Educa sin estrés
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Digno sucesor de Todos los niños pueden ser Einstein y Aprender a interpretar a un niño, Fernando Alberca vuelve a descomplicar la educación.Cómo educar, sin complicarse, a una generación tan distinta en tecnología y EMOCIONES.La educación es tan importante y necesaria que hay que simplificarla. Este libro de Fernando Alberca es el libro de la descomplicación educativa: «educar es más fácil de lo que parece si se tiene una visión global y humana».Un libro que enseña a quitarle estrés a la vida de los hijos y a la de los padres y madres, que les permite relajarse para acertar más, y adaptarse a la generación del hijo o hija y a su nuevo mundo digital. Enseña cómo vivir mejor y más intensamente, con menos actividades extraescolares, menos miedos y más aciertos.«Todo hijo e hija es alguien tan grandioso que vale más que todos los tesoros juntos del universo; más que el propio universo. Infinitamente más que cualquier resultado (intelectual, deportivo, social, académico...).»El libro más necesario y útil para los padres y madres de hoy, que quieren descomplicarse para acertar y ser perfectamente imperfectos, tal y como necesitan sus hijos e hijas.

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Información

Año
2020
ISBN
9788415943846
Categoría
Didattica
1. No te estreses, educar no es tan difícil. La educación es tan importante que no hay que complicarla
«¡Qué difícil es esto de educar! Uno hace lo mejor que cree y puede, y luego las cosas salen como no se pensaba. ¡Esto es muy complejo!» (Laura, madre)
No te estreses. No te preocupes, no te agobies. Lo que pasa es normal. Habrá que solucionarlo o esperar a que pase, depende. Pero, en todo caso, tiene solución y no eres culpable, aunque lo hubieras podido hacer mejor. Eso ya no importa, lo que importa es qué hacer ahora y no bloquearse por el resultado ni por su análisis. Hacen falta menos psicólogos que padres y madres con defectos que quieran mucho a sus hijos con defectos también. No te estreses.
El estrés es la impotencia que se siente cuando se acumula más de una cosa y no se puede hacer. Pensar que en un momento y lugar deberíamos estar en otro lugar y momento, y querer resolver los dos a la vez, algo imposible. Eso genera una explosión en nuestro cerebro, como el choque de dos vehículos que se saltaran los semáforos porque estos no funcionan y ambos estaban en verde. Entonces el sistema nervioso que estalla por la impotencia y la insistencia terca de que deberíamos estar haciendo las dos a la vez, sin priorizar ninguna y ninguno de los vehículos colisionados cede el paso.
El estrés no sirve para nada bueno. No ayuda a nadie y destruye o incapacita lo mejor de todos.
En educación es fácil por todo lo dicho estresarse: tener que hacer muchas cosas a la vez y no poder hacer calmadamente ninguna. Es desde luego al menos para agobiarse, puede pensarse. Pero eso es solo porque suele mirarse la educación como quien mira un cuadro por partes. En nuestra cultura gusta descomponer las cosas: analizarlas hasta que cada parte adquiere una relevancia tan crecida por separado que se hace insoportable el conjunto. Pero la educación, como la realidad, aun teniendo aspectos muy diferentes, no es tan compleja. Es un todo único que hay que mirar como único y actuar en consecuencia con todo a la vez. Todo lo que somos y es el hijo/a.
Pongamos un ejemplo: la educación es como beber un vaso de agua. Nadie bebe un vaso de agua delante de un niño teniendo en cuenta:
  • He de beberlo con cuidado de no derramarlo.
  • Debo poner correctamente la lengua en la cavidad bucal para que su posición no entorpezca el paso del agua, pueda atragantarme o toser.
  • Debo tragar el agua sin miedo a que esté demasiado fría, demasiado caliente, incluso sin necesidad de comprobarlo antes. Intuyo que estará templada, natural, del grifo o de la botella, a temperatura sin riesgo, sin temer sobresalto.
  • Mi hijo me está mirando y he de enseñarle de dónde y cómo se cogen los vasos para beber.
  • Debo preguntarle si él o ella desea también beber, para educarle en la cortesía de estar pendiente de los demás y no disfrutar de algo sin asegurarse de que a nuestro alrededor alguien carece de lo mismo que nosotros podamos ofrecerle.
  • No debo hacer ruido al tragar.
  • ¿Debo hacer alguna referencia ante él/ella sobre los niños que no tienen fácil beber y la conveniencia de que él se sienta agradecido por poder beber cuando tiene sed?
  • ¿Podría aprovechar para explicarle por qué hay aguas mejores y peores, y en qué elementos se diferencia?
  • ¿Debo aprovechar para explicar la conciencia y la sensibilidad ecológica que creo que deberá adquirir respecto al agua y el cuidado que ya puede tener?
  • ¿Debo enseñarle cómo se dice agua en inglés y francés (o en sueco, que también lo sé), o al menos en español si es pequeño?
  • Debo ser consciente de que está fijándose al terminar cómo lo recojo todo, si lavo el vaso o lo pongo en el lavaplatos, si cierro con cuidado y adecuadamente el lavavajillas o si lo dejo en el armario después de secarlo, boca abajo mejor...
Podríamos seguir sin fin. Porque beber un vaso de agua también es una operación que podríamos analizar desde el punto de vista educativo y complicarse.
Todo lo analizado antes en el acto de beber un vaso de agua se concentra en verdad en el hecho de bebérselo ante un niño/a; sin embargo, lo bebemos de una vez sin preocupaciones. Lo hacemos sin preocuparnos demasiado. Porque en educación las cosas salen mejor de lo que se temen, porque no hay que llegar a todo siempre y porque de las tres mil ocasiones que al menos vamos a tener de educar a la semana, basta con que eduquemos bien tres o cuatro para que nuestro hijo/a grabe lo que hicimos bien para educarle, que eso sí que es algo de peso extraordinario.
Agobiarse por hacerlo todo con intencionalidad educativa es no contar con la inteligencia, la bondad del hijo o hija, con nuestras limitaciones ni con la oportunidad de repetición y rectificación que volveremos a tener.
Las cosas necesarias, cuanto más lo son, menos deben complicarse. Como la educación y el agua.
2. La simplificación educativa de padres y madres asediadas por el estrés
Este libro pretende dar oxígeno a todos los padres y las madres que quieren ser buenos y son imperfectos. Tienen lo mejor: aman a sus hijos. Más que a ellos mismos incluso, como demuestran en el día a día. No abarcan lo inabarcable y no logran la sensación de llegar a todo, ni siquiera llegar bien a la mayoría.
El problema está en tanto análisis educativo. Uno se acerca a una librería o a los miles de blogs, webs y espacios en red (en-redándose) de internet y encuentra miles de consejos para educar en:
  • la personalidad,
  • el sueño,
  • la comida sana,
  • la conducta,
  • la asertividad,
  • la tolerancia,
  • la convivencia,
  • las habilidades sociales,
  • la creatividad,
  • la memoria,
  • la eficacia,
  • el rendimiento,
  • el juego,
  • el ajedrez,
  • el deporte,
  • la custodia compartida,
  • la relación familiar,
  • la…
Y uno puede sentirse asediado y concluir que tampoco aquello que lee en aquel momento, como lo que leyó ayer, lo hace bien.
Este libro es para recordarles lo mucho que ya hacen bien. La mayoría, lo más importante: querer. De ese querer cuelga en verdad la educación mejor. Hay un exceso de análisis y si analizamos parcialmente cualquier cosa compleja, con partes, como la vida, el resultado es que siempre nos parecerá que falta más por hacer que lo que llevamos acertado y haremos nunca.
El problema está en el análisis. Nos sobra análisis y estrés, y nos falta síntesis, cariño a veces y visión global siempre.
Ya somos los mejores padres y madres que tienen nuestros hijos. Nadie en la historia de la humanidad puede serlo mejor que cada una y uno de nosotros. Porque somos en realidad sus padres y madres de cada día real. Y estoy teniendo en cuenta al escribir esto todas las posibilidades: permutaciones y combinaciones familiares.
Somos los mejores y podemos aún seguir mejorando. Pero nadie puede hacer mejor de nosotros que nosotros mismos. Y nuestros hijos e hijas nos quieren por lo que los queremos y la satisfacción que somos capaces de generarles al mejorar ellos mismos.
La educación es simplemente intentar mejorar una versión ya excelente de ellos y nosotros, también con imperfección.
El problema es que nos han vendido demasiadas veces que el ser humano está partido:
  • Cuerpo y alma, como si fueran dos componentes separados.
  • 84 áreas cerebrales actuales, continuando el mapa de Brodman (el área de Wernicke, de Broca, orbitofrontal, etc.).
  • 2 hemisferios cerebrales: derecho e izquierdo, restando protagonismo a la unión de ambos por el supercuerpo calloso, que parece mirarnos como diciendo: «yo lo sostengo y hago que todo sea un único cerebro y vosotros seguís empeñados en...

Índice

  1. 1. No te estreses, educar no es tan difícil. La educación es tan importante que no hay que complicarla
  2. 2. La simplificación educativa de padres y madres asediadas por el estrés
  3. 3. La educación se ve torcida: tu buena educación y su tendencia al NO
  4. 4. Hazte un selfi con él/ella y dale su primer like (o al menos el último)
  5. 5. Querer enseña más que el ejemplo
  6. 6. Quítale estrés a su vida y, de paso, a la tuya (y viceversa)
  7. 7. ¿Un poco de estrés no es bueno para hacer más cosas?
  8. 8. Rebajar el estrés desde su infancia
  9. 9. Veinte Hábitos sencillos que rebajan su estrés a cualquier edad y le aportan mucho
  10. 10. Basta con acertar una vez a la semana, lo bueno se graba más
  11. 11. Combate tu estrés, si ya lo tienes encima, escuchando a tus tres cerebros
  12. 12. Corrige sin estrés, no castigues ni premies enfadado/a o eufórico/a
  13. 13. Quita estrés a las notas y a otros resultados
  14. 14. Cámbiale extraescolares (académicas y otras) por dosis de más oxígeno y vida
  15. 15. Elegir tanto agota:«Mi mamá me mima, mi mamá me estresa (y mi papá más)»
  16. 16. Entender a qué generación pertenece mi hijo/a y cómo es
  17. 17. Retos y obstáculos que plantea la generación de tu hijo o hija
  18. 18. El Triángulo (de las Bermudas): juventud-tecnología-talento
  19. 19. Un dilema educativo, no tecnológico
  20. 20. Aprovechar la tecnología para educar: 9 claves para educar en la era digital
  21. Cuadro resumen de las 9 claves para educar en la era digital
  22. 21. Once grandes oportunidades y soluciones que sirve en bandeja la generación de tu hijo/a
  23. Cuadro resumen de las 11 oportunidades y soluciones de su generación
  24. 22. La inteligencia artificial y la de los hijos
  25. 23. La mayoría de los niños/as son PAS: personas altamente sensibles
  26. 24. Cambios y renovación:el efecto impresora Y LA VIDA ECO
  27. 25. ¿Dónde hacen sus consultas personales los hijos/as de hoy?
  28. 26. El escape de sus auriculares y las reflexiones del gimnasio
  29. 27. El debate con los hijos/as:no combate
  30. 28. Más hemisferio derecho, que hace falta… y más cuerpo calloso
  31. 29. Enseñanzas de un padre y una madre irremplazables: los padres/madres que necesitan los hijos/as de hoy
  32. 30. Confía en su inteligencia y su bondad cuando te traicione
  33. 31. Lo sano es no adaptarse a un sistema enfermo: deja que reinvente parte del mundo que no nos gusta
  34. 32. Aprender a disfrutar del pensamiento crítico y divergente de un hijo/a
  35. 33. Libertad: un básico olvidado y difícil
  36. 34. Quererles es no tener perspectiva, sino dejar que nos sorprendan
  37. 35. Empieza por un principio exitoso y suficiente
  38. 36. Enséñale lo que más liga y aprenderá a hacerlo bien a su modo
  39. 37. El ánimo es la gasolina de los resultados y los resultados dan gasolina y ánimo
  40. 38. Custodia compartida o vete a tomar un vino
  41. 39. Serenidad y buen humor
  42. 40. Hoy stop, mañana play
  43. EPÍLOGOMENOS TRABAJO Y MÁS DESCANSO
  44. AGRADECIMIENTOS