Manual de creatividad literaria de la mano de los grandes autores
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Taller de Literatura y Vida

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Taller de Literatura y Vida

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Cómo leer e interpretar a los grandes genios de la literatura universal.Este manual es un compendio de lecturas indispensables, comprensión de géneros, análisis de personajes, aprendizaje de elaboración de tramas y estructuras en la novela, conocimiento de la musicalidad literaria... De la mano de Homero, Stevenson, Shakespeare, Emily Dickinson, Cervantes, María Zayas, Pío Baroja o Gloria Fuertes, aprenderemos a disfrutar las obras que han pasado a la posteridad y los motivos que las han hecho grandes. Conoceremos por qué se utiliza una determinada voz narrativa en lugar de otra, la correcta división de capítulos, las descripciones poéticas o las efectivas, los puntos de vista adecuados para cada trama...Este libro nació al calor de un proyecto socio-cultural desarrollado durante tres años en una asociación de Psiquiatría y hoy se ha convertido en un texto para todos los lectores y paladares. De una forma rigurosa, amena y útil, nosotros, como los asistentes al taller Literatura y Vida, no encontraremos tecnicismos aburridos ni echaremos en falta autores indispensables. Disfrutaremos, leeremos y consultaremos estas páginas, una y otra vez.Fernando Calvo González-Regueral ilustra con ejemplos precisos el modo en que se ha hecho arte —y vida— a lo largo de los siglos a través de la tinta, y nos recuerda cómo un escritor es un cómplice de lecturas, un ser con voluntad de estilo y profundo amor por las palabras.... y algo más sin lo que nada tendría sentido: dejar que su propio ser fluya hasta el folio en blanco.Estas páginas nos enseñan que los genios siempre dejan algo de sí en sus obras y sacrifican parte de su esencia para la posteridad, en beneficio de sus lectores, con intención de enriquecernos. Un libro indispensable para leer y para vivir. Para crecer... como lo hacen sus alumnos del taller de Literatura y Vida, con quienes el autor se siente en profunda deuda.

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Información

Año
2019
ISBN
9788418089282
Categoría
Filología
Categoría
Lingüística
1. Puerto de embarque:
Calle de Berlín, 5 duplicado
La historia es siempre la misma o, al menos, siempre comienza de igual manera: una página en blanco, un lapicero y alguien con ganas de narrar una aventura, de lanzar su botella a la mar. La que hoy les quiero contar comenzó cuando Mina, mi mujer, me propuso uno de los retos más maravillosos a que me he enfrentado nunca: impartir un taller sobre literatura en la asociación Psiquiatría y Vida de Madrid, de la que ella era a la sazón secretaria. No dijo de, preposición que denota posesión, sino sobre, que significa «acerca de», y, desde luego, no se refería a uno de esos cursillos en los que se enseña a componer con mejor o peor fortuna un cuento o un soneto. Se trataba de compartir con más corazón que cabeza la pasión por leer que sintió desde niño el lletraferit que esto escribe.
Empezó la travesía sin agujas de marear ni precisas cartas de navegación, sólo con la voluntad del piloto de someter la expedición a los vientos de una rosa con cuatro puntos cardinales señalados por sendos lemas: al Norte, no jugar nunca a la chica, que bajar la apuesta empequeñece a las personas; al Sur, sacar los libros a airearse al lugar del que salieron: calles, plazas y tabernas. Una preparación minuciosa de cada clase —esa forma de creación— a Levante y la ilusión de ir más allá, siempre más allá, hacia Poniente, donde rinden viaje las historias inmortales sin finalizar nunca del todo.
Tan pronto comprendieron el espíritu del proyecto los alumnos, enseguida amigos y compañeros de tripulación, que ellos mismos decidieron bautizar la nave. Ocurrió en el Parque del Retiro, durante un paseo al atardecer y en algún lugar entre las estatuas de Benito Pérez Galdós y Pío Baroja, cuando Parsifal, barba patriarcal, abrazos de oso, purito en la comisura de los labios, sentenció:
—No le deis más vueltas: este velero, bajel pirata bravo y temido, será famoso, «en todo el mar conocido / del uno al otro confín», como Literatura y Vida.
2. Pero… ¿qué es la Literatura?
Luminoso a la entrada de la casa-museo del escritor Dylan Thomas
en Swansea, País de Gales.
Dogmático: «En la literatura, arte que trata de reflejar la vida, nada sucede por casualidad, por más que su materia prima sea una suma infinita de casualidades». Paradójico: «Leer es, ante todo, entretenerse, pero —¡cuidado!— con la literatura no se juega». Melancólico: «La literatura es un embuste que hace tolerable la vida… sin otra condición que la de que el embeleco sea hermoso». Estas y otras disquisiciones va rumiando el monitor camino de su primera clase: es otoño y la ciudad luce más linda que nunca. El monitor no es ni alto ni bajo, ni guapo ni excesivamente feo. El monitor es un tipo de lo más corriente y, nervioso pero ilusionado, carga con un macuto lleno de textos de los sabios de Macedonia: el Diccionario de la lengua española (el DLE de la Real), el María Moliner, el Ideológico de Casares —más útil que nunca en estos tiempos del cólera internáutico—, el Etimológico de Joan Coromines y el Diccionario de términos literarios de Demetrio Estébanez Calderón, con su inconfundible cubierta color naranja chillón.
—Pues se va usted a deslomar: le calculo fácilmente ocho o nueve kilos de peso a las espaldas.
El local de la calle Berlín es modesto pero acogedor y Yogui, guardiana de las esencias de la asociación, ha dispuesto en el aula con su proverbial diligencia todo lo que necesita el monitor para comenzar: un encerado de los de siempre, un lienzo en blanco de grandes dimensiones fijado a una pared lateral y una porción de sillas desde las que quince pares de ojos escudriñarán sus movimientos.
—¿Hay alguien en esta sala al que no le guste leer?
Silencio. Alguna sonrisa. Cuchicheos que parecen decir: «Rara pregunta para dar inicio a un taller sobre literatura».
—No es nada malo. Este monitor ha conocido a lo largo de su vida gente que se jactaba de no haber leído jamás un libro entero y otros, en cambio, que se ufanaban de leer varios a la vez; también lectores de un solo libro: ojo con éstos, son peligrosos. Conoce personas que prefieren a la lectura el cine o los cómics, amantes de la música o fanáticos de las finales de fútbol y los que se extasían ante lienzos, catedrales y esculturas… Pero lo que nunca ha visto ni espera ver este monitor es a persona alguna a la que no le guste que le cuenten una historia bien narrada, adopte ésta la forma que adopte.
Empiezan a comprender los alumnos al monitor, o eso quiere pensar él. Aquí no le pondremos puertas al mar ni rótulos de ningún tipo a los libros; todo lo que sea contar una historia con cierta belleza o provecho será, a los efectos de este taller, Literatura. Acto seguido se impone una tormenta de ideas, con reflexiones dichas en alta voz por los alumnos en demanda de una definición sobre la que levantar las bases del taller:
—Para mí, los libros son libertad, huida, una forma de escapar de la realidad —rompe el hielo Ken, lector voraz y amante de las narraciones de aventuras.
—Pues para mí significan lo contrario: un escondite, el lugar donde nada malo te puede ocurrir, algo así como un refugio en el que encontrar consuelo.
—Aprendizaje, conocimiento.
—Reflexión.
—Espejo.
—Duda…, pero una duda que me impulsa a saber más —añade Mare con timidez, mas con mucho tino.
—Oración.
—Terapia.
—Inquietud, a veces tormento.
—Pues para mí son, fundamentalmente, diversión: yo leo para entretenerme, no para sufrir. Leo para evadirme. Yo leo libros para pasármelo bien.
—A mí me encantaba cuando, siendo niño, mi abuela me contaba historias tradicionales en catalán hasta quedar dormido en su regazo —concluye Morfeo, el hombre tranquilo, el alumno siempre dispuesto a ayudar a los demás.
El monitor ha ido escribiendo en el encerado las palabras clave, agrupándolas por afinidad en tres círculos: el primero, bien delimitado, nos habla de la trasmisión de conocimientos que supone el acto en virtud del cual alguien traspasa sus saberes a la tribu. En el segundo, jardín florido pero asimétrico, reina el deleite, que no significa necesariamente entretenimiento: rosas, cardos, orquídeas, amapolas y plantas carnívoras se entremezclan y aun conviven con cierta armonía. El último está lleno de aristas y se alza como amenazador poliedro; en su interior, las preguntas: ¿Quiénes somos?, ¿qué buscamos?, ¿hay alguien al otro lado del espejo?, ¿existe algún barquero que, una vez retiradas las monedas de los párpados, nos transporte al más allá?
Sanjuán rebusca en los textos de los sabios de Macedonia; quiere saber si andamos o no descaminados. El monitor, con sumo gusto, le deja hacer: enseguida ha percibido que sus alumnos son despiertos, bien leídos y, sobre todo, muy dispuestos al juego de complicidades del que surgen las más instructivas clases.
—El Diccionario de la lengua española de la Real Academia define literatura como el arte que emplea por instrumento la palabra. El María Moliner viene a decir lo mismo pero añadiendo un matiz, tan sabio como su creadora: literatura es el arte que emplea como medio de expresión la palabra… hablada o escrita. Y el profesor Estébanez Calderón nos informa sobre el origen de la voz: literatura es un derivado del latino littera, calco del griego gramatike, esto es, arte de hablar y escribir correctamente. —Hace una pausa, se concentra hondamente y concluye para asombro de todos con la siguiente proposición—: Podríamos decir, pues, que Literatura es el arte que emplea como instrumento la palabra, hablada o escrita, para: 1) trasmitir conocimientos; 2) deleitar a un público y 3) tratar de comprender el sentido último de la existencia.
Aplauso cerrado. Una pausa para meditar. El monitor transcribe en el centro del lienzo fijado a la pared lateral las últimas palabras dichas por Sanjuán, subrayando las ideas fuerza… y aclarando después que todo dogma de fe vendrá siempre contrapesado en este taller por una definición más escéptica o subjetiva a cargo de algún maestro, pues la literatura —no tanto la vida— gusta de reírse de sí misma: «Siempre que enseñes, enseña también a la vez a dudar de lo que enseñas», decía Ortega y Gasset. Lee a continuación el monitor un pasaje de la Biblioteca personal de Jorge Luis Borges, donde el homero argentino ensayaba sobre el concepto de literatura no desde el punto de vista del gramático, ni siquiera del creador, sino del más obvio —y, por ello mismo, olvidado— del lector:
A lo largo del tiempo, nuestra memoria va formando una biblioteca dispar, hecha de libros cuya lectura fue una dicha para nosotros y que nos gustaría compartir. Los textos de esa íntima biblioteca no son forzosamente famosos. La razón es clara. Los profesores, que son quienes dispensan la fama, se interesan menos en la belleza que en los vaivenes y en las fechas de la literatura y en el prolijo análisis de libros que se han escrito para ese análisis, no para el goce del lector. Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer. No sé si soy un buen escritor; creo ser un excelente lector o, en todo caso, un sensible y agradecido lector. […] Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que...

Índice

  1. Literatura y vidaPrólogo de Alicia Mariño Espuelas
  2. 1. Puerto de embarque: Calle de Berlín, 5 duplicado
  3. 3. Narrativa: Contar por contar
  4. 4. [Primer cambio de rumbo]
  5. 5. Poesía: Las más bellas estrellas del firmamento literario
  6. 6. [Segundo cambio de rumbo]
  7. 7. Teatro: La tercera dimensión de la Literatura
  8. 8. [Último cambio de rumbo: Inicio del tornaviaje]
  9. 9. Oro más allá de las fronteras de la ficción
  10. 10. Pero… ¿qué es la Vida?
  11. 11. La Guindalera: Bahía de llegada
  12. Vida y literaturaEpílogoMercedes de la Fuente
  13. Anexo I: El lienzo de Melquíades
  14. Anexo II: Textos de los sabios de Macedonia
  15. Agradecimientos (o el revés de la trama)