¿Idiotas o ciudadanos?
eBook - ePub

¿Idiotas o ciudadanos?

El 15-M y la teoría de la democracia

,
  1. 246 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

¿Idiotas o ciudadanos?

El 15-M y la teoría de la democracia

,
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Los antiguos griegos despreciaban a los ciudadanos llamados idiotikós o privados. Egoístas e ignorantes, indiferentes a la actividad política, constituían un peligro para la democracia. Según muestran las encuestas, los ciudadanos actuales somos unos idiotas superlativos. Los políticos, ante esa circunstancia, cabecean con gesto grave y desaprobatorio. Como si les pareciera mal. Pero no nos engañemos. Componen el gesto. No les sorprenden ni, en el fondo, les desagradan los ciudadanos idiotas. Por eso recibieron con irritación –superada la perplejidad– el 15-M. Su irritación no respondía, sin más, a la defensa de sus particulares intereses. Es injusta la contraposición entre unos políticos delincuentes, encarnación de todas las perversiones, y un pueblo angelical, irrebatiblemente excelso. Esa descripción es una autocomplaciente simplificación y, sobre todo, un error de diagnóstico. El problema no es de personas sino de reglas de juego. En realidad, para nuestras democracias, la desidia de los ciudadanos y el envilecimiento de la vida política no son patologías sino síntomas de salud. La patología es lo extravagante, lo que rompe el curso normal, y el curso normal de nuestros sistemas políticos no requiere de vocaciones públicas. Están pensados para prescindir de una ciudadanía vigilante e informada. La ignorancia y la mezquindad de los ciudadanos o la ambición personal y el medro de los políticos forman parte del guion de la competencia democrática, la prueba del buen funcionamiento de las instituciones.Sobre el paisaje de fondo de la crisis económica, el presente libro muestra las entretelas teóricas de esa democracia. No ignora sus conquistas pero no se resigna a ella. Desmenuza su funcionamiento mediante las herramientas analíticas de la filosofía y la teoría política. A la vez apuesta por una idea republicana de democracia, deliberativa y participativa. La defiende pero con realismo, sin ignorar que la disputa política, que aspira a ser tasación ética y ejercicio de la razón es también lucha por el poder y conflicto de interés.Félix Ovejero es Doctor en Ciencias Económicas y profesor de Economía, Ética y Ciencias Sociales en la Universidad de Barcelona. Ha realizado largas estancias como investigador en las universidades de Chicago y de Madison (Wisconsin) e impartido cursos y seminarios en distintas universidades en Europa y América. Ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas sobre teoría social, filosofía de las ciencias sociales y filosofía política. Colabora habitualmente en el diario El País y en revistas como Claves de Razón Práctica y Letras libres. Entre sus obras más conocidas destacan De la naturaleza a la sociedad (1987); Intereses de todos, acciones de cada uno (1989); La quimera fértil (1994); Mercado, ética y economía (1994); La libertad inhóspita (2002); El compromiso del método (2004); Proceso Abierto. El Socialismo después del Socialismo (2005); Contra Cromagnon. Nacionalismo, ciudadanía, democracia (2007); Incluso un pueblo de demonios: democracia, liberalismo, republicanismo (2009), La trama estéril (2011) y en colaboración (con Roberto Gargarella), Razones para el socialismo (2002) y (con Josep Lluís Martí y Roberto Gargarella), Nuevas ideas republicanas: autogobierno y libertad (2003). Su anterior libro, La trama estéril, fue publicado en Montesinos en 2011.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a ¿Idiotas o ciudadanos? de en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Sozialwissenschaften y Soziologie. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Montesinos
Año
2013
ISBN
9788415216704
Categoría
Soziologie

FÉLIX OVEJERO LUCAS

¿IDIOTAS O
CIUDADANOS?
El 15-M
y la teoría de la democracia
M O N T E S I N O S

ENSAYO

Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 6
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 7
“La mitad de los americanos no leen periódico y la mitad no vota. Espero que pertenezcan a la misma mitad”
GORE VIDAL
“Los más, cada uno de los cuales es un hombre mediocre, pueden, sin embargo, reunidos, ser mejores que aquéllos (los mejores), no individualmente, sino en conjunto (...) Al ser muchos, cada uno tiene una parte de virtud y de prudencia y, reunidos, la multitud se hace como un solo hombre con muchos pies y muchas manos y muchos sentidos; así también ocurre con los caracteres y la inteligencia”
ARÍSTÓTELES
“El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho. (...) El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”.
J. L. BORGES
“Cuando acaban las elecciones periódicas es cuando comienza la esclavitud”
JOHN QUINCY ADAMS
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 8
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 9
Sumario

Prólogo

11

Introducción:
La ignorancia y la democracia
17

Capítulo I

Fiosofía política de la crisis

63

Capítulo II

Diagnósticos. Los economistas I
99

Capítulo III

Diagnósticos. Los economistas II
125

Capítulo IV

Democracia, ciudadanía y opinión
133
—9—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 10

Capítulo V

Democracia ideal y política real

173

Apéndice

Una nota sobre derecho, resistencia y revolución 217

Para terminar

De las musas al teatro

225
—10—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 11

Prólogo

“La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección debida a una mayoría incompetente.”
GEORGE BERNARD SHAW
El 15-M fue una cosa rara. Sorprendió a todo el mundo. Año tras año, las manifestaciones del primero de Mayo parecían confirmar la agonía de los sindicatos y, en general, de la vocación política de los ciudadanos. En cada ocasión el retrato salía peor que el anterior y todos deprimentes, huecos y retóricos. Un declinar lento pero inexorable. Y de pronto las plazas se llenaron de gentes con ganas de hablar de asuntos importantes, con propuestas razonablemente perfiladas y una explícita preocupación por los intereses generales. Parecía rebro-tar la antigua pulsión política que doscientos años antes había alentado a las revoluciones democráticas y que, andando la historia, acabó por cuajar en los mimbres más nobles de las constituciones. Nada que ver con la política que asoma a diario en los periódicos, esa ru-tina, tantas veces sórdida, que invita a la melancólica conclusión de que la actividad pública carece de brios cívicos: desinterés de los ciudadanos por los asuntos políticos, confirmado por los altos niveles de abstención y por encuestas que muestran que los votantes apenas recuerdan el nombre de un par de ministros; llamadas a “la responsabilidad” que, en lo esencial, consisten en excluir del debate los asuntos importantes (terrorismo, pensiones, seguridad social, etc.); partidos políticos que no ven otra estrategia para acceder al poder que desdibujar las aristas de sus programas hasta el punto de que, al
—11—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 12
final, más allá del griterío electoral, resultan difíciles de distinguir; reformas de la Constitución ajenas a la voluntad popular, gestadas a la sombra y facturadas sin el menor debate; grupos nacionalistas que instigan los intereses más mezquinos de “sus” ciudadanos, defienden límites a la solidaridad, reclaman derechos históricos y extienden calificativos en la frontera misma de la xenofobia (gandules, analfabetos, parásitos) para referirse a unos conciudadanos “españoles” que, según ellos, “viven” de sus votantes.
Por lo general, ante estas señales las élites políticas cabecean con gesto grave y desaprobatorio. Como si les pareciera mal. Pero no nos engañemos. Componen el gesto. No les sorprenden ni, en el fondo, les desagradan. Quedó confirmado por el disgusto —superada la perplejidad— con el que recibieron el 15-M. Incluso algunos, como Carod-Rovira, no dudaron en despreciar a los ciudadanos de las plazas por su “internacionalismo progre, que va de apátrida, de cosmopolita”, recomendando a sus protagonistas que “se vayan a mear a España” ( El País, 17/06/2011). Esto lo decía un personaje acostumbrado a pasearse en patrióticas manifestaciones, convocadas, eso sí, por conducto reglamentario, con autobuses y bocadillo. El dirigente de ERC no quería que le alborotasen el gallinero unos ciudadanos dispuestos a participar y a decir lo que piensan. Quería el monopolio del alboroto. La participación, sí, pero según y cómo. No sea qué.
Como “Stretch” (Gregory Peck), en Cielo amarillo, cuando, ante la afirmación de Dude (Richard Widmark): “éste es un país libre. Lo hemos sometido a votación”, replica: “En efecto, éste es un país libre; por eso no admito esta votación”.
Pero lo que estaba en juego iba más allá de la ramplonería ocasional de este o aquel político. El desagrado con el que se recibía la participación ciudadana no era sólo cosa, o no fundamentalmente, de los políticos y sus intereses circunstanciales. Es injusta la contraposición entre unos políticos delincuentes, encarnación de todas las perversiones imaginables, y un pueblo angelical, irrebatiblemente ex-
—12—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 13
celso. Esa descripción es una autocomplaciente simplificación y, sobre todo, un error de diagnóstico. El problema no es de personas sino de reglas de juego. En realidad, para nuestras democracias, la desidia de los ciudadanos y el envilecimiento de la vida política no son patologías sino síntomas de salud. La patología es lo extravagante, lo que rompe el curso normal, y el curso normal de nuestros sistemas políticos no requiere vocaciones públicas. Están pensadas para prescindir de una ciudadanía vigilante e informada. Es así como son las cosas y es así, nos dicen, como deben ser. Los desarreglos descritos no constituirían la excepción sino la norma, la prueba del buen funcionamiento de las instituciones. La ignorancia y la mezquindad de los ciudadanos o la ambición personal y el medro de los políticos forman parte del guión de la competencia democrática. Nos escan-dalizamos con la endeble convicción con la que el capitán Renault (Claude Rains), exclamaba en Casablanca: “¡Qué escándalo, qué escándalo! acabo de descubrir que aquí se juega”, mientras recogía sus ganancias de manos del crupier. Hemos naturalizado la desvergüenza y no creemos que las cosas puedan ser de otro modo.
Quizá no hay mejor prueba de la naturalidad con la que hemos aceptado lo inaceptable que la reacciones ante las miserias que reveló la crisis económica: dimos por buenos comportamientos que treinta años antes nos hubieran estremecido. Sí, al principio se escuchó a algunos gobernantes clamar contra el mal moral, contra el cínico des-caro de los protagonistas del circo financiero, pero el escándalo les duró apenas un poco más que al capitán Renault. Un par de frases de repertorio y a otra cosa, que la vida sigue. Nada nuevo, a poco que conozcamos el material con el que estamos forjados los humanos, naturalmente dispuestos a cerrar los ojos ante lo que nos desagrada.
Al fin y al cabo, muchos alemanes convivieron sin muchos aspavien-tos con los campos de exterminio. Por supuesto, los fraudes hipotecarios no son lo mismo que el genocidio, no hay una relación de semejanza, pero sí hay algo parecido a una semejanza de relaciones:
—13—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 14
en los dos casos hay un trato “normal” con lo que en otro tiempo se juzgaría un desvarío. Y así estamos. Ya hace tiempo que la desfachatez circula como moneda de curso social. Nos limitamos a convivir con ella y asumimos que es el único combustible con el que funcionan nuestras instituciones. La avaricia que mueve el mercado, el aceite del odio que engrasa la democracia.
Aunque de esos asuntos se ocupan las páginas de este libro, no es-pere el lector moralistas golpes en el pecho. A esta alturas de la vida y de las lecturas uno ya no se consiente la gazmoñería. Se percibirá una mirada moral sobre unas cosas y otras, pero no para hilvanar melindres ni, aun menos, para invocar ninguna superioridad “de principio” —esa obscena afectación de nuestra izquierda, tan ges-tera—, sino como una modesta estrategia heurística, para, desde la perplejidad y la mirada inaugural, ensayar algunos diagnósticos sobre el funcionamiento de instituciones, del mercado y de la democracia.
Es eso, la perspectiva, lo que dota de unidad a los textos que aquí se recogen. Se pueden tomar, eso sí, como una defensa de la democracia participativa, en su parte final, y, en su primera parte, como una crítica del orden económico que en el verano del 2006 comenzó a confirmar su desorden. También como una invitación a la desconfianza respecto a no pocos “expertos” que se apresuraron descalificar a “los indignados”, descritos poco más o menos como unos energúmenos.
Una desconfianza, conviene advertirlo, que no coquetea ni por un instante con la irracionalidad. Al revés, encuentra sus avales, o al menos lo intenta, en el ejercicio de la razón y la búsqueda del buen conocimiento, las mejores vacunas contra la ilusión de “las soluciones técnicas” o, para ser más justos, “las soluciones de los técnicos”. En todo caso, también en esto, con más certezas a la hora de criticar que a la de afirmar y a sabiendas de que muchos “noes” no equivalen a un sí. Quizá esa sea la mejor lección del 15-M, la que perdurará.
***
—14—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 15
Se incluyen aquí textos, o partes de textos, que, en versiones previas, vieron la luz en Claves de razón práctica, Revista de Libros, AF-DUAM, Papeles de FUHEM y El País. Esa fue su procedencia, más o menos lejana, aunque pueden resultar irreconocibles una vez rees-critos para este libro. Espero que para mejorar. En todo caso, quisiera mencionar a algunas personas que con sus comentarios, sea en semi-narios, sea en amables lecturas, han ayudado a afinar las ideas o su exposición, que viene a ser lo mismo: Fernando Aguiar, Aurelio Ar-teta, Juan Carlos Bayón, Juan Antonio Cordero, Lourdes de Rioja, Francisco Laporta, Jose Luís Martí, Carlos Mougan, Javier Peña, Alfonso Ruiz-Miguel, Lidia Varela y Ramón Vargas-Machuca.
Conste aquí mi gratitud. Por eso y por otras cosas más importantes que estos asuntos.
La investigación para este libro se ha beneficiado de una ayuda del Ministerio de Economía y Competitividad. Proyecto de investigación, La calidad de la democracia: una perspectiva normativa.
—15—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 16
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 17
Introducción

LA IGNORANCIA Y LA DEMOCRACIA

En la verano del 2011 publiqué un artículo en el periódico El País criticando ciertas descalificaciones al movimiento de los indignados1.
En lo esencial, me limitaba a defender las credenciales de los que se reunían en las plazas españolas. No era decir mucho, pero, seguramente, resultaba necesario decirlo en días en los que era común la arrogancia intelectual frente al movimiento. Muchos periodistas de opinión y no pocos científicos sociales describían a los indignados como unos gamberros iletrados. En mi intervención, sostenía que los indignados tenían, por lo menos, tantas luces como sus detracto-res. Aunque no fue mi único artículo en defensa del 15-M2, aquel gozó de cierta fortuna en los medios tradicionales y, también, en las redes sociales.
Por razones que más abajo explicaré, lo mejor será reproducirlo casi entero:
“Ha habido reacciones para todos los gustos ante las movilizaciones del 15-M. Pero en casi todas ellas, incluso entre los sim-patizantes, era común una parecida actitud: la suficiencia.
Comentaristas resabiados no han dudado en echarse unas con-1. “La ignorancia de los indignados”, El País, 13/06/2011.
2. En la misma tribuna, sin ir más lejos: “Las razones y las calles”, El País, 7/03/2012.
—17—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 18
descendientes risas a cuenta de la ingenuidad o la ignorancia de los que en las plazas españolas se reunían a discutir sobre cuestiones políticas. Lo mismo que en la radio hacen muchos de ellos cada mañana. A no pocos les llevo yo inventariada una lista de predicciones erradas, no ya de resultados electorales, sino de premios Nobel de biología, final del terrorismo o fechas de salida de la crisis. Resultaría interesante llevarles la cuenta y publicarla al final del año. En condiciones normales de decencia, deberían retirarse de la profesión y esconderse por las esquinas no sea que la ciudadanía los reconozca. Sin ir más lejos, en los últimos meses, a propósito de Fukushima, Egipto o Bin Laden, hemos visto sostener una opinión y la contraria en apenas veinticuatro horas. Las dos opiniones, naturalmente, con la misma rotundidad. Con ese historial y ese aplomo han des-pachado las opiniones de quienes han levantado la voz sin otra plataforma que la pública deliberación de sus problemas.
No vale contraponer si más la opinión de las gentes a la competencia intelectual de los informados. No ya porque los opinadores de nómina pocas veces acuden a los expertos para formar sus juicios, sino porque a los expertos también hay que tomárselos en dosis homeopáticas cuando pasan de las musas al teatro y se sueltan a opinar sobre el día a día. Hace pocos años, en un justamente famoso estudio, Phillip Tetlock invitó a cerca de trescientos investigadores a realizar predicciones acerca de asuntos económicos y políticos, muchos de su negociado. Al final disponía de 82.361 asignaciones de probabilidad sobre hipotéticos acontecimientos futuros. El resultado, cumplido los plazos, para cortarse las venas: no mejoraban al simple azar. Vamos, los mismos que un mono borracho apretando bo-tones. Así que, modestia. Que aquí andamos todos a tientas.
El problema no es de la ciencia. Para mostrar que los resultados son menos seguros de lo que se cuenta no hay otro camino que más y mejores resultados. Cuando David H.
Freed man, reputado estadístico, defendía en un artículo citado en mil lugares la investigación cualitativa, el trabajo del inves-
—18—
Ovejero:Maquetación 1 02/04/13 13:07 Página 19
tigador sobre el terreno, que conoce en directo las cosas, apela -
ba a argumentos atendibles por los estadísticos, a las limitaciones de los modelos de regresión para abordar muchos asuntos sociales. No dudaba de la ciencia, sino de los científicos. Las teorías no se debilitan por las tonterías de quienes las invocan.
(...)
En Inside job, la película sobre la crisis financiera, por debajo de las trampas retóricas, que no faltan, asoma una descripción moral de los economistas que, entre otras cosas, invita a la reflexión acerca de los sistemas de incentivos de la profesión. Y
de sus códigos deontológicos. Quizá sea cosa de poner en el frontispicio de las facultades de Economía la sabia recomen-dación de Keynes: “Los economistas deberían ser como los dentistas, unos profesionales que se preocupan de hacer bien las cosas, con eficacia y humildad”.(...)
Las dudas no se limitan a las disciplinas inseguras. En un libro recientemente traducido al español, Equivocados, David H. Freedman hace un exhaustivo repaso de los fallos, descuidos y deshonestidades en distintos campos de la investigación.
Aunque por allí concurren todos los gremios, a quien más le luce el pelo es a los investigadores médicos. Ante la proliferación, bien documentada, de promesas falsas, resultados endebles, tesis contradictorias, mediciones irrelevantes y estadísticas frágiles, la primera tentación es enfilar hacia el desierto. De hecho, en ese ámbito, hay especialistas en evaluar especialistas, en reconocer patrones regulares en los errores. También hay conjeturas para entender las patologías. Casi todas ellas men-cionan, además de unos recurrentes sesgos cognitivos, comunes a todos los mortales, a no atender a la info...

Índice

  1. Start