Popper/Kuhn
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Popper/Kuhn

Ecos de un debate

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  1. 469 páginas
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Popper/Kuhn

Ecos de un debate

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Detalles del libro
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Índice
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Información del libro

En la primera parte de este volumen se recogen las cinco conferencias impartidas por Fina Birulés, José Antonio Díez Calzada, Anna Estany, Félix Ovejero Lucas y Josep Maria Terricabras durante las IV Jornadas del Grupo de Filosofía del Casal del Mestre, celebradas los días 7, 8 y 9 de noviembre de 2002 en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona).En la segunda se han incluido las once comunicaciones presentadas durante el encuentro. En su mayor parte, giran en torno a los dos temas básicos que motivaron las IV Jornadas: el centenario de Popper y sus decisivas, discutidas y discutibles aportaciones en los ámbitos de la epistemología y de la filosofía política y de la historia y, en segundo lugar, la publicación, hace cuarenta años, de uno de los clásicos de la historia y la metodología de las ciencias más decisivos del siglo XX: La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas Samuel Kuhn.

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Información

Editorial
Montesinos
Año
2017
ISBN
9788495776563
Edición
1
Categoría
Philosophy

Francisco Tauste

(coords.)
POPPER /KUHN
ECOS DE UN DEBATE
RAMÓN ALCOBERRO
LLUIS ALEGRET I BIOSCA
FRANCISCO ARENAS-DOLZ
FINA BIRULÉS
VÍCTOR CARCELER HONTORIA
PERE DE LA FUENTE COLLELL
JOSÉ A. DÍEZ CALZADA
ALBERT DOMINGO CURTO
ANNA ESTANY
PILAR FIBLA
SALVADOR LÓPEZ ARNAL
FRANCISCO MANCHADO ALCUDIA
JOSÉ LUIS MORENO PESTAÑA
FÉLIX OVEJERO LUCAS
FRANCISCO TAUSTE
JOSEP-MARIA TERRICABRAS
M O N T E S I N O S

E N S AYO

Edición propiedad de Ediciones de Intervención Cultural Diseño: Elisa N. Cabot
ISBN: 84-95776-56-1
Depósito legal: B-15834-2003
Imprime: Novagràfik
Impreso en España
Printed in Spain
“(...) y ciertos fenómenos no casan prima facie con la teoría de Ricardo.
Esto último no dice absolutamente nada contra una teoría”.
MARX a FERDINAND LASSALLE, MEW 30, p. 627 (16/6/1862)
“Cuando, después de la Segunda Guerra Mundial, Karl Popper publicó su inmensamente influyente libro La sociedad abierta y sus enemigos, colocando muy buena parte de la responsabilidad de la catástrofe alemana en la funesta influencia del pensamiento de Hegel, pareció que se había ajustado el clavo final al ataúd del hegelianismo. Que el tratamiento popperiano de Hegel fuera un escándalo en sí mismo, no sirvió para acallar los temores de muchos de que el estudio de las obras de Hegel, como si éstas tuvieran algo que decir, fuera de por sí una empresa peligrosa.”
TERRY´ PINKARD, Hegel, p. 13
“(Anti-Popper) La aparente humildad de la frase: ‘Solo sé que no sé nada’ no logra encubrir la inmensa soberbia de quienes la escriben: ellos no andan mojando, como los demás mortales, la pluma en un tintero; la mojan en el Océano.”
RAFAEL SÁNCHEZ FERLOSIO, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, p. 99
“(...) desde la publicación de Ideas de la historia de Collingwood ningún trabajo de teoría había ganado entre los historiadores una cantidad de interés tan grande como la prestada recientemente a La estructura de las revoluciones científicas de Thomas S. Kuhn.”
HOLLINGER, D. T. S., Kuhnś Theory of Science and its implications for History, p. 370
“(...) Los vaqueros con bocamanga ancha no son una moda, sino un cambio de paradigma”
SEAN DEE, “Leviś Blues”, New York Times Magazine, 21/3/1998
NOTA PREVIA
Durante los días 7, 8 y 9 de noviembre de 2002 se celebraron en los locales de Can Sisteré de Santa Coloma de Gramenet (Bar -
celona), las “IV Jornades del Grup de Filosofia del Casal del Mes -
tre”, encuentro que tuvo como lema y título: “Popper y Kuhn: en el primer centenario de Sir Karl, a los 40 años de la publicación de The Structure of Scientific Revolutions.”
Los coordinadores del encuentro quieren agradecer —no sólo por mínima norma educativa— la ayuda e interés mostrados (e incluso demostrados) por el propio Casal del Mestre, por el ICE
de la Universidad de Barcelona, por las concejalías de Cultura y En señanza de la ciudad colomense y por el De partament d'En senyament (Generalitat de Catalunya)-Direcció general d'Or de -
nació i Innovació Educativa.
Es igualmente cortesía obligada —aunque no sólo— señalar nuestro más sincero agradecimiento a todos los asistentes a las jornadas, al igual que a los —y a las— conferenciantes cuya gen-tileza y disposición no es frecuente. Debemos aquí indicar —y no es amenaza alguna— que la participación e intervención entusiasta de los inscritos nos dan ánimos para pensar y organizar unas nuevas Jornadas del Grup de Filosofia — las quintas, si no nos des -
contamos— que probablemente tengan como motivo el recuerdo 9
de la publicación, hace ya cuarenta años, de aquel leído, usado, subrayado e infrecuente manual de lógica y filosofía de la lógica del filósofo barcelonés Manuel Sacristán Luzón (1925-1985) que llevaba por título Introducción a la lógica y al análisis formal.
Es obligado destacar finalmente el esfuerzo de algunos de los asistentes que fueron capaces de venir, en condiciones sin duda mejorables, de tierras amigas y lejanas. José Luis Moreno Pestaña, de la Universidad de Jaén, los representa de forma impecable. De Ramón Alcoberro hemos recibido entusiasmo y ayuda, mucha ayuda. A ellos dos nos gustaría dedicar el infinitesimal mérito que nos pueda corresponder, en el supuesto —sin duda optimista— de que aquél no sea vacío o, mucho peor, estrictamente negativo.
LOS COORDINADORES
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PRESENTACIÓN DE LAS IV JORNADAS DEL GRUPO DE
FILOSOFÍA DEL CASAL DEL MESTRE DE SANTA
COLOMA DE GRAMENET
7 de noviembre de 2002
ALBERT DOMINGO CURTO
Muy buenas tardes. El día 25 de octubre de 1946, un joven pro fesor de filosofía se disponía a pronunciar una conferencia en el Kingś College de Cambridge.1 Unas semanas antes había re -
cibido una invitación del Secretario del Club de Ciencias Morales ( Moral Sciences Club), en la que se le pedía que hiciera alguna intervención relacionada con “algún rompecabezas filosófico”.
Como ya se sospechaba alguna cosa, a tenor de la indicación recibida, se decidió finalmente por el siguiente título: “¿Existen los problemas filosóficos?”. Una vez delante del auditorio, habiéndo-se hecho las presentaciones de rigor, empezó expresando su sor-presa por los términos en los que había sido redactada la invitación, afirmando que daba la impresión que quien fuera que la hubiera escrito, había ya tomado partido, quizás de manera involuntaria, al negar la entidad de los problemas filosóficos, al con-siderarlos como meros “rompecabezas”. De repente, del fondo de la sala, una voz se alzó y, gritando, afirmó: “El Secretario hizo 1. Debo la corrección sobre la fecha –que en un inicio era la del 26 de octubre– al profesor Josep Mª Terricabras. Es el propio Sir Karl Popper quien, en su autobiografía, cita equivocadamente esta última, al guiarse por el acta de aquella reunión emblemática, escrita por el secretario del Moral Sciences Club al día siguiente de haberse efectuado.
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exactamente lo que se le dijo que hiciera. Actuó según mis propias instrucciones”. El alboroto provocado por aquella interrup-ción llegó a ser considerable pero, a pesar de ello, el confe ren -
cian te decidió apresuradamente pasarlo por alto y prosiguió su intervención afirmando que, si no considerara realmente que los problemas filosóficos existían, difícilmente podría hablar sobre ellos como filósofo y que, precisamente al mostrar su desacuerdo con las convicciones de los demás que él consideraba equivocadas, de hecho estaba ya planteando y discutiendo problemas filosóficos. Otra vez, de nuevo desde el fondo de la sala, volvieron a escucharse unos gritos que le obligaron a enmudecer mientras tenía que verse forzado a escuchar como le llevaban duramente la contraria. La discusión fue poco a poco en aumento. Los ejemplos de problemas filosóficos que el conferenciante pretendía ir presentando como pruebas irrefutables eran rechazados uno tras otro sin contemplaciones hasta que, finalmente, los argumentos fueron girando sobre el tema de la validez de las reglas morales.
Llegados a este punto, el personaje del fondo de la sala, que ahora se encontraba cerca del hogar en el que un fuego caldeaba la estancia y que con la mano manejaba un atizador con el que removía las brasas, exigió desafiante: “¡a ver, dé un ejemplo de una regla moral!” La respuesta no tardó en llegar: “¡Pues bien, no hay que amenazar a los profesores visitantes con el atizador del fuego!” Al oír estas palabras, el interlocutor, en plena explosión de rabia, tiró el atizador por el suelo y salió furioso de la ha -
bitación, dando un fuerte portazo.
El personaje que de manera tan intempestiva abandonaba la sala se llamaba Ludwig Wittgenstein y quien mientras tanto per-manecía en ella, con un palmo de narices, era Karl Popper. Años después, al rememorar aquella dura escena, este último escribiría en su autobiografía lo siguiente: “Yo lo sentí realmente mucho.
Admito que fui a Cambridge con la esperanza de provocar a Wittgenstein para que defendiese el punto de vista de que no existen genuinos problemas filosóficos y batirme con él sobre esta 12
cuestión. Pero nunca había pretendido ponerle furioso; y quedé sorprendido al encontrarlo incapaz de captar una broma...”2
Casi veinte años después de aquella célebre discusión, el verano de 1965, en la sala de conferencias del Belford College, en Re -
gent’s Park, Londres, aquel joven profesor de filosofía, que ahora ya no lo era tanto, se disponía a hablar de nuevo ante un auditorio, con motivo de un coloquio internacional de filosofía y, en esta ocasión, la conferencia tenía por título “La Ciencia Normal y sus peligros”.3 En ella afirmó, entre otras cosas, lo siguiente:
“(...) la diferencia entre Kuhn y yo se remonta, fundamentalmente, a la lógica. Y eso ocurre con toda la teoría de Kuhn. A su propuesta “Psicología más que Lógica del Descubrimiento” podemos responder: todos sus argumentos se remontan a la tesis de que el científico se ve obligado lógicamente a aceptar un marco general, puesto que no es posible ninguna discusión racional entre marcos generales.
Ésta es una tesis lógica —incluso aunque sea errónea. (...) Ver daderamente (...) el “conocimiento científico” puede ser considerado como carente de sujeto. Puede ser considerado como un sistema de teorías en las que trabajamos como los albañiles trabajan en una catedral. El objetivo es encontrar teorías que, a la luz de la discusión crítica, se acerquen más a la verdad. (...) No puedo terminar —afirmaba Popper—
sin indicar que para mí la idea de volverse hacia la sociología y la psicología (o a la historia de la ciencia, como recomienda Pearce Williams) con objeto de aclarar los objetivos de la ciencia y su posible progreso, es sorprendente y decepcionante”.
2. K. R. Popper, Búsqueda sin término, Madrid, Tecnos, 1977, págs. 165-166.
3. Recogida en: I. Lakatos y A. Musgrave (eds.), La crítica y el desarrollo del conocimiento científico, Barcelona, Grijalbo, 1975, págs. 156-157.
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Como hemos podido ver, el centro de la polémica ahora no gira-ba tanto en la respuesta a la pregunta sobre el qué de la filosofia, sino en el cómo o, quizás mejor, con la ayuda de cuáles herramientas. En esta ocasión, era Sir Karl Popper quien, de manera meta-fórica, daba un portazo elegante, pero a la vez decidido y bien sonoro, ante aquel auditorio en el que destacaba un joven profesor llegado de los Estados Unidos de América, Thomas Samuel Kuhn, el cual, curiosamente, tenía por entonces la misma edad que el primero cuando se enfrentó con el temible Wittgens -
tein, y que ahora era a quien tocaba quedarse en la sala con un palmo de narices. Algunos días después le llegaba su turno y, en ese mismo coloquio internacional, intervenía diciendo lo siguiente:
“Sir Karl acababa su intervención señalando que para él ‘la idea de volverse hacia la sociología y la psicología (o...
a la historia de la ciencia) con objeto de aclarar los objetivos de la ciencia y su posible progreso, resulta sorprendente y decepcionante’. (...) Me intriga saber cuál es el propósito de estas observaciones, porque en esta parte pienso que no hay ninguna diferencia entre Sir Karl y yo. Si lo que él quiere decir es que las generalizaciones que se aceptan como teorías en sociologia y psicología (y en historia [?]) son débiles cañas para componer una filosofía de la ciencia, no puedo estar más decididamente de acuerdo con él. Mi obra no se basa en ellas más que se basa la suya. Si, por el contrario, Sir Karl se está enfrentando a la relevancia que para la filosofía de la ciencia tienen las clases de observaciones recopiladas por los historiadores y los sociólogos, me pregunto cómo debemos entender la propia obra de Sir Karl. Sus escritos están llenos de ejemplos históricos y de generalizaciones acerca de la práctica científica (...) Él escribe en efecto sobre temas históricos y cita trabajos históricos y sociológicos en sus obras filosóficas centrales. A los 14
hombres que él ha preparado se les distingue de los miembros de cualquier otra escuela actual de filosofía de la ciencia por su constante interés en los problemas históricos y su voluntad de comprometerse en la investigación histórica general. En este punto soy un popperiano recalcitrante”.4
A pesar de la apasionada declaración de Kuhn, es preciso reconocer que, a su vez, también éste, a su manera y siempre metafó-ricamente, de nuevo estaba cerrando una puerta. En esta ocasión, mediante un gesto grandilocuente, ya que se trataba de un portazo más sofisticado e, incluso, más irónico que los anteriores, casi podríamos afirmar que se trataba de un portazo jesuítico.
Porque, de hecho, más que propiamente cerrada, aquella puerta estaba siendo abierta de par en par, como quien está empeñado en mostrar el espacio vacío que queda entre dos actitudes o dos tendencias irreconciliables y, en el fondo, sabe que aquella puerta ha permanecido cerrada desde hace mucho tiempo y que ya no hay posibilidad de acuerdo entre los distintos puntos de vista de los interlocutores, los cuales están situados, uno y otro, a cada extremo del umbral.
El último episodio de nuestra historia es quizás el más triste.
Corresponde a la visión de una puerta completamente cerrada, ante la que estamos muy atentos por ver si detrás de ella ocurre alguna cosa, como si se tratara de algo parecido a esas viejas comedias de enredo, en las que los actores se afanan por entrar y salir de escena al ritmo de los correspondientes portazos, dando vida a situaciones verdaderamente frenéticas. Pero, en este caso, más que una puerta, es como un muro infranqueable, es como un darse la espalda en silencio, un no querer comprometerse con nada. Seguimos estando en Londres, alrededor de unos diez años después del último cuadro representado, esto es, hacia 1975, y acaba de salir a la venta en las librerías la última versión actuali-4. Ibidem, pág. 397.
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zada de la autobiografía de Sir Karl, que lleva por título Búsqueda sin término. Unas estanterías más allá, en la misma sección de filosofía, se encuentra La estructura de las revoluciones científicas que, a pesar de los años transcurridos desde su edición, es, con diferencia, el título de libro de ensayo más citado (y lo será todavía por mucho tiempo) en las revistas especializadas, en los artículos de prensa y en las publicaciones de ámbito anglosajón. Ahora bien, cuando después de coger y hojear la autobiografía de Sir Karl, buscamos en el índice onomástico, entre los más de cuatrocientos nombres propios que ahí aparecen, el de Thomas Samuel Kuhn, nos damos cuenta, sorprendidos, que no aparece en absoluto. Se trata, sencillamente, de un nombre que nunca llegó a escribirse en ese libro. Para el filósofo norteamericano, es decir, para sus me jores ideas y para sus propuestas más innovadoras, aquella puerta acabó por permanecer cerrada para siempre.
***
Este año de 2002, como todos ustedes saben ya, se celebra el pri mer centenario del nacimiento de Sir Karl Popper y, a su vez, el cuarenta aniversario de la publicación de La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Kuhn. Hay que reconocer que esta coincidencia, en un inicio, llegó a sembrar una cierta indecisión entre los organizadores de las jornadas, referente a la conveniencia o no de hacer coincidir ambas conmemoraciones en una sola. Tras aquellas primeras vacilaciones iniciales, la respuesta se nos fue apareciendo cada vez más evidente y, finalmente, la decisión fue acor...

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