Por un nuevo proyecto de país
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Por un nuevo proyecto de país

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Por un nuevo proyecto de país

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Índice
Citas

Información del libro

¿Qué país queremos construir? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué obstáculos encontraremos en el camino? Manolo Monereo y Héctor Illueca abordan en este libro una serie de cuestiones de capital importancia en la actual coyuntura histórica. Con implacable lucidez, los autores argumentan que los poderosos han capturado al Estado y lo han puesto a su servicio, erigiendo una trama compacta y sin fisuras de poder económico, mediático y político, en complicidad con el establishment alemán y perfectamente articulada en el proceso de construcción europea.En su opinión, la Unión Europea se ha convertido en una gigantesca máquina de expropiación de patrimonios, derechos y libertades, desencadenando una dramática transición al subdesarrollo en los países del sur de Europa. En este contexto, la construcción de un nuevo proyecto de país no sólo es posible, sino necesaria, como parte de una estrategia nacional popular basada en una alianza de clases amplia y provista de una gran capacidad de movilización. En definitiva, un contrapoder social y cultural organizado para defender el bienestar colectivo y posibilitar el avance de un programa de transformación social.Con el rigor que les caracteriza, sus palabras nos sumergen en la historia fragmentada de un país arruinado, una patria malvendida y una esperanza factible en un mundo igualitario donde la propiedad no separe a los seres humanos.

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Información

Editorial
El Viejo Topo
Año
2015
ISBN
9788416288533

TANIA SÁNCHEZ

E L VI E J O TO P O
© Manolo Monereo / Héctor Illueca, 2015
Edición propiedad de Ediciones de Intervención Cultural/El Viejo Topo Diseño: Elisa Nuria Cabot
Portada: Manipulación de un mural de Bansky
ISBN: 978-84-16288-53-3
Depósito Legal: B 23076-2015
Imprime: Publidisa
Impreso en España
A mis nietos, Lea y Manuel

Manolo Monereo

A Manoli, por su amor y generosidad

Héctor Illueca

ÍNDICE

Prólogo

por Tania Sánchez
11

Introducción

41

POR UN PROYECTO DE PAÍS

I. La precariedad está en todas partes 49
II. El futuro como problema político y existencial 53
III. La construcción de una esperanza consciente y factible 57
1. Fundamentos del discurso: principios y valores 58
2. Cuatro principios y una estrategia: Desglobalizar, Desmercantilizar, Despatriarcalizar y
Democratizar 62
IV. Los contenidos del discurso 66
1. El nudo: ¿qué país queremos? 66
2. El verdadero problema de España: la trama 70
3. Proceso constituyente: por una democracia republicana, económica, ecológica y feminista 73

CONSTRUIR LA UNIDAD POPULAR

V. ¿Qué es la unidad popular? 81
VI. El partido orgánico de la revolución democrática 87
VII. Podemos e IU: ahora, construir la unidad popular 93
VIII. Podemos y la táctica de los generales rusos 97
IX. ¿Podrá Podemos? Sí se puede, como lema y desafío 101
X. PSOE: el partido del régimen se hace norteamericano 105
XI. El nudo de Julio Anguita 111
9
EUROPA COMO PROBLEMA
XII. La verdadera historia del euro 119
XIII. España, neocolonia de una Europa alemana 123
XIV. Grecia: un pueblo bajo el fuego 129
XV. Grecia: salir del euro o suicidio político 135
XVI. La Grecia de Syriza: ¿Podemos aplicar políticas sociales y democráticas en la zona euro? 141
XVII. Acumulación por desposesión en Europa 145
XVIII. El ataque a Grecia: Podemos a la vista 149
XIX. La destrucción de la democracia en Europa 153
XX. El problema de Europa: Alemania ha vuelto 159
XXI. Tsipras y el síndrome Tina: la alternativa como problema político electoral 165
XXII. Alexis Tsipras: el transformismo como instrumento para derrotar al sujeto popular 169

EL MUNDO DEL TRABAJO

XXIII. La solución final 175
XXIV. Danzad, danzad, malditos 179
XXV. Los años negros del Partido Popular 185
XXVI. En defensa del trabajo garantizado 191
XXVIII. El trabajo garantizado y la Constitución 197
XXIX. Reconocimiento internacional del trabajo garantizado 203
XXX. Una “locura legislativa de nuestro tiempo”: la reducción de la jornada de trabajo 209
XXXI. La Inspección de Trabajo y los trabajadores 221
Epílogo. Una entrevista con Manolo Monereo y Héctor Illueca 227
por Enric Llopis
10
Prólogo

TANIA SÁNCHEZ

Escribir un prólogo de una obra que trata de contribuir a uno de los debates centrales de la política actual, cuando además está escrita por dos autores a los que les guardo un profundo respeto intelectual, no es “pequeña cosa”, que diría el amigo Manolo Monereo.
Como bien dice la propia introducción de los autores, este libro es el resultado de un permanente diálogo intelectual. Se refieren a sus propios diálogos, a esas conversaciones interminables celebradas en encuentros nocturnos que suceden a los actos públicos y reuniones que ambos han compartido en esa sugerente conexión Madrid-Valencia que ha contribuido, sin duda, a construir la fraternal amistad que une a Manolo y Héctor.
Este prólogo es una especie de intromisión en esa amistad de años, una intromisión con permiso, cuajada por la suerte de haber compartido con ambos una mínima parte de esas noches de reflexión polí -
tica. Desde esta visión de intrusa en el diálogo de dos buenos amigos, evitaré loar sus trayectorias y logros profesionales, políticos y académicos y trataré, más bien, de abrir su discusión a una ventana que, quizá sin ellos saberlo, lleva de par en par años.
Una ventana que ha permitido que los artículos que recoge este li -
11
bro se hayan convertido en mucho más que un diálogo a dos, abrién -
do se a la discusión pública con mucha de la gente que le viene po niendo pensamiento y acción a las mismas preocupaciones que arti culan los cuatro bloques temáticos que recorren sus páginas. Los escritos, siempre rigurosos y de análisis fino, que ambos seleccionan en este texto, además de articular un análisis certero de las cuestiones centrales del debate que han de afrontar las fuerzas de ruptura demo crá tica, han servido con cada aparición en el debate público a la construc ción de pensamiento colectivo, al análisis compartido que sus tenta el camino que muchos y muchas anhelan nos conduzca a un nuevo tiempo capaz de alumbrar un futuro digno. Son muchas las que han discutido, en la distancia conectora de las redes sociales, los artículos que aquí se publican, y resulta profundamente útil el poso que esas dis-cusiones nos deja en un momento crucial para la historia de nuestro país.
Porque ese es el mayor valor de este libro, ser herramienta de construcción colectiva, me voy a permitir convertir este prólogo en una reflexión que enmarca el mismo en el momento político que vivimos echando una mirada al pasado, al presente y al futuro del tiempo que nos toca vivir.
La mayor parte de los artículos que se recogen en este libro han sido publicados en medios de comunicación a lo largo de este año 2015 que está siendo el año más intenso políticamente que ha vivido el país en décadas y que marcará, sin duda, el futuro. No es casualidad que haya sido bautizado como “el año del cambio”, aunque los contornos de ese cambio estén aún por determinarse.
Como bien dice Juan Andrade en un reciente artículo: “los procesos de cambio político se abren porque la gente expresa una voluntad de cambio” indisociable del escenario de crisis que amenaza con cumplir una década instalada entre nosotros y que, como bien reflejan los autores, ha ido mutando en el relato público que los poderosos han ido haciendo de la misma, a fin de mantener la aceptación de la 12
mayoría social a las decisiones que, sobre el camino a recorrer para sa lir de una crisis que se prometía pasajera, se iban adoptando. La clave de la mutación de dicho relato ha sido tratar de evitar que la ciudadanía viera un mapa completo de la realidad que condicionaba la misma.
La virtud de los artículos presentados en el libro pasa por tratar de dibujar ese mapa y situar en él a quienes lo han dibujado y a quienes disputan la voluntad de rediseñarlo. Hablar de Europa y de la rea lidad de las relaciones laborales que condicionan la existencia de las mayorías sociales, resulta imprescindible para situar las condiciones materiales y políticas que determinan la construcción de un pueblo como sujeto político capaz de disputar la construcción del futuro a los poderosos. Porque la unidad popular es eso, la definición de una estrategia de acción política que permita coser un sujeto político popular capaz de constituirse como poder que construye y define nuevas relaciones sociales; fruto de las cuales se definirá una nueva institucionalidad, y lo que es más importante, una nueva forma de vida cotidiana.
A pesar de que hoy el debate de la unidad popular se enmarca en el inmediato escenario electoral, y por tanto se utiliza como relato en disputa entre proyectos políticos no siempre coincidentes, es nuestra obligación, y así lo hacen los autores, levantar la vista de nuestro presente inmediato, de este tiempo político acelerado que nos arrolla, para mirar un futuro al que orientar nuestra acción y nuestra reflexión. Una mirada global que no puede dejar de analizar en profundidad los elementos que han condicionado la existencia de un marco de disputa electoral en el que fuerzas con voluntad transformadora se dibujan, por primera vez en décadas, como actores decisivos para el futuro.
Quienes, para reclamarse como impulsores de la apuesta por la unidad popular, se referencian en las estrategias unitarias que a lo largo de la historia han adoptado los partidos comunistas, deberían 13
saber que las mismas nunca se dieron como diseños de estrategias políticas dibujadas en un papel por inspiración de vanguardias dirigentes que hacían cálculos electorales. Siempre su formulación respondió al análisis de cada momento histórico, condicionado por la situación política y económica de las realidades nacionales e internacionales en las que fueron definidas dichas estrategias.
Si nos situamos en el plano internacional, la excepcionalidad del inicio del siglo XX la sitúa Hobsbawn en torno al ascenso de la Alemania nazi como la clave de interpretación del cambio de estrategia de la Internacional Comunista hacia el impulso de los Frentes Populares. Un enemigo claro definía una reconfiguración de aliados y estrategias políticas en todo el mundo que marcó el desarrollo de algo más de una década de la historia que sería condicionante decisivo para el futuro del siglo XX. No es un disparate pensar que, de nuevo, las condiciones de excepcionalidad sitúan el marco de acción política en el que nos encontramos. Se acierta en el presente libro al tratar de res ponder a la pregunta: “¿qué determina dichas condiciones de excep cionalidad?”, pues es a partir de dichos condicionantes como hay que situar la forma de enfrentarlas.
Sin duda, la excepcionalidad viene determinada por la crisis económica y el marco político en el que se produce. Ésta es común al conjunto de Europa, aunque las consecuencias de la misma para las realidades nacionales sean distintas y dependientes del papel de centralidad o periferia que cada nación europea juga en el mapa de la Unión Monetaria que todo lo determina. Es decir, es el modelo de Unión Europea, que no de Europa, consagrado desde Maastrich, lo que condiciona la excepcionalidad de la crisis económica y los marcos de acción política que ante ella pueden ser desplegados. Lo central de definir así la excepcionalidad del momento es saber que ésta no enmarca un proceso de crisis temporal de ciclo económico que condiciona ciertos cambios políticos, sino que asistimos a un cambio civilizatorio que se encuentra muy avanzado y cuyas raíces son mucho 14
más sólidas y antiguas que las que tienen las clases populares necesitadas de reaccionar ante la misma.
Esta situación marca la primera diferencia con el inicio el siglo pasado en el que se diseñaron aquellas estrategias de unidad popular contra el fascismo. Entonces, la amenaza de la Alemania nazi produjo un encuentro básico entre naciones de intereses dispares, asumiendo que el avance del eje que encabezaba Alemania era una amenaza mayor para el conjunto de las sociedades que la disputa ideológica entre los dos modelos de sociedad que marcaron el siglo XX. Así, quedaba definido con claridad un enemigo común para los Estados aliados. Como siempre la definición del enemigo es crucial en la batalla política: “¿quién es el enemigo hoy?” constituye una de las grandes preguntas que también aborda el presente texto y cuya respuesta no es sencilla. La definición que avanzan los autores me resulta alta-mente interesante, pero su plasmación como eje de acción política abre más interrogantes que respuestas.
Si el enemigo de las mayorías sociales viene definido por lo que ellos llaman “Trama”, entendida como la conjunción de intereses de actores políticos y económicos que comparten la estrategia de acumulación por desposesión, necesitamos ubicar a la misma en el marco político en el que actúa y definir el modelo de sociedad que han urdido para contraponerle una alternativa. De acuerdo a los propios autores, el marco de acción de la “Trama” lo define la Unión Europea del sistema euro, y el modelo de sociedad es la apuesta por un cambio civilizatorio que destruye la relación salarial como base de la condición de ciudadanía. En este marco, la definición del campo político en disputa y la construcción de la alternativa se tornan de amplia dificultad.
El cambio civilizatorio al que asistimos, y el marco de hegemonía neoliberal mundializada en el que se da, desdibuja los campos de disputa entre Estados propios del siglo XX y nos enfrenta a una realidad compleja de articular políticamente. ¿El camino es la articulación de movimientos de unidad popular para disputar el poder institucional 15
de los Estados democráticos cuando éstos ya no son los garantes de los intereses de sus pueblos? Si el elemento central del cambio civilizatorio viene determinado por la progresiva destrucción de lo que ha venido en llamarse la sociedad salarial y el progresivo triunfo de la so ciedad de mercado mundializada, el papel de los Estados, que señalan los autores como garantes de las condiciones mínimas que permitan a los individuos ser las unidades básicas de la sociedad, queda en un limbo complejo de recuperar en el marco de un vaciamiento del poder político y de regulación social de las instituciones propias del siglo XX.
Con esta visión, que puede parecer desalentadora y cuyo espejo parecen ser los acontecimientos de los últimos meses en Grecia, parece lógica la conclusión de los propios autores en cuanto a cuatro condiciones básicas para el avance de los intereses de las mayorías sociales. Afirman en su proyecto de país que para garantizar un futuro digno a los pueblos de Europa es necesario desglobalizar, desmercantilizar, despatriarcalizar y democratizar. Esta afirmación nos abre nuevas preguntas: ¿resulta posible lograr estos objetivos desde el poder político y las instituciones de los Estados? Lo que nos devuelve a la pregunta que iniciaba este párrafo: ¿la construcción de movimientos nacional populares es el camino para la consecución de dichos objetivos? Cerramos el círculo de preguntas para acabar en una espiral de difícil salida: ¿un programa en base a esos objetivos políticos es capaz de aglutinar mayorías sociales y construir en torno a ellas el sujeto político pueblo?
La apuesta de los autores por estos ejes de discurso como base de la construcción de un nuevo país es arriesgada, pues se enfrenta a un ideario político hegemónico que ha servido, especialmente en España, como aglutinante de un consenso en favor de Europa como garantía del futuro de desarrollo y modernidad del país. Sin embargo, resulta de alto interés situar en este marco de compleja articulación política la realidad a la que nos enfrentamos, pues nos obliga a asumir, para 16
tratar de construirlo como discurso político, que no disputamos el poder político de las instituciones de hoy, sino que estamos tratando de construir una alternativa, aún sin definir, que trate de evitar la consolidación de una sociedad que destruye las garantías mínimas de bienestar para las mayorías sociales.
En el artículo que abre el apartado dedicado a la unidad popular, hay una parte de respuesta a estas preguntas. Por más que el corsé de la Unión Europea determine los límites del poder político de los Estados que la componen, éstos siguen siendo el espacio de disputa en torno al que se unifica el poder del bloque dominante que garantiza la subalternidad de las mayorías sociales. En el marco del capitalismo no existe el libre mercado sin la intermediación de los Estados al servicio de los intereses de clase, y por tanto, no hay más camino para disputar la salida de la crisis, hacia un cambio civilizatorio en sentido democrático frente al sometimiento al interés financiero, que la conquista del poder político que en los Estados reside; por más que éstos se hayan vaciado de buena parte de sus capacidades de intervención frente a la trama oligárquica que domina la política europea.
Es en la conquista del poder político donde reside la oportunidad de reconducir el camino emprendido hacia el subdesarrollo por los países del sur de Europa, pero hacen bien en señalar los autores que no es la conquista de la institucionalidad el objetivo en sí mismo, sino la herramienta a la que podemos aspirar para articular una nueva cultura política que redefina el espacio político de la sociedad civil, y por tanto, la construcción de una nueva institucionalidad de la vida cotidiana enmarcada en la res publica y no en la batalla de todos contra todos a los que conduce la sociedad de lo que Jorge Moruno llama
“la empresa mundo”.
Desde este reconocimiento de la necesidad de disputar el poder del Estado es desde el que se sitúa lo crucial de la llamada unidad popular, no como táctica electoral, sino como estrategia de articulación de una nueva sociedad civil que sustente un proceso constituyente.
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Decir esto es decir mucho, pues es situarnos en la contradicción principal del proceso que enfrentamos. No es posible la articulación social en una nueva y futura institucionalidad de la vida cotidiana sin la conquista del poder político de las instituciones de hoy y no es posible disputar el poder político de las instituciones de hoy sin aglutinar el amplio espectro de las mayorías sociales en torno a un proyecto de cambio político que se exprese electoralmente. La contradicción entre lo urgente y lo importante, entre la táctica y la estrategia es la base del conflicto de las fuerzas de la izquierda en torno al siempre recurrente ¿qué ...

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