Schelling Esencial
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Schelling Esencial

El arte es la única y eterna revelación

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  1. 176 páginas
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Schelling Esencial

El arte es la única y eterna revelación

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Información del libro

Después de décadas de olvido, la obra de Schelling vuelve a ser leída y estudiada, ahora como el final del idealismo alemán y el inicio de la filosofía contemporánea. Este libro explica las diferentes etapas de su pensamiento, poniendo de manifiesto sus líneas de continuidad y mostrando los distintos contextos sociales e intelectuales en los que el filósofo se movió (se relacionó con personajes como Hölderlin, Fichte, Novalis, Goethe y Schiller). También se rastrea la influencia que la obra de Schelling ha tenido en pensadores del siglo XX: Freud, Heidegger, Jaspers, Ernst Bloch, Jürgen Habermas, etc.: y se apunta al interés que su obra tiene actualmente en ámbitos del conocimiento como son la filosofía de la religión, la filosofía del arte y el pensamiento ecológico.Todavía hoy, pocos son los escritos de Schelling traducidos al castellano. La antología de este libro ofrece una interesante selección de textos de todas las épocas, de manera que en esa diversidad el lector puede llegar a experimentar la profundidad de su pensamiento.Carles Rius Santamaría (Barcelona, 1963), es Doctor en Filosofía por la Universidad de Barcelona con una tesis sobre la influencia del romanticismo alemán y el pensamiento de Schelling en la obra del artista Antoni Gaudí. Ha trabajado en distintas editoriales y ha dado clases en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona. Es autor del libro Gaudí i la quinta potència. La filosofia d'un art (2011), así como de diversos escritos en obras colectivas y revistas (Convivium, Comprendre, Idees, Carrers de frontera, Auriga).

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Información

Editorial
Montesinos
Año
2011
ISBN
9788415216926

Introducción

9

1. La etapa fichteana
12
2. La filosofía de la naturaleza
15
3. La filosofía de la identidad y la filosofía del arte 20
4. El giro en el pensamiento de Schelling
23
5. El Escrito sobre la libertad
26
6. La doctrina de las potencias
29
7. Las Lecciones privadas de Stuttgart
34
8. Obras inacabadas: una interpretación psicoanalítica 36
9. Las edades del mundo y otros escritos 41
10. La filosofía de la mitología
47
11. La revelación y el tiempo del espíritu
53
12. Los herederos de Schelling
57
13. Schelling en el siglo XXI
64

Antología de textos

1. La etapa fichteana
69
2. La filosofía de la naturaleza
76
3. La filosofía de la identidad y la filosofía del arte 81
4. La filosofía de la libertad
95
7
5. La filosofía de la mitología 122
6. La filosofía de la revelación
159

Bibliografía

171

8
Introducción
Durante décadas Schelling ha sido considerado un filósofo de segun -
da fila. Los motivos han sido diversos, sin menospreciar la alargada som bra de su compañero y después rival, Hegel. Solamente una vez ter minada la Segunda Guerra Mundial, gracias al empeño de algunos estudiosos alemanes, empezó a circular una visión del pensamiento de Schelling que despertaba el interés por su obra: ya no era vis to como el que balbuceó lo que Hegel había expresado a la perfec -
ción en su sistema, sino como aquel que consiguió resistirle y allanó el camino para las críticas al idealismo del siglo XX. Sin embargo, to -
da vía hoy algunos creen que el pensamiento de Schelling es desor -
denado e incoherente. Y sobre esto quisiera decir ya aquí cuatro palabras.
Es cierto que su obra no tiene una continuidad como la de otros filósofos de su época (Kant, Fichte, Hegel...). Y, por de pronto, se pueden dar algunos motivos que justifiquen este hecho: Schelling escribió mucho, durante un largo período de tiempo y en una época llena de convulsiones que le afectaron directamente.
Ahora bien, en mi opinión, una lectura atenta y extensa de las obras de este filósofo permite darse cuenta de que en ese aparente desorden, a pesar de abundar en senderos solo señalados o dejados a medias, también hay algunos hilos conductores y más coherencia de lo que parece a primera vista.
Además, su estilo peculiar nos permite valorar algo difícil de apreciar en otros filósofos que se han esmerado en dejar una obra bien 9
pulida: el andamiaje de la investigación filosófica, un avanzar lleno de dificultades y correcciones, en el que la confianza en la intuición a veces es tan importante como la erudición y la razón.
Aquí, pues, se intentará abordar sin prejuicios esa manera de pensar y escribir, para ver si en ella podemos descubrir algo positivo: no tanto una flojera de la razón, como el filosofar a la manera de Heráclito y Sócrates, a saber, con un pensamiento que se hace continuamente.
Este libro consta de dos partes principales. La primera es este estudio preliminar, en el que se hace una introducción a la obra del filósofo. Y la segunda una antología con algunos de sus textos más significativos.
Por lo que se refiere al estudio, lo he dividido en doce capítulos. La mayor parte de ellos trata las etapas sucesivas de la obra del filósofo.
Después viene una presentación de la influencia del pensamiento de Schelling hasta nuestros días. Y por último, unas con clusiones.
En la vida y obra de Schelling, se acostumbra a distinguir dos grandes épocas: la primera abarca desde la fecha de finalización de sus estudios hasta 1806, y la segunda desde esta fecha hasta su muerte, en 1854.
Y en esas dos épocas se suele diferenciar una serie de etapas, sin que haya un acuerdo unánime respecto al número de ellas. En este escrito me he decidido por las seis que presentaré a continuación, por ser las que juzgo principales. Pero ante todo quisiera aclarar que son etapas no establecidas explícitamente por Schelling, sino señala-das por los historiadores de la filosofía y, por tanto, imprecisas, sola -
pán dose algunas de ellas en parte. No obstante, creo que es útil res petarlas.
A lo largo de esas seis etapas iré presentando los escritos más importantes, explicando el pensamiento que contienen, todo ello acom-pañado de algunos datos biográficos, pues creo que éstos, además de ayudar a seguir el conjunto de una obra tan diversa y extensa como es el caso, también permiten tomar conciencia del contexto ex-10
cepcional en el que se movió este filósofo: en un espacio relativamente pequeño de la Europa central, en un período de grandes cambios sociales y culturales, Schelling se relacionó directamente con algunos de los intelectuales y artistas más brillantes que ha dado este continente, quedando sus avenencias y discrepancias reflejadas en sus escritos.
En lo que respecta a la antología, he seleccionado fragmentos que representen las distintas etapas del pensamiento del filósofo, de manera que el lector pueda adquirir una mínima idea del conjunto de la obra. También he procurado escoger algunos de los textos interesantes que todavía no están traducidos a la lengua castellana.
Pero quisiera advertir al lector que gran parte de los textos de las obras completas de Schelling son apuntes de lecciones impartidas por el filósofo, recopilados después de su muerte por los editores, y no textos preparados por el autor para su publicación. Aún así, en la traducción que he hecho —siempre que el texto terminara siendo comprensible— he intentado alterar lo mínimo posible el original: ello puede, a veces, hacer la lectura un poco menos fluida, pero de este modo resalta más el entramado conceptual que el filósofo se pro-ponía transmitir en sus clases.
Friedrich Wilhelm Joseph Schelling nació el 27 de enero de 1775
en Leonberg, una ciudad situada en la antigua región de Suabia, ahora en Baden-Wurtemberg. El pequeño Friedrich creció en un ambiente donde la religión y la erudición tenían una presencia importante: Suabia era una región en la que predominaba el pietismo (movimiento de las iglesias reformadas que pone el énfasis en el sentimiento religioso); sus padres provenían de familias de pastores protestantes y su padre mismo era pastor y profesor, con extensos conocimientos de cultura oriental.
11
Como alumno, Schelling sobresalió muy pronto: terminó la es-cuela con un buen dominio de lenguas antiguas (latín y griego) y entró en la universidad con sólo 15 años de edad en la prestigiosa Fundación de Tubinga, donde aprendió lenguas semíticas (arameo, hebreo y árabe), teología y filosofía (Platón, Leibniz...).
Fue también en la Fundación donde Schelling leyó por primera vez y a escondidas, en medio del entusiasmo que la Revolución Francesa había suscitado entre el alumnado (Hölderlin y Hegel eran sus compañeros), las primeras páginas de las obras de Rousseau, Herder, Schiller, etc.
En 1793, Fichte hizo una visita a Tubinga, a la que siguió otra en 1794. El joven estudiante quedó fuertemente impresionado por el discurso de este filósofo idealista. Su pensamiento influyó en los primeros escritos de Schelling, los que van de 1793 a 1796 y que forman la primera etapa de su obra.

1. La etapa fichteana

Para abordar los escritos de esta primera etapa empezaré dando noticia de algunos hechos importantes de su contexto intelectual. En primer lugar, Immanuel Kant (1724-1804) acababa de publicar la Crítica del juicio (1790), colofón de la Crítica de la razón pura (1781) y la Crítica de la razón práctica (1788). Con estas tres obras, el filósofo de Königsberg había conseguido identificar los límites de tres ámbitos: el conocimiento científico, la moral, y la estética. Sin embargo, poco después apareció la cuestión de cómo se podrían relacionar esos tres ámbitos, de una manera sistemática y unitaria.
Justamente en medio de ese empeño surgió otro acontecimiento importante: la publicación, por parte de Fichte, de los Fundamentos de toda la doctrina de la ciencia (1794), obra en la que el filósofo inten -
ta la construcción de todo lo dado a partir de un sólo principio: la 12
conciencia entendida como acción libre, el Yo que se pone a sí mismo.
Y en tercer lugar, un acontecimiento relacionado, indirectamente, con la filosofía del racionalista Spinoza, un pensador entonces ya muy conocido en Alemania. Así, en 1785 se había producido una controversia entre Friedrich Heinrich Jacobi (1743-1819) y Moses Mendelssohn (1729-1786), la conocida como “disputa sobre el panteísmo”
( Pantheismusstreit). En esa discusión, Jacobi acusó a Lessing de panteísta por defender las ideas de Spinoza —concentradas en la expresión hen kai pan, “Uno y Todo”—, mientras que Mendelssohn salió en defensa de Lessing.
El hecho es que esa disputa había sido sólo el inicio de un debate público en Alemania —la tierra donde había tenido lugar la reforma protestante de Lutero— sobre la conveniencia o no de tratar la religión desde la filosofía. Este debate, que duraría varias décadas, tendría otros momentos álgidos, en los cuales siempre habría un mismo adalid de la religión: Jacobi. Para él, cualquiera que intentara defender la religión principalmente desde la razón, y no desde el sentimiento y la fe, era sospechoso de panteísta o ateo. Como veremos, poco después la sospecha recayó en Fichte, y más tarde en Schelling.
Pues bien, una vez dadas estas pinceladas sobre el contexto intelectual, pasemos a ver las obras que Schelling escribió en esta primera etapa.
Se trata de tres textos: Sobre la posibilidad de una forma de filosofía en general (1794); Del Yo como principio de la filosofía (1795); y Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo (1795).
El primer escrito es una obra con un estilo académico, en el cual se manifiesta un joven pensador todavía muy apegado a las ideas del filósofo que admira, Fichte.
Lo cierto es que hay que ir a la segunda obra, Del Yo como principio de la filosofía, para percibir las primeras manifestaciones de la fuerza y la profundidad que caracterizarán el pensamiento de Schelling.
Allí, el filósofo empieza con un propósito similar al de Fichte: orga-13
nizar todo el saber desde un principio fundamental, el Yo absoluto, entendido como trascendiendo todo yo empírico. Según Schelling, este Yo absoluto, que pretende ser unidad del conocimiento y de la acción —los dos temas de las primeras críticas de Kant—, sólo es ase-quible mediante lo que él llama “intuición intelectual” —un término ya usado por Fichte—, la cual hay que comprender como un tipo de conocimiento ni sensible ni conceptual.
A partir de ese Yo absoluto, Schelling intenta inferir, orgánicamente, todo el saber que Kant había sintetizado en las cuatro categorías de los juicios: cantidad, cualidad, relación y modalidad. Así, el Yo absoluto es comprendido como: unidad en relación con la multiplicidad; realidad absoluta con respecto a toda realidad concreta; causa de todo; y Yo ilimitado del cual depende la libertad humana.
En las últimas páginas de este texto, se puede constatar que Schelling, en ese empeño por organizar todo el saber alrededor de un solo principio, recoge dos ideas que ya estaban presentes en la Crítica del juicio de Kant y que dejan entrever la dirección que tomará su pensamiento posterior: la idea de la naturaleza como un todo orgánico, con un principio unitario y un sentido direccional (teleología); y la idea según la cual el hombre, con su yo empírico, tiene que intentar colaborar en ese sentido con la naturaleza.
En el tercer escrito de esta primera etapa, Cartas filosóficas sobre dogmatismo y criticismo, Schelling sigue la búsqueda de ese único principio, en una referencia constante a los autores ya citados, pero aquí mostrando ya más claramente sus propias ideas. El filósofo parte de una distinción entre los dos conceptos que aparecen en el título: dogmatismo y criticismo. Por dogmatismo entiende la identificación del absoluto con el mundo objetivo, y considera a Spinoza el máximo representante de esa corriente. Opuesto a él, define el criticismo como la identificación del absoluto con el sujeto, y pone a Fichte como mejor ejemplo de esa tendencia. Después, Schelling critica el dogmatismo por hacer diluir el sujeto en el mundo objetivo y rechaza el cri-14
ticismo porque estima que en el sujeto queda engullido el objeto. En ambos casos, el filósofo ve en peligro la libertad. De ahí que, frente a ellos, proponga un punto intermedio definido como la capacidad de permanecer en el mundo de la representación, es decir, aquella situación en la que, respetando los límites que impone el mundo exterior, al mismo tiempo se desarrolle la experiencia interna; y que ésta, a su vez, sea susceptible de exteriorizarse en el arte.
Este punto intermedio que Schelling reivindica al final de su primera etapa lo sitúa ya en esa difícil posición entre idealismo y rea-lismo que nos da una primera explicación de su estilo de hacer filosofía.
En resumen, en los escritos de esta primera etapa se puede constatar: la influencia de Kant, Fichte y Spinoza en el joven Schelling, su posición en relación con las ideas principales de esas tres figuras, así como la paulatina formación de un punto de vista propio que anuncia los primeros senderos por los que, después, discurrirá su pensamiento filosófico.
En diciembre de 1795, una vez terminados los estudios universi-tarios, el joven licenciado entró como preceptor en la casa del duque de Riedesel, en Leipzig. Schelling ejerció esta tarea hasta el verano de 1798, realizando diversos viajes por Alemania. En esos años se inició la segunda etapa de su obra.
2. La filosofía de la naturaleza
A principios de 1796, en uno de sus primeros viajes como preceptor, Schelling se encontró con sus antiguos compañeros Hölderlin y Hegel.
De ese encuentro salió una especie de manifiesto, conocido como El más antiguo programa del sistema del idealismo alemán (o Primer programa).
Franz Rosenzweig, quien encontró este documento unas décadas más tarde, atribuyó la autoría principal del escrito a Schelling, con-15
clusión que, después, ha sido discutida. Sin embargo, sí es cierto que la mayoría de las ideas que están apuntadas allí, Schelling las desa -
rrolló a lo largo de su obra posterior, empezando por su filosofía de la naturaleza.
El contenido programático de ese escrito de pocas páginas puede resumirse en los siguientes puntos: la aspiración a elaborar una física en grande que incluya la condición moral del hombre; la estética entendida como forma de conocimiento y como ética; el papel decisivo de la libertad en el hombre; y la idea de una nueva religión fundada en la razón y en la sensibilidad.
Centrándonos en los escritos dedicados a la filosofía de la naturaleza, en septiembre de 1797 apareció el primero de ellos bajo el título Ideas para una filosofía de la naturaleza. Y en ese mismo año, Schelling publicó una introducción, la cual constituye una buena aproximación al mismo.
En este escrito aparecen ya algunos de los temas que estarán presentes en las obras de esta etapa. En primer lugar, la concepción de la naturaleza como si fuera un todo orgánico, idea elaborada bajo la influencia de la Crítica del juicio de Kant. En segundo lugar, y relacionado con ello, la representación de la naturaleza como un proceso evolutivo, de menor a mayor complejidad, de manera similar a como Herder había presentado el proceso histórico, en Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad (1784-1791). Y en tercer lugar, la explicación de ese proceso evolutivo a partir de dos principios contrapuestos, presentes en los primeros grados de la materia, pero que también se manifiestan en el espíritu humano: una fuerza de atracción, y una fuerza de repulsión (en la obra Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza (1786), Kant ya había hablado de estas dos fuerzas).
En 1798, Schelling presentó una segunda obra en la que ampliaba lo expuesto en la primera: El alma del mundo. Con la expresión “alma del mundo” —tomada del Timeo de Platón—, Schelling recurría a la 16
tradición filosófica para seguir desarrollando la idea de la naturaleza como un todo orgánico.
Con estas dos primeras obras, el filósofo empezó a ser conocido en los círculos intelectuales del momento, y tuvo los primeros contactos con algunos de sus miembros. Así, Goethe y Schiller quedaron entusiasmados con El alma del mundo, y en junio de 1798, el filósofo conseguía, por mediación de Goethe, una plaza como profesor de la Universidad de Jena.
Camino de esta ciudad, Schelling pasó por Dresde y permaneció allí durante el mes de agosto, conociendo al grupo de los primeros románticos ( Frühromantiker): August Wilhelm Schlegel y su esposa Carolina Böhmer, el hermano del primero, Friedrich Schlegel, y su esposa Dorothea Veit, Novalis, el poeta Diederich Gries, y el nórdico Steffens, futuro alumno de Schelling y posterior amigo suyo. Como veremos más adelante, este encuentro fue muy importante para el filósofo.
A primeros de octubre, Schelling llegó a Jena y poco después empezó a dar clases en la universidad. A partir de ese momento, la vida del filósofo pasó a ser como la de muchos profesores: estudio, clases y vida social. Las relaciones sociales que Schelling cultivó en Jena fueron, principalmente, con los autores románticos que había conocido en Dresde y que también se habían desplazado a Jena, más algunos que se incorporaron de...

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