El catalanismo, del éxito al éxtasis
eBook - ePub

El catalanismo, del éxito al éxtasis

II La intelectualidad del "proceso"

,
  1. 396 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

El catalanismo, del éxito al éxtasis

II La intelectualidad del "proceso"

,
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Aprovechando el Enfoque de los Problemas Sociales el volumen anterior (El catalanismo, del éxito al éxtasis. I. La génesis de un problema social) trazó la genealogía de lo que se ha dado en denominar proceso independentista catalán o, simplemente, proceso. En este segundo volumen se utiliza la misma plantilla metodológica, que combina las aportaciones sistemáticas de la reflexión sociológica con observaciones pormenorizadas sobre el terreno y otras menos detallistas sobre supuestos análogos (mirada comparativa). Desde el punto de vista teórico se abordan parcelas que forman parte del programa estándar de las ciencias sociales: el nacionalismo, la teoría de las élites, el lugar de los intelectuales, los mecanismos de la acción colectiva, la relación entre agentes y estructuras, las fuerzas que impulsan las preferencias biográficas y las prácticas sociales, y, como conclusión, la combinación de estrategias que convergen en tres procesos complementarios: movilización, desmovilización y contramovilización. Desde el punto de vista empírico el interés se centra en mostrar los indicadores de una distribución asimétrica de poder y otros recursos, describir la configuración de un mercado cultural intervenido, levantar acta de la metamorfosis sobrevenida en ciertos ámbitos del mundo de la cultura y del pensamiento, registrar las estructuras en las que se materializa el poder organizacional y analizar ciertas trayectorias biográficas singulares en tanto que ejemplifican la interacción entre motivaciones y estructura de oportunidad política.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a El catalanismo, del éxito al éxtasis de en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Ciencias sociales y Sociología. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
El Viejo Topo
Año
2015
ISBN
9788416288496
Edición
1
Categoría
Sociología

2.1. Balance del nacionalismo

De nuevo, y como quedó expuesto en la primera entrega, lo que da cuenta de esas continuidades artificiales no es la realidad objetiva sino el sesgo subjetivo de las percepciones. Lo más parecido que hay entre 1389 y 1989, para Serbia, o 1714 y 2014, para Cataluña, son las dos últimas cifras. Es el narcisismo de las pequeñas diferencias lo que hace el resto. En el indigesto hasta en el título España. Reflexiones sobre el ser de España, editado por la Real Academia de la Historia, encontramos este postre en la pluma del coor dinador: “Un rasgo que agregar a los puestos de manifiesto a lo largo del tiempo por otros conferenciantes y que permiten de-29
finir un arte, una literatura… incluso un comportamiento económico españoles” (Benito Ruano, 1998: 586)5. Quien fuera inspector de la policía franquista y miembro de la Brigada Político-Social y cuya tesis versó sobre el Toledo del siglo XV murió en 2014, de mo do que pudo ser testigo de las ceremoniosas deferencias de la Troika con el idiosincrásico comportamiento económico español.
Y ya que estamos, no estará de más recordar las consecuencias que la in digestión de la España eterna trajo a la España corriente: (mal)en terrados, desterrados, transterrados y aterrados. La alianza, esta sí constante, de la pareja sangre y suelo. Este capítulo quiere presentar una visión panorámica de las consecuencias de la vigencia de las lógicas nacionalistas en la historia contemporánea, así como de las impugnaciones a esas mismas lógicas desde la ciencia social 5. La música recuerda los acordes del nacionalcatolicismo más acendrado. Oigamos los de Ramiro de Maeztu (1941: 303): “Nuestro pasado nos aguarda para crear el porvenir. El porvenir perdido lo volvemos a hallar en el pasado. La historia señala el porvenir. En el pasado está la huella de los ideales que íbamos a validar dentro de diez mil años. El pasado español es una procesión que abandonamos… Pero la antigua procesión no ha cesado del todo. Aún nos aguarda. Por su camino avanzan los muertos y los vivos.
Llevan por estandarte las glorias nacionales. Y nuestra vida verdadera en cuanto posible en este mundo, consiste en volver a entrar en la fila”. (El fundador de Falange lo había dicho bien claro expresando lo que cabe considerar como el primer mandamiento del nacionalismo: “Las naciones no son contratos, son fundaciones”. El mismo título de La España invertebrada, de Ortega, está contaminado por esta cacofonía esencialista). Los ceros, de las efemérides al quiliasmo, ejercen una irresistible seducción, tres mejor que dos y cuatro mejor que tres. Diez mil, pero pasos, hay que dar, según el líder etnorradical A. Otegi, para “oír la voz del pueblo” ( El País, 08/03/2015). Una inmensa procesión, pero de otras gentes, es la que el joven Unamuno (1985: 88) hace presenciar al patriarca vasco Aitor: “Vio pasar a los romanos, togados como estatuas de piedra; a los cartagine-ses, de abigarrados trajes; a los godos, de larga cabellera; a los requemados moros, y a todos, estrellarse contra las montañas vascas…” Naturalmente los vio pasar porque está allí antes que ellos, inseparable de la tierra, el espíritu del pueblo. También lo sentía así Sabino Cuadra Lasarte, abogado y miembro de Amaiur, que dijo en la tribuna del Congreso de los Diputados (25/02/2015): “Olvídense ustedes de la victoria franquista. Por Euskal Herria han pasado godos, visigodos, ostrogodos, árabes…” Y para una vuelta más a este fetichismo épico del número: el grupo etnopacifista Lokarri ubica el final de ETA (con los eufemismos al uso, el que deje fuera “de uso operativo todo su arma-mento”) para el año 2020 ( El Correo, 08/03/2015); una cifra redonda con rima interna como contribución a la convivencia en el acto de cierre.
30
más consistente. Tras este exordio anecdótico, trataré de mostrar el substrato conceptual de la ilusión de continuidad, que es el que acuñó el romanticismo alemán y cuajó en la innoble Psicología de los pueblos, me detendré luego en el error categorial como sustrato lógico de las falacias organicistas, para concluir con una mirada a la contribución de las ciencias sociales que desautorizan las construcciones teóricas basadas en reificaciones sociales.
Para cerrar este apartado anecdótico vendrá bien una visión con afán generalizador tomada de George Steiner (2003: 176): El nacionalismo es el veneno de nuestro tiempo. Ha puesto a Europa al borde de la ruina. […] En la política moderna todo impulso de masas se nutre del nacionalismo, de la droga del odio que hace que los seres humanos se enseñen los dientes a través de un muro… Aunque sea en contra de su perseguida voluntad, de su hastío. El judío –o al menos algunos judíos– pueden de s em -
peñar un papel ejemplar. Para mostrar que pese a que los árboles tienen raíces, los hombres tienen piernas y son huéspedes unos de otros.
Pues bien, si el nacionalsocialismo destruyó a los judíos, el nacionalismo está destruyendo a Israel. Aquellos “valores judíos” que defendía Fackenheim en el Simposio de Judaism en Nueva York en 1967, cuando todavía no había cobrado cuerpo la pedagogía de Auschwitz, se han convertido en una fuerza negra que está destruyendo el alma democrática de Israel. Emparentada con víctimas del nazismo, Mira Bar Hillel reconoce entre los “suyos” durante la destrucción de Gaza el rostro del Ángel de la Muerte ( The Independent, 14/07/2014). Porque Gaza es la antipedagogía de Ausch -
witz. “¿Por qué habrán de soportar nuestros hijos una identidad emparejada con la crueldad, los horrores, la guerra, la ocupación, el apartheid o los crímenes contra la humanidad?”, se pregunta la familia de judíos holandeses. El halcón, esa especie tan típicamente nacionalista, Netanyahu, aprovecha la masacre de Charlie Hebdo para, en una vuelta de tuerca más a la deriva étnica, reclamar a los judíos europeos que emigren a Israel, mientras el país convierte el 31
antisionismo en el crimen más nefando, en palabras de Gideon Levy ( Haaretz, 15/02/2015).
Estas consideraciones no limitan el alcance de su validez a los nefastos acontecimientos que ensangrentaron el siglo XX, sino que dan cuenta de procesos más sutiles y menos ominosos. El mismo topos del veneno sirve a Sánchez Ferlosio ( El País, 13/06/98) para ponernos sobre aviso y acercar el visor a nuestro objeto: El patriotismo es el delirium tremens de los que se emborrachan con ese infecto aguardiente de alcohol de quemar que es la “conciencia histórica”. Pero el solitario histrión que a altas horas de la noche acaba por sacar la vieja y negra pistola y poniéndola con un sonoro golpetazo sobre el mármol del mostrador del bar se vuelve hacia los atónitos clientes de las mesas y les grita “Viva España” es, a despecho de las apariencias, un residuo anecdótico mucho menos peligroso que los sabios alquimistas que ahora con nuevos sabores ajustados al gusto de los tiempos andan ri-ñendo por redestilar en sus alambiques ontológicos el venenoso bebedizo.
2.2. El Volksgeist y su geografía conceptual
¿Cuál es el excipiente de la conciencia histórica? El que preparó el romanticismo alemán. Esta reacción literaria contra la ilustración alumbra al Geist “como el alma de la historia y como un más alto tipo de razón” (Mannheim, 1957: 99). El fundador de la sociología del conocimiento añadía: “Sería un error no ver la promesa que entraña esta tradición tan característica de la filosofía alemana”.
Hans Kohn (1948: 331) da cuenta de este giro desde el concepto legal y racional de ciudadano al más etéreo de pueblo, “concebido como más cercano a las fuerzas de la naturaleza” y que cuajaría en la noción de Volksgeist o espíritu del pueblo. Kohn (ib. 276) recoge una reflexión crítica de Th. Jefferson a “la idea gótica de que tenemos que mirar atrás en vez de adelante para favorecer el progreso de la mente humana y desempolvar los anales de nuestros ancestros 32
para saber lo que es mejor en los ámbitos del gobierno, la religión y el conocimiento”, porque eso “es propio de los fanáticos religiosos o políticos que lo propugnan y a cuyos intereses responde”. Es precisamente la idea gótica condensada en el espíritu popular o nacional la que da cuenta del perpetuum immobile implícito en el método genealógico de las efemérides6.
Los esfuerzos de los estudiosos del nacionalismo para dotar al catalanismo de unas connotaciones cívicas e integradoras (Conversi, Guibernau, Smith) y, de paso, atenuar el estigma que aqueja a su objeto de estudio, no han prestado, a mi entender, suficiente atención a la contaminación romántica de los padres del nacionalismo catalán7. Antes de recalar en los clásicos, hay que recordar que los aires del Volksgeist llegaron a los círculos intelectuales catalanes en la década de los 30 engastados en la querencia medievalista. Joan Cortada, Ramón Martí d’Eixalà o F. J. Llorens i Barba, son sus principales exponentes (Llobera, 1984). Cortada asentó algunos de los más pertinaces estereotipos de modo que el mismo J. Fontana, en su contribución al Simposio España contra Cataluña (2013), de la que se tratará más adelante, recoge esta elocuente perla:
El catalán viste bien […], no guisa su comida en una sartén, ni duerme sobre un montón de paja: come todos los días su pu-chero, más o menos suculento, pero cubre su mesa con blanquísima servilleta, cada persona come en su plato, y con su 6. O del pastiche. El arqueólogo Roger Molinas se refiere en su blog (https:// glam-boy69.wodperss.com/tat/roger-molinas, 12/02/2015) a la falsificación romántica de Barcelona con la invención del barrio gótico a principios del XX, encaminada a convertir
“Ciutat Vella en un parque temático ideal para nostálgicos de las gestas imperialistas de Jaume I”. En el impulso de la Renaixença se recrea un pasado majestuoso aureolado de una antigüedad milenaria y gloriosa.
7. Se arguye con razón que no puede considerarse como típico el conjunto de procesos que han caracterizado el nacionalismo balcánico en los 90; entiendo que tampoco lo es la visión rosada que a partir de casos como el del oasis catalán o el de Quebec se postula desde el otro extremo. Sin olvidar la susceptibilidad a la radicalización, como está ocurriendo en el supuesto que nos ocupa.
33
cubierto, y toda la familia duerme en cama con su sábana, y su frazada en el invierno. Si no nos hubiéramos propuesto evitar toda comparación, podríamos decir lindezas acerca de lo que hemos visto en nuestros viajes.
Pero atendamos a los clásicos. “Cataluña, pues, tenía ese espíritu nacional misterioso que al correr de los siglos va engendrando y renovando el derecho y la lengua” (Prat de la Riba, 1986: 31). Para despejar la esencia de tal espíritu Prat se encomienda a Josep Torras i Bages –que hubiera valido a Benito Ruano, con el único cambio del patronímico–, “el gran pensador” “que nos enseña que Cataluña no solamente tiene una lengua, un derecho, un espíritu y un carácter nacionales, sino que tiene también un pensamiento nacional”. Y a partir de esa iluminación “nosotros no dudábamos, no. Nosotros veíamos el espíritu nacional, el carácter nacional, el pensamiento nacional […], un mismo espíritu que se manifiesta uno y característico bajo la variedad de toda la vida colectiva” (ib.
32). Prat encuentra que la metáfora organicista “precisaba nuestras ideas, nos marcaba fuertemente la personalidad de la nación, como entidad absolutamente separada y diferente”, una tesis que, enseguida veremos, Tilly describe como un postulado funesto del siglo XIX. Pero la metáfora organicista incorpora un componente de-terminista, que convierte a los individuos en sujetos pacientes o excusas para la epifanía del espíritu: “El pueblo es, pues, un principio espiritual, una unidad fundamental de los espíritus, una especie de ambiente moral, que se apodera de los hombres y los penetra y los moldea y trabaja desde que nacen hasta que mueren”
(ib. 58). Seis años después del alumbramiento de La nacionalitat catalana (sobrevenido por cierto 100 años redondos después de Der Patriotismus und sein Gegenteil de G. Fichte (1806), lo que tam bién daría juego a los cabalistas de las efemérides), Artur Galce -
rán, presidente de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de Bar -
celona, declaraba en una Conferencia (1911: 88) que el siglo XX
debe proceder a la constitución de la sociedad de una forma aná -
loga a la constitución del organismo individual. En el paso de Prat 34
a Galcerán no llama la atención la continuidad, pero sí la paradoja:
¿cómo es que si el espíritu nacional moldea el ser de los individuos hace falta un programa explícito de conformación, ese tratamiento al agua fría de Colomines o tantas otras formas para asegurar la eficacia de la acción de un espíritu tan poderoso? Es una paradoja, se habrá adivinado, que está en el zócalo de los pro ble mas de visión tan centrales para la auscultación del proceso, como se postuló en el primer volumen.
¿Se ha liberado el catalanismo del siglo XXI de las servidumbres románticas del XIX? Con motivo de la proclamación del Año de las Bibliotecas de la Generalitat –ya tiene algo de sospechoso el ponerle etiquetas patronímicas a las bibliotecas–, el president Mas aseguró que “agresores de muchas épocas han procurado romper las piernas de la identidad catalana”. Nunca Prat hubiera soñado con una concreción tan anatómica de la metáfora orgánica: una identidad con piernas. Ni Fichte con una ilustración más fehaciente del reverso del espíritu nacional: el empeño antinacional de agresores tan perennes como él mismo. Tan perennes y tautológicos. De nuevo Mas el mismo día: “Esto explica que estamos donde estamos como país, y que somos lo que somos. Sin esta conti nui -
dad no estaríamos donde estamos ni seríamos lo que somos” ( La Vanguardia, 20/02/2015). Mas, también en esto, tiene padre.
Cuan do María Antonia Iglesias le pregunta a Jordi Pujol ( El País, 20/08/2007): “¿No cree que los catalanes están cansados del debate identitario y que el Estatut...

Índice

  1. Start