Breve historia de las Guerras Púnicas
eBook - ePub

Breve historia de las Guerras Púnicas

  1. 320 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Breve historia de las Guerras Púnicas

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Amílcar Barca, Asdrúbal, Escipión el Africano, Cátulo, Aníbal Barca, … Conozca los mayores enfrentamientos de la Antigüedad. Las dos guerras mundiales en que se enfrentaron Cártago y Roma.En el siglo III a. C. dos grandes potencias, Roma y Cartago, se encontraban preparadas para iniciar una larga lucha por conseguir la hegemonía en el Mediterráneo occidental. Del resultado de esta contienda se iba a dirimir el destino del mundo tal y como lo conocemos en la actualidad. Las guerras púnicas enfrentaron a dos ejércitos perfectamente adiestrados para el combate, con dos visiones distintas a la hora de planificar las principales operaciones militares, y con unos experimentados generales, como Aníbal o Escipión, que protagonizaron algunas de las batallas más memorables de todos los tiempos. Tal fue su magnitud y su extensión, que muchos autores la han considerado como la primera guerra mundial de la historia, y uno de sus escenarios principales estuvo aquí, en España. Durante la lectura de la Breve historia de las Guerras Púnicas el lector podrá acompañar a Aníbal hacia los Alpes dilucidando a la vez si este fue su gran plan desde el principio o si, en cambio, fue una decisión de última hora debido a las circunstancias. Sufrirá la angustia romana de la mano de Publico Cornelio Escipión padre, verá a los cartagineses afrontar temibles batallas, que no son sólo historia sino casi leyenda, a lomos de sus poderosos elefantes de guerra. Temblará con los ciudadanos latinos encerrados en la ciudad de Roma, subidos en las murallas y con la vista puesta en el horizonte esperando ver aparecer a Aníbal y su temible ejército de mercenarios con la intención de destruir la ciudad y esclavizarlos a todos. Y reirá con la descripción de las mejores comedias de Plauto, precursor de la comedia de situación más moderna, justo cuando su mundo se estaba viniendo abajo.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Breve historia de las Guerras Púnicas de Javier Martínez-Pinna en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Historia militar y marítima. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2019
ISBN
9788499678467

1

La Primera Guerra Púnica

EL MUNDO MEDITERRÁNEO EN EL SIGLO III A. C.

Según nos cuentan las tradiciones, Cartago fue en un principio una pequeña colonia fenicia fundada por Tiro en el año 814 a. C., algo sumamente lógico por la privilegiada situación geográfica y estratégica del enclave. Estaba situada al noreste de lo que hoy en día es la ciudad de Túnez, sobre unas tierras fértiles que se extendían a ambos lados del río Bagradas y en el interior de un gran golfo que le permitió disponer de un puerto fundamental para terminar convirtiéndose, con el tiempo, en un importante centro de actividad comercial. Su posición, justo frente a las costas de Sicilia, le permitió extender su influencia sobre las antiguas fundaciones de Tiro y Sidón, una vez que estas terminaron cayendo ante el irrefrenable avance de los imperios orientales.
1.1.%20Expansi%c3%b3n%20fenicia%20en%20el%20Mediterr%c3%a1neo..tif
Expansión fenicia en el Mediterráneo. El pueblo fenicio se asentó sobre una región llamada Canaán, caracterizada por la existencia de unos suelos áridos y montañosos, muy poco aptos para la agricultura, razón por la cual terminaron orientando sus actividades económicas hacia el comercio. De entre todos los enclaves que fundaron por el Mediterráneo destacó, por encima de todos, Cartago.
A partir de ese momento la iniciativa pasó a manos de Cartago, la cual vamos a ver al frente de un número cada vez mayor de enclaves que se extendían a lo largo de la costa africana, pero también por las islas mediterráneas y finalmente por el sur de Hispania, en donde Gades tendría un papel fundamental como principal centro de distribución comercial.
El problema fue que el control de estas estratégicas regiones metalúrgicas del lejano Occidente despertó las ambiciones de nuevos pueblos que, poco a poco, empezaron a tantear el terreno haciendo peligrar el monopolio cartaginés desde principios del siglo VII a. C. Tras afianzar sus posiciones en la Magna Grecia, los griegos, especialmente los focenses, fueron estableciéndose en la desembocadura del Ródano, cerca de la que más tarde será la importante colonia de Massalia, y desde allí fueron progresando hasta asentarse en la costa levantina y meridional española, muy cerca por tanto de la región metalífera de Tartessos.
Este choque de intereses propició el establecimiento de un complejo sistema de alianzas que finalmente terminó por unir a Cartago con la otra potencia marítima del Mediterráneo occidental, Etruria, cuyos intereses se habían visto perjudicados como consecuencia del establecimiento de una colonia griega, Alalia, en las costas de Córcega, región que se encontraba en su ámbito de influencia.
Había llegado el momento de ir a la guerra. Hacia 540, una flota etrusco-cartaginesa compuesta por algo más de cien buques se hizo a la mar con rumbo a Alalia bajo el pretexto de que se trataba de un peligroso refugio de piratas. Antes de llegar a su destino, se encontraron con una escuadra griega compuesta por unas sesenta naves que, a pesar de su inferioridad numérica, logró imponer su superioridad táctica hasta destruir, casi totalmente, la flota enemiga. A pesar de todo, esta partida parece que quedó en tablas, porque los focenses quedaron tan debilitados después de la guerra que se vieron obligados a frenar su avance por el Mediterráneo occidental, renunciando definitivamente al establecimiento de colonias en la costa meridional ibérica para pasar, definitivamente, a manos de Cartago.
Indudablemente y durante mucho tiempo, su fuerza no pudo ser contestada por ninguna otra potencia. Grecia, a duras penas, mantuvo su influencia sobre las colonias situadas entre Massalia y el levante peninsular, mientras que el radio de acción de los etruscos se fue replegando hacia el norte de la península itálica, y todo ello en un momento en el que Roma no era más que una pequeña urbe agraria y ganadera.
El problema para los cartagineses fue que la hegemonía impuesta en el Mediterráneo occidental después de Alalia quedó en entredicho pocos años más tarde, como consecuencia del aumento del poder de las ciudades griegas asentadas en la isla de Sicilia. Siracusa destacó por encima de las demás, tal vez por eso intentó ponerse al frente de una especie de federación de enclaves comerciales de tradición helena para poder establecer un dominio más o menos claro en una región geoestratégica. Estos acontecimientos, que no podían pasar desapercibidos, llamaron la atención de una Cartago que decidió intervenir para no ver amenazada su preeminencia en esta región vital para su economía.
La oportunidad de inmiscuirse en los asuntos sicilianos llegó muy pronto. En el 480 a. C., Hímera, una localidad cercana a Siracusa, se negó a ser anexionada, y por ello solicitó ayuda a los cartagineses que, como no podía ser de otra manera, no se lo pensaron ni un solo instante. Inmediatamente enviaron un ejército al mando de Amílcar, quien logró desembarcar en la isla sin muchas dificultades. Una vez allí, fueron conscientes de la fuerza de Siracusa, cuyo ejército logró derrotar rápidamente a los púnicos, obligándoles a atrincherarse en las bases que aún controlaban en la costa para esperar el momento oportuno de cobrarse cumplida venganza.
1.2.%20Pentecontera%20griega.tif
Pentecóntera griega. Esta embarcación fue la que utilizaron los focenses durante sus largos viajes de colonización. El barco era impulsado por cincuenta remeros, aunque también podía navegar a vela. Su utilización fue muy habitual hasta el siglo VI a. C. en el que fue sustituido por los trirremes.
La derrota le hizo comprender a la gran Cartago el enorme esfuerzo que le podía suponer mantener su política expansiva por el Mediterráneo. Este era, sin duda, el espacio geográfico en donde sus interés podrían entrar en colisión con un mayor número de competidores como los griegos y más tarde los romanos; por ese motivo, una parte de la aristocracia púnica decidió centrar su atención en un nuevo ámbito que sin duda le podía proporcionar amplios beneficios, y aún más importante, a un coste mucho menor. Se inició así un proceso de conquista de la zona costera norteafricana, una región fértil propicia para la agricultura, siendo este un sector económico que, junto al comercio, se convertirá en la principal fuente de riquezas del estado cartaginés.
A pesar de todo, Cartago nunca pudo olvidarse de la importancia que seguía teniendo Sicilia para reforzar su hegemonía comercial en el mar, y por eso siempre la miraron de reojo, atentos a la primera oportunidad que les permitiese recuperar el terreno perdido. Esta se presentó en 409 a. C., cuando la ciudad siciliana de Segesta sufrió en sus propias carnes el nuevo resurgir del poder de Siracusa. Al ver amenazada su propia supervivencia, pidió ayuda a la única potencia que por aquel entonces podía frenar la progresión de los siracusanos. Cartago aún recordaba la humillación padecida setenta años atrás, y por eso envió un nuevo ejército, este mucho más poderoso que, esta vez sí, logró aplastar a los griegos y ganar nuevos territorios para adquirir una posición de privilegio en el teatro de operaciones mediterráneo.
Ya nadie podía obviar la importancia que la cuestión siciliana tenía para el estado cartaginés, más aún después de que la región despertase las apetencias de un nuevo actor que pronto se aseguró el control de la península itálica.
A pesar de todo, a mediados del siglo IV a. C., entre Roma y la potencia africana se impuso la prudencia, ya que ambos estados miraban con preocupación los progresos de Siracusa, lo que propició la firma de dos tratados en 348 y 343 a. C., por los que Cartago reafirmaba su hegemonía en el mar, a la vez que Roma hacía prevalecer su influencia en Italia, especialmente en el Lacio.
1.3.%20a.%20Pirro%20en%20Italia.tif
Pirro en Italia. Antes del estallido de la Primera Guerra Púnica, los romanos y los cartagineses tuvieron que unir sus fuerzas para frenar las acometidas del gran Pirro, uno de los mejores estrategas del mundo antiguo.
El entendimiento entre ambos estados no significó el final de los problemas para Cartago. Una y otra vez los africanos se vieron envueltos en una dinámica que no parecía tener fin, abocados a una lucha que amenazaba con perpetuarse. El conflicto volvió a reproducirse con toda su crudeza en 311 a. C., cuando Agatocles, el nuevo tirano de Siracusa, se lanzó a la guerra contra unos cartagineses que, de nuevo, tuvieron que recurrir a la épica para no verse acorralados en sus amenazadas posesiones isleñas. Aun así, la jugada más difícil de esta compleja partida por el dominio de Sicilia no se produjo hasta la llegada de Pirro, lo que obligó a romanos y cartagineses a la firma de un nuevo tratado entre 279 y 278 a. C. La situación fue tan crítica que ni siquiera la unión de las dos potencias pudo evitar el asedio de Lilibeo, el enclave púnico más importante en la isla, que sólo pudo ser liberado después de la marcha de Pirro hacia Italia para frenar la progresión del ejército romano que, desde el norte, venía empujando con fuerza para tomar posiciones en este tablero en el que pronto se iba a jugar una partida cuyas consecuencias fueron fundamentales para forjar el mundo que conocemos en la actualidad. Fue este interés de Roma por Sicilia, y su indisimulado deseo de beneficiarse del eterno conflicto entre cartagineses y siracusanos, lo que a la postre provocó el inicio de la guerra más decisiva del mundo antiguo.
1.4.%20Estatua%20de%20Pirro%20del%20siglo%20I%20d.C.%20Museos%20Capitolinos%20de%20Roma..tif
Estatua de Pirro (s. I d. C.). Museos Capitolinos de Roma, Italia. Pirro, rey de Epiro, fue uno de los grandes rivales de la Roma republicana durante la etapa de expansión itálica. Según el propio Aníbal, por encima de Pirro sólo estuvo un hombre en la Antigüedad: el gran Alejandro.

EL CASUS BELLI MAMERTINO Y EL INICIO DE LAS HOSTILIDADES

En nuestra historia, todo gran conflicto está precedido de una serie de condicionantes que han empujado a distintos estados a solucionar sus problemas mediante el uso de la fuerza. En el caso de la Primera Guerra Púnica, el elemento que propició el enfrentamiento fue, sin lugar a dudas, los intereses que Roma y Cartago tuvieron a la hora de reclamar su protagonismo sobre una zona con una importancia geoestratégica fundamental para conseguir la hegemonía comercial en el Mar Mediterráneo. A esta necesidad se le unió, en el caso romano, la voluntad de desalojar a los cartagineses de Sicilia para no ver comprometido su domino en una Italia que acababan de someter tras varios siglos de guerra ininterrumpida.
Es aquí en donde reside la parte esencial a la hora de comprender la naturaleza de las guerras que enfrentaron a romanos contra cartagineses, y que por lo tanto van a influir en la toma de decisiones por parte de ambos estados durante un largo período de tiempo iniciado con el establecimiento de las primeras relaciones diplomáticas en momentos muy anteriores al estallido del conflicto y que no se cerrará hasta después de la batalla de Zama.
En este sentido, el casus belli de la Primera Guerra Púnica se nos antoja como un simple pretexto a la hora de justificar unas acciones que ya estaban tomadas de antemano, y que se fueron fraguando desde el mismo instante en el que Cartago y Roma comprendieron que sus respectivas zonas de influencia no tardarían en colisionar en su lucha por controlar el Mediterráneo. Llegados a este punto, el lector comprenderá que los principales acontecimientos que provocaron el inicio de las guerras púnicas no pudieron darse en otro sitio más que en la isla de Sicilia, y el pretexto aprovechado por ambos contendientes, especialmente por los romanos, fue la solicitud de ayuda de los mamertinos de Mesana al gobierno de la República.
El ejército cartaginés estaba nutrido por un gran número de mercenarios para defender un imperio comercial cada vez más extenso. La necesidad de controlar un espacio tan amplio así lo aconsejaba, haciendo inviable la participación de un ejército ciudadano al no poder sustraer a los propios cartagineses de sus responsabilidades económicas tanto en la agricultura como en el mundo del comercio. Por este motivo se recurrió al reclutamiento de soldados profesionales cuya procedencia era muy diversa, pero entre las zonas de provisión destacó por encima de todas la de Campania, que es precisamente hacia donde acudieron los púnicos, pero también las polis griegas de Sicilia, para contratar los servicios de un nutrido grupo de mercenarios samnitas, lucanos y bruttios, cuya existencia se podría explicar si tenemos en cuenta la escasa calidad de las tierras de cultivo de la Italia central y meridional.
Todos ellos encontraron en el recurso del mercenariado la única posibilidad de supervivencia que la tierra se empeñaba en negarles, obligándoles a partir hacia el rico pero fragmentado ámbito siciliano y así ponerse al servicio de aquellos estados que más pujasen por ellos. Pretendientes tuvieron muchos, y por eso se curtieron en los campos de batalla de una región largamente disputada. El gran problema fue que una vez firmada la paz entre las ciudades y estados contendientes, estos mercenarios quedaron privados de su sustento, y por ello decidieron, en muchas ocasiones, continuar guerreando por su propia cuenta, convirtiéndose en una banda de simples asesinos que durante mucho tiempo se dedicó a saquear ciudades y masacrar a sus habitantes, para posteriormente quedarse con sus tierras y repartirse sus riquezas. Uno de estos grupos fue el de los mamertinos.
El aumento de la fuerza de los mercenarios itálicos, al igual que la mayor influ...

Índice

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Índice
  4. Introducción
  5. 1. La Primera Guerra Púnica
  6. 2. El período de entreguerras
  7. 3. Cartago conquista Hispania
  8. 4. La Segunda Guerra Púnica
  9. 5. La marcha de Aníbal
  10. 6. Aníbal invade Italia
  11. 7. Hannibal ad portas
  12. 8. La guerra en Hispania
  13. 9. El hombre es un lobo para el hombre
  14. 10. Todo debe terminar en África
  15. Epílogo
  16. Bibliografía
  17. Colección Breve Historia…
  18. Contraportada