Avicena Esencial
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Avicena Esencial

El ser necesario posee la belleza y el esplendor puros

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  1. 232 páginas
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Avicena Esencial

El ser necesario posee la belleza y el esplendor puros

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Información

Editorial
Montesinos
Año
2009
ISBN
9788496831964

Introducción

1. Vida de Avicena
11
2. Obras de Avicena
14
3. Importancia del pensamiento de Avicena 16
4. Carácter del pensamiento de Avicena
18
5. Noción aviceniana de la filosofía
23
6. Partes de la filosofía
23
7. El tema del ser
31
8. Creación-producción del cosmos
40
9. El problema del mal
44
10. El ser humano
45
11. El tema del conocimiento superior y del intelecto 50
12. Sociedad y política
56
13. Avicena médico
63
Antología de textos

Bibliografía

Introducción*

1. Vida de Avicena

Muy pocos pensadores medievales tienen tantos datos de su biografía procedentes además del mismo personaje, pues fueron dictados por el propio Avicena muy poco antes de morir éste, en Ispahán, a su fiel amigo, discípulo y biógrafo al-Yûzyânî. Por otro lado, es muy importante conocer su biografía, aunque sea de una manera muy reducida, pues muchos aspectos de la mis -
ma explican en parte su pensamiento.
Así pues, Abû Àlî al-Husayn ibn Àbd Allâh ibn al-Hasan ibn Àlî ibn Sînâ, conocido como Avicena, nació en Afhana, cerca de Bujara, en el actual Uzbekistán, el año 980. Su familia, entusiasta de la cultura y muy imbuida del chiísmo ismailí1 fue fiel servido-
* La lengua árabe tiene más fonemasy consonantes que las occidentales. Por ello pa ra transcribir los textos a los caracteres de nuestra escritura se han arbitrado dis -
tin tos sistemas. Entre todos ellos, dos: uno técnico reservado para obras científicas y otro simplificado y comúnmente aceptado que se acomoda al lenguaje normal de los idiomas occidentales. Es este último el adaptado en este libro para mayor co -
mo di dad del lector.
1. Muy brevemente: además de los elementos místicos de su metafísica, la chía sur ge cuando a la muerte del Profeta defienden que ha de sucederle alguien des -
cen diente de él y de su propia sangre, concretamente Àlî, primo y yerno suyo. Al su cesor se le llama imam. Posteriormente, se dividieron en varias ramas. Esta co -
11
ra y defensora de la dinastía samaní, la cual, muy abierta a la cultura y al pensamiento libre, dependía formal y políticamente del ca lifato abbasí de Bagdad, pero siendo, de hecho, sumamente in -
dependiente. Su fundador había sido un zoroastriano converti -
do al islam, que adoptó éste sobre todo en su forma chií. Ello explica que el sunnismo tuviera serias dificultades en abrirse camino en un Irán donde coexistían en el siglo X multitud de elementos chiíes ismailíes y duodecimanos, zoroastrianos, budistas y maniqueos, además de la gran influencia de grupos judíos y cristianos. Se podría decir que el Irán originario se hizo musulmán en la medida en que se acomodaba a sus antiguas creencias.
En este ambiente, el padre de Avicena fue nombrado gobernador de Jormitán, razón por la cual abandonaron su original Balj para ir a Bujara, cerca de donde nació Avicena. Éste, por su parte, negó posteriormente su pertenencia a la chía, entre otras cosas, por razones intelectuales, aunque bien se puede sostener que fue su pensamiento el de un chiísmo moderado, o al menos formado den tro de esta corriente, lo cual explica muchos de los aspectos de su pensamiento.
Fue un niño excepcional y precoz intelectualmente, recibiendo una formación muy variada y sólida y teniendo notables maes -
tros. Así, estudió, sobre todo, gramática, geometría, física, teología, filosofía, derecho y medicina, destacando en esta última materia hasta el punto de que los médicos de la corte le consultaban nu me rosas veces, siendo, finalmente nombrado médico oficial del príncipe sasánida Nûh ibn Mansûr al que logró curar de una grave enfermedad. En agradecimiento por ello, se le incorporó a rriente encierra multitud de elementos metafísicos, filosóficos y místicos de gran va -
lor, que condicionan en parte algunos aspectos del pensamiento de Avicena. Tras la muerte del Profeta, otros, los sunníes, defienden que el sucesor ha de ser elegido por consenso de los fieles, aunque no sea de su sangre. Al designado se le llama ca lifa.
12
la corte y se le permitió el libre acceso a la inmensa biblioteca que había en palacio. En ella encontró la Metafísica de Aristóteles, la cual leyó cuarenta veces, sin encontrar su sentido profundo hasta que, por casualidad, halló el comentario a la misma de al-Fârâbî, momento en el que dice la comprendió y, como él confiesa: “se le cayeron las escamas de los ojos”. De este modo, a los die ciocho años ya había logrado la totalidad de sus conocimientos, faltándo-le tan solo el profundizar en ellos a lo largo de su vida y obra.
Poco después de la muerte de su padre, inicia un periplo com-plejo y amplio por todo el Jurasán sin salirse nunca del mundo ira ní. Se sentía iraní y su pensamiento y filosofía están muy im -
buidos del espíritu de su tierra. Este continuo viajar, buscando siempre alguna corte que le protegiera, se debió a la entrada de los turcos sunníes, que conquistaron Bujara y derrocaron la di -
nas tía samaní, siendo acusado Avicena por los nuevos señores de heterodoxia. Así, hacia el año 999, marcha a Gurgang donde reside unos diez años guardando las apariencias ante los sun -
níes, ocultando sus orígenes chiíes. Tras un largo período de hui -
da de los turcos sunníes, marchó, entre otros lugares, a Hurgan, donde conoce a al-Yûzyânî, su amigo, como he dicho, discípulo y biógrafo, y empieza a componer su famoso libro Qânûn fî l-tibb, Canon de medicina, que durante siglos fue el libro de texto básico de medicina, tanto en Oriente como en el Occidente cristiano. Lue -
go pasa a Rayy, cerca de Teherán, ciudad emblemática de una larga y antigua tradición religiosa zoroástrica, donde se pone al ser vicio de la reina regente Sayyeda y de su joven e incapacitado hi jo. Allí continuó redactando su obra médica. A continuación, en 1015, macha a Qazwin y a Hamadán, donde el emir Shams al-Daw la le nombra médico personal y visir, haciendo que le acom -
pa ñe en las campañas militares y diplomáticas, a las que renuncia por sus desavenencias con el ejército. Pero a ruegos del príncipe re toma el cargo, dedicándose a una actividad frenética, pues ade-13
más de las ocupaciones políticas durante el día, por la noche se de -
dica a escribir, a conversar y discutir sobre temas filosóficos, acom -
pañando las veladas de abundante vino y música. En esta última ciudad empieza a redactar su Shifâ’, La curación. Pero dada su personalidad y gran poder intelectual y político suscitó tales envidias que le llevaron a la cárcel. Salido de prisión, mantuvo correspondencia con el gobernador de Isfahán, Àlâ’ al-Daw la, al cual dedicó el Libro de la sabiduría para ` Alâ’ al-Dawla, que tiene el mérito de ser el primer escrito filosófico en persa tras la islamización de Irán. Esta relación con Àlâ’ al-Dawla le llevó de nuevo a la cárcel, en la cual redactó el relato visionario Risâla Hayy ibn Yaqzân.
Después de huir de la prisión se dirigió a Isfahán, donde vivió hasta su muerte, en 1037. Allí fue recibido con todos los honres por Àlâ’ al-Dawla, siendo su consejero, médico y amigo personal. Es en esta ciudad donde compuso la mayoría de sus obras.
El emir Àlâ’ al-Dawla le hacía acompañar en sus campañas militares, en una de las cuales, contra Hamadán, cayó enfermo, posiblemente de cáncer intestinal. Para evitar los dolores que le pro-ducía la enfermedad tomó grandes dosis de opiáceos, lo cual posiblemente adelantó su fallecimiento.

2. Obras de Avicena

El problema fundamental que se plantea a la hora de hacer un listado de las obras de Avicena es, en primer lugar, su enorme abanico de conocimientos, que abarcó: poesía, música, filosofía, matemáticas, obras esotéricas. Y en segundo término, las distintas listas que se han ofrecido. Así, al-Yûzyânî enumera cuarenta obras y el investigador actual G. Anawati llega hasta doscientas setenta y seis. Aquí se exponen a continuación las comúnmente admitidas, con sus respectivas ediciones:
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Tis` rasâ’il fî l-hikma wa-t-tabiìyyât, Constantinopla, 1298/1880. Con tie -
ne: Epístola sobre las ciencias intelectuales y Relato de Salâmân y Absâl.
Mantiq al-mashriqîyîn ( La Lógica de los orientales), El Cairo, 1328/1910.
Al-Qânûn fî l-tibb (Canon de medicina), 3 vols., Beirut, s.f.
Al-shifâ’: al-mantiq. 1. al-Madjal (La curación: Lógica. 1. In tro duc ción), ed. I. Madkour, M. ElKhodeiri, G. Anawati, F. ElAhwani, El Cairo, 1952.
Al-Shifâ’: al-Mantiq. al-Burhân (La curación: Lógica. La demostración), A. E. Affifi, El Cairo, 1956.
Al-Shifâ’: Ilâhiyyât (La curación. La metafísica), ed. M. Y. Moussa, S.
Dunya, S. Zayed, introducción de I. Madkour, El Cairo, 1960.
Avicena (Ibn Sînâ. Cuestiones divinas (Ilâhiyyât). Textos escogidos.
Ed. Carlos Segovia, Biblioteca Nueva, Madrid, 2006.
Fî l-nafs. Psycolologie d’Ibn Sînâ (Avicenne) d’après son oeuvre Ash-Shi fâ’, ed. Ján Bakos, Praga, Académie Tchécoslovaque des Scien ces, 1956.
Kitâb al-Nayât (Libro de la salvación), ed. M. Fajri, Beirut, 1305/1985.
Kitâb al-ishârât wa-l-tanbîhât (Libro de las orientaciones y adverten-cias), ed. S. Dunya, El Cairo, 4 vols., 1960-1968.
Sharh kitâb harf al-lâm ( Comentario al libro Lambda), ed. A. Badawi: Aristû ‘ind al ‘arab, El Cairo, 1947.
` Uyûn al-hikma (Las fuentes de la sabiduría), ed. A Badawi, 2ª ed., Beirut, 1980.
Mehren, A., Traités mysitques d’Avicenne, Leiden, Brill, 1889-1899.
Contiene: Epístola de Hayy ibn Yaqzân y Epístola del pájaro.
Avicena, Sobre Metafísica, versión y comentarios de M. Cruz Her -
nán dez, Madrid, Revista de Occidente, 1950.
Damash Nâmah, Avicena, Le Livre de science, trad. francesa por M.
Achena y H. Massé, Paris, Les Belles Lettres, 2 vols., 1955-1958.
Al-Qânûn fî l-tibb (Canon de medicina), El Cairo, 1887; ed. al-Qashsh, 5
vols., Beyrut, 1987.
Al-Adwîyat al-qalbîya (Los remedios para el corazón), ed. al-Bâbâ, en Min Mu‘allafât Ibn Sînâ attabîya, Alepo, 1984, pp. 207-292.
15
Uryûza fî l-tibb (Poema sobre la medicina), ed. al-Bâbâ, op. cit., pp. 90-94.
Al-Qâlny (El cólico), ed. D. Tamari, Muyallat ma‘had al-majtûtât al‘arabiya, Kuwait, 1986, pp. 9-17 y 441-50.
Avi cenna latinus, Liber de philosophia prima sive Scientia divina, I-X.
Le xi ques, ed. S. van Riet, Louvain-Leiden, 1977-1983.
Avicenna latinus, Liber primus naturalium. Tractatus primus de causis et pricipiis naturalium, ed. S. van Riet, Louvain-la-Neuve, Leiden, 1992.
Avicenna latinus, Liber tertius naturalium. De generatione et corrup-tione, ed. S. van Riet, Louvain-la-Neuve, Leiden, 1987.
Avicenna latinus, Liber quartus naturalium. De actionibus et passio-nibus, ed. S. van Riet, Louvain-Leiden, 1989.
Avicenna latinus, Liber de anima seu Sextus de naturalibus, I-V, ed. S.
van RIet, Louvain-Leiden, 1968-1972.
3. Importancia del pensamiento de Avicena
Avicena pertenece a esa saga de intelectuales que ofrece la cultura musulmana y que, fieles a la esencia del islam, lo que buscan es el saber por encima de todo. En efecto, el propio Corán nos incita al conocimiento, apareciendo en él la palabra «saber» y «ciencia», (` ilm) 750 veces, sólo superada por Allâh (2.800) y Rabb (950). Y hay 750 versos en el Corán (una octava parte del Li bro) que incitan a la ciencia, a estudiar la creación. Y directamente dice: «En la creación de los cielos y de la tierra y en la su cesión de la noche y del día hay, sin duda, signos para los dotados de intelecto que recuerdan a Dios de pie, sentados o echados, y que meditan en la creación de los cielos y de la tierra. ¡Señor! No has creado todo esto en vano. ¡Gloria a Ti! ¡Presérvanos del castigo del fuego!» (Corán, 3, 190-191).
A mayor abundamiento, existen numerosos hadîthes o dichos del Profeta que no aparecen en el Corán pero que se sabe de cier-16
to que los dijo, que invitan a la ciencia y al pensamiento, como son, entre otros: «El que abandona su hogar para ir en busca del co no cimiento sigue el camino de Dios», «La tinta del sabio es más sa grada que la sangre del mártir», «Buscad la ciencia hasta la China».
De ahí que surgieran inmediatamente al nacimiento del islam diversas escuelas y estudios teológicos, jurídicos, científicos y filosóficos, estos dos últimos, sobre todo, al entrar el islam en con tacto con el mundo griego, el hindú y la antigua sabiduría persa. En filosofía, concretamente, aparecen en Oriente los grandes al-Kindî (796-h. 873), al-Fârâbî (h. 870-950) y Avicena, que tra tarán de usar la filosofía griega para adaptarla a la religión.
To dos ellos buscarán la armonía entre ambas y explicarán las ver dades religiosas mediante la razón.
Pero refiriéndonos ya en concreto a este último tema, Avicena, de entrada podemos decir, primero, que es la cima del pensamiento musulmán oriental, tras el cual, el protagonismo filosófico en el islam pasó a al-Andalus, con figuras como el cordobés Ibn Hazm (994-1065) el zaragozano Avempace (h. 1070-1138), el accitano Ibn Tufayl (1110-1185) y el gran aristotélico, el cordobés Averroes (1126-1198), entre otros. Y, segundo, que es de los autores árabes que más influyeron en el pensamiento europeo latino, junto con Averroes.
En efecto, por la parte árabe fue la continuación de la filosofía de al-Fârâbî, del que depende en gran manera, hasta el punto de que muchas de las tesis de éste pasan por ser de Avicena. Y, por el lado cristiano, influyó poderosamente en el pensamiento escolás-tico. Por una parte, en lo que se llamó «agustinismo avicenizante».
En efecto, dominado el pensamiento filosófico y teológico medieval latino por el agustinismo y el neoplatonismo, se hi zo difícil en algunos círculos la admisión del racionalismo aristo té lico. Por ello, el Aristóteles ofrecido por Avicena, marcado todavía por el 17
neoplatonismo, pareció más digerible a la tradición latina. Habrá que esperar a Averroes para que el Estagirita entre de lleno, tal cual, en Europa. Por ello fue asimilado Avicena, con sus comentarios a Aristóteles, en la forma de dicho «agustinismo avicenizante».
Así, el pensamiento de Avicena influyó directamente en autores como San Buenaventura, Alejandro de Hales, Ricardo de Me -
dia villa, Rogerio Maston, Enrique de Gante, Alberto Magno y To más de Aquino, quien lo cita 250 veces, con gran influencia en sus tesis sobre la «essentia» y la «existentia» o «esse», la teoría del conocimiento y las pruebas de la existencia de Dios, entre otros temas. Similar influencia tendrá sobre Roger Bacon, Duns Sco to y otros. Algunas de las tesis avicenianas han llegado, in -
clu so, directamente hasta hoy, como veremos, por ejemplo, la teoría de la intencionalidad. Por ello, estamos ante una de las fi -
guras más importantes y clave del pensamiento, no solo musulmán, sino universal.
4. Carácter del pensamiento de Avicena
En primer lugar, conviene contextualizar la obra y el pensamiento de Avicena, para ver el sentido último del mismo y para abordar determinados problemas...

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