Universidades, colegios, poderes

AAVV, Jorge Correa Ballester, Jorge Correa Ballester

• Editorial: Publicacions de la Universitat de València
• Año: 2021
• ISBN:
  9788491348160
• Edición: 1
• Categoría: Pedagogía
• Categoría: Historia de la educación

La investigación sobre la historia de las universidades se incardina en una tradición que profundiza en diversos aspectos: poderes internos y externos -reyes y pontífices-, sus miembros -escolares y doctores-, enseñanzas y estudios, patrimonio, ritos y costumbres. El análisis de la inserción en la sociedad de sus profesores y graduados, de sus saberes, exige especialistas diversos que aporten su conocimiento sobre distintas épocas y disciplinas para el avance de la historiografía sobre las universidades hispanas. En esta labor, el intercambio y la crítica son imprescindibles, así como el contacto con la comunidad científica a través de la lectura y de la relación con otros investigadores. Esta comunidad ha evolucionado, desde las antiguas cátedras jerarquizadas, los grupos de presión y reparto de puestos del pasado a formar sectores abiertos, amplios y flexibles, una especie de «colegios invisibles» que se reconocen mutuamente sus conocimientos. Este volumen aborda la renovación de los saberes históricos e histórico-jurídicos sobre la enseñanza superior, tanto de las facultades del Antiguo Régimen como de la universidad contemporánea, descubriendo, gracias a un trabajo que se apoya en esfuerzos anteriores, nuevos planos e implicaciones. Los temas referidos al derecho quedan, además, en primer plano: facultades, enseñanzas, doctrinas, manuales, estatutos de las instituciones y los colegios universitarios, etc.

CATEDRÁTICOS Y DOCTORES. COLEGIOS Y ESTUDIANTES

FRAY MARCELO MARONA, CATEDRÁTICO DEL ESTUDI GENERAL DE VALENCIA

EMILIO CALLADO ESTELA
Universitat CEU Cardenal Herrera

La orden de predicadores mantuvo estrecha relación con el Estudi General de Valencia desde los orígenes más remotos de esta institución universitaria, a través de la cual enseñanzas y obras dominicanas adquirirían a lo largo de los siglos una relevante proyección cultural, social y política.¹ Sobre todo en la Facultad de Teología, donde se dieron cita ilustres nombres blanquinegros.² Desde luego en el Quinientos, con fray Diego Mas a la cabeza.³ Pero también durante la posterior centuria, destacando entre otros el padre Juan Tomás de Rocabertí.⁴ Es posible que la notoriedad de tales eclipsara figuras de menor fuste todavía pendientes de estudio por parte de la historiografía. Es el caso por ejemplo de fray Marcelo Marona (1612-†1694), catedrático de Santo Tomás ni más ni menos que durante treinta y cuatro años, obispo electo de Orihuela y responsable de una nada despreciable obra escrita, apenas reseñada por catálogos y repertorios bibliográficos al uso.⁵

A. Prats: Lamentables suspiros del real convento de Predicadores por la muerte de su sapientíssimo hijo y venerable padre maestro fray Marcelo Marona, Valencia, 1695.

A finales de agosto de 1612 y en el distrito parroquial de San Andrés de Valencia había venido al mundo este, hijo del albañil Baltasar Claudio Marona y Juan Marcela Merella. Recibió el bautismo rite et recte en casa, de manos de la matrona por riesgo de muerte quizá. Ya en la iglesia susodicha, el día 27 de aquel mismo mes se le decían los exorcismos a cargo de su rector.⁶ Poco es cuanto sabemos de él a partir de entonces, más allá de que sus progenitores le «criaron con amor y temor de Dios y aplicáronle a los estudios».⁷

Efectivamente, con 15 años despuntaba en las letras el joven Marona, que pudo haber empezado a cursar latín y filosofía en las aulas del Estudi General, dentro de la escuela suarista a decir de sus biógrafos. De hecho, frecuentaba por aquel tiempo el confesionario de la Compañía de Jesús. Le aguardaban, sin embargo, otros derroteros bien distintos. Crucial a este respecto sería su paso por el palacio episcopal de la capital, donde su padre trabajaba para el arzobispo fray Isidoro Aliaga, de la orden de predicadores.⁸ Tenía este por mano derecha a un insigne hermano de hábito, ni más ni menos que el padre Tomás Maluenda, historiador y biblista de renombre.⁹ El religioso se interesó por el muchacho, al que auguró un gran porvenir entre los hijos de santo Domingo porque

[…] hallole muy provecto en la latinidad y assimesmo muy aprovechado en aquella parte de la Filosofía que avía estudiado; y viendo el padre maestro Maluenda aquella capacidad tan relevante, bolviose al padre y le dixo: ¿Pues no será dominico? Respondió el padre como con admiración: ¿Dominico? ¡Él es todo de la Compañía y se confiessa con el padre Valeriano […], varón muy docto y muy santo y gran maestro de espíritu, y cursa suarista en la Universidad! Y assí, no me parece lleva esos designios. Díxole entonces el padre maestro Maluenda: Pues sepa que será dominico y que honrará mucho a nuestro convento de Predicadores y la religión.¹⁰

No andaba errado el padre Maluenda, por cuanto con el amparo de la mitra y su auxiliar, y siguiendo también los pasos de otros amigos adolescentes que le precedieron en la vocación dominicana, pronto ingresaría el joven en aquel cenobio, entre los de mayor lustre de toda la Corona de Aragón y consagrado a la observancia regular.¹¹ Lo hizo el 27 de diciembre de 1627 de la mano de su prior fray Vicente Gómez, quien le entregó el hábito. Finalizado el preceptivo noviciado, justo un año después hacía solemne profesión religiosa en presencia del nuevo superior de la comunidad, el padre Gaspar Barberán.¹²

Así pues, como fray Marcelo Marona, se inició en la más estricta vida religiosa que seguiría siempre «con la mayor puntualidad». Junto a los votos de pobreza, castidad y obediencia, entregaríase a la oración continua, compaginándola con los estudios en la Universidad, las aulas cenobiales o su propia celda. Cultivó muy especialmente la lectura de los Santos Padres. También de los dominicos Granada, Susón y Taulero o Juan Rusbroquio. Pero sobre todo de Santo Tomás de Aquino.¹³

De sus progresos en las letras durante esta etapa da cuenta el primer reconocimiento de la orden al respecto, con ocasión del capítulo general celebrado en 1647 –casualmente en Valencia– bajo la presidencia del padre Tommaso Turco. Sus hermanos de hábito le encomendarían la enseñanza de la Sagrada Escritura, como lector de Teología que era ya del convento de Predicadores.¹⁴ Posteriores capítulos provinciales confirmaron la valía intelectual de fray Marcelo. En 1653 se le otorgaba el grado de presentado en Teología.¹⁵ Cuatro años después el de maestro, máximo galardón dominicano para aquellos frailes distinguidos por su dedicación a esta misma disciplina.¹⁶

No resulta extraño, pues, que el entonces lugarteniente general del reino don Luis Guillén de Moncada y Aragón, duque de Montalto y Bivona y príncipe de Paterno, le encomendara durante su estancia en el cap i casal la educación de su unigénito don Fernando, al tiempo presidente de los consejos de Indias, Flandes y Aragón.¹⁷

Entretanto, el padre Marona habría culminado su carrera académica en el Estudi General siguiendo la estela de uno de sus mentores allí, el carmelita fray Ambrosio Roca de la Serna.¹⁸ El 5 de septiembre de 1655 obtuvo el bachiller en Artes y Teología.¹⁹ Y el doctorado en esta última el día 9 de igual mes y año.²⁰ Todo hace indicar que los trámites de su graduación se aceleraron para ocupar una cátedra. Pero no aquella en la Universidad de Salamanca que, aseguran algunos, llegaría a ofrecerle el duque de Cardona don Pedro Antonio de Aragón.²¹ Sino la de Santo Tomás en Valencia, vacante por muerte del también dominico padre Lapis y tradicionalmente regentada por la orden de predicadores.²² No en vano, solo fray Marcelo concurrió a la oposición como candidato único. El 22 de septiembre se le otorgaba la plaza.²³

Al nuevo catedrático correspondería en lo sucesivo la enseñanza del Aquinate en el estudio valentino, conforme a lo prescrito en las constituciones de este, según las cuales

[…] los catedràtics de Sant Tomàs lligquen per lo orde de les qüestions que proposa lo Sant, declarant en cada article la doctrina de aquell, proposant los fonaments que ell allí enseña per a fundar sa doctrina y aprés les conclusions y rahons ab que la prova; perquè de altra manera ni·s llig, ni declara bé la doctrina del Sant. Declarada la qual, en los articles que hi haurà dificultat, les proposaran los catedràtics y les qüestions y controvèrsies que seran teològiques y pròpies de aquell lloc y article, referint les opinions y arguments dels altres doctors y resolvent la que se haurà de seguir, respondran als arguments contraris.²⁴

Y lo haría con unas clases y calendarios lectivos a todas luces ejemplares, en opinión de sus alumnos. Lo fue Manuel Martí, al tiempo deán de Alicante.²⁵ También el padre Luis de Blanes, quien sustituiría a su maestro décadas después al frente de la cátedra de Santo Tomás.²⁶ O Antonio Prats, futuro catedrático igualmente, pavorde y canónigo de la catedral.²⁷ En palabras de este último, fray Marcelo

[…] leía de san Lucas a san Juan la materia escolástica y en los veranos, quando los demás cathedráticos descansan de las tareas literarias, el venerable padre Marona no descansava, sino que nos leía en el convento materias de Escritura, en que supo su gran comprehensión reducir a breves cartapacios todo lo disputable y controvertible de la Escritura Sagrada, assí del Viejo como del Nuevo Testamento, de manera que sus discípulos, assí para grados de Theología como para qualquier oposición a pavordría [o] canongía de Escritura, no necessitavan de más dotrina que la de estas materias.²⁸

Conocemos además los temas impartidos por el padre Marona durante los treinta y tres años en aquellas aulas. Con algunas lagunas, pudo recopilarlos su hermano de hábito José Teixidor a partir de los materiales conservados en la biblioteca del convento de Predicadores:²⁹

AÑO	TEMA
1655	De praedestinatione et reprobatione
1656	Commentaria ad quaestiones 109 et sequentes Angelico Doctoris Sancto Thomae / De Gratia Dei
1657	Commentaria in duas ultimas quaestiones 1.2 Angelico Doctoris / De iustificatione et merito
1658	Tractatus de fide ad sex priores quaestiones 2.2 Sancto Thomae [1.ª vez]
1659	—
1660	Tractatus de efficacia divina gratiae Auxiliantes eiusque concordia cum nostra libertate / Tractatus de spe et charitate
1661	Tractatus de Incarnatione Domini [1.ª vez]
1662	De gratia, merito, scientia et potentia anima Christi
1663	De Sanctissimae Trinitatis mysterio [1.ª vez] / Brevis tractatus de Sacra Chronologia
1664	—
1665	Tractatus de praestantissima virtute fidei [1.ª vez] / Tractatus de Spiritu Sancto inhabitante animam, elevante et promovente
1666	Tractatus de septem Eclesiae sacramentis
1667	—
1668	—
1669	Tractatus de altissimo Sanctissimae Trinitatis mysterio [2.ª vez] / Tractatus de Quatuor Novissimis ad 30 sequentes supplens divi Thomae
1670	Tractatus de peccatis
1671	—
1672	—
1673	De Auxiliis divinae gratiae et concordia ipsius cum libero arbitrio
1674	—
1675	De altitudine divinae perfectionis
1676	De latitudine divinae perfectionis
1677	Tractatus de perfectionibus super[…] Dei hominis / Tractatus de potestate et auctoritae Papa, conciliorum et Sacrae Scripturae
1678	—
1679	—
1680	Tractatus de Fide [3.ª vez]
1681	—
1682	De Sacramento ordinis et matrimonii
1683	—
1684	—
1685	De Sanctissimae Trinitatis mysterio [3.ª vez] / Tractatus de inenarrabili mysterio Incarnationis [2.ª vez]
1686	Tractatus de Spiritu Sancto inhabitante animam, promovente et inspirante
1687	—
1688	—
1689	—

Fuente: J. Teixidor: Necrologio de este real convento de Predicadores de Valencia.³⁰

La reputación del dominico en los ambientes intelectuales y religiosos valencianos estaría detrás de su propuesta a más altos designios, casi siempre rechazados por el propio interesado como consecuencia de su vocación docente. Dentro de la orden de predicadores sorprende que ninguna responsabilidad de gobierno recayera sobre él, que incluso rehusó participar en cualquier capítulo fuera de la ciudad con tal de no suspender sus lecciones.³¹ Para la administración diocesana, por el contrario, serviría durante décadas como examinador sinodal, encargado de comprobar la competencia y capacidad del clero para poder confesar, predicar y decir misa.³² Teóricamente al menos, según confirman uno de sus deudos, pues

[…] como padeció tan...

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• PRÓLOGO, por Mariano Peset, Yolanda Blasco Gil y Jorge Correa
• UNIVERSIDAD, IGLESIA Y PODER POLÍTICO
• CATEDRÁTICOS Y DOCTORES. COLEGIOS Y ESTUDIANTES
• CÁTEDRAS Y TEXTOS
• II REPÚBLICA, GUERRA Y DICTADURA
• LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN Y POLÍTICAS UNIVERSITARIAS