ejercicios durante pocos días. Es más, se trata de algo muy común. Pero para que el beneficio sea estable, es preciso que la gimnasia ocular se convierta en un hábito.
Y esto sólo se consigue con tiempo y paciencia. Abandonarla tras dos o tres intentos hará inútiles los ejercicios que hayamos hecho hasta entonces. Se trata de una cura, no de una pastilla para ver mejor mientras dura el efecto.

Cubrirse los ojos con las manos (palming)

En el capítulo anterior hemos visto que la mayoría de los problemas oculares se deben a la tensión, la contracción y el esfuerzo. Una situación general de tensión intelectual comporta un cansancio ocular adicional, y viceversa.
La técnica que presentamos intenta romper este círculo vicioso, tratando de atenuar sus efectos mediante la relajación física y psíquica de los ojos.
Sin embargo, cuando alguien está muy enfrascado en su trabajo no piensa en interrumpirlo durante unos instantes para relajarse. Hacerlo supone ya un gesto de mejora. Implica asumir que, al actuar de ese modo, nos estamos perjudicando a nosotros mismos. Aceptar una breve interrupción para seguir en mejores condiciones es tanto como ocuparse activamente del propio bienestar. De hecho, pensar en detener así la loca carrera que nos lleva a actuar contra nuestra propia naturaleza y nuestra propia salud es un signo concreto de la voluntad de curarnos.
El ejercicio
El ejercicio es, en sí mismo, muy simple.
Se trata de cubrirse los ojos con las palmas de las manos (fig. 9). La posición más cómoda es estar sentado, apoyando los codos sobre la mesa, con las palmas de las manos en los pómulos y los dedos en la frente. Esto es así para que los ojos no resulten oprimidos, aplastados o restregados durante la sesión, sino sólo cubiertos, para evitar así el paso de la luz. También el contacto de las manos es beneficioso. Nuestras manos tienden de forma espontánea hacia donde se produce un dolor o daño. Con ellas nos tapamos una herida, apretamos una zona dolorida o aplicamos un masaje sobre un punto doloroso.
FIGURA 9
No entraremos aquí en los detalles de la acción beneficiosa de las manos impuestas sobre zonas enfermas.
El objetivo es relajar los ojos, protegerlos durante unos instantes de cualquier estímulo de las ondas luminosas y del esfuerzo que supone el acto visual. Crear una oscuridad, en suma.
Una persona que carezca de problemas visuales verá fácilmente la oscuridad uniforme, negra, homogénea con este ejercicio.
Por el contrario, quienes padecen alguna dificultad visual verán una oscuridad salpicada de luces, a través de franjas blancuzcas, manchas grises o coloreadas, lo que nos da a entender que el ojo no está relajado, sino que todavía está recreando el proceso visual y se siente incapaz de desconectar. Para favorecer la relajación y obtener una oscuridad uniforme, lo más práctico es recurrir a la imaginación. Pensemos en escenas relajantes, que bien pueden ser recuerdos agradables o fantasías tranquilizantes. Todo está permitido, siempre que sea distendido. Y no hay que olvidar que si logramos imaginar o recrear mentalmente una escena pasada, debemos seguirla, pero sin detenernos en un detalle único, sino dejando fluir nuestra imaginación, y con ella, nuestro «ojo interior», sobre las imágenes, dejándola vagar de aquí para allá, pasando de un detalle a otro.
Tras unos minutos —el tiempo necesario depende del estado de tensión de nuestros ojos—, la oscuridad se hará más homogénea, más compacta.
Cuando volvamos a abrir los ojos, lo haremos poco a poco, comprobando que nuestra visión ha mejorado ligeramente, y así seguirá durante un tiempo. Repitiendo este ejercicio con frecuencia, sentiremos de nuevo estas ventajas.
¿Cuándo hay que practicarlo?
Lo más a menudo posible. Cualquier ocasión es buena. De todos modos, no siempre que sintamos los ojos cansados y fatigados, sino más bien cuando nos duelan o advirtamos una tensión ocular.
Es bueno hacerlo de vez en cuando, mientras leemos, escribimos o debemos fijar la vista durante mucho tiempo en un objeto cercano.
¿Para qué problemas es útil?
Para cualquier problema, ya se trate de miopía, presbicia, hipermetropía, astigmatismo, etc.
¿Cuánto debe durar?
Puede durar todo el tiempo que queramos, por breve que sea. Una duración media podría ser de unos diez minutos, repitiéndolo varias veces al día.
Pero es mejor que cada cual descubra su ritmo natural: así, habrá quien prefiera 2 o 3 minutos a cada página leída, y quien se tome media hora o una hora al acabar el trabajo.
La relajación
Si en ciertas circunstancias nos sentimos cansados y no podemos adoptar la posición indicada para el ejercicio, podemos recurrir a un ejercicio de relajación más sencillo todavía. Se trata, simplemente, de cerrar los ojos y dejar correr la imaginación sobre escenas distendidas, realizando un suave masaje alrededor de los ojos, pómulos, entrecejo y sienes.
Hacerlo con las manos cruzadas permite masajear los músculos circundantes, así como la zona periorbitoria.

El parpadeo (blinking)

Hemos visto que el ojo está revestido externamente por una sutil membrana protectora transparente, la conjuntiva, pegada a los párpados.
La conjuntiva está humedecida por las lágrimas constantemente. No se trata de las mismas lágrimas que lloramos, sino más bien de una continua y moderada emisión de líquido que lubrifica, limpia y facilita el desplazamiento de los párpados sobre la conjuntiva.
Como podemos apreciar en cualquier momento, el polvo se deposita continuamente sobre todas las cosas, creando una capa opaca resistente al paso de la luz. Para una buena visión es necesario que la conjuntiva permanezca transparente, limpia y humedecida.
El parpadeo cumple precisamente esta función: en cuanto un cuerpo extraño penetra en el ojo, sentimos una fuerte molestia, un escozor que irrita levemente la conjuntiva y empezamos a lagrimear, tratando de expulsarlo.
Cuando estamos relajados, nuestros párpados se cierran espontáneamente y de manera repetida. Pero cuando estamos demasiado concentrados en alguna cosa, nos olvidamos de ellos y es aquí cuando surgen los problemas, ya que una lubrificación deficiente hace que la conjuntiva se reseque y los músculos oculares, por otra parte, tienden a inmovilizarse. La inmovilización de todos nuestros músculos, normal en estos momentos, está asociada directamente con la inmovilización más general de los ojos.
Quienes sufren de sequedad, inflamación u ofuscamiento en los ojos tienen los párpados demasiado tensos, inmóviles, contraídos, con las consiguientes molestias.
Por término medio, parpadeamos una vez cada cinco segundos, mientras que si lo hacemos con más frecuencia puede ser un síntoma de nerviosismo; parpadear menos es señal de una fijación perjudicial para el ojo.
El ejercicio
El ejercicio se realiza parpadeando diez veces a gran velocidad; esperando unos segundos con los ojos cerrados; repitiéndolo diez veces más; cerrándolos otra vez; y volviendo a practicarlo inmediatamente. El ejercicio debe practicarse durante algunos minutos (figs. 10 y 11).
Esto servirá para interrumpir inmediatamente la fijación que tanto nos molesta y acostumbrarnos, con el paso del tiempo, a parpadear con una frecuencia natural.
FIGURA 10
FIGURA 11
¿Cuándo hay que practicarlo?
Cualquier momento es bueno para este ejercicio. Al principio, vale la pena practicarlo durante unos minutos cada hora, puesto que así recuperaremos más rápidamente...

Índice

  1. INTRODUCCIÓN
  2. TEORÍA GENERAL
  3. EJERCICIOS PRÁCTICOS PARA MEJORAR LA VISTA
  4. CONSEJOS PRÁCTICOS Y REMEDIOS NATURALES