Los héroes de Hitler
eBook - ePub

Los héroes de Hitler

  1. Spanish
  2. ePUB (apto para móviles)
  3. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Los héroes de Hitler

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La derrota del Tercer Reich supuso el final para un régimen que asoló Europa; pero esa derrota supondría también el olvido de muchas historias de audacia, valor y astucia que protagonizaron algunos de los combatientes que con sus valientes actos creyeron estar haciendo lo mejor para Alemania y sus compatriotas.Estas páginas recogen esos episodios que, sin duda, despertarán la admiración del lector, desde la resistencia desesperada de las tropas germanas en Narvik, rodeadas por las tropas aliadas, al terrible asedio de Cholm, en el que los alemanes soportaron los asaltos diarios de las tropas soviéticas además del hambre y el frío, pasando por el obstinado mantenimiento de la posición de Cactus Farm, en Túnez, ante los sucesivos ataques de los blindados y los bombardeos aéreos o la heroica defensa de Carentan efectuada por aguerridas tropas paracaidistas. También podrá conocer las hazañas de los barcos corsarios en sus correrías por el Atlántico y el Índico, así como las valerosas acciones de los «marineros fantasma» que burlaban una y otra vez el bloqueo de la flota enemiga.La obra incluye la historia inédita de un oficial alemán que, después de sufrir la amputación de una pierna en el frente ruso, encabezó una insólita misión de exploración al sur del Sáhara, enfrentándose a las Fuerzas Francesas Libres. Gracias al testimonio de la familia proporcionado al autor, su vida y sus fotografías personales salen por primera vez a la luz. Por la valentía y el arrojo que demostraron, todos ellos fueron recompensados con ascensos y condecoraciones, convirtiéndose en Los héroes de Hitler. Pero, teniendo en cuenta el régimen por el que lucharon, ¿debemos verlos como héroes o, por el contrario, como villanos? Tras conocer sus historias, el lector tendrá la última palabra.«Jesús Hernández sigue cabalgando con pasión la montura de la divulgación de la Segunda Guerra Mundial». David Yagüe, 20 Minutos«Cuando parece que ya está todo escrito sobre el conflicto de 1939-1945, el historiador y periodista Jesús Hernández nos demuestra que no es así». Jot Down

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Los héroes de Hitler de Jesús Hernández en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Historia y Historia del mundo. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2020
ISBN
9788418578649
Categoría
Historia
1
Eduard Dietl,
el héroe de Narvik
El 17 de abril de 1940, una fuerza alemana destinada en el norte de Noruega se encontraba en una situación bastante comprometida. Unos 1800 soldados de la 3.ª División de Montaña, liderados por el teniente general Eduard Dietl, habían sido desembarcados en Narvik una semana antes. Pero los británicos no se habían quedado de brazos cruzados ante la invasión y habían enviado barcos y hombres a Noruega. Gracias a esa respuesta rápida, aquellas tropas germanas especializadas, reforzadas con unos 2600 marineros pertenecientes a las tripulaciones de los barcos que habían sido hundidos por la Royal Navy en el fiordo, debían enfrentarse ahora a una fuerza aliada de más de 20.000 hombres que acababan de desembarcar al norte y al sur de Narvik, además de los noruegos del interior y de los buques británicos que permanecían fondeados ante el puerto.
Cercados por los cuatro costados, los alemanes no disponían apenas de munición, tenían solo la artillería que habían podido arrancar de los buques embarrancados, no estaban protegidos por la aviación, no podían esperar la llegada de refuerzos ni suministros y ni siquiera tenían ropa adecuada, ya que los marineros que ahora debían luchar en tierra como tropas de infantería carecían de equipo de invierno. Por el contrario, los soldados aliados disponían de excelente equipo, poseían armas, municiones, vehículos y ropas de invierno, y si les faltaba algo, podía llegar por mar en poco tiempo desde los puertos británicos.
Ante la dramática disparidad de fuerzas, incluso Hitler, al día siguiente, dio la orden de que Dietl evacuase las posiciones y pasase inmediatamente con sus tropas a Suecia, cuya frontera se encuentra solo a 30 kilómetros de Narvik. El Führer, tan dado a conminar a sus generales a mantener resistencias heroicas ante un enemigo superior, sabía que esos hombres no tenían ninguna opción de salvarse, y que solo les esperaba la muerte o el cautiverio. No obstante, el redactado final de la orden, confeccionada por el alto mando, se modificó deslizando que se esperaba que Dietl resistiese cuanto pudiese y ganase tiempo, dejando el salvador cruce de la frontera sueca como último extremo. Así pues, Dietl, consciente de que sus tropas habían sido abandonadas a sus propios medios, se conjuró con sus hombres para aferrarse al terreno y esperar un milagro.
Cazadores de montaña
El hombre encargado de guiar a aquellos hombres en una situación tan desesperada, Eduard Dietl, había nacido el 21 de julio de 1890 en la población bávara de Aibling, quince meses después de que naciese el que sería su gran admirador, Hitler. Al igual que el futuro dictador, su padre también era funcionario; mientras que el de Hitler era un oficial de aduanas, el de Dietl trabajaba en el departamento de finanzas del Reino de Baviera.
Dietl, un hombre de acción como denotaba su aspecto delgado y fibroso, sentía gran vocación por la carrera de las armas. En 1909, al segundo intento ya que en el primero fue rechazado, consiguió alistarse en el 5.º Regimiento de Infantería Bávara, siendo admitido como oficial cadete. Tras estudiar en la Kriegschule o Escuela de Guerra de Múnich, obtuvo en 1911 el rango de teniente. Durante la Primera Guerra Mundial luchó en el frente occidental. Allí supo lo que era combatir en primera línea, ya que fue herido en cuatro ocasiones. En marzo de 1918 fue ascendido a capitán. También al igual que Hitler, fue condecorado con la Cruz de Hierro de segunda clase, en septiembre de 1914, y con la Cruz de Hierro de primera clase en septiembre de 1916.
Acabada la guerra, y al igual que muchos otros oficiales, Dietl se unió a los Freikorps, unos grupos paramilitares que trataban de sofocar la revolución comunista que se extendía por Alemania, poniéndose al frente de una compañía en abril de 1919. No obstante, siguió formando parte del ejército, la Reichswehr, al frente de una unidad de cazadores de montaña, lo que marcaría a fuego su posterior carrera militar. Fue en esa época cuando conoció a Hitler; al parecer, le permitió que dirigiera a sus hombres uno de sus discursos políticos. Atraído por su mensaje nacionalista, Dietl decidió afiliarse al partido nazi cuando apenas era un grupúsculo, recibiendo el carné número 524 (el primer carné era el 500 para aparentar un mayor número de militantes).
El general Eduard Dietl mostraría su simpatía por el nazismo desde la primera época, pero siempre se mantendría al margen de cualquier actividad política. Bundesarchiv.
Pese a esas simpatías por el movimiento nacionalsocialista, Dietl no llegaría nunca a involucrarse en política. De hecho, durante el Putsch de la Cervecería del 8 de noviembre de 1923, en cuyos preparativos no participó, mantuvo una actitud prudente, manteniendo a su regimiento al margen de la fracasada intentona que protagonizaron Hitler y sus seguidores en Múnich. Las investigaciones posteriores le absolverían de cualquier responsabilidad en el golpe.
Aunque Dietl se dedicaba en su tiempo libre a entrenar a las SA y mantenía un hilo de conexión con Hitler y el partido, su prioridad no era otra que el ejército. En 1924 sería profesor de tácticas en la Escuela de Infantería de Múnich. En los años siguientes desempeñó sucesivas responsabilidades al frente de unidades de infantería. En 1926 se casó con Gerda-Luise Hannicke, con quien tendría cuatro hijos.
A partir de 1930, su carrera militar ya se centraría exclusivamente en las tropas de montaña, adquiriendo una experiencia que le resultaría decisiva años después. Seguro que la posibilidad de ser puesto a prueba en un territorio tan remoto como el norte de Noruega, como así sería, no entraba entonces en sus cálculos. Por el momento, Dietl se dedicaría a tareas menos comprometidas, como asesorar a la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno, celebrados en la localidad bávara de Garmisch-Partenkirchen en febrero de 1936.
El momento en el que la vida de Dietl tomaría el rumbo definitivo sería el 1 abril de 1938, cuando se creó la 3.ª División de Montaña de la Wehrmacht (3. Gebirgs-Division) en Austria, apenas dos semanas después de su anexión por parte de Alemania. Esa unidad se formó a partir de dos divisiones de montaña austríacas, con lo que se querían aprovechar las aptitudes y la experiencia de esos hombres para ponerlos al servicio del Reich. El encargado de ello sería Dietl. Si bien otras unidades que habían tenido su origen en el ejército austríaco verían como disminuía el componente numérico de ese país, en la 3.ª División de Montaña se mantendría una gran proporción de austríacos, debido a su carácter especializado, e incluso una gran parte de equipo utilizado sería de origen austríaco.
La división se movilizó por primera vez con motivo de la crisis de los Sudetes, a principios de septiembre de 1938. Fue desplegada en Austria (rebautizada como Ostmark tras la anexión), cerca de la frontera con Checoslovaquia, por si las conversaciones diplomáticas fracasaban y finalmente había que invadirla. El Pacto de Múnich, por el que el Gobierno checo se vio obligado a entregar la región de los Sudetes a Hitler, hizo innecesaria la intervención de las tropas de Dietl.
La hora de la verdad llegaría con la invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939. La esencia del plan consistía en formar una enorme pinza que convergiese sobre Varsovia. En primer lugar, había que unir las fuerzas del norte procedentes de Pomerania y de Prusia Oriental formando el primer extremo de la pinza, que podría descender ya en dirección a Varsovia. El segundo extremo procedería del sur, de Silesia, y se dirigiría hacia Lodz, mientras su flanco derecho se vería protegido por las fuerzas que debían atacar a través de la frontera eslovaca, con la vista puesta en Cracovia y los Cárpatos. La capital polaca quedaba así situada en medio de esa gran tenaza, presta a cerrarse sobre ella. Los cazadores de montaña de Dietl formarían parte de esas fuerzas que atacarían por la frontera eslovaca; como se puede deducir, su función sería secundaria, realizando labores de protección del flanco.
La 3.ª División de Montaña no tendría oportunidad de cubrirse de gloria en la campaña polaca. Dado que los soldados marchaban a pie, no podrían seguir el mismo ritmo que las unidades mecanizadas que avanzaban hacia Cracovia, por lo que se les ordenó detenerse. Durante unos días entraron en contacto con tropas polacas, aunque estas preferían no enfrentarse a los cazadores de montaña, por lo que no hubo combates de importancia. Después de algunas escaramuzas, el 18 de septiembre se decidió que la división abandonase el frente. Para la 3.ª División de Montaña, la campaña polaca había terminado sin que hubiera habido posibilidades de lucimiento.
No obstante, el paso de las tropas de Dietl por Polonia no fue en absoluto tan plácido como podría parecer por ese conciso y aséptico relato. La situación de guerra hizo aflorar las debilidades de la división. Por ejemplo, los primeros días se extendió un gran nerviosismo entre una parte importante de los soldados, temerosos de ser atacados en cualquier momento por los polacos, lo que resultó en frecuentes disparos sin una razón específica. Ese temor se veía alimentado por el tipo de guerra al que tuvieron que enfrentarse; con frecuencia, los polacos en retirada actuarían contra ellos individualmente o en pequeños grupos, siguiendo tácticas de guerrilla. Como consecuencia de ello, los alemanes reaccionaron contra la población civil que supuestamente daba apoyo a los combatientes, tomando represalias como la quema de casas y la ejecución de sospechosos de ser espías o francotiradores. También hubo saqueos, pero en este caso la justicia militar germana no fue tan tolerante, ya que acabó enviando a la cárcel a algunos miembros de la división.
Invasión de Noruega
La discreta participación de los hombres de Dietl en la invasión de Polonia les serviría para experimentar la dura realidad de la guerra y prepararse para futuras campañas como las que estaban por llegar. Trasladados a Alemania, la unidad continuó con su entrenamiento en varias localizaciones montañosas del sur del país. Después de un largo invierno en el que las operaciones militares estuvieron detenidas, a principios de marzo de 1940 se inició la preparación específica para la operación en la que iban a participar.
Para alimentar su industria de guerra, los alemanes necesitaban del mineral de hierro sueco. Además, para que su flota de guerra pudiera salir al mar del Norte y al Atlántico era fundamental que las rutas que pasaban cerca de las costas noruegas permaneciesen despejadas. Mientras Noruega se mantuviese neutral, los alemanes disfrutarían de estas ventajas. Pero estaba claro que, si Noruega caía en la órbita de los Aliados, Alemania se vería muy perjudicada.
El primer aviso de que esto podía ocurrir llegó en febrero de 1940, cuando un petrolero germano, el Altmark, se dirigía a Alemania por aguas neutrales, a la altura de las costas noruegas. En sus bodegas viajaban 299 marineros británicos capturados por el acorazado de bolsillo Graf Spee —aunque para entonces ya había sido hundido— y transferidos al petrolero con el fin de que fueran internados en campos de prisioneros. El 16 de febrero, tres destructores británicos iniciaron la persecución del petrolero para darle caza, pero unos destructores noruegos intervinieron para evitar el enfrentamiento en sus aguas. Para ello acompañaron al Altmark hasta un fiordo para que pudiera protegerse. Sin hacer caso de las advertencias noruegas, el destructor inglés Cassak penetró en el fiordo y un grupo de marineros tomó el Altmark al asalto, liberando a sus compatriotas. Los alemanes consideraron este incidente una violación...

Índice

  1. Introducción
  2. 1 Eduard Dietl, el héroe de Narvik
  3. 2 Baron von der Heydte, el «paracaidista del rosario»
  4. 3 Theodor Detmers, el corsario marcado por su destino
  5. 4 Christian Nissen y Heinrich Garbers, los marineros fantasma
  6. 5 Theodor Scherer, el héroe de Cholm
  7. 6 Konrad von Leipzig, el honor de un Von
  8. 7 Heinrich Schäfer, el defensor de Cactus Farm
  9. 8 Adrian von Fölkersam, audaces fortuna iuvat
  10. 9 Franz von Werra, el fugitivo recalcitrante
  11. 10 Hanna Reitsch, la mujer que quería volar
  12. Epílogo: Los otros héroes alemanes
  13. Bibliografía