Navarra en la Historia
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Navarra en la Historia

Realidad histórica frente a los mitos aberzales

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Navarra en la Historia

Realidad histórica frente a los mitos aberzales

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Tras las grandes convulsiones que padeció la Península Ibérica desde el derrumbamiento del Imperio romano en el siglo V y, sobre todo, tras la pérdida de España a manos del Islam en el siglo VIII, emerge en las estribaciones del Pirineo occidental el Reino de Navarra, auténtico crisol de lenguas y culturas diferentes. En su conformación como comunidad política, una y plural, desempeñó un papel fundamental el Fuero, conjunto de normas e instituciones garantes de la libertad colectiva del pueblo navarro. Desde su aparición a finales del siglo XIX, el nacionalismo vasco no ha cejado en su empeño de conseguir que Navarra diluya su personalidad en el seno de Euzkadi o Euskalherria. Tras una serie de intentos fracasados, en nuestros días el aberzalismo radical ha trasladado su lucha totalitaria y revolucionaria al campo de la historia, con una manipulación sin precedentes, con el fin de lograr la integración del pueblo navarro en la pretendida República Confederal euskalherríaca y su conversión en un territorio histórico más de una nación vasca que jamás ha existido. El apasionante relato histórico de Del Burgo pone claramente de manifiesto que Navarra nunca se apartó de su vocación española, uno de los componentes esenciales de su recia identidad como pueblo libre, tanto en momentos de triunfo y de derrota, de éxitos y de fracasos colectivos. Un régimen foral, plenamente democrático y paccionado con el Estado, le asegura un elevado nivel de autogobierno. Navarra disfruta de un impresionante desarrollo en todos los órdenes y es pionera en educación, sanidad y servicios sociales. Es un vivo ejemplo de cómo es posible armonizar la consecución del estado de bienestar en un marco de libertad, justicia social, igualdad y solidaridad.

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Información

Año
2018
ISBN
9788417229924
Categoría
Historia
1. LA METAMORFOSIS ABERZALE
Esto gritaban los nacionalistas en los años de la transición:
«Nafarroa Euskadi da», «Navarra es Euzkadi»(1977).
Ahora le han dado la vuelta: «Euskal Herria Nafarroa da», «Navarra es Euskal Herria»(2017).
Y lo argumentan así:
Porque el reino de Navarra fue la encarnación medieval del Estado vasco de Euskal Herria, cuyo origen se pierde en los tiempos remotos.
En 1200, Castilla mutiló la «Navarra marítima» al arrebatarle las Provincias Vascongadas.
En 1512, Castilla conquistó los restos del reino de Navarra y acabó con su independencia nacional.
Desde entonces todos los vascos peninsulares son víctimas de la opresión española.
También los vascos ultra pirenaicos padecen la opresión del Estado francés.
Y puesto que Navarra fue conquistada a sangre y fuego por los castellanos, los navarros —de todos los territorios de la Euskal Herria peninsular— somos españoles por la fuerza de las armas.
Ahí está la raíz del conflicto vasco que enfrenta secularmente a España con el pueblo vasco.
Todos los patriotas vascos deben luchar por la liberación de Navarra, es decir, de Euskal Herria.
La bandera de los vascos es la ikurriña.
Todos los vascos tienen el deber de aprender el vascuence o, mejor aún, el eusquera «batua», porque es la lengua de nuestros antepasados y el castellano o español es un idioma impuesto por España, la potencia que ocupa ilícita e ilegalmente la Euskalherría peninsular.
Todo lo anterior —y muchas cosas más de la literatura aberzale— son mitos y falsedades, que no resisten el juicio de la historia.
2. SIGLOS DE NEBULOSA Y FANTASÍA
De la prehistoria y de los primeros siglos de la Edad Antigua sólo hay conjeturas. Lo único que resulta incuestionable es que la teoría de un pueblo vasco, de raza pura y diferente a todos los demás pueblos de la tierra, que se expresaba en vascuence o euskera1y poblaba desde el comienzo de los tiempos los territorios que, según las tesis aberzales, hoy integran o están llamadas a integrar Euskal Herria, no tiene el menor fundamento.
Las primeras noticias sobre los vascones, como un conjunto de tribus que ocupaban la actual Navarra y porciones desiguales del extremo nordeste de Guipúzcoa y de las provincias de Huesca, Zaragoza y Logroño, aparecen en un texto del historiador romano Tito Livio, que era un niño cuando Pompeyo guerreaba en Hispania2 y que narra la guerra de Sartorio, un general romano sublevado contra el Senado de Roma, y Pompeyo, el general de las legiones enviadas para someterle.
Se dice que en el invierno del 75 al 74 a. de J.C., Pompeyo, escaso de víveres, se retiró al interior del territorio de los vascones, donde fundó, a las orillas del Arga, la ciudad de Pamplona como lugar de almacenamiento del trigo que por los pasos del Pirineo le llegaba de Aquitania3, todo ello según el relato del historiador Salustio, cuya Historiae se escribió pocos años después.
Se discute si fue antes la gallina o el huevo, o sea, si el guerrero romano fundó una nueva ciudad de nombre Pompeiopolis, a la que luego los lugareños vascones llamarían «Iruña» o «Irunea», o fue al revés, es decir, que en una ciudad vascona llamada Iruñea, Pompeyo construyó el «primer ensanche» de su historia, eso sí, después de rebautizarla con su nombre.
No hay ninguna fuente documental que pruebe que cuando Pompeyo decidió acampar en la meseta pamplonesa lo hizo junto a una ciudad llamada Iruña o Iruñea sobre la que fundó Pamplona. Ni siquiera hay huellas de un poblado de chozas vasconas con ese nombre.
Parece que hay consenso en que «iruña» o «iruñea», que contiene el sufijo «iri» —que ahora se escribe «hiri»—, en vascuence o eusquera significa «ciudad». Sin embargo, existen sobre todo ello múltiples teorías. Y hasta se ha llegado a poner en duda que Pompeyo fuera el fundador de Pamplona.
Tampoco está nada claro cómo en virtud de un largo proceso lingüístico evolutivo, «Pompeiopolis» (ciudad de Pompeyo) acabó por llamarse Pamplona. Sí está probado documentalmente que en el año 589, bajo el reinado del rey visigodo Recaredo, se celebró un concilio en Toledo al que asistió el obispo de Pamplona, que firmó las actas del siguiente modo: «Liliolus, Pampilonensis eclesiae episcopus, subscripsi» (Lo que traducido del latín al español significa: «Liliolo, obispo de la Iglesia de Pamplona, firmé»). No es de extrañar que el reino fundado por Iñigo Arista, a comienzos del siglo IX, se denominara «reino de Pamplona» hasta que a finales del siglo XII, el rey Sancho el Sabio comenzó a titularse rey de Navarra.
Una moderna teoría es la que sostiene que la ciudad vascona anterior sería un poblado llamado Bengoda o Benkota, capital de los barskunes o vascones. Estos últimos habrían participado en la fundación de Pamplona, palabra vasca que significa ciudad de Pompeyo, ya que junto al nombre del general romano Pompei se añadió el sufijo ilun o irun (ciudad).La suposición de que la fundación de Pamplona se hubiera realizado tomando como sustrato una ciudad vascona llamada Bengoda se apoya en el descubrimiento de unas monedas acuñadas en las cecas de Ba(r)scunes—Bengoda —que estaría situada en las cercanías de Pamplona— y Ba(r)scunes—Bentian, cuya ubicación se desconoce. Pérez Agorreta considera que la leyenda Bengoda del anverso de los denarios y de algunos ases correspondería al nombre de una ciudad del grupo étnico Ba(r)scunes (o Bascunes) que aparece en el reverso. Esto conduce a Tovar a la conclusión, sin duda aventurada, de que Bengoda sería el antiguo nombre de Pamplona.
Pero la participación de los vascones en la fundación de Pompelón es una pura elucubración que no tiene en cuenta el contexto político—militar en que tuvo lugar y que respondía al interés puramente romano de dominación de la Península Ibérica. En este sentido, la fundación de Pamplona se habría producido por ser un lugar estratégico para asegurar las comunicaciones entre Hispania y las Galias ultra pirenaicas.4
A mayor abundamiento, en las excavaciones que se han llevado a cabo, bajo la dirección de la arqueóloga María Ángeles Mezquíriz, en la Catedral de Pamplona se descubrieron cerámicas y otros utensilios propios de los celtas.
Otros historiadores no llegan a tanto y se limitan a señalar que el nombre del poblado vascón es desconocido.
Todas estas teorías tienen además otra seria objeción. Los romanos no tenían por costumbre cambiar el nombre de las ciudades que conquistaban. Es el caso, por ejemplo, de la ciudad vascona de Calagurris (Calahorra). Y cuando lo hacían dejaban constancia de ello. Así ocurrió con la actual Alfaro, ciudad vascona denominada Ilurce o Ilurcis, refundada por el general romano Tiberio Sempronio Graco en el 179 a.C. con el nombre de Gracurris, durante su campaña contra los celtíberos. Todo induce a pensar, por tanto, que el poblado preexistente —vascón o celta— tenía muy escasa entidad.
Recientemente, Francisco Pina Polo ha esbozado una nueva teoría: Pamplona no se fundó con ocasión de la pacífica permanencia del ejército de Pompeyo durante el invierno del 75 al 74 a.C., sino tres o cuatro años después, hacia el 70 y como castigo a los vascones, que no eran aliados de Roma como se ha entendido hasta ahora, sino que fueron sometidos por ella. La fundación de la ciudad se hizo precisamente para asegurar su sometimiento. Prueba de ello es que en la Hispania romana aparecen una serie de ciudades antiguas que llevan el nombre de generales que alcanzaron la victoria sobre los pueblos circundantes como Gracurris (Graco) o Brutóbriga (Bruto)5.
El eje de la influencia romana fue en el norte la calzada de Burdeos a Astorga que pasaba por Pamplona. Por la Ribera cruzaba asimismo la de Ilerda—Legio VII Gemine. Se cree que ésta tendría un doble trazado y a partir de Bellisona (¿Mallén?) saldría un ramal por la orilla derecha del Ebro, por Tudela, y otro alejado del río, por Cascante, para unirse en Alfaro. A Ablitas, en este segundo ramal, iba a desembocar la calzada procedente de Astúrica que pasaba por Clunia, Numancia, Tarazona y Monteagudo.
La huella de la romanización del supuesto territorio de los vascones ha llegado hasta nuestros ...

Índice

  1. 1. LA METAMORFOSIS ABERZALE
  2. 2. SIGLOS DE NEBULOSA Y FANTASÍA
  3. 3. EL DERRUMBAMIENTO DEL IMPERIO ROMANO (SIGLO V)
  4. 4. LA CRISTIANIZACIÓN DE NAVARRA
  5. 5. LOS VASCONES HACEN MUTIS POR EL FORO DE LA HISTORIA EN EL SIGLO IX, MIENTRAS IRRUMPEN LOS NAVARROS
  6. 6. DEL REINO DE PAMPLONA AL REINO DE NAVARRA
  7. 7. EL FUERO GENERAL DE NAVARRA (1238)
  8. 8. REYES EN NAVARRA Y VASALLOS EN FRANCIA
  9. 9. GUERRA CIVIL: AGRAMONTESES Y BEAMONTESES FRENTE A FRENTE
  10. 10. CATALINA DE FOIX, UNA REINA EN ENTREDICHO
  11. 11. NAVARRA EN BRAZOS DE LOS REYES CATÓLICOS
  12. 12. LA IMPOSIBLE NEUTRALIDAD DE LOS REYES NAVARROS
  13. 13. BAJO EL CHANTAJE DE LA «JUSTICIA» FRANCESA
  14. 14. LA INCESANTE REBELIÓN BEAMONTESA
  15. 15. LA INTERNALIZACIÓN DEL CONFLICTO NAVARRO
  16. 16. TODOS CODICIAN A NAVARRA
  17. 17. LA LIGA SANTA
  18. 18. GUERRA EN NAVARRA (1512-1522)
  19. 19. FERNANDO EL CATÓLICO, REY Y SEÑOR NATURAL DE NAVARRA (1513)
  20. 20. INTENTOS FALLIDOS DE RECUPERACIÓN DEL REINO POR LOS REYES DESTRONADOS (1512, 1516 y 1521)
  21. 21. NAVARRA NO FUE «INCORPORADA A CASTILLA» EN 1515
  22. 22. Y NAVARRA RECUPERÓ EL PULSO
  23. 23. SOBRE LA LEGITIMIDAD DE LA INCORPORACIÓN DE NAVARRA A LA MONARQUÍA ESPAÑOLA
  24. 24. TRES SIGLOS DE PAZ (SIGLOS XVI, XVII Y XVIII)
  25. 25. LA PRIMERA GUERRA CARLISTA (1833-1840)
  26. 26. LA LEY PACCIONADA O PACTO-LEY DE 1841
  27. 27. LA ABOLICIÓN DE LOS FUEROS VASCOS (1876-1877) LOS CONCIERTOS ECONÓMICOS (1878)
  28. 28. EL PRIMER INTENTO —FRUSTRADO— DE REINTEGRACIÓN FORAL (1918-1919)
  29. 29. NAVARRA RECHAZA EL ESTATUTO VASCO-NAVARRO (1931-1932)
  30. 30. VÍSPERAS DE LA GUERRA CIVIL EL PSOE SE ALZA EN ARMAS CONTRA EL GOBIERNO DE LA II REPÚBLICA (1934)
  31. 31. LA GUERRA CIVIL DE 1936
  32. 32. EL ESTATUTO VASCO DE 1936
  33. 33. EL RÉGIMEN FORAL DURANTE LA DICTADURA DEL GENERAL FRANCO
  34. 34. EL PRÍNCIPE DON JUAN CARLOS SUCESOR DEL GENERAL FRANCO (1969)
  35. 35. EL DIFÍCIL COMIENZO DE REINADO DE JUAN CARLOS I (1975)
  36. 36. LA TRANSICIÓN: ENTRE LA REFORMA Y LA RUPTURA
  37. 37. LAS CORTES CONSTITUYENTES DE 1977 Y EL REFERÉNDUM DE 1978
  38. 38. La CONSTITUCIÓN DE LA LIBERTAD Y LA CONCORDIA
  39. 39. EL CONSENSO, PIEDRA ANGULAR DEL EDIFICIO CONSTITUCIONAL
  40. 40. LA IDEA DE ESPAÑA EN LA CONSTITUCIÓN
  41. 41. LOS DERECHOS HISTÓRICOS DE LOS TERRITORIOS FORALES (DISPOSICIÓN ADICIONAL PRIMERA DE LA CONSTITUCIÓN)
  42. 42. EL CONTENCIOSO NAVARRA-EUZKADI LA DISPOSICIÓN TRANSITORIA CUARTA DE LA CONSTITUCIÓN
  43. 43. EL ESTATUTO VASCO DE 1979 Y NAVARRA
  44. 44. LA DEMOCRATIZACIÓN DE LAS INSTITUCIONES FORALES (EL PACTO CON EL ESTADO DE 25 DE ENERO DE 1979)
  45. 45. HACIA EL AMEJORAMIENTO DEL FUERO
  46. 46. DOS HISTÓRICOS REPUBLICANOS DEFIENDEN LA LIBERTAD DE NAVARRA (TARRADELLAS Y SÁNCHEZ ALBORNOZ)
  47. 47. EL PARLAMENTO FORAL CIERRA LA PUERTA DE EUZKADI
  48. 48. EL AMEJORAMIENTO DEL FUERO DE 1982
  49. 49. EL PARLAMENTO FORAL Y LAS CORTES GENERALES REFRENDAN EL AMEJORAMIENTO DEL FUERO
  50. 50. RACISMO, XENOFOBIA, MACHISMO Y FUNDAMENTALISMO RADICAL COMO FUNDAMENTO ORIGINARIO DEL NACIONALISMO VASCO
  51. 51. LOS CRÍMENES DE ETA EN NAVARRA
  52. 52. LOS DOGMAS DE LA MENTIRA REVELADA
  53. 53. ENEMIGOS DEL PROGRESO DE NAVARRA
  54. 54. PARADOJAS DE LA HISTORIA
  55. EPILOGO
  56. Publicaciones de
  57. Jaime Ignacio del Burgo