- 132 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
Información del libro
Este libro trata de la dictadura básica del capitalismo, que condiciona cualquier proceso económico, proporciona los elementos de posibilidad de la política, construye al ser social y modela las sociedades: la dictadura de la tasa de ganancia. Dictadura íntimamente vinculada a la ley del valor, cuyos valedores han de luchar denodadamente contra su caída tendencial, a cualquier precio, sea éste seres humanos, sociedades enteras o las propias fuentes de la vida.Piqueras nos expone con claridad y contundencia los principios y procesos estructurales que rigen el capitalismo en general y los que son propios de la actual fase del mismo. Es por eso que este libro muestra también con una inusitada transparencia y un realismo sin concesiones las consecuencias a las que aquéllos conducen. A través de unos y otros pasos analíticos el autor ajusta cuentas con pseudoteorías, con ilusiones sociales y con la difusión premeditada de las mismas como si provinieran de la ciencia ("agnotología"). También deja en evidencia filosofías, propuestas éticas e idealistas en general y proclamas políticas que no tienen en cuenta las bases científicas ni los fundamentos estructurales de la sociedad en la que vivimos.¿Por qué aceptamos, por ejemplo, que la física tiene leyes incontrovertibles (a nadie se le ocurriría anular la gravedad mediante el mero deseo de que no exista), pero pretendemos que las leyes sociales (en nuestro caso las capitalistas) son corregibles sólo a través de buenas intenciones? ¿Será más bien porque aquellas últimas, en el fondo, se desconocen casi totalmente? Andrés Piqueras trata de enmendar esa peligrosísima carencia.
Preguntas frecuentes
Información
“La contradictoria relación entre el trabajo y el dinero es una de las estructuras más esquizoides del mundo moderno. El trabajo, como gasto abstracto de energía humana en el proceso de racionalidad económica, y el dinero, como la forma fenoménica del ‘valor’ económico producido por el primero (en otras palabras, del fantasma fetichista de la conciencia social objetivada) son dos caras de la misma moneda. El dinero representa, o ‘es’, nada más que ‘trabajo muerto’, del que verdaderamente se hace abstracción en la forma de una cosa, propio del capitalista fin-en-sí mismo, que consiste en una constante acumulación incrementada de ese médium fetichista. La interacción del ‘proceso del metabolismo humano con el de la naturaleza’ (Marx) llega a ser un abstracto y per se absurdo gasto de fuerza de trabajo, precisamente porque el dinero se hace autónomo respecto de la agencia humana, en la potenciada fetichista forma de capital: no son las necesidades humanas las que dirigen el gasto de energía; por el contrario, la expresión ‘muerta’ de esta energía autónoma en la forma de una cosa ha subordinado a ella misma la satisfacción de las necesidades humanas. La relación con la naturaleza, así como las relaciones sociales, devienen meros peldaños para la ‘valorización del dinero’.” (Kurz, 1995: 1). (Traducción propia).
Trabajo humano abstracto es el empleado en el tiempo socialmente necesario de producción de una determinada mercancía para el intercambio generalizado, a través del dinero, por otros trabajos productores de otras mercancías, en función del tiempo abstracto que conllevan unas y otras. Los productos del trabajo humano se convierten así en mercancías cuando su objetivo principal es ser intercambiadas por dinero (o tiempo socialmente abstracto depositado en otras mercancías). El dinero se convierte en el capitalismo en una mercancía universal que se separa de todas las otras para hacerse medida de todas ellas en función del valor depositado en las mismas. Ese valor no está contenido por el trabajo concreto que haya requerido cada mercancía, sino por el trabajo abstracto. La ley del valor, la equiparación de los productos en el mercado como mercancías, convierte las horas reales invertidas en cada caso en cantidades diferentes de trabajo abstracto. De ahí que resulte imposible establecer comparaciones directas entre trabajos concretos (el de un zapatero y el de una médica, por ejemplo. Y de ahí también que la sociedad capitalista en su conjunto no pueda funcionar como lo pretenden los “bancos de tiempo”, por ejemplo). Por eso el valor de cambio –una relación social entre productores que adopta la forma de una relación entre cosas, como precio– es la única forma de existencia del valor, el cual no tiene ninguna característica intrínseca previa al intercambio. Así, los valores de uso se fueron sometiendo al valor con la creación de un equivalente general, estable y permanente: el dinero (el dinero existe mucho antes del capitalismo pero sin esas características juntas). Siendo la riqueza mercantil a la vez unidad de valor de uso y de valor, según avanzan las relaciones sociales de producción capitalistas mayor preponderancia tendrá el valor sobre el valor de uso (la riqueza real, sea natural o social). Con ello se inaugura una época de dominio del valor en la sociedad (aunque por momentos, sobre todo en la fase de expansión del sistema, valor y riqueza real puedan coincidir en diferentes proporciones). Cuando el capitalismo se establece como modo de producción dominante, el valor se convierte en valor-capital (o simplemente capital), listo para valorizarse a sí mismo a través del trabajo humano abstracto (que implica siempre explotación del trabajo humano concreto), como medio de producción del que se beneficia la clase capitalista al no pagar todo aquel trabajo depositado en cada mercancía que vende. Eso significa que el valor conquista la posición de categoría autónoma, con vida propia, deviniendo plusvalor (trabajo no pagado y por tanto fuente de acumulación ampliada de capital), que es la substanciación del valor. Mercancía y valor están en la base del fetichismo de la sociedad capitalista, y por tanto de su carácter alienado intrínseco. El “trabajo abstracto” indica la abstracción de las diferencias cual... |
Índice
- Portada
- Portadilla
- Copyright
- Dedicatoria
- Índice
- Prefacio
- Capítulo 1. Composición orgánica del capital y caída de la tasa de ganancia
- Capítulo 2. La creciente importancia del desvalor
- Capítulo 3. El negavalor: la cara extrema del desvalor
- Capítulo 4. (Des-sociedad). Desvalorización y autovalorización
- Apéndice
- Bibliografía citada