Una mujer de nuestro tiempo
eBook - ePub

Una mujer de nuestro tiempo

,
  1. 340 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Una mujer de nuestro tiempo

,
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Irene Larreta Valldemosa es una muchacha de 17 años, que quiere ser famosa, deslumbrada por el rutilante mundo de la televisión y la lujosa vida de las estrellas de cine. Pero su familia, que pertenece a la burguesía de Barcelona, no comprende ni apoya sus anhelos. A través de los enconados y pertinaces esfuerzos que realiza para lograr su objetivo, conocerá las entrañas de los círculos secretos de la moda, de la publicidad, de las agencias de modelos que seleccionan a las afortunadas, y sufrirá las humillaciones y el acoso sexual a que los directores, ejecutivos y fotógrafos de esos exclusivos círculos someten a las jovencitas, fascinadas por las promesas de celebridad con que se las engaña. Al mismo tiempo, siguiendo las vicisitudes de la familia Larreta Valldemosa, conoceremos el mundo de la política, el funcionamiento del Parlamento europeo y la evolución ideológica y espiritual de sus miembros, y la brutalidad y zafiedad de un sector de la juventud, en un magistral retrato de la evolución que ha sufrido la burguesía en los últimos quince años, a través de un fresco lleno de agudeza e ironía, en el que se describen con total sinceridad los más desconocidos intríngulis de algunos círculos de poder cuya realidad se hurta habitualmente a los ciudadanos. En esta novela, situada en un ambiente social que ha sido poco tratado por la autora hasta ahora en su ya muy extensa obra, Lidia Falcón se supera en la descripción de personajes, el análisis de sus reacciones psicológicas y la intriga de las circunstancias a las que deben enfrentarse. Su lectura proporcionará un renovado placer a sus incondicionales y permitirá a los nuevos lectores conocer a una de las más inteligentes escritoras españolas.________________________________________Lidia Falcón O'Neill (Madrid, 1935), es Licenciada en Arte Dramático, Periodista, Abogada y doctora en Filosofía. Su obra literaria abarca todos los géneros: teatro, ensayo, poesía, novela, con 35 títulos publicados, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Una mujer de nuestro tiempo de en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Literatura general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Montesinos
Año
2009
ISBN
9788492616169
Categoría
Literatura

LIDIA FALCÓN

Una mujer de

nuestro tiempo
M o n t e s i n o s
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 4
© Lidia Falcón, 2009
Edición propiedad de Ediciones de Intervención Cultural/Montesinos Diseño portada: Miguel R. Cabot
ISBN: 978-84-92616-16-9
Déposito Legal: B-5935-09
Imprime Trajecte
Impreso en España
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 5
Capítulo I
LA FAMILIA LARRETA
Irene Larreta Valldemosa, el treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y cinco iba a cumplir diecisiete años. No era una muchacha especialmente agraciada. Tenía una estatura mediana y era delgada y ágil, pero el rostro mostraba unos rasgos irregulares, debido a una nariz demasiado grande. Sin embargo parecía más bonita por los grandes ojos melados, un poco salto-nes, la sonrisa que sabía administrar seductoramente y un tono de voz dulce y armonioso, para educar el cual sus padres le habían pagado una larga estancia de varios años en un buen colegio religioso de Barcelona, en donde su padre, don Vicente Larreta Mediano, notario de profesión, había podido elegir destino, después de diversas estadías en capitales de provincia.
Irene era de talante optimista y esperaba de la vida muchas más gratificaciones y éxitos que desengaños y frustraciones. A que Irene tuviera tan amable concepción de la existencia, además de su temperamento, había contribuido la agradable infancia y juventud de que había disfrutado en la casa de sus padres que, bien situados económicamente, le habían proporcionado toda clase de comodidades y diversiones. Vivían en un espléndido dú-plex en el barrio de Tres Torres de Barcelona, poseían una bonita casa en un pueblo cerca de la playa y ella y sus hermanos disfrutaban del esquí en invierno en Andorra o en Suiza, en excursio-5
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 6
nes organizadas por el colegio, porque sus padres no eran aficionados a aquel deporte. Poseía un vestuario muy elegante, aunque sobrio, que su madre elegía con gran acierto, y disponía de suficiente dinero para sus gastos, que solían reducirse a las salidas nocturnas de los sábados, aunque debía regresar a las tres de la mañana por imposición de su padre, que mantenía costumbres anticuadas y no quería ni oír hablar de que sus hijos permanecie-sen toda la noche fuera de la casa, aterrado por las noticias que se repetían continuamente en los medios de comunicación sobre la drogadicción de los jóvenes. Pero Irene no protestaba agriamente contra tal medida como hacía su hermana pequeña, Luisa.
Incluso le parecía bien, porque a las tres de la mañana se encontraba lo suficientemente cansada para desear acostarse. Sabía que si no tomaba alguna de las pastillas que se vendían en las discotecas y que casi todos los clientes consumían, no podría aguantar hasta las diez de la mañana siguiente, como algunas de sus amigas. Pero en Irene ganaba siempre la prudencia, y los sabios consejos de su madre que la había convencido, con habilidad, del peligro de destrozarse el cuerpo y el alma consumiendo drogas.
En definitiva, si tenía unos padres ricos, que se preocupaban por ella con gran interés y profundo cariño, y disponía de todo lo necesario y mucho de lo superfluo, como ella misma reconocía, no tenía motivo alguno para sentirse ni desdichada ni frustrada. Incluso la fealdad de su nariz no le preocupaba en la misma medida en que a algunas compañeras de colegio las inquietaban sus defectos físicos. Irene, aún reconociendo sus carencias, se sentía muy segura de su encanto, de su educación y de su talento.
Siempre consideraba que estaba acertada acerca de lo que pensaba y de lo que creía, a diferencia de tantas adolescentes, amigas suyas, tímidas y angustiadas por no cumplir con las expectativas que su familia había depositado en ellas y que el colegio exigía.
Irene había cultivado desde la infancia, cuando se hicieron patentes las gracias que sabía bien prodigar para contento de sus padres, una dulzura y seducción que le garantizaba la simpatía de 6
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 7
casi todo el mundo, cualidades que tanto las monjas de su escuela, como sus padres, habían contribuido a afirmar en ella. Aunque también basaba su seguridad en la constancia y en el trabajo. Había sido siempre obediente a sus mayores, lista y empren-dedora, y adornaba estas virtudes con un carácter amable, que no por ello dejaba de mostrar fortaleza. Como reunía todas las condiciones para ser feliz, gozaba de un estado permanente de alegría, sin rehuir en ningún momento los esfuerzos precisos para lograr sus propósitos desde planteamientos sensatos y prudentes.
Irene Larreta, por tanto, nunca tuvo la tentación de dejarse llevar por las depresiones y cambios de humor que son tan comunes en la adolescencia, al contrario de sus hermanos mucho más inestables, caprichosos y, al decir de ellos, desgraciados, sin que Irene hubiese nunca podido entender cuáles eran las causas de semejante estado de ánimo y tampoco hubiera llegado a convencerlos de lo fútil de sus quejas y de lo irracional de sus sentimientos.
—Lo que sucede es que tú eres una frívola. Pasas por encima de las cosas sin preocuparte por analizarlas profundamente. Por eso siempre estás contenta, como don Plácido... —le criticaba agriamente su hermano, Vicente, un año menor que ella, que se sentía siempre atormentado por los sucesos políticos y sociales de un mundo que le parecía detestable.
Vicente, al revés de su hermana mayor, vivía en constante estado de inquietud y malestar por las condiciones de injusticia que se producían en el planeta. Leía ávidamente la prensa española y algún que otro periódico francés o inglés, estaba suscrito a varias revistas alternativas ecologistas y pacifistas y en cuanto surgió el movimiento Anti-Maastricht que iniciaron algunos jóvenes y pensadores de izquierda, se afilió a él y les entregó todo el dinero que su padre le daba para sus gastos. A partir de ese momento, dedicó muchas horas a pintar pancartas, enviar comuni-cados y panfletos, asistir a reuniones y vigilar un tenderete en las Ramblas con las publicaciones del movimiento. Al mismo tiempo, y para ser coherente, le reprochaba a su madre todos los días, 7
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 8
calificándola de despilfarradora, lo que gastaba en criadas, comida, ropa y gastos cotidianos, y procuraba no utilizar las comodidades que su nivel social y económico podían proporcionarle. Se hacía él mismo la cama y limpiaba su cuarto, aunque fuese someramente, negándose a comprarse ropa ni zapatos y vistiendo siempre el mismo par de pantalones tejanos que su madre debía quitarle del dormitorio por la noche para lavarlos. E incluso se negaba a subir al coche de sus padres, a los que acusaba diariamente de burgueses.
Al concluir el BUP decidió estudiar ciencias políticas. Pero no había transcurrido más que un curso cuando decidió abandonar la carrera. En la agria discusión que sostuvo con su padre, argu-mentó prolíficamente la inutilidad de tales estudios.
—¡Tú lo que no sabes, papá, es que en la Universidad únicamente se forman los hijos de los burgueses! Las carreras están pensadas, diseñadas y organizadas por el Ministerio para formar se-guidores del pensamiento único. Los profesores falsean los hechos e interpretan tendenciosamente las ideologías de izquierdas.
Fue inútil que su padre le razonara que los estudios universitarios proporcionaban una formación básica e imprescindible pa-ra seguir aprendiendo de otros estudios y de la vida en definitiva. Se negó rotundamente a seguir como un borrego, según su expresión, escuchando cada año las mentiras que le soltaban sus profesores y que luego él tenía que repetir en los exámenes si quería aprobar. En consecuencia, optó por matricularse en ecología, para lo que tuvo que recuperar los cursos de ciencias que no había estudiado en el Bachillerato, al haberse decidido por las humanidades al terminar el primer ciclo. Pero tampoco concluyó la carrera, considerándola, según explicó a sus padres, un placebo para la conciencia de izquierdas, ya que desprovista de todo pensamiento crítico se había diseñado únicamente para estudiar los peces y las plantas. Y a nadie le sorprendió que, después de unos meses desocupados en los que ni su padre consiguió que se decidiera a estudiar o a buscar un trabajo y durante los cuales pasó 8
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 9
interminables horas encerrado en su habitación escuchando música y leyendo hasta la madrugada, ingresara en Greenpeace y dedicara multitud de esfuerzos a participar en las acciones que pro-tagonizaba aquella organización.
Luisa, la tercera hija del matrimonio Larreta-Valldemosa no se sentía involucrada en los problemas del planeta ni, por tanto, participaba en militancia alguna. Vivía despreocupada de todo acontecimiento social o político de trascendencia, sintiéndose interesada únicamente en los galanes que la cortejaban, los vestidos que quería comprar, las amigas a las que amaba u odiaba, los estudios que le resultaban penosos y los profesores que la fastidiaban. No se interesaba por su hermana, con la que mantenía una relación entre indiferente y despreciativa, y a pesar de los muy distintos intereses y aficiones que prefería su hermano, y aunque siempre estuviesen discutiendo, tenía con éste mucha más relación que con su hermana, a la que consideraba demasiado mayor para ser su amiga. Luisa, al contrario de Irene, siempre se hallaba muy preocupada por su aspecto físico, que aún siendo agracia-do resultaba desmerecido por la hermosura de la madre, la más bella de la familia, y a la que deseaba ansiosamente parecerse. En definitiva, Luisa se encontraba mucho más frecuentemente de mal humor que Irene y casi a la par que su hermano, aunque los motivos que lo causaban fuesen bastante más vacuos y frívolos que los que atormentaban a Vicente.
9
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 10
Capítulo II
IRENE
La idílica paz de que disfrutaban los Larreta en el seno de sus relaciones familiares comenzó a quebrarse cuando Irene alcanzó aquellos diecisiete años que en su imaginario suponían el paso de la niñez a la madurez y la capacitaban para decidir su destino y poner los medios necesarios para alcanzarlo.
Un año antes de alcanzar tan madura edad, Irene, que era fundamentalmente una hija cariñosa y obediente, acomodada sin esfuerzo a la disciplina del colegio y al orden de su familia, había, sin embargo, atravesado una etapa de dificultades con sus padres cuando estableció una profunda amistad con su profesora del Instituto, poco antes de terminar el Bachillerato. En los primeros meses de su relación no pudo disimular la admiración que la profesora le suscitaba. Hablaba de ella diariamente, repitiendo sus lecciones, sus comentarios y sus consejos, y pronto comenzó a visitarla en su casa para repasar las lecciones, pero cuando por segunda vez llamó a sus padres para decirles que se quedaba a dormir con la maestra, su madre, Luisa Valldemosa, decidió que había llegado el momento de llamarla al orden.
Temía, fundadamente, el disgusto de su marido, a pesar de lo absorbido que estaba por su profesión, si llegaba a darse cuenta de las equívocas relaciones que mantenía Irene con una profesora veinte años mayor que ella. Luisa confiaba en que precisa-10
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 11
mente las muchas horas que dedicaba a su notaría, y que le mantenían todo el día fuera del hogar, le impidieran enterarse de aquel episodio que estaba viviendo su hija, como le sucedía con otras incidencias de la vida familiar, de las que nunca tenía conocimiento a menos que su esposa le informase. En aquel caso nada podía estar más lejos de su propósito y así, confiando en la ignorancia de su marido, esperaba poder manejar ella sola el problema.
La conversación que sostuvieron madre e hija fue tensa y difícil, pero la situación se agravó cuando en mitad de aquella apareció Vicente, en hora insólita para sus costumbres, y escuchó, sorprendido, la voz alterada y el tono angustiado con que su mujer hablaba. Luisa, balbuceando, intentó emplear algunos subter-fugios para desviar la atención de su marido, pero por el miedo que le infundía, fue precisamente Irene la que se encaró a él y le espetó:
—Mira, papá, discutimos porque no puedo tener las amistades que quiero, ya que mi madre me lo prohíbe. Por lo visto vivo en libertad vigilada, como algunos presos.
Lo insólito de aquella aseveración sorprendió enormemente al señor Larreta. Se volvió desconcertado hacia su esposa, buscando en sus palabras respuesta para la acusación de su hija, y Luisa, tartamudeando, sólo supo responder que no le gustaban las relaciones que sostenía Irene con su profesora. A pesar de lo mode-rado de la expresión que utilizó, su marido comprendió rápidamente la naturaleza del problema, mostrando una agudeza de percepción que nunca poseía en lo referente a otros temas. La violencia de su reacción, en un hombre que siempre mantenía el control, sorprendió a su propia esposa. Tuvo que intervenir, angustiada, para que no zarandeara a su hija, después de haberle gritado repetidamente que no estaba dispuesto a consentir una conducta semejante, y ordenándole que no volviera a ver a aquella mujer pervertida, bajo amenaza de tomar graves represalias.
Aquella fue la primera tarde de su vida en que Irene se sintió 11
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 12
menos dichosa que de costumbre, y comprendió al fin lo que era vivir pesares para los que no existía ningún lenitivo.
La tormenta desatada por este episodio, en que por primera vez la muchacha se enfrentó al parecer de sus padres, podría haber tomado el sesgo de una agria ruptura con ellos, ya que la hija, en contra de su habitual aceptación de las normas familiares, se mostró totalmente reacia a obedecer las órdenes paternas de que dejara de relacionarse con su profesora e incluso dejó entender implícitamente que pensaba marcharse del hogar familiar. La situación se hizo por primera vez en el hogar de los Larreta tan incómoda que Luisa comenzó a temer que su hija cumpliera su amenaza y, en consecuencia, así le expresaba sus temores cada noche a su marido. El cual, inducido por los relatos de su esposa, abrigaba un sentimiento cada día más profundo de rechazo hacia la muchacha que con su conducta rebelde le impedía disfrutar de la paz de su hogar cuando regresaba a casa, donde únicamente deseaba relajarse de su arduo trabajo, leer tranquilamente sus libros preferidos o contemplar los informativos tele-visados, en vez de tener que escuchar una y otra vez las disculpas con que su mujer pretendía minimizar el problema.
Pero pasado un tiempo Irene no hizo más mención de su propósito de independizarse de su familia e incluso pareció dejar de frecuentar la estrecha amistad que antes la unía con la profesora causante de la crisis. No se supo cuál había sido la motivación que la hizo desistir de sus ansias de libertad, y ella nunca se lo confió a nadie, pero su hermano Vicente, aseguraba, con malicia, que Irene había hecho cuentas y no le salían. Con diecisiete años era imposible que se mantuviera independiente y la casa de sus padres era muy cómoda para abandonarla a tan temprana edad sin recursos propios.
—Porque es una burguesa, eso es... Prefiere la comodidad y la abundancia a cualquier otra motivación, incluso el amor... —insistía el chico, mostrando un cinismo poco frecuente a su edad.
Irene no replicó a las provocaciones de su hermano ni le contó 12
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 13
a nadie, hermana ni amigas cuáles habían sido las causas de su cambio de actitud cuando volvió a someterse mansamente a las normas familiares. Prosiguió sus estudios y pareció sentirse contenta nuevamente en la rutina cotidiana. Sus padres no volvieron a mencionar el episodio y Luisa madre se sintió entonces aún más satisfecha y orgullosa de su hija, al comprobar que a tan joven edad había sido capaz de reflexionar sensatamente y seguir puntualmente sus consejos. De tal modo la paz renació en la familia Larreta.
La vida se desarrollaba de la manera habitual para Luisa Valldemosa, ocupada en las tareas de mantener en buen estado el hogar y a los miembros de la familia y en gestionar con el mayor éxito posible la galería de arte que había montado hacía unos años, al regresar a Barcelona, cuando una tarde Irene entró en su habitación con una carta en la mano y le comunicó:
—Mañana tengo una prueba, mamá... He enviado unas fotos a una agencia de modelos y me han citado...
Antes de aquel momento, Irene había meditado largamente la conveniencia de plantearle a su madre la iniciativa que había tomado varias semanas atrás, ya que sospechaba, con acierto, que no podía ser de su agrado. Pero después de largas horas de dudas, atormentada por la imposibilidad de confiarse a nadie, dados los diferentes criterios que sustentaban sus hermanos, ni aun a su mejor amiga de cuya inteligencia no tenía demasiada buena opinión, comprendió que, inevitablemente, necesitaba el consentimiento al menos de su madre. De otro modo, aunque pudiese acudir sola a la primera prueba, en caso de superarla, de lo que estaba convencida, le sería imposible acudir al trabajo. Necesitaba además que le comprara varias prendas de vestir y le prestara su maquillaje para presentarse con un atuendo conveniente a aquella entrevista, que creía decisiva en su vida. Estaba resuelta, de todos modos, a no comentarle el último objetivo que perseguía, y que estaba segura que únicamente a través de aquel ca-13
Lidiaok 27/3/09 14:38 Página 14
mino de exhibiciones de vestidos en pasarelas y anuncios de televisión podía alcanzar.
Porque Irene abrigaba desde muy pequeña una fundamental ambición: la de hacerse famosa. La lectura continuada de las revistas de moda y la...

Índice

  1. Start