M. Night Shyamalan. El cineasta de cristal
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Creador de la película definitiva sobre la convivencia con fantasmas, y las también definitivas sobre superhéroes reales o invasiones extraterrestres en fuera de campo, M. Night Shyamalan es un creador de iconos y, sobre todo, de meditadas obras que generan enconados debates, polémicas sin fin entre la cinefilia. Este libro recoge las odiseas que ha tenido que emprender para levantar sus películas, las peculiaridades de sus producciones, el (lógico) secretismo, sus campañas de publicidad, sus encarnizadas (para bien y para mal) recepciones críticas y sus avatares para mantener el estrellato o salir del pozo de lodo más negro en el que ha estado nunca un director de género de primera línea.Amparándose en el género fantástico, Shyamalan habla de temas terrenales, cercanos, a pie de casa e incluso existencialistas. No hay película suya que no aborde mucho más que el susto bien urdido (del cual también es dueño y señor). Aparatos perfectamente cerrados con una constante de giro final que ya se ha convertido en un acontecimiento para cada película, y que hacen del revisionado de sus obras una experiencia.Al igual que Spielberg o Hitchcock, las máximas referencias con las que se le suele identificar, Shyamalan sabe bien que lo que prima son los personajes, y el género será más contexto que imperativo de su narrativa. Cineastas, críticos en la cresta de la ola, críticos cogiendo esa ola, directores de festivales, profesores de universidad, escritores, documentalistas, estudiosos, ilustradores, diseñadores gráficos, foreros, aficionados y por supuesto maravillosos e ilustres amateurs analizan aquí la trayectoria de un realizador cuya obra seguirá suscitando apasionantes controversias pasadas muchas décadas.

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Información

Año
2019
ISBN
9788417797676
Airbender: el último guerrero
Airbender: el último guerrero
Título original: The Last Airbender. Año: 2010. Duración: 103 minutos. Dirección: M. Night Shyamalan. Guion: M. Night Shyamalan (basado en los personajes creados por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko para la serie «Avatar: The Last Airbender»). Música: James Newton Howard. Fotografía: Andrew Lesnie. Reparto: Noah Ringer, Dev Patel, Jackson Rathbone, Nicola Peltz, Shaun Toub, Aasif Mandvi, Cliff Curtis, Jessica Andres. Productora: Paramount Pictures, Nickelodeon Movies, Blinding Edge Pictures, The Kennedy/Marshall Company, Industrial Light & Magic.
Sinopsis: La declaración de guerra de la nación del fuego a las naciones de la tierra, del agua y del aire trae caos y destrucción al mundo. El joven Aang, que posee el poder de controlar los cuatro elementos tras completar el ciclo del Avatar, une fuerzas con otros maestros para plantar cara al malvado príncipe Zuko y así restaurar la paz y armonía.
La maldición del manga y del anime en Hollywood
Durante ocho años conseguí esquivar Airbender, el último guerrero (The Last Airbender, 2010), desde que me perdiera su estreno en cine. Al principio tuve ganas de verla, pero su fama la fue relegando en mi lista de visionados hasta que no pude aplazarlo más: hasta que me pidieron que escribiera sobre ella.
No hice mal en esquivarla, porque Airbender, más que una película mala, es mediocre en casi todos sus apartados. Demasiado aburrida y digna como para ser carne de festival de cine cutre, demasiado mala como para ser tenida en cuenta, ya sea dentro de la filmografía de M. Night Shyamalan o en el cómputo general de adaptaciones e inspiraciones cinematográficas de material japonés.
Para mi desgracia, no hacía mucha falta que la viera, porque verás, porque no me toca hablar de ella sino de su contexto: ¿podríamos haber visto venir el resultado antes de que 150 millones de dólares se gastaran en esta película? La historia nos dice que sí.
Los Estados Unidos siempre han ido de autosuficientes. Pueden sentirse atraídos e inspirados por ciertas muestras de cultura extranjera, pero en general prefieren concentrarse en lo suyo.
Lo suyo, a punto de terminar la segunda década de los dosmiles, es ese picor inguinal que les lleva a adaptar cómics, una mina de propiedad intelectual que tardaron más de cuarenta años en aprender a extraer con pompa y circunstancia (con Superman, en 1978) y otros treinta en refinar, con Iron Man (2008) y El caballero oscuro (2008) como los inicios de esta nueva ola.
Incluso ahora, que la necesidad de una taquilla global les lleva a tomar ciertas concesiones narrativas, tales como suprimir cualquier tipo de visión negativa sobre China, son incapaces de atreverse con conceptos y visiones alejadas de las que genera su cultura.
¿Y qué pasa con el manga y el anime? Bueno, siempre han estado ahí, como oscuro objeto de deseo, pero vamos a explorar cómo y por qué se derribaron una y otra vez los proyectos más ambiciosos y de qué forma se aprendieron algunas lecciones. La primera, sin duda, fue que…
Llegar el primero no siempre es bueno
Durante décadas, la cultura japonesa se filtra en los hogares estadounidenses a través de la televisión, con series de culto allí (y en España), como Astro Boy, Meteoro o Comando G, y a base de modas allí pasajeras como el Kaiju-eiga (películas de monstruos, con Godzilla como indiscutible rey) o, a principios de los ochenta, el subgénero de ninjas. Antonio Weinrichter define muy bien estas preferencias como efecto kimono87 , esto es, sentirse atraído por las propuestas más exóticas del país nipón, ya sean películas de época o (añado) de monstruos radiactivos. Mientras, fracasan propuestas más realistas y de ambientación contemporánea por un racismo de fondo, que evita al espectador occidental identificarse con actores orientales.
Pero en 1988 Japón da el do de pecho con Akira, de Katsuhiro Otomo, tanto por la película de animación como por el manga, el cual edita Marvel Comics en Estados Unidos. Desde entonces, la ventana que asoma a Japón abarcaría, además de la moda de turno o los videojuegos, el manga y el anime. Y no se volverá a cerrar.
Aún así, los estudios no es que se dediquen a lanzar billetes al primero que venga con una adaptación de algo japonés bajo el brazo. Ni siquiera los cómics, producto nacional del que sentirse orgullosos, pasa por un buen momento en la pantalla: todo un icono como Superman, tras dos excelentes entregas y sobrevivir a Richard Pryor en la tercera, sufre una deriva hacia lo cutre, dentro de la productora Canon, con una cuarta parte risible titulada En busca de la paz (1987).
No te sorprenderá por tanto que la primera adaptación de un manga por parte de los estadounidenses no sea de alguna obra cumbre, sino Mutronics (The Guyver, 1991), basada en Bio Booster Armor Guyver, de Yoshiki Takaya.
Otra que pasa por el rodillo americano, de nuevo en los pastos de la serie B, sí que es un manga de culto e influyente, pero su versión americana se queda varias letras por detrás: El puño de la Estrella del Norte (1995) es como un jardín sin flores, fea y nutricionalmente yerma.
En el que vemos que no puedes descartar por completo los 90
Está visto que el empujón de Akira no se nota en las majors y que la década no será fructífera para la importación de ideas niponas a Hollywood.
Uno de los proyectos que pudo ser y que mejor pinta tuvieron es la adaptación de Meteoro. Desde 1991 pasa por diversas manos y a punto está de tener una versión, en el 94, protagonizada por Johnny Depp en plena posesión de sus poderes forracarpetas. El Manostijeras se desmarca y el proyecto se hunde hasta el 98, cuando Vince Vaughn, fan en su niñez de la serie original, quiere resucitar el proyecto. Se reserva el papel de Racer X, el hermano del protagonista, pero su sueño infantil termina en la misma cuneta en la que estaba la carrera de Depp por ese año. Ya llegaremos a la adaptación de 2008 más adelante, pero sigamos en la década.
Porque podríamos darla por perdida de no ser porque en 1999 las hermanas Wachowski, con Matrix, demuestran conocimiento y respeto por el manganime desde la concepción del proyecto, cuando enseñan el anime Ghost in the Shell (1995) al productor Joel Silver como prueba de concepto.
Matrix es excelente y genera una franquicia que, pese a deshincharse debido a decisiones algo cuestionables, como una presencia en videojuegos no muy brillante, nunca se preocupó de mostrarse críptica o extraña. Las Wachowski cierran el círculo con The Animatrix (2003), una película con varios cortos de animación pergeñados en Japón y que, en algunos momentos, supera a sus hermanas de acción real.
Para cerrar nuestro repaso a la década, dejemos las adaptaciones y volvamos a la producción japonesa con un nuevo hito: La princesa Mononoke se estrena en cines americanos, gracias a Miramax, el 29 de octubre de 1999. No triunfa en cine, pero al menos le va bien en vídeo doméstico, en una de esas historias que cada vez pasan menos debido al declive de estos formatos. Y gracias a esa popularidad de videoclub, el nombre de Hayao Miyazaki asciende al Olimpo del aficionado medio.
Hollywood quiere casito hasta que no lo necesita
Pasamos de década, siglo y milenio. Cualquiera diría que, después de Matrix, de revelarse su punto de partida japonés e incluso aprovechando la poca inercia que le pudiera quedar a Akira a esas alturas (apoyada por Mononoke), a Hollywood le lloverían las ofertas para adaptar manga, pero hay dos factores determinantes.
El primero es que los japoneses no son de entregar las llaves de una franquicia a la ligera. Por ejemplo, para la película de Super Mario Bros. (1993; sí, el título lleva el punto al final), el productor Roland Joffé tuvo una delirante reunión con Nintendo America en la que prometió un mayor control creativo a cambio de menos dinero por la adquisición de los derechos. Podría haber acabado en una tubería que le llevara directamente a la calle, pero en su lugar terminó en un hotel de Japón, durante diez días, a la espera de una llamada desde el cuartel general de Nintendo que aprobara la película. Y por si fuera poco, más tarde se desentendieron por completo, tanto de la producción como del resultado.
Para que una anécdota como ésta se haga pública, ha circulado por tantos despachos que empieza a ser más aburrida que las vacaciones en la costa de un compañero de trabajo. Y a Hollywood no le gusta que le hagan esperar, ni que le hagan de menos: quiere ser el niño que irrumpe en el salón golpeando una cacerola y que encima le digan que lo hace bien. Como esta aventura de Joffé habrá unas cuantas, que no se han hecho públicas, lo que explica la reserva con la que la industria estadounidense negocia con Japón.
El segundo motivo es que, después de Blade (1998), X-Men (2000) y Spider-man (2002) los estudios no necesitan invertir sus dulces, dulces millones en propiedades intelectuales ajenas. ¿Por qué jugar con los juguetes del vecino si tienes un cajón lleno de ellos?
El nacimiento de Avatar
En el año 2002, El viaje de Chihiro sí que pega un buen petardazo. De nuevo, no en la taquilla norteamericana, donde consigue unos exangües once millones de dólares: al parecer, Disney no cree que merezca la pena vender la película si no tienen licencias de merchandising. Pero en formato doméstico sí que vende bien y, vaya, casi se me olvida: gana un puñetero Oscar a la mejor película de animación en 2003.
Dos de los fans de Hayao Miyazaki son Michael DiMartino y Bryan Konietzko, profesionales de la animación que trabajan juntos en series como Mission Hill (1999-2002) o...

Índice

  1. Prólogo. 49 autores, 18 meses y un genio
  2. Balbuceos cinematográficos: primeros films en Súper 8
  3. Praying with anger: lloré y creí
  4. Los primeros amigos: una película equivocada
  5. El sexto sentido
  6. En los límites del relato: Twist final y otras prerrogativas del autor
  7. Stuart Little: ratón con mantequilla
  8. El Protegido
  9. Breves Notas sobre La Escuela para Jóvenes Talentos Mr. Night Shyamalan
  10. Señales
  11. Lo sublime y lo siniestro en la obra de M. Night Shyamalan. Una mirada a través de la estética del romanticismo
  12. El Bosque
  13. Más allá del cine de M. Night Shyamalan: Un acercamiento a El Secreto de M. Night Shyamalan
  14. La Joven del Agua
  15. Segundos actos: las relaciones peligrosas de M. Night Shyamalan con la crítica de cine
  16. El incidente
  17. Cameos, el rostro como firma
  18. Airbender: el último guerrero
  19. La Trampa del Mal: ascensor para el cadalso
  20. After Earth
  21. James Newton Howard: prestidigitación sonora
  22. Where Paradise is Home (Wayward Pines)
  23. La visita
  24. No le ocurre nada a su televisor. La imagen audiovisual diegética en el cine fantástico de M. Night Shyamalan
  25. Múltiple
  26. Escenas eliminadas
  27. Proyectos a la cripta: el Shyamalan que no fue
  28. Glass: el cineasta de cristal
  29. Un viaje por los complejos laberintos del cine shyamalano
  30. A Day with Night: entrevista exclusiva con el maestro