Mujeres en la Biblia
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Información del libro

Con satisfacción y alegría podemos celebrar el hecho de que en nuestros días se hayan despertado de nuevo corrientes en favor de la mujer. Por sus condiciones y por sus cualidades, la mujer ha estado, está y seguirá estando llamada a desempeñar un papel de primer orden así en la vida social como sobre todo en la familiar. Así lo hemos manifestado de manera reiterada en nuestros cursos de literatura provenzal, lo mismo en los capítulos dedicados a la lírica de los trovadores de los siglos XII y XIII como a los consagrados a sus poetas del siglo XIX.

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Información

Año
2020
ISBN
9788412120912

ANTIGUO TESTAMENTO

1. Eva, nuestra madre universal

De acuerdo con el texto bíblico del Génesis, Eva, la compañera de Adán, es la primera mujer del género humano. Después de afirmar y repetir que Dios creó al hombre a su imagen, se nos recuerda que «macho y hembra los creó» (Génesis 1, 27).
Al hablar de la formación de la mujer dice el relato bíblico (Génesis 2, 21-23) que el Señor Dios hizo que Adán cayera en un profundo sueño; y que, estando dormido, tomó una de sus costillas y la convirtió en mujer. Al despertar Adán y verla, exclamó: «Esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Será llamado varona porque del varón fue tomada». Y añade el texto sagrado: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer; y serán dos en una carne» (Génesis 2, 24). Esta narración, al parecer tan sencilla y desde un punto de vista puramente humano tan ingenua, es sin embargo de una profundidad extraordinaria.
En estas palabras del Génesis queda muy claramente expresada la igualdad de mujer y de hombre y la homogeneidad de su naturaleza. De una manera muy gráfica y sumamente sencilla y hasta ingenua, un escritor medieval trata de hacer comprender al más reacio la igualdad de la mujer con respecto al varón: «Si Eva hubiese sido extraída de los pies de Adán, podría parecer inferior a él. Si, en cambio, hubiese sido extraída de su cabeza, podría parecer superior. Formada de una costilla, ni puede ser considerada inferior ni tampoco presumir de superior. La igualdad es evidente».
Por otra parte, la narración bíblica de la caída que dio lugar al pecado original hace recaer la culpa así en Eva como en Adán. Ella hace caso al tentador; y él se deja seducir por ella pensando una y otro que iban a ser como dioses. Los dos cometen por igual un pecado de desobediencia con no poco de vanidad y en cierto modo también de soberbia. Eva se disculpa haciendo recaer la responsabilidad en la serpiente; y Adán lo hace acusando a Eva de haberle hecho caer en la desobediencia.
Castigados por su pecado, las penas recaen sobre el uno y sobre la otra. Los dos son echados del paraíso; los dos conocerán la muerte en su vida terrenal; y los dos sufrirán durante ella dificultades y penalidades.
Después de haber reprendido a la serpiente y antes de hacerlo al hombre, dirigiéndose Dios a la mujer, le dijo: «Multiplicaré los sufrimientos de tu embarazo y con dolor darás a luz los hijos; y tu inclinación te llevará hacia tu marido y él dominará sobre ti» (Génesis 3, 16). Así se lo dice a la mujer. Pero también le anuncia que, si bien la serpiente pondrá asechanzas a su calcañar, ella quebrantará su cabeza (Génesis 3, 15) [1].
Salvo un simple recuerdo en el libro de Tobías, Eva no vuelve a ser recordada en todo el Antiguo Testamento. Esa mención tiene lugar cuando Tobías, en su oración la noche de su boda con Sara, dirigiéndose al Señor le dice: «Tú hiciste a Adán del barro de la tierra y le diste como ayuda a Eva» (Tobías 8, 6)[2].
En el Nuevo Testamento, en cambio, el recuerdo de Eva es más frecuente, sobre todo en las epístolas de San Pablo, como puede verse en el apartado titulado «Eva en las epístolas de San Pablo», del capítulo 47, titulado «La mujer en las epístolas de San Pablo».
Por otra parte, también en el capítulo 12 del Apocalipsis se ha visto una alusión a Eva.

2. Dos mujeres llamadas Sara

a. Sara, la madre de Isaac, y señora de Agar la madre de Ismael

Sara, mujer de una belleza extraordinaria (Génesis 12, 14), era la esposa legítima de Abrahán. En vista de su esterilidad, y de acuerdo con la normativa vigente en la sociedad hebrea de aquellos tiempos, ofreció a su esposo una de sus siervas, la egipcia Agar, para que concibiera en ella y tuviera descendencia, adoptando luego como propio el hijo que de esa unión nacería. Aceptó de buen grado Abrahán. Y Agar quedó encinta. Ensoberbecida ésta, mostró un cierto menosprecio hacia su señora, creándose una situación muy desagradable. Cumplido el tiempo natural del embarazo, Agar dio a luz un hijo al que pusieron por nombre Ismael (Génesis 16, 1-16).
Por otra parte, después de una larga esterilidad de muchos años, concibió Sara y dio a Abrahán, ya muy viejo, un hijo que fue llamado Isaac (Génesis 21, 1-3), quien había de ser el segundo gran patriarca del pueblo de Israel (Isaías 51, 2) y padre de Jacob. Y entonces, al nacer Isaac, pidió Sara a Abrahán que despachara a Agar y a su hijo (Génesis 21, 10). Y así se hizo.
Sara murió a los 127 años en Hebrón, en tierra de Canaán (Génesis 23, 1-2), y fue enterrada en la cueva de Mapselá, enfrente de la encina de Mambré, que se convirtió en sepultura de los patriarcas (Génesis 23, 19-20; 35, 8; 35, 27-29; 49, 31).
De Sara, por su hijo Isaac, procede la descendencia del pueblo judío. De Agar, en cambio, por su hijo Ismael, procederían las doce tribus ismaelitas. Esta doble descendencia de Abrahán, con un hijo de la esclava y otro de la mujer legítima, dio lugar a una dualidad que opuso y sigue oponiendo esas dos descendencias, la de Ismael, hijo de la esclava Agar, y la de Isaac, hijo de la libre Sara.
El apóstol San Pablo se hace eco de esa dualidad en su carta a los Gálatas (4, 21-31) y la aplica al apego a la antigua ley que hace esclavos, frente a la nueva alianza que hace libres: «El hijo de la esclava —escribe San Pablo— nació según la carne; en cambio el de la libre, por la promesa» (4, 23). Y añade a continuación: «Esto constituye una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos» (4, 24). Y señala la diferencia entre la Jerusalén terrena que está en esclavitud, y la Jerusalén de arriba que es libre (4, 25-26). En estos dos versículos de su carta a los Gálatas expresa San Pablo un punto doctrinal de muy hondo significado. Frente a la doctrina de la salvación basada en la descendencia según la carne, tal como la predicaban los judaizantes, pone de manifiesto la doctrina cristiana de la salvación basada y fundamentada en el don de la gracia y en la adhesión a la fe.
También se hace eco de ello San Pablo en su epístola a los Romanos (9, 9-10) cuando escribe: «Porque la palabra de la promesa es ésta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no solamente ella, sino también Rebeca de un ayuntamiento que tuvo con Isaac nuestro padre concibió».

b. Sara, la mujer de Tobías

Sara era hija de Ragüel y de Ana, un matrimonio que vivía en Ecbátana, en el país de los medos. Ragüel era pariente de Tobit (el padre de Tobías). En su casa se alojaron Tobías y su compañero de viaje cuando acudieron allí para recuperar un préstamo que Tobit había hecho a un pariente suyo que vivía en Ragés, en la región de Media.
Cuando llegó allí Tobías, Sara, que era una joven mujer prudente, animosa y muy guapa, se había casado siete veces sucesivas, pero cada una de las siete había quedado viuda el día mismo de la boda pues por obra maléfica del demonio Asmodeo el marido recién casado caía muerto en el momento mismo en que se acercaba al lecho nupcial.
A pesar de ello, el joven Tobías pide en matrimonio a Sara. Pero, a diferencia de los siete anteriores maridos, él consigue vencer al espíritu maligno Asmodeo, iniciándose una vida matrimonial normal y feliz entre Tobías y Sara.

Anejo. Historia de Tobías

Entre los judíos de la cautividad de Nínive se hallaba un hombre temeroso de Dios, bueno y justo, llamado Tobit, que se mantenía fiel a sus creencias religiosas y que consagraba gran parte de su tiempo a la atención de los pobres y necesitados, distinguiéndose además en la obra de misericordia de dar sepultura a los muertos.
Un día en el que, rendido de cansancio, se quedó dormido junto a un muro, tuvo la desgracia de que sobre sus ojos cayeran excrementos de unas golondrinas que allí anidaban, y quedó ciego. Para contribuir a remediar la difícil situación económica creada en la familia, sugirió a su hijo Tobías que se trasladara a la región de Media para recuperar un préstamo que años atrás hacía hecho a un pariente suyo.
Emprendió el viaje Tobías acompañado por un joven guía que dijo llamarse Azarías. Llegados en su viaje a orillas del Tigris, se metió en sus aguas Tobías con intención de bañarse; pero salió precipitadamente, asustado por la presencia de un gran pez que intentó atacarlo. Aconsejado por Azarías y siguiendo sus instrucciones muy oportunas, consiguió capturar ese pez agarrándolo por las agallas. Y, una vez fuera del agua, siguiendo de nuevo las instrucciones de Azarías, después de sacarle el hígado y la hiel y de guardarlos, preparó unas raciones para la alimentación de los dos.
Llegados a Ecbátana, en la Media, se hospedaron en casa de un pariente de Tobit llamado Ragüel, que tenía una hija llamada Sara. Esta joven mujer se había casado sucesivamente hasta siete veces con otros tantos maridos. Pero cada una de las veces cada uno de los siete sucesivos maridos había muerto la noche misma de la boda antes de acercarse a ella. A pesar de ello, Tobías pensó casarse con ella. Y así lo hizo; pero siguiendo escrupulosamente de nuevo las instrucciones de su compañero de viaje Azarías, se encomendó de manera especial a Dios haciendo oración fervorosa la noche de la boda antes de acercarse a Sara y quemó en la habitación el hígado del pez capturado en el Tigris para así ahuyentar al espíritu maligno que la asechaba en contra de su alianza matrimonial. Cuando, al día siguiente por la mañana, estaban todos pendientes temiendo que Tobías hubiera sido la octava víctima, encontraron a los nuevos esposos perfectamente sanos y felices.
Mientras tanto, Azarías había ido a recuperar el préstamo hecho por Tobit.
Finalizadas las fiestas de celebración de la boda, decidieron el regreso a Nínive, saliendo Tobías, su mujer Sara y Azarías. Llegados a Nínive, Tobías untó los ojos de su padre con la hiel del pez capturado...

Índice

  1. Advertencia
  2. Breve cv del autor
  3. ANTIGUO TESTAMENTO
  4. 1. Eva, nuestra madre universal
  5. 2. Dos mujeres llamadas Sara
  6. 3. Rebeca, esposa de Isaac y madre de Esaú y de Jacob
  7. 4. Las hermanas Lía y Raquel, la esposa de Jacob
  8. 5. Tamar, Viudad de Er y de Onán, concibe dos hijos de su suegro Judá sin que él supiera que era su nuera
  9. 6. Tres mujeres llamadas Ana
  10. 7. Séfora, la mujer de Moisés
  11. 8. Rahab favorece la entrada de Josué en Jericó
  12. 9. Dalila traiciona a Sansón
  13. 10. Rut, la moabita [11]
  14. 11. Betsabé, la mujer de Urías
  15. 12. Judit la mujer hebrea que cortó la cabeza a Holofernes[15]
  16. 13. La reina Ester[16]
  17. 14. La casta Susana
  18. 15. La madre de los siete hermanos macabeos
  19. 16. La mujer en el Cantar de los Cantares
  20. 17. La mujer en el libro de los Proverbios
  21. 18. La mujer en el libro del Eclesiástico
  22. 19. Las viudas
  23. 20. Cuatro mujeres del Antiguo Testamento citadas en la genealogía de Cristo Jesús
  24. 2. NUEVO TESTAMENTO
  25. 21. Isabel, la madre del Bautista
  26. 22. Ana, la profetisa
  27. 23. La malvada Herodías y su hija Salomé
  28. 24. El grupo de piadosas mujeres que acompañan a Jesús y a los doce
  29. 25. María Magdalena
  30. 26. María Jacobé
  31. 27. María Salomé
  32. 28. Las tres Marías
  33. 29. Marta y María, hermanas de Lázaro
  34. 30. María, la hermana de Marta y de Lázaro, unge con perfume los pies del Señor
  35. 31. Una mujer pecadora unge con perfume los pies del Señor en casa del fariseo llamado Simeón
  36. 32. Una mujer unge con perfume la cabeza del Señor en Betania, en casa de Simón el leproso
  37. 33. ¿Es una misma mujer la que, en vida de Jesús, le unge la cabeza o los pies? ¿O fueron dos? ¿O son tres distintas?
  38. 34. La mujer adúltera
  39. 35. Jesús desaprueba el repudio
  40. 36. Curación de la hemorroisa
  41. 37. Curación o resurrección de la hija de Jairo
  42. 38. El cornadillo de la viuda
  43. 39. Parábola de las cinco vírgenes necias y de las cinco sensatas
  44. 40. Jesús con la samaritana
  45. 41. La mujer de Pilatos
  46. 42. Una mujer limpia el rostro de Jesús cuando iba camino del Calvario
  47. 43. Las santas mujeres junto a la cruz
  48. 44. Las santas mujeres observan cómo es depositado en el sepulcro el cuerpo de Jesús
  49. 45. Las santas mujeres acuden al sepulcro en el amanecer del tercer día
  50. 46. María, la madre de Juan, se sobrenombre Marcos
  51. 47. La mujer en las epístolas de San Pablo
  52. 48. La mujer en las epístolas de San Pedro
  53. 49. La mujer de las estrellas
  54. 50. Viudas
  55. 51. Diaconisas
  56. 52. Santa María Virgen, madre de Cristo Jesús y madre nuestra
  57. NOTAS